Las tasas universitarias, menos por más

 

En los último días hemos visto numerosas noticias sobre la duplicación de las tasas universitarias en nuestros país y, ¡cómo no!, sobre la rebeldía de algunas comunidades autónomas, amigas o no del gobierno, a la implantación de dicha medida.

Efectivamente, las tasas actuales no cubren, ni de lejos, el coste real de los estudios universitarios (se estima que cubren en torno a un 15%) y se produce un efecto de financiación regresivo porque a las universidades, queramos o no, siguen asistiendo muchos más alumnos de clases económicas desahogadas que de clases desfavorecidas. En este informe tienen abundante información al respecto para el que quiera profundizar en el tema. Se produce e lcurioso fenómeno de que a las familias “con posibles”, que en España suelen llevar a sus hijos a colegios privados o concertados, el coste en educación les resulta más barato cuando los hijos llegan a la Universidad.

Ahora bien, no cabe duda de que una elevación de las tasas se lo pondrá mucho más difícil a aquellas familias que ya tienen problemas para llegar a fin de mes. Una adecuada política de becas podría paliar este efecto indeseado del aumento de las tasas. Aunque por desgracia, de eso se ha hablado poco. De momento recaudemos, que de repartir ya hablaremos después.

Lo que la gente no sabe es que cualquier alumno europeo tiene derecho a ir a cualquier universidad europea con las mismas tasas y las mismas ayudas que la de los ciudadanos del país en el que se encuentra la universidad. Miren este enlaceEso supone que un aumento de las tasas sin un rediseño de la política de becas puede hacer que las universidades de otros países, de repente, sean muchísimo más atractivas para nuestros estudiantes.

Porque es muy triste que en nuestro enfermo sistema universitario la reforma que se plantee en primer lugar responda solo a cuestiones presupuestarias sin entrar en los problemas de fondo. Uno de ellos, quizá uno de los más graves y origen de los demás, es la escasa capacidad que tenemos en España de diferenciar las malas y las buenas universidades. No hay rankings oficiales que nos permitan elegir una u otra Universidad en función de su calidad. Si todas las Universidades parecen iguales, pocos incentivos tendrán para tratar de mejorar. ¿Para qué, si a todas nos van a meter en el mismo saco?. De hecho, en España, el primer criterio esgrimido por los estudiantes a la hora de elegir una universidad es la proximidad geográfica al domicilio.

Pero el enlace anterior es mucho más interesante de lo que parece a primera vista. Navegando por los enlaces a los distintos países se sacan conclusiones apasionantes.

Alemania, por ejemplo, la gran locomotora europea, lo tiene clarísimo. Si están donde están, por algo será. Tiene perfectamente clasificadas sus universidades. Se pueden buscar en alemán, en inglés y algunas de las páginas ¡hasta en español! Un futuro estudiante español tiene más fácil buscar una buena universidad en Alemania que en España. Naveguen por esta página y asómbrense de lo fácil que es. Y luego nos quejaremos que se nos va el capital humano. En la propia página web ofrecen cursos de alemán.

En contraste el enlace español a la página del Ministerio. Primera reflexión alarmante. ¿Saben en qué idiomas está la página? Piensen lo peor y acertarán. Una imagen vale más que 1.000 palabras:

¡Qué visión, qué visión! Para que traducirla al inglés o al alemán, cuando nosotros somos un minicontinente con nuestras propias realidades lingüísticas. No hay nada que atraiga más a un estudiante internacional que saber que va a poder estudiar en una universidad española en euskera. Además esa página solo habla de becas y ayudas pero no encontramos ninguna información de los títulos, las universidades, por no hablar de su clasificación. Es verdad que navegando, navegando, llegué a una página donde, al menos, estaban listadas todas las carreras.Este es el enlace a dicha página en su versión euskera, donde afortunadamente gran parte de la información venía en castellano. Curiosamente, lo más parecido a un ranking que tenemos en España es el que publica el mundo. Algo es algo, lástima que no esté en inglés.

Vamos a por los ingleses. El único país europeo que tiene varias universidades entre las 10 primeras del famoso (y en España criticado) ranking de Shanghai. Si salimos mal en el ranking, el problema es del ranking, no de nosotros. Pues en su web tienen una información directa, útil, incluyendo herramientas para “destripar” a cada universidad proporcionando datos detalladísimos hasta de la satisfacción del alumnado.  Eso sí que es transparencia. Ver la página española y compararla con la alemana y no digamos con la inglesa es demoledor. Sencillamente demoledor. Mientras aquí nos entretenemos en traducir las páginas al gallego en Inglaterra te dicen el grado de empleabilidad de cada título y el nivel de satisfacción de los alumnos.

Los franceses, como buenos franceses, tampoco traducen su página al inglés. ¿Para qué?. Pero al menos no la traducen al corso.

Y como colofón, una triste conclusión. En este afán por sacar dinero de las piedras nos estamos olvidando de arreglar los verdaderos problemas estructurales de nuestro país. Uno de ellos es la Universidad. ¿De verdad piensan que la política de tasas universitarias es una de las tareas más apremiantes que tenemos que abordar?. Evidentemente no. La gobernanza, la endogamia, la falta de incentivos, la escasa capacidad de atraer talento, esos son los grandes problemas de nuestra universidad y que para mí son efecto de esa bajísima (o nula) capacidad que tenemos en España de diferenciar las malas y las buenas universidades. Así que, mandemos a nuestros hijosa estudiar a esos países donde si podemos elegir la mejor universidad (y a este paso hasta igual nos sale más barato).

10 comentarios
  1. Elisa de la Nuez Sánchez-Cascado
    Elisa de la Nuez Sánchez-Cascado Dice:

    Lo que denuncia el post es demoledor pero muy real. Nadie se ha planteado empezar por lo importante, aunque sea díficil, acabar con las disfunciones y vicios de las Universidades españolas, y para empezar dotarles de un poquito de transparencia, para que por lo menos los ciudadanos sepamos de lo que estamos hablando. De entrada, a subir las tasas, eso sí, en plan café para todos, tanto desde el punto de vista de la demanda como de la oferta. Pues nada, a seguir así.

    • Rafael Rivera
      Rafael Rivera Dice:

      El post trata diferentes asuntos pero, efectivamente, yo creo que el de la transparencia, tan de moda en estos día, es el más relevante. No podemos mejorar un sistema que no conocemos realmente como está funcionando.
      Hay dos grandes barreras, la cultural (falta de ganas) que se refleja en el ejemplo de que el escaparate internacional de nuestro sistema universitario sea una página sobre las becas en nuestras lenguas vernáculas. ¿Es que al funcionario no se le ocurió algo mejor, aunque solo fuera por dignidad profesional?.
      Y la segunda, casi más preocupante, es la falta de información real y de calidad que manejamos en nuestra administración. Aunque quisiéramos, seríamos incapaces de dar un nivel de información como el que proporcionan los ingleses o los alemanes, sencillamente porque no tenemos esa información.
      Por tanto, ni queremos ni podemos ser transparentes, bonito panorama.

      • Elisa de la Nuez Sánchez-Cascado
        Elisa de la Nuez Sánchez-Cascado Dice:

        Lo que denuncia el post es demoledor pero muy real. Nadie se ha planteado empezar por lo importante, aunque sea díficil, acabar con las disfunciones y vicios de las Universidades españolas, y para empezar dotarles de un poquito de transparencia, para que por lo menos los ciudadanos sepamos de lo que estamos hablando. De entrada, a subir las tasas, eso sí, en plan café para todos, tanto desde el punto de vista de la demanda como de la oferta. Pues nada, a seguir así.

      • Curro Arriola
        Curro Arriola Dice:

        En otras carreras, no sé; pero en Derecho empieza a darse una situación que a mí me preocupa.
        Sean dos Lisensiados:
        El Lisensiado “A” tiene un brillantísimo expediente académico; todo matrículas de honor, Premio Extraordinario de Licenciatura, Premio Nacional de Derecho… añadan, añadan.
        Sus padres son meros ciudadanos. Trabajan y esas cosas.
        El Lisensiado “B” fue aprobando a trancas y barrancas, en Septiembre o más tarde, tardó diez años en acabar, y le cuesta manejar los “hay”, “ahí” “haya” “allá” y “aya”.
        Sus padres están en la política, bien situados, uno en la CA Andaluza y otro en los entresijos del partido a la sazón gobernante (sea el que sea).
        Hay un puesto de trabajo, da igual que sea en el sector público que en una gran empresa.
        ¿Cuál de los dos es contratado?
        Así que… ¿para qué sirve la Universidad, al menos las carreras no técnicas, en una Cleptocracia?
        Agradeceré que álguien me despreocupe.
         

      • Fernando Gomá Lanzón
        Fernando Gomá Lanzón Dice:

        Interesante tu post y un poco desolador porque parece que no avanzamos nada cuando parece bastante fácil comparar como lo haces tú y hacer lo mismo que los demás, al menos en cuanto a información disponible.

         

        Pero como la verdad es la verdad, te añado unas reflexiones igual de críticas, aunque comparando lo español con lo americano, de César García, profesor de la Universidad Pública del Estado de Washingtong, que me ha pasado José María González-Garilleti, estudiante y colaborador en este blog:

        http://quiosco.elmundo.orbyt.es/ModoTexto/paginaNoticia.aspx?id=9288777&sec=El%20Mundo&fecha=02_05_2012&pla=pla_562_Madrid&tipo=1

         

      • ASB
        ASB Dice:

        Soy un universitario de primero de carrera. Efectivamente noto la desigualdad social que hay dentro de la universidad, mi familia tiene un restaurante cuya principal fuente de ingresos es el menú del día, imagínense no hay obreros para trabajar por lo tanto el comedor está vacío. Mis dos hermanas trabajan de camareras a medio turno, cuando no están en el paro durante por lo menos 4 meses al año.

        Después de estudiar un ciclo formativo de grado superior (supuestamente orientado al mercado de trabajo) me vi practicamente obligado a hacer la carrera, era eso o sumarme a la mayoría de mis colegas en estado NINI. Obviamente lo que me dio fuerzas a enfrentarme a 4 años de carrera fue el apoyo de mi familia pero también el del Estado que hasta el momento me había apoyado con becas que me ayudaron a subsistir hasta la llegada del verano cuando ya podía trabajar y hacerme con unos ahorros para el año siguiente.

        Este año el Estado me dio 4000 € de los cuales algo más de 2000 se los tuve que dar a mis padres para que pagaran algunas deudas de autónomos  que estaban amenazando con que tuvieran que cerrar el negocio. No saben lo rápido que vuela el dinero en la universidad, calculo que algo más de 1000 € los he dejado en la copistería y otros tantos en transporte, menú, etc.

        Aun por encima en la universidad me encontré con el plan Bolonia famoso, en principio una bicoca, solamente había que ir a clase 4 horas por la mañana, las tardes libres, un poco más tarde me di cuenta de que los profesores te sobrecargan de trabajos, por lo que trabajar por las tardes es prácticamente imposible, te quedan los fines de semana si tienes suerte y encuentras un trabajo con un jefe/a un poco comprensivo con tu situación, o que al menos no piense que eres un vago por no estar trabajando a tiempo completo (QUE NO HAY TRABAJO SEÑOR, ES QUE NO VE LAS NOTICIAS)

        En fin este curso llegará la tijera y estoy seguro de que no solo se recortará en el número de personas al que se les da la beca sino también en cantidad, la excusa de la crisis parece perfecta. Aun por encima el criteria no va a ser las rentas familiares sino las notas. Dentro de 4 días tengo un examen y tengo que trabajar el viernes, sábado y domingo, parece obvio que la gente de mi clase que no tenga que trabajar va a tener más oportunidades que yo para sacar mejor nota en ese examen ¿verdad? Si no me dan la beca que voy a hacer ¿Pedirle un dinero que no tienen a mis padres? ¿Para que? Conseguir un título que no me garantiza nada en el mercado laboral.

        Igual si que tienen razón mis anteriores jefes y estoy haciendo el vago.

        Solamente quería que supiesen la perspectiva de los estudiantes .

      • Rafael Rivera
        Rafael Rivera Dice:

        El post trata diferentes asuntos pero, efectivamente, yo creo que el de la transparencia, tan de moda en estos día, es el más relevante. No podemos mejorar un sistema que no conocemos realmente como está funcionando.
        Hay dos grandes barreras, la cultural (falta de ganas) que se refleja en el ejemplo de que el escaparate internacional de nuestro sistema universitario sea una página sobre las becas en nuestras lenguas vernáculas. ¿Es que al funcionario no se le ocurió algo mejor, aunque solo fuera por dignidad profesional?.
        Y la segunda, casi más preocupante, es la falta de información real y de calidad que manejamos en nuestra administración. Aunque quisiéramos, seríamos incapaces de dar un nivel de información como el que proporcionan los ingleses o los alemanes, sencillamente porque no tenemos esa información.
        Por tanto, ni queremos ni podemos ser transparentes, bonito panorama.

  2. Curro Arriola
    Curro Arriola Dice:

    En otras carreras, no sé; pero en Derecho empieza a darse una situación que a mí me preocupa.
    Sean dos Lisensiados:
    El Lisensiado “A” tiene un brillantísimo expediente académico; todo matrículas de honor, Premio Extraordinario de Licenciatura, Premio Nacional de Derecho… añadan, añadan.
    Sus padres son meros ciudadanos. Trabajan y esas cosas.
    El Lisensiado “B” fue aprobando a trancas y barrancas, en Septiembre o más tarde, tardó diez años en acabar, y le cuesta manejar los “hay”, “ahí” “haya” “allá” y “aya”.
    Sus padres están en la política, bien situados, uno en la CA Andaluza y otro en los entresijos del partido a la sazón gobernante (sea el que sea).
    Hay un puesto de trabajo, da igual que sea en el sector público que en una gran empresa.
    ¿Cuál de los dos es contratado?
    Así que… ¿para qué sirve la Universidad, al menos las carreras no técnicas, en una Cleptocracia?
    Agradeceré que álguien me despreocupe.
     

  3. Fernando Gomá Lanzón
    Fernando Gomá Lanzón Dice:

    Interesante tu post y un poco desolador porque parece que no avanzamos nada cuando parece bastante fácil comparar como lo haces tú y hacer lo mismo que los demás, al menos en cuanto a información disponible.

     

    Pero como la verdad es la verdad, te añado unas reflexiones igual de críticas, aunque comparando lo español con lo americano, de César García, profesor de la Universidad Pública del Estado de Washingtong, que me ha pasado José María González-Garilleti, estudiante y colaborador en este blog:

    http://quiosco.elmundo.orbyt.es/ModoTexto/paginaNoticia.aspx?id=9288777&sec=El%20Mundo&fecha=02_05_2012&pla=pla_562_Madrid&tipo=1

     

    • Rafael Rivera
      Rafael Rivera Dice:

      Efectivamente, está muy alineado con el post. Y viene a remarcar que lo importante es valorar y poder comparar donde están las buenas titulaciones y donde las malas. El café para todos acaba matando las ganas de mejorar y conduce, inevitablemente, a la acomodación y a la mediocridad. Parece que en Europa, los ingleses y alemanes ya se han dado cuenta. Espero que no nos quedemos atrás en España.

  4. ASB
    ASB Dice:

    Soy un universitario de primero de carrera. Efectivamente noto la desigualdad social que hay dentro de la universidad, mi familia tiene un restaurante cuya principal fuente de ingresos es el menú del día, imagínense no hay obreros para trabajar por lo tanto el comedor está vacío. Mis dos hermanas trabajan de camareras a medio turno, cuando no están en el paro durante por lo menos 4 meses al año.

    Después de estudiar un ciclo formativo de grado superior (supuestamente orientado al mercado de trabajo) me vi practicamente obligado a hacer la carrera, era eso o sumarme a la mayoría de mis colegas en estado NINI. Obviamente lo que me dio fuerzas a enfrentarme a 4 años de carrera fue el apoyo de mi familia pero también el del Estado que hasta el momento me había apoyado con becas que me ayudaron a subsistir hasta la llegada del verano cuando ya podía trabajar y hacerme con unos ahorros para el año siguiente.

    Este año el Estado me dio 4000 € de los cuales algo más de 2000 se los tuve que dar a mis padres para que pagaran algunas deudas de autónomos  que estaban amenazando con que tuvieran que cerrar el negocio. No saben lo rápido que vuela el dinero en la universidad, calculo que algo más de 1000 € los he dejado en la copistería y otros tantos en transporte, menú, etc.

    Aun por encima en la universidad me encontré con el plan Bolonia famoso, en principio una bicoca, solamente había que ir a clase 4 horas por la mañana, las tardes libres, un poco más tarde me di cuenta de que los profesores te sobrecargan de trabajos, por lo que trabajar por las tardes es prácticamente imposible, te quedan los fines de semana si tienes suerte y encuentras un trabajo con un jefe/a un poco comprensivo con tu situación, o que al menos no piense que eres un vago por no estar trabajando a tiempo completo (QUE NO HAY TRABAJO SEÑOR, ES QUE NO VE LAS NOTICIAS)

    En fin este curso llegará la tijera y estoy seguro de que no solo se recortará en el número de personas al que se les da la beca sino también en cantidad, la excusa de la crisis parece perfecta. Aun por encima el criteria no va a ser las rentas familiares sino las notas. Dentro de 4 días tengo un examen y tengo que trabajar el viernes, sábado y domingo, parece obvio que la gente de mi clase que no tenga que trabajar va a tener más oportunidades que yo para sacar mejor nota en ese examen ¿verdad? Si no me dan la beca que voy a hacer ¿Pedirle un dinero que no tienen a mis padres? ¿Para que? Conseguir un título que no me garantiza nada en el mercado laboral.

    Igual si que tienen razón mis anteriores jefes y estoy haciendo el vago.

    Solamente quería que supiesen la perspectiva de los estudiantes .

  5. robespierre
    robespierre Dice:

    Jeremías, mas que ciudadanos consentidores, que también, yo lo que creo es que hay muchos ciudadanos engañados. Porque para consentir algo primero hay que conocerlo y eso no es fácil en España,ya se trate del funcionamiento de las Universidades o de los sindicatos o de las CCAA. Lo que sí que hay es mucho cobarde y mucho cómplice que solo se atreve a cantar las verdades del barquero en las profundidades de la cafetería de turno o en la intimidad de su hogar, pero jamás delante de alguien que puede cambiar las cosas, ni por supuesto se atreve a decir en público lo que grita en privado.
    Por cierto ¿su pseudónimo tiene algo que ver con aquello de clamar en el desierto? 

  6. robespierre
    robespierre Dice:

    Jeremías, mas que ciudadanos consentidores, que también, yo lo que creo es que hay muchos ciudadanos engañados. Porque para consentir algo primero hay que conocerlo y eso no es fácil en España,ya se trate del funcionamiento de las Universidades o de los sindicatos o de las CCAA. Lo que sí que hay es mucho cobarde y mucho cómplice que solo se atreve a cantar las verdades del barquero en las profundidades de la cafetería de turno o en la intimidad de su hogar, pero jamás delante de alguien que puede cambiar las cosas, ni por supuesto se atreve a decir en público lo que grita en privado.
    Por cierto ¿su pseudónimo tiene algo que ver con aquello de clamar en el desierto? 

  7. Matilde Cuena Casas
    Matilde Cuena Casas Dice:

    Enhorabuena Rafael por el post en el que expones ciertamente un panorama desolador que, como profesora de universidad, desde luego corroboro.
    Me parece indudable que la universidad requiere una reforma estructural. Se ha empezado aumentando las tasas por la lamentable situación económica, pero tengo que decir que a mi es una medida que no me parece mal. Me explico.
    La actual crisis económica está poniendo sobre la mesa la inviabilidad del actual estado del bienestar. Un Estado difícilmente puede soportar su coste al margen de criterios de capacidad económica. El “todo gratis para todos” es absolutamente injusto si  no se sustenta en un sistema fiscal claramente progresivo, cosa que no sucede, dada la gran cantidad de impuestos indirectos que prescinden de toda progresividad y la -según dicen- “imposibilidad técnica” de que las grandes fortunas de este país paguen los impuestos en la cantidad que les correspondería. El resultado de un sistema fiscal deficiente provoca que muchas personas no contribuyan proporcionalmente a sus ingresos a su sostenimiento y se beneficien del mismo en igual medida que personas con escasas rentas. Que a una persona con 100.000 euros de renta anual le cueste pagar la universidad de un hijo lo mismo que a uno que percibe 20.000, a mi juicio, es injusto. Las personas con más rentas deben pagar más por la educación que los que no tienen y, por supuesto, la falta de capacidad económica no debe ser un obstáculo al acceso a la universidad en la que lo que se debe exigir es “excelencia académica” y nada más. El “todos café” vicia el sistema y desde luego lo hace absolutamente insostenible, cosa que se está evidenciando en la actualidad.
    Los recursos públicos deben ir dirigidos a becar a alumnos sin capacidad económica con el objeto de que puedan dedicarse “solo a estudiar” y a nada más.
    Y además, no nos engañemos. “Lo que no se paga no se valora” y yo veo a diario cómo algunos alumnos se matriculan en muchas asignaturas (13 he llegado a ver yo) que saben que no van a sacar y algunos llegan a decirte que “es para ver cómo es el examen”. Pues todos le hemos pagado esa matrícula que luego no aprovecha.
    Hay que estimular el esfuerzo, adaptar las tasas a la capacidad económica real y, por supuesto, si no hay rendimiento académico adecuado, eso debe tener consecuencias económicas y de otro tipo.  El trabajo bien hecho debe ser estimulado. Ahora ya tenemos claro que los recursos son limitados y hay que aprovecharlos bien y cuando eso suceda, y tengamos en la universidad el mismo dinero que en Alemania, entonces podremos compararnos con ellos….

  8. Matilde Cuena Casas
    Matilde Cuena Casas Dice:

    Enhorabuena Rafael por el post en el que expones ciertamente un panorama desolador que, como profesora de universidad, desde luego corroboro.
    Me parece indudable que la universidad requiere una reforma estructural. Se ha empezado aumentando las tasas por la lamentable situación económica, pero tengo que decir que a mi es una medida que no me parece mal. Me explico.
    La actual crisis económica está poniendo sobre la mesa la inviabilidad del actual estado del bienestar. Un Estado difícilmente puede soportar su coste al margen de criterios de capacidad económica. El “todo gratis para todos” es absolutamente injusto si  no se sustenta en un sistema fiscal claramente progresivo, cosa que no sucede, dada la gran cantidad de impuestos indirectos que prescinden de toda progresividad y la -según dicen- “imposibilidad técnica” de que las grandes fortunas de este país paguen los impuestos en la cantidad que les correspondería. El resultado de un sistema fiscal deficiente provoca que muchas personas no contribuyan proporcionalmente a sus ingresos a su sostenimiento y se beneficien del mismo en igual medida que personas con escasas rentas. Que a una persona con 100.000 euros de renta anual le cueste pagar la universidad de un hijo lo mismo que a uno que percibe 20.000, a mi juicio, es injusto. Las personas con más rentas deben pagar más por la educación que los que no tienen y, por supuesto, la falta de capacidad económica no debe ser un obstáculo al acceso a la universidad en la que lo que se debe exigir es “excelencia académica” y nada más. El “todos café” vicia el sistema y desde luego lo hace absolutamente insostenible, cosa que se está evidenciando en la actualidad.
    Los recursos públicos deben ir dirigidos a becar a alumnos sin capacidad económica con el objeto de que puedan dedicarse “solo a estudiar” y a nada más.
    Y además, no nos engañemos. “Lo que no se paga no se valora” y yo veo a diario cómo algunos alumnos se matriculan en muchas asignaturas (13 he llegado a ver yo) que saben que no van a sacar y algunos llegan a decirte que “es para ver cómo es el examen”. Pues todos le hemos pagado esa matrícula que luego no aprovecha.
    Hay que estimular el esfuerzo, adaptar las tasas a la capacidad económica real y, por supuesto, si no hay rendimiento académico adecuado, eso debe tener consecuencias económicas y de otro tipo.  El trabajo bien hecho debe ser estimulado. Ahora ya tenemos claro que los recursos son limitados y hay que aprovecharlos bien y cuando eso suceda, y tengamos en la universidad el mismo dinero que en Alemania, entonces podremos compararnos con ellos….

  9. Manu Oquendo
    Manu Oquendo Dice:

    Buenos días:

    Me han gustado el artículo y los comentarios porque ilustran un abanico de situaciones que desbordan a cualquiera que pretenda siquiera encontrar fórmulas de solución sostenibles en un país que se ha acostumbrado a vivir muy por encima de sus posibilidades y donde el derroche es norma. Justo lo que no terminamos de resolver, el derroche.
    No quisiera entrar en detalles porque sólo serviría para ilustrar el concepto de fractal, es decir, una brecha infinitesimal, algo que parece insignificante pero que una vez lo traspasas es una puerta al infinito.
    Esta labor metódica de análisis hoy no la hace nadie a pesar de que somos una fábrica de problemas sociales y cada problema un voto en potencia. No hay un proceso racional de abordaje y el sistema o los ignora o los aborda vía presupuesto si existe un lobby o un potencial de voto que pueda ser movilizado con soluciones reales o ficticias. 
    El recurso habitual a la progresividad fiscal como solución genérica resulta igualmente tan poderoso como escasamente analizado.
    Entre otras cosas porque ya estamos en un punto de rendimientos negativos en el cual una persona con ingresos de unos 25,000 euros y una vida muy normalita tiene que dedicar al fisco no menos del 60% de esa cantidad. Así que lo que queda para estrujar es mínimo (seguiría siendo insuficiente) y ya no resuelve sino que empeora la situación tras conseguir excitar a muchos contra unos pocos.
    Nos guste o no, la progresividad es otro cáncer del sistema, de costes dramáticos (externalidades) comenzando por esa presunción de que el estado tiene un derecho divino a escudriñar y tomar nota de todo en nuestras vidas y a echar la mano de lo que venga bien a sus gestores. (Art. 128 de la constitución vigente)
    Al llegar a este punto siempre me pregunto cuál es el futuro inevitable de un sistema en el cual no hay límite real al supuesto derecho a meter la mano en el patrimonio o en la renta de alguien y entonces me imagino a dos niñas ricas con sus bolsos  —Prada y Loewe “pink line”–, donde guardan sus monederos con una buena dotación de tarjetas y “billetaje” en un ascensor del metro en el que viajan tres jovencitas igual de bellas, sin un céntimo para el finde y muy  aguerridas en resolver lo de la equidad distributiva por métodos democráticos.
    Al final del viaje el proceso democrático inevitablemente termina siempre de la misma manera: En el expolio de un falso derecho de alguien que se lo había creído para obtener el voto de quien está dispuesto a venderlo a cambio de lo que no tiene.

    Lo vistamos como lo vistamos así es la historia fiscal del siglo XX como nos ilustraba Penny en uno de sus gráficos hace unos días. El ascenso del Annapurna. Ya estamos en la cota del edema pulmonar.
    Dicho lo cual también vienen a la memoria los cébres “Cahiers de Doléances” los cuadernos de quejas que los estados generales presentaron a Luis XVI unos pocos meses antes de cortarle el cuello.
    Este proceso de recopilar metódicamente quejas y problemas evaluando sus efectos a corto y a largo plazo es hoy inexistente y quizás una crisis estructural como esta sería un buen momento para por lo menos iniciar no un cuaderno pero sí algunas cuartillas. Porque quejas, fallos y disfunciones destructivas tenemos por doquier.

    En esto de la educación universitaria tengo el presentimiento de que Bolonia marca un punto de inflexión hacia algo aún mucho peor.

    Ojalá me equivoque pero vamos a tener universitarios de 25 años con los conocimientos de un licenciado de 21 hace 40 años (o 20 si nos vamos un poco más atrás) y por ende ya clasificados en función de un criterio práctico muy importante: El nivel socioeconómico de su familia.
    El sistema se encuentra con que ya tiene demasiados universitarios para su capacidad de emplearlos (55% de inframileurismo ya mismo si contar más del 40% de paro juvenil), y que la situación debe ser reconducida para que al menos las élites vean que sus retoños tienen un futuro asegurado a base de Masters y Doctorados caros y, al menos ellas, sigan siendo “afectos al sistema”.
    Élites conscientes de serlo y de por qué han llegado a serlo y una masa que se degrada. Es el sistema USA desde 1970.
     
    En fin, que cada uno de los comentarios y el artículo de Rafael  es la puerta a un mundo de cosas que necesitan arreglo. Dónde miras hay tajo porque algo esencial, la igualdad de oportunidades, está en declive antes de haber llegado a ella.

    Saludos

  10. Manu Oquendo
    Manu Oquendo Dice:

    Buenos días:

    Me han gustado el artículo y los comentarios porque ilustran un abanico de situaciones que desbordan a cualquiera que pretenda siquiera encontrar fórmulas de solución sostenibles en un país que se ha acostumbrado a vivir muy por encima de sus posibilidades y donde el derroche es norma. Justo lo que no terminamos de resolver, el derroche.
    No quisiera entrar en detalles porque sólo serviría para ilustrar el concepto de fractal, es decir, una brecha infinitesimal, algo que parece insignificante pero que una vez lo traspasas es una puerta al infinito.
    Esta labor metódica de análisis hoy no la hace nadie a pesar de que somos una fábrica de problemas sociales y cada problema un voto en potencia. No hay un proceso racional de abordaje y el sistema o los ignora o los aborda vía presupuesto si existe un lobby o un potencial de voto que pueda ser movilizado con soluciones reales o ficticias. 
    El recurso habitual a la progresividad fiscal como solución genérica resulta igualmente tan poderoso como escasamente analizado.
    Entre otras cosas porque ya estamos en un punto de rendimientos negativos en el cual una persona con ingresos de unos 25,000 euros y una vida muy normalita tiene que dedicar al fisco no menos del 60% de esa cantidad. Así que lo que queda para estrujar es mínimo (seguiría siendo insuficiente) y ya no resuelve sino que empeora la situación tras conseguir excitar a muchos contra unos pocos.
    Nos guste o no, la progresividad es otro cáncer del sistema, de costes dramáticos (externalidades) comenzando por esa presunción de que el estado tiene un derecho divino a escudriñar y tomar nota de todo en nuestras vidas y a echar la mano de lo que venga bien a sus gestores. (Art. 128 de la constitución vigente)
    Al llegar a este punto siempre me pregunto cuál es el futuro inevitable de un sistema en el cual no hay límite real al supuesto derecho a meter la mano en el patrimonio o en la renta de alguien y entonces me imagino a dos niñas ricas con sus bolsos  —Prada y Loewe “pink line”–, donde guardan sus monederos con una buena dotación de tarjetas y “billetaje” en un ascensor del metro en el que viajan tres jovencitas igual de bellas, sin un céntimo para el finde y muy  aguerridas en resolver lo de la equidad distributiva por métodos democráticos.
    Al final del viaje el proceso democrático inevitablemente termina siempre de la misma manera: En el expolio de un falso derecho de alguien que se lo había creído para obtener el voto de quien está dispuesto a venderlo a cambio de lo que no tiene.

    Lo vistamos como lo vistamos así es la historia fiscal del siglo XX como nos ilustraba Penny en uno de sus gráficos hace unos días. El ascenso del Annapurna. Ya estamos en la cota del edema pulmonar.
    Dicho lo cual también vienen a la memoria los cébres “Cahiers de Doléances” los cuadernos de quejas que los estados generales presentaron a Luis XVI unos pocos meses antes de cortarle el cuello.
    Este proceso de recopilar metódicamente quejas y problemas evaluando sus efectos a corto y a largo plazo es hoy inexistente y quizás una crisis estructural como esta sería un buen momento para por lo menos iniciar no un cuaderno pero sí algunas cuartillas. Porque quejas, fallos y disfunciones destructivas tenemos por doquier.

    En esto de la educación universitaria tengo el presentimiento de que Bolonia marca un punto de inflexión hacia algo aún mucho peor.

    Ojalá me equivoque pero vamos a tener universitarios de 25 años con los conocimientos de un licenciado de 21 hace 40 años (o 20 si nos vamos un poco más atrás) y por ende ya clasificados en función de un criterio práctico muy importante: El nivel socioeconómico de su familia.
    El sistema se encuentra con que ya tiene demasiados universitarios para su capacidad de emplearlos (55% de inframileurismo ya mismo si contar más del 40% de paro juvenil), y que la situación debe ser reconducida para que al menos las élites vean que sus retoños tienen un futuro asegurado a base de Masters y Doctorados caros y, al menos ellas, sigan siendo “afectos al sistema”.
    Élites conscientes de serlo y de por qué han llegado a serlo y una masa que se degrada. Es el sistema USA desde 1970.
     
    En fin, que cada uno de los comentarios y el artículo de Rafael  es la puerta a un mundo de cosas que necesitan arreglo. Dónde miras hay tajo porque algo esencial, la igualdad de oportunidades, está en declive antes de haber llegado a ella.

    Saludos

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