Cenicienta, el matrimonio homosexual y el Estatut

Hace ya siete años que el Partido Popular interpuso recurso de inconstitucionalidad contra la Ley 13/2005, de 1 de julio, promovida por el Gobierno del PSOE, que equipara el matrimonio homosexual al heterosexual.  El diario EL PAÍS pronostica que la Sentencia del Tribunal Constitucional llegará en breve y será favorable a la Ley. Creo que la mayoría de los ciudadanos, incluidos muchos votantes y militantes del  PP, así lo preferirían. Yo también. Me alegraré por las personas que conozco y han hecho uso de esta posibilidad legal. Pero confieso que lo que más interesa del tema es el fundamento teórico de la futura Sentencia. Se le presenta a nuestro Tribunal Constitucional una magnífica oportunidad para sentar cátedra sobre lo que es un concepto jurídico y, me atrevería a decir, cualquier concepto. Y no sé si lo hará, pero para redondear su argumentación, el Alto Tribunal bien podría apelar a su propia Sentencia sobre el Estatut de Catalunya y traer a colación el cuento de Cenicienta. Explicaré por qué.

 

El recurso del PP defiende que la admisión del matrimonio entre personas del mismo género no es una exigencia constitucional. Probablemente en esto tiene razón. También apunta que, ante un eventual conflicto entre el deseo de los homosexuales de casarse y los derechos de los menores, habrían de prevalecer los segundos. De nuevo esto es correcto: si se probara que es pernicioso para el desarrollo de los niños tener padres homosexuales, habría que prohibirlo. Sin embargo, el recurso no se arremanga para analizar esta cuestión. No apela a estudios científicos que abonaran,  si los hubiera, la tesis de que daña al hijo criarse entre padres homosexuales. Es más, el recurso constata que la Ley no prohíbe a un homosexual soltero adoptar a un hijo y no reacciona ante este hecho como parece que debería para ser consecuente: eso habría que prohibirlo, pues si fuera malo tener dos padres homosexuales, casi sería peor tener solo uno… No, los recurrentes no van por ese camino sino por el contrario. A la postre no rechazan el matrimonio homosexual por sus implicaciones prácticas para los menores, sino que más bien razonan a la inversa: dicen que la unión homosexual no “es” matrimonio y por eso no es buena para los niños. En una versión light, que a menudo se escucha en la calle, esto último se matiza y solo se reclama que el legislador hubiera utilizado una palabra distinta para referirse a las nuevas parejas. El recurso va más allá: cree que el legislador podría haber concedido efectos jurídicos a la convivencia more uxorio entre homosexuales, pero no todos y no desde luego no los más señeros. En cualquier caso, lo que me importa destacar es que su crítica a la Ley no se apoya en un estudio sociológico o psicológico, sino en la “naturaleza de las cosas”: dar cabida en el matrimonio a las parejas gays altera o quiebra la institución  “más allá de lo que su propia naturaleza y fundamento tolera”.

 

Ahora bien, ¿quién determina lo que es la auténtica “naturaleza” del matrimonio?

 

Un candidato para esta tarea era el Diccionario de la Real Academia Española. Mas la Academia, al fin y al cabo,  no es más que otro “legislador” y de hecho ¿por casualidad? acaba de modificar la definición de matrimonio, para recoger sin mayor problema la acepción homosexual. La impugnación del PP sugiere en algún momento que es la propia Constitución la que acota el matrimonio admisible, pero su argumento es débil. El art. 32 CE se limita a establecer que “El hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio con plena igualdad jurídica”. Como apuntaba al principio, el recurso argumenta y quizá con razón que esa redacción solo consagra el derecho de hombre y mujer a casarse “entre sí”. Pero eso no significa que el legislador constitucional prohíba lo que no salvaguarda: desde luego su letra no proscribe que la Ley pueda acoger dentro del paraguas del matrimonio otras formas de convivencia como la homosexual. Para que así fuera, habría que argumentar bastante más. Habría que probar que el espíritu de la institución la hace incompatible con todo lo que no sea el matrimonio clásico. En diciendo “espíritu”, viene a la mente el argumento religioso. Pero los recurrentes tampoco se atreven a echar mano de la autoridad eclesial. Así las cosas, a falta de otros valedores, al redactor del recurso solo se le ocurre invocar la “imagen comúnmente aceptada de la institución”, “la imagen que de la misma tiene la conciencia social”. O sea, la tradición, el uso y, a poco que se rasque, el prejuicio.

 

Y aquí es donde acude Cenicienta en apoyo del intérprete. Ando empeñado (véase este post anterior y este otro) en resaltar el valor epistemológico de su historia y el presente ejemplo viene al dedillo a estos efectos. El cuento ensaña que un concepto teórico es algo eminentemente práctico: el dilema entre teoría y praxis es en buena medida falso. El concepto se inventa por un motivo bien tangible, alguna necesidad de la vida cotidiana: verbigracia, el Príncipe busca una esposa y reina. Para lograr ese objetivo, el estudioso se apoya en un indicio, un medio que tiene una conexión lógica con el fin de que se trate: presume que la zapatilla que la chica perdió es la mejor manera de volverla a cazar. Obsérvese el orden: primero es el fin; luego se detecta el medio que coadyuva a su consecución. El concepto no se construye en abstracto, en el cielo, y luego se determina con ese pie forzado quiénes o qué cosas o situaciones lo llenan, aunque ello comporte consecuencias absurdas o dolorosas. Eso solo tiene sentido cuando en verdad el intérprete se apoya en una supuesta revelación metafísica. Pero la racionalidad no compartimenta la realidad con prejuicios apriorísticos: las clasificaciones se apoyan en un objetivo práctico, de modo que son buenas si lo promueven y malas si estorban.

 

En nuestro caso, el quid de la cuestión es precisamente lo que el recurso del PP solo apunta pero luego soslaya: el bien del menor. En tanto el mismo no padezca, en tanto el compromiso de convivencia y protección y apoyo de los padres o madres baste para promover el bienestar físico y psicológico de los hijos, lo demás es irrelevante: son cuestiones accesorias a estos efectos; adherencias insustanciales y prescindibles.

 

Ciertamente, esto significa que Cenicienta es un bien fungible. En efecto, este es uno de los aspectos más llamativos del cuento. Al Príncipe le vale cualquier jovencita que cumpla la función que de ella espera. No le vale cualquiera, ciertamente. En los posts anteriores resaltaba que es peligroso pensar que la zapatilla es suficiente, en todo caso y bajo cualquier condición: a menudo la verdad solo resulta de la combinación de distintos instrumentos, de complejas ecuaciones. No es Cenicienta todo lo que encaja en la reluciente zapatilla, si no cumple el fin propuesto. Pero ahora procede poner de manifiesto la otra cara de la moneda: cuando sí se cumple el fin de que se trate, sí es Cenicienta todo lo que se calza el zapato. No hay que rasgarse por esto las vestiduras: caben en nuestra Constitución y en el concepto jurídico de familia y matrimonio tantas formas, tantas variaciones como uno quiera imaginar, siempre que hagan felices a los cónyuges y a los menores de cuyo desarrollo aquellos se responsabilizan.

 

Cuestión diversa es que una distinción que es irrelevante en un plano puede serlo en otro. Evidentemente, los homosexuales no pueden reproducirse mediante el sexo. He aquí una diferencia biológica. Quien le encuentre a este rasgo diferencial una utilidad práctica, que la explote y establezca una distinción conceptual, útil para sus fines. Pero esa noción quedará en la esfera privada. Será como la proclamación de Cataluña como Nación que hizo el Preámbulo del Estatut: un concepto de uso personalísimo, que ni tiene ni pretende tener efecto jurídico.

33 comentarios
  1. Fran Saurí
    Fran Saurí Dice:

    Interesante, muy interesante.

    Dos consideraciones:

    1) El criterio del bien del menor podría llevarnos a pensar que debería haber un permiso para procrear, algo así como el permiso de conducir pero para padre).

    2) Según el manual de antropología que en su momento estudié, en las distintas culturas humanas a veces el matrimonio:

    1. Establece quién es el padre legítimo de los hijos de una mujer
    2. Establece quién es la madre legítima de los hijos de un hombre
    3. Da al marido o a su familia extensa control sobre los servicios sexuales del marido
    4. Da a la esposa o a su familia extensa el control sobre los servicios sexuales de la esposa
    5. Da al marido o a su familia extensa el contro sobre la fuerza de trabajo de la esposa.
    6. Da a la esposa o a su familia extensa el control sobre la fuerza de trabajo del marido
    7. Da al marido o a su familia extensa control sobre las propiedades de la esposa
    8. Da a la esposa a su familia extensa control sobre las propiedades del marido
    9. Establece un fondo común de propiedad en beneficio de los hijos
    10. Establece una relación socialmente significativa entre los grupos domésticos del marido y de la esposa 

    • Manu Oquendo
      Manu Oquendo Dice:

      Estimado Fran, me temo que los manuales de antropología son reduccionistas por diseño y tienen una visión minimalista del matrimonio y del ser humano. 

      El matrimonio es mucho más que una relación de dominios patrimoniales sobre las vidas de otras personas. No me extraña que con esa visión “científica” vayan las cosas como nos van.

      El matrimonio tiene un componente sagrado y no hablo de religiones hablo de coherencia con una visión del ser humano que vaya algo más allá de la incineradora. Nuestra forma de estado define al ser humano por su mínimo común múltiplo. A partir de ahí se entiende mejor mucho de lo que sucede.

      Matrimonio significa entre otras cosas un compromiso de amor altruista hasta la muerte, un juramento de cooperación en una misión conjuntamente aceptada muy especial que es dar continuidad a nuestra cadena acercándola a su destino trascendente a través de nuestros hijos, eslabón a eslabón. 

      Una misión que nuestras instituciones luchan sin disimulo por degradar.

      La visión del antropólogo que ofrece la lista de “derechos” se queda al principio del camino, cautiva necesariamente de determinadas ideologías interesadas. Trasforma un acto de amor en un derecho patrimonial sujeto a fiscalidad.

      Vale también recordar que nuestra cultura ha degradado como ninguna otra el significado de la palabra Amor hasta reducirla a su más bajo nivel, el erótico circunstancial, el amor como the zipless fuck de Erika Jong en los años setenta.
      Donde los griegos usaban ocho palabras para definir el tipo de amor a nosotros nos sobra con una. ¿Progreso o degradación semántica buscada a pulso?

      ¿Qué pasa con la calidad humana necesaria para un acto de generosidad y afecto profundo de toda una vida consumida en esa misión? ¿No existe porque desarma quien pretende “medir para desvirtuar”? ¿Se puede medir el amor? ¿Por eso lo excluímos como factor causal?

      Este acto es lo que Fichte denominaría la vida heroica fruto de la la más noble acción humana: El Tathandlung de los héroes cotidianos.

      Sin ellos nada tiene sentido.

      Un saludo cordial

  2. robespierre
    robespierre Dice:

    Muy brillante, d. Javier. A mi el recurso del PP siempre me pareció lo que usted pone de relieve que es; un recurso “light” para hacer ver que hacían algo contra el matrimonio de homosexuales, pero sin pasarse, así se contenta a la parroquia (literalmente) sin descontentar a los que tienen hijos o parientes gays que son mucho más felices desde que se pueden casar. Por otro lado, la fabulosa sesión de “control” (me troncho) a D. Andrés Ollero, candidato al TC por el PP y acérrimo, que considera el matrimonio gay “inconcebible” donde no se le preguntó por esta cuestión avala mis conclusiones. Les da igual que les da lo mismo, se trata solo de parecer, no de ser.

  3. Curro Arriola
    Curro Arriola Dice:

    Tuerca con tornillo, señores, eso es lo natural; tornillo con tornillo, o tuerca con tuerca, podrá resultar cuerioso, entretenido y lo que se quiera; pero natural, no.
    Natural “del ser humano”; claro que hay especies que, por su instinto, montan cualquier agujerillo que se les ponga por delante, con independencia de géneros, de especies, o incluso de si se trata de una estatuta de bronce. Pero también hay muchisimos animales que devoran a sus crías… y no por eso sostenemos que el canibalismo sea natural.
    El PP tiene toda la razón al afirmar que el “matrimonio” homosexual es contrario a la naturaleza de las cosas.
    Además, qué discriminatorio. ¿Por qué no el matrimonio incestuoso, el zoofílico?
    En fin, ya vendrá la Sharia a poner orden en todos estos desmanes. Con menos miramientos, claro está…

    • Fran Saurí
      Fran Saurí Dice:

      Interesante, muy interesante.

      Dos consideraciones:

      1) El criterio del bien del menor podría llevarnos a pensar que debería haber un permiso para procrear, algo así como el permiso de conducir pero para padre).

      2) Según el manual de antropología que en su momento estudié, en las distintas culturas humanas a veces el matrimonio:

      1. Establece quién es el padre legítimo de los hijos de una mujer
      2. Establece quién es la madre legítima de los hijos de un hombre
      3. Da al marido o a su familia extensa control sobre los servicios sexuales del marido
      4. Da a la esposa o a su familia extensa el control sobre los servicios sexuales de la esposa
      5. Da al marido o a su familia extensa el contro sobre la fuerza de trabajo de la esposa.
      6. Da a la esposa o a su familia extensa el control sobre la fuerza de trabajo del marido
      7. Da al marido o a su familia extensa control sobre las propiedades de la esposa
      8. Da a la esposa a su familia extensa control sobre las propiedades del marido
      9. Establece un fondo común de propiedad en beneficio de los hijos
      10. Establece una relación socialmente significativa entre los grupos domésticos del marido y de la esposa 

    • robespierre
      robespierre Dice:

      Muy brillante, d. Javier. A mi el recurso del PP siempre me pareció lo que usted pone de relieve que es; un recurso “light” para hacer ver que hacían algo contra el matrimonio de homosexuales, pero sin pasarse, así se contenta a la parroquia (literalmente) sin descontentar a los que tienen hijos o parientes gays que son mucho más felices desde que se pueden casar. Por otro lado, la fabulosa sesión de “control” (me troncho) a D. Andrés Ollero, candidato al TC por el PP y acérrimo, que considera el matrimonio gay “inconcebible” donde no se le preguntó por esta cuestión avala mis conclusiones. Les da igual que les da lo mismo, se trata solo de parecer, no de ser.

    • Curro Arriola
      Curro Arriola Dice:

      Tuerca con tornillo, señores, eso es lo natural; tornillo con tornillo, o tuerca con tuerca, podrá resultar cuerioso, entretenido y lo que se quiera; pero natural, no.
      Natural “del ser humano”; claro que hay especies que, por su instinto, montan cualquier agujerillo que se les ponga por delante, con independencia de géneros, de especies, o incluso de si se trata de una estatuta de bronce. Pero también hay muchisimos animales que devoran a sus crías… y no por eso sostenemos que el canibalismo sea natural.
      El PP tiene toda la razón al afirmar que el “matrimonio” homosexual es contrario a la naturaleza de las cosas.
      Además, qué discriminatorio. ¿Por qué no el matrimonio incestuoso, el zoofílico?
      En fin, ya vendrá la Sharia a poner orden en todos estos desmanes. Con menos miramientos, claro está…

    • Fran Saurí
      Fran Saurí Dice:

      Tu postura tiene unos supuestos metafísicos muy fuertes. Respetables, pero tan respetables como los contrarios: se trata del esencialismo

      El esencialismo mantiene que lo que hay en el mundo debe cumplir con un modelo pues de lo contrario se trata de algo monstruoso o desviado. El esencialismo suele ir ligado al teleologismo. Esta concepción, que también podemos llamar finalismo, concibe la realidad como fruto del diseño de una inteligencia. Los seres deben cumplir con el diseño, con el modelo, con la esencia, que les corresponde.
       
      Es verdad que esa inteligencia que ha ordenado el mundo suele concebirse en términos del dios de las religiones monoteistas (las habitualmente citadas judaismo, cristianismo e islam). Esto no es necesario. Podemos pensar en términos más o menos teistas como hizo Platón (s. V aJC), pero también, basándonos en su discípulo Aristóteles (s. IV aJC) podemos concebir dicha inteligencia como impersonal. Por tanto, no es necesario creer en Dios (en el Dios de Abraham, Isaac y Jacob) para ser esencialista y finalista.
       
      Pensar que las personas, animales y cosas obedecen a un modelo es una muy buena idea. La ciencia y la filosofía tienen su origen remoto cuando las explicaciones de lo que ocurre dejan de referirse al capricho de dioses, demonios y otros entes más o menos sobrenaturales que supuestamente pululan por los bosques, hogares y campos. La alternativa es el naturalismo: las cosas se atienen a un modelo de comportamiento que viene dado por ser lo que son. Y la esencia de esto o lo otro es ser lo que es ser esto o lo otro.
       
      La esencia de algo establece cómo es ser ese algo. Por ejemplo, ser un electrón, es tener tal masa, tal carga negativa, etc. En términos actuales, seguramente hablaríamos de las leyes de la naturaleza pertinentes en vez de la esencia, pero en este punto la idea es parecida.
       
       
      Sin embargo, el esencialismo y el finalismo suelen ir ligados a un dualismo entre la materia y aquello que le da forma, la esencia. A estas concepciones les subyace la idea de que la esencia imprime la forma en las cosas. Por un lado tenemos la materia, que es algo inerte, sin actividad, sin movimiento, sin vida y por otra está la esencia que, sin saber muy bien cómo, hace que esa materia adquiera las características correspondientes a los objetos que se nos ponen delante.
       
      Ese dualismo entre esencia y materia permite que a la hora de imprimir la forma en la materia se produzcan “errores”. La consecuencia son los monstruos, las desviaciones.
       
      Sin embargo, se trata de una concepción de dudosa coherencia. Si admitimos que la realidad está regida por una articulación esencial o, si preferimos decirlo de otra manera, si admitimos que la realidad está regida por unas leyes naturales rígidas, necesarias, no puede haber errores.
       
      Si admitimos esto, tal vez podemos decir que los electrones o los neutrones tienen esencia, pero, a diferencia de lo que pensaba, por ejemplo, Aristóteles, los seres vivos no tienen una esencia para cada uno.
       
      Los biólogos nos explicarán que pertenecer a una especie de ser vivo obedece al patrimonio genético de esa especie y que éste no es algo monolítico ni fijo. Los individuos de una misma especie pueden portar mucha variabilidad genética, hasta tal punto que no tiene mucho sentido hablar de las especies biológicas como compartimentos estancos en los que los que se salen del modelo son monstruos o desviaciones. De hecho, nos dirán, no hay modelos en el sentido de esencias.
       
      ¿Qué pasa con el ser humano? Desde luego un repaso de la conducta humana ofrecido por la antropología cultural no ayuda mucho al esencialista.
       
      Una definición, entre muchas, que ha intentado captar el carácter universal del matrimonio sería: El matrimonio es la relación establecida entre una mujer y una o más personas que asegura que el hijo nacido de la mujer en circunstancias queno estén prohibidas por las reglas de la relación, obtenga los plenos derechos del estatus por nacimieto que sean comunes a los miembros normales de su sociedad o de su estrato social.
       
      Ese evidente que esto está contra la definición antigua del diccionario de la RAE. Tampoco recoge otros rasgos que atribuiríamos al matrimonio, como los derechos y deberes sexuales. La razón de esto es que el autor de la definición ha estudiado los nayar. Las mujeres se casan con los hombres de una casta superior en un matrimonio ritual que permite a éstos tener relaciones sexuales con ellas pero también a cualquier otro individuo de una casta inferior.
       
      En el caso de los dahomey, las mujeres se casan con maridos femeninos. Esto es posible porque una mujer, que por lo general ya está casada con un hombre, paga el precio de la novia. La mujer que paga se convierte así en un marido femenino. Funda una familia permitiendo que sus esposas queden embarazadas mediante relaciones con varones designados. La prole queda bajo el control del marido femenino.
       
      Por otra parte también podemos encontrar uniones en las que no está presente ninguna mujer. Por ejemplo entre los kwakiutl, un hombre que desea adquirir los privilegios asociados a un determinado jefe puede “casarse” con su heredero masculino. Y si carece de herederos, puede “casarse” con el lado derecho o izquierdo del jefe, o con una de sus piernas o brazos.
       
      La cosa se complica porque a veces el matrimonio:
       
      1. Establece quién es el padre legítimo de los hijos de una mujer
       
      2. Establece quién es la madre legítima de los hijos de un hombre
       
      3. Da al marido o a su familia extensa control sobre los servicios sexuales del marido
       
      4. Da a la esposa o a su familia extensa el control sobre los servicios sexuales de la esposa
       
      5. Da al marido o a su familia extensa el contro sobre la fuerza de trabajo de la esposa.
       
      6. Da a la esposa o a su familia extensa el control sobre la fuerza de trabajo del marido
       
      7. Da al marido o a su familia extensa control sobre las propiedades de la esposa
       
      8. Da a la esposa a su familia extensa control sobre las propiedades del marido
       
      9. Establece un fondo común de propiedad en beneficio de los hijos
       
      10. Establece una relación socialmente significativa entre los grupos domésticos del marido y de la esposa
       
       
      ¿Qué decir de la conducta homosexual? Los berdache u hombre afeminado de los crow concedía sus favores sexuales a los grandes guerreros sin disminuir el estatuso masculino de éstos. Entre los azande del Sudán, famosos por sus proezas guerras, los hombres pertenecientes al grupo de edad de los guerreros solteros, que vivían separados de las mujeres durante años, tenían relaciones homosexuales con muchos pertenecientes al grupo de edad de los guerreros aprendices. Después se casaban con mujeres y tenían hijos.
       
      En las sociedades de Nueva Guinea y Melanesia, la homosexualidad masculina estaba ritualizada. Los etoro creen que el semen explica la concepción de los niños y la vida de los hombres. Hay una reserva limitada de seman y cuando ésta se acaba los varones mueren. El coito es necesario para la reproducción pero está muy limitado y es tabú la cópula durante 200 días al año. Además el semen hay que adquirirlo de otros hombres. Los muchachos etoro obtienen sus existencias de semen mediante el coito oral con hombres mayores que ellos.
       
      Nuestros antecesores varones adultos de la Grecia Clásica se permitían veleidades sexuales con adolescentes, cosa que debía cesar con el matrimonio con una mujer para tener hijos.

      Después de estos ejemplos, dudo que el esencialismo antedicho sea una postura sostenible.

  4. Javier Aparicio
    Javier Aparicio Dice:

    Creo que no hay que ir tan lejos como al Sudán, basta con leer la constitución para concluir que, sin perjuicio de la creencia de cada uno, el matrimonio homosexual no la contradice.
    Hoy en día no se puede discutir que es posible que existan parejas homosexuales sin vicios ocultos, comparables en cuanto a sus buenas costumbres y capacidad de convivencia a las heteros, pero con una composición un poco diferente. Si juegan con tuercas o tornillos es un problema que no debería salir de su intimidad, igual que cuando los tornillos juegan con tuercas, y a nadie le interesa qué tal les van las vueltas.
    Sobre si pueden criar, es igualmente un aspecto muy sencillo y ajeno a la tornillería, a salvo, claro, de los delitos, que se llaman abuso de menores y me temo que no son exclusivos de las familias homosexuales. Sin duda, son capaces de querer a un niño y de enseñarle a vivir, como hombre o como mujer y sin prejuicios sexuales.
    Sobre si es buen ejemplo que la pareja entre en su habitación y juegue con los tornillos y/o tuercas, nuevamente, creo que no es ningún problema, el buen ejemplo está en la capacidad de la convivencia y la tolerancia, que resultan ajenos a la tornillería, aunque la tornillería sea un elemento muy importante para la convivencia de la pareja y, por ello de la familia.
    He conocido a algunos homosexuales a los que, no sólo respeto, sino que quiero y mucho, como personas excelentes, leales e inteligentes que son y, de verdad, me duele que se les trate como monstruos. Me resulta aberrante.

  5. Javier Aparicio
    Javier Aparicio Dice:

    Creo que no hay que ir tan lejos como al Sudán, basta con leer la constitución para concluir que, sin perjuicio de la creencia de cada uno, el matrimonio homosexual no la contradice.
    Hoy en día no se puede discutir que es posible que existan parejas homosexuales sin vicios ocultos, comparables en cuanto a sus buenas costumbres y capacidad de convivencia a las heteros, pero con una composición un poco diferente. Si juegan con tuercas o tornillos es un problema que no debería salir de su intimidad, igual que cuando los tornillos juegan con tuercas, y a nadie le interesa qué tal les van las vueltas.
    Sobre si pueden criar, es igualmente un aspecto muy sencillo y ajeno a la tornillería, a salvo, claro, de los delitos, que se llaman abuso de menores y me temo que no son exclusivos de las familias homosexuales. Sin duda, son capaces de querer a un niño y de enseñarle a vivir, como hombre o como mujer y sin prejuicios sexuales.
    Sobre si es buen ejemplo que la pareja entre en su habitación y juegue con los tornillos y/o tuercas, nuevamente, creo que no es ningún problema, el buen ejemplo está en la capacidad de la convivencia y la tolerancia, que resultan ajenos a la tornillería, aunque la tornillería sea un elemento muy importante para la convivencia de la pareja y, por ello de la familia.
    He conocido a algunos homosexuales a los que, no sólo respeto, sino que quiero y mucho, como personas excelentes, leales e inteligentes que son y, de verdad, me duele que se les trate como monstruos. Me resulta aberrante.

    • Curro Arriola
      Curro Arriola Dice:

      En cuanto uno ataca al “matrimonio” homosexual, le acusan a uno de homófobo. (Palabra muy mal usad, porque fobos es miedo, no asco).
      Bueno, con la fuerza que tiene el lobby gay en España, yo ya estoy acostumbrado.
      Y lo siento, señores; por mucho que a lo largo de la Historia el hombre haya visto (en incluso sacralizado) absolutamente de todo… el fuego sigue sin mojar, y el agua sigue sin arder.
      Qué se le va a hacer…
       
       
       

  6. veedor
    veedor Dice:

    Desde luego será muy interesante ver los argumentos que ofrece la sentencia del Constitucional, el único problema es que analice una ley del jurásico, cosas de nuestra justicia.
    Quizás el problema no sea tanto el derecho que subyace como el nombre y la confusión que ello puede acarrear, que al final sea un problema semántico no de colisión de derechos.
    Llamar ‘matrimonio’ a una unión homosexual quizá sea ‘estirar’ demasiado el concepto, prohibir o dejar al margen de la ley a dos personas del mismo sexo que libre y voluntariamente deciden llevar a cabo un proyecto de vida en común tampoco parece ni muy justo ni muy lógico.
    El problema parece radicar en que nombre darle a esa relación de caracteres similares, o incluso equivalentes, a las del matrimonio pero donde no hay diferencias de sexo.
    Las cosas son lo que son y se llaman como se llaman, desde luego no deja de ser una convención social que por supuesto puede ser cambiada en cualquier momento, pero tal como decía Lázaro Carreter cada vez allanamos más el lenguaje quitando matices y perdiendo con ello riqueza idiomática, cualquier objeto lo podríamos llamar ‘cosa’ pero parece ser que poco ganaríamos, nuevas realidades necesitan nuevos nombres.
    Que sea pernicioso para los menores, pues no sé si habrán estudios que analicen la cuestión con el rigor necesario y las conclusiones que hayan podido alcanzar, desde luego desconcertante para los menores seguro que lo es, pero supongo que la homosexualidad “per se” no debiera predeterminar la capacidad para una educación integral.
    Pero bueno, habrá que esperar y ver con que nos sorprende nuestro querido Constitucional

  7. veedor
    veedor Dice:

    Desde luego será muy interesante ver los argumentos que ofrece la sentencia del Constitucional, el único problema es que analice una ley del jurásico, cosas de nuestra justicia.
    Quizás el problema no sea tanto el derecho que subyace como el nombre y la confusión que ello puede acarrear, que al final sea un problema semántico no de colisión de derechos.
    Llamar ‘matrimonio’ a una unión homosexual quizá sea ‘estirar’ demasiado el concepto, prohibir o dejar al margen de la ley a dos personas del mismo sexo que libre y voluntariamente deciden llevar a cabo un proyecto de vida en común tampoco parece ni muy justo ni muy lógico.
    El problema parece radicar en que nombre darle a esa relación de caracteres similares, o incluso equivalentes, a las del matrimonio pero donde no hay diferencias de sexo.
    Las cosas son lo que son y se llaman como se llaman, desde luego no deja de ser una convención social que por supuesto puede ser cambiada en cualquier momento, pero tal como decía Lázaro Carreter cada vez allanamos más el lenguaje quitando matices y perdiendo con ello riqueza idiomática, cualquier objeto lo podríamos llamar ‘cosa’ pero parece ser que poco ganaríamos, nuevas realidades necesitan nuevos nombres.
    Que sea pernicioso para los menores, pues no sé si habrán estudios que analicen la cuestión con el rigor necesario y las conclusiones que hayan podido alcanzar, desde luego desconcertante para los menores seguro que lo es, pero supongo que la homosexualidad “per se” no debiera predeterminar la capacidad para una educación integral.
    Pero bueno, habrá que esperar y ver con que nos sorprende nuestro querido Constitucional

  8. Manu Oquendo
    Manu Oquendo Dice:

    Voy a tratar de discrepar desde una perspectiva de progreso social porque creo que esta ley es otro paso más en la destrucción sistemática de la estructura social para posibilitar una más fácil dominación del individuo por el poder.
    Las normas y valores sociales tienen numerosas funciones y algunas  de ellas un psicólogo social las describiría como “higiénicas“, creo que esta es la palabra técnica.
    Es decir, normas destinadas a promover determinados valores porque tras los valores hay “Externalidades” que terminan siendo nocivas como estamos comenzando a vivir en nuestras carnes.
    Esta ley buscó deliberadamente incluir la palabra “Matrimonio” y  Negar sus beneficios fiscales a otras parejas civiles. Parejas afectivas pero que no tienen como base prácticas homosexuales.
    Por ejemplo íntimos amigos, hermanas, hermanos que pueden quererse de verdad, vivir juntos hasta la muerte practicando la forma más alta de amor (agape) sin tener por ello que exhibir sus juegos de cama.
    No, aquí lo que ha sucedido es que un gobierno sectario y destructivo, ha buscado degradar el valor social y moral de la palabra matrimonio para hacer un regalo fiscal inmerecido en muchos casos a cambio del voto gay. Negándoselo a otros con tanto o más derecho como serían las uniones civiles citadas.
    En sus clases de Harvard el Profesor Sandel explica (parece increíble que estas cosas tengan que explicarse) que el título de “Matrimonio” era un pequeño “honor y reconocimiento social” a quienes deciden casarse en contra de cualquier racionalidad en los vigentes sistemas fiscales. Como decir, “Bueno, me penalizan fiscalmente por todos lados y abusan de mi esfuerzo creando y educando hijos para la pirámide de población, un esfuerzo que el estado penaliza ¿deliberadamente? pero me reconocen el status de matrimonio, es como si me robaran pero me concedieran un mínimo honor“.
    El efecto de la inclusión de la palabra matrimonio en esa ley viene a hacer realidad para las parejas normales la frase de Groucho Marx : “No quiero pertenecer a un club que admite socios como yo“.
    Es decir otra bomba de profundidad del Clan Zapateril para destruir hasta los cimientos aquello que en el fondo de su incompetencia fracasada odian a muerte. La pena es que en vez de llevarlos al Psiquiatra les hemos votado. 
    Por lo demás sigo sin entender por qué se excluye a parejas civiles del mismo sexo que se quieren pero no son homosexuales. Es la prueba del designio perverso de esta ley.

    Estas leyes puede que den votos a corto pero por ellas se pagará un alto precio. A futuro, claro.

    Saludos 
     

    • Javier Aparicio
      Javier Aparicio Dice:

      Manu, el problema creo que no se limita únicamente a la captación de votos, sin perjuicio de que coincido contigo en que fue lo que en ese momento buscó el gobierno. Sin embargo, la pretensión de cualquier persona para ser tratado igual que el resto es absolutamente legítima y está amparada por la Constitución, afortunadamente.
      No bastó con que a las parejas de hecho se les reconocieran determinados beneficios y que así se equipara a las parejas homosexuales en el trato fiscal. Los homosexuales querian ser matrimonio, y tenían la legitimidad para conseguirlo, ya que no les bastaba con la de ley de parejas de hecho.

      Hoy en día imagino que la foto molestará a cualquiera que la vea y que nadie dudará que los dos lavabos no se pueden justificar, pero, probablemente, la primera respuesta era la de que ya tenían lavabo, que qué mas querían, y la replica era evidente, ser como los blancos.
      La concepción del matrimonio es complicada y no hay acuerdo en qué es lo que significa (todos lo tenemos claro, pero no estamos de acuerdo). Sin duda ha evolucionado muchísimo desde la Constitución, desapareciendo primero lo de la procreación, después lo de perpetua y ahora lo de hombre y mujer. No es estrictamente malo, sino que simplemente deja al individuo en paz, cada uno a lo suyo.
      La existencia de matrimonios homosexuales no afecta a la estructura y viabilidad de los heteros, igual que quienes deciden no procrear no tienen por qué verse vedados al matrimonio (salvo en opinión de la iglesia católica, eso es cierto). Respecto de las parejas que deciden no ser matrimonio, es su opción, que nadie se la impide y en el caso de los hermanos, el problema es otro que quizá merezca alguna reflexión jurídica, no sé, pero que no tiene por qué impedir la regulación de los otros matrimonios.
      En todo caso, el tema en cuestión era si existe o no contradicción con la constitución, y no hay ni un solo argumento por ahora que haga dudar de su constitucionalidad.

  9. Curro Arriola
    Curro Arriola Dice:

    La foto. Pero es que el “negro” y el “blanco”, en el lavabo hacen lo mismo. EXACTAMENTE lo mismo.
    Enm cambio el matrimonio y el “matrimonio” homosexual no hacen lo mismo.
    El primero asegura la pervivencia de la sociedad, ya que es fértil; sin contar que educa a sus hijos mejor, pero eso reconozco que es opinable.
    El segundo no es fértil (eso no es opinable, la adopción NO es fertilidad; y el asunto de los “vientres de alquiler” a mí personalmente me suena mucho a “quiero un hijo y me lo compro”) y por ende ese “matrimonio” no asegura la pervivencia de la sociedad.
    Sólo por eso, ya no merecen igual nom,bre. Dejando aparte muchas otras razones, que las hay.
    Y que conste bien clarito, por favor, que hablo del matrimonio, que NO estoy analizando para nada lo que hacen los unos y los otros con su sexualidad, allá cada cual y su conciencia. Nadie se ofenda: declaro expresamente mi total respeto por lo homosexuales. Pero NO me pongo de rodillas ante el Lobby Gay, no me da la gana, así de claro.

    Respeto perfectamente compatible con afirmar que NO hacen lo mismo que los demás, y con mi más absoluta repulsa a llamar matrimonio a sus uniones.

  10. Curro Arriola
    Curro Arriola Dice:

    La foto. Pero es que el “negro” y el “blanco”, en el lavabo hacen lo mismo. EXACTAMENTE lo mismo.
    Enm cambio el matrimonio y el “matrimonio” homosexual no hacen lo mismo.
    El primero asegura la pervivencia de la sociedad, ya que es fértil; sin contar que educa a sus hijos mejor, pero eso reconozco que es opinable.
    El segundo no es fértil (eso no es opinable, la adopción NO es fertilidad; y el asunto de los “vientres de alquiler” a mí personalmente me suena mucho a “quiero un hijo y me lo compro”) y por ende ese “matrimonio” no asegura la pervivencia de la sociedad.
    Sólo por eso, ya no merecen igual nom,bre. Dejando aparte muchas otras razones, que las hay.
    Y que conste bien clarito, por favor, que hablo del matrimonio, que NO estoy analizando para nada lo que hacen los unos y los otros con su sexualidad, allá cada cual y su conciencia. Nadie se ofenda: declaro expresamente mi total respeto por lo homosexuales. Pero NO me pongo de rodillas ante el Lobby Gay, no me da la gana, así de claro.

    Respeto perfectamente compatible con afirmar que NO hacen lo mismo que los demás, y con mi más absoluta repulsa a llamar matrimonio a sus uniones.

  11. ENNECERUS
    ENNECERUS Dice:

    Estando de acuerdo con Manu Oquendo (ya te pasaré el número de cuenta para el ingreso ;D), me gustaría aportar otra línea argumental.

    En primer lugar, negar que los homosexuales puedan contraer matrimonio entre sí no es ir contra los homosexuales ni sus derechos. Al fin y al cabo los homosexuales siempre se han podido casar sin ningún problema con personas de otro sexo. De hecho, el matrimonio es independiente de la condición sexual y en nuestro país, a pesar del deber de fidelidad de los cónyuges, no es su violación causa de divorcio. Tampoco es la infidelidad causa de disolución del matrimonio canónico, por otra parte.

    En nuestra civilización y prácticamente en todas, se ha protegido social y jurídicamente el matrimonio porque se ha entendido que una prole abundante y de buena salud física, económica, afectiva y social es un producto útil y provechoso para todos y la mejor forma conocida de conciliar los intereses personales y sociales es que los primeros años de la vida se pasen en el seno de una familia llamada nuclear.

    Obviamente ninguno de estos conceptos son estáticos y han ido cambiando a lo largo de la historia pero salvo casos pintorescos, marginales y que no se pueden considerar precisamente propio de sociedades muy evolucionadas, nunca ha habido un matrimonio formado por dos personas del mismo sexo.

    ¿Es una pareja homosexual un ambiente idóneo para educar a los hijos? Ni sí ni no, sino todo lo contrario. ¿Es un ambiente equiparable al de un matrimonio heterosexual? En mi opinión, en absoluto. No digo que sea mejor ni peor, sino que la unión homosexual es esencial y conceptualmente diferente a la heterosexual. Como son diferentes de las familias monoparentales o como también se puede engendrar hijos sin necesidad de mantener relaciones sexuales.

    El problema viene cuando determinados grupos políticamente muy ideologizados y con gran cohesión interna alcanzan el estatus de minoría políticamente relevante, uniendo a su condición de ciudadanos políticos la de miembros de ese grupo y pretenden hacer valer esa condición. La manera de conseguir sus fines es que se les concedan determinados derechos de los que al parecer estaban privados y por ende, objeto de discriminación.

    Aquí es donde vuelvo al principio. Al permitirse que dos personas del mismo sexo se casen entre sí lo que se hace es acabar con el matrimonio clásico como una institución jurídica especial con un sustrato único y no intercambiable con otros. El matrimonio no es o no debería ser equiparado a una pareja de hecho o a otras formas de convivencia, absolutamente respetables en la medida en que sean libremente consentidas (otras no lo son tanto, como por ejemplo, un harén). De manera que somo siempre pasa cuando se iguala mediante la ley, lo que se degrada es la institución de mayor prestigio social.

    En mi práctica profesional son varios los casos de personas con hijos que han contraido segundas nupcias con personas del mismo sexo. Sinceramente, no alcanzo a ver que derecho susceptible de protección requería la equiparación de ambas uniones. En mi opinión, el estado no debería legislar en cuestiones de alcoba: Existe el matrimonio, con un contenido que es el que es, con una regulación que se adapta a los tiempos y existen otras relaciones personales a las que en función de las necesidades y circunstancias sociales se atribuyen determinados efectos jurídicos. Pero claro, yo soy enemigo irreconciliable de la ingeniería social y partidario de la libre evolución de las sociedades abiertas, una exigüa minoría.

    Y para desengrasar un poco, tengo un amigo que cuando tiene bronca con su mujer por algún asunto menor, como llegar a casa por la noche en estado inadecuado para conducir, siempre me dice lo mismo: Debería haberme casado contigo, que te gusta el fútbol, salir de copas, las mujeres. Eso sí, de sexo entre nosotros, nada, eh!

  12. ENNECERUS
    ENNECERUS Dice:

    Estando de acuerdo con Manu Oquendo (ya te pasaré el número de cuenta para el ingreso ;D), me gustaría aportar otra línea argumental.

    En primer lugar, negar que los homosexuales puedan contraer matrimonio entre sí no es ir contra los homosexuales ni sus derechos. Al fin y al cabo los homosexuales siempre se han podido casar sin ningún problema con personas de otro sexo. De hecho, el matrimonio es independiente de la condición sexual y en nuestro país, a pesar del deber de fidelidad de los cónyuges, no es su violación causa de divorcio. Tampoco es la infidelidad causa de disolución del matrimonio canónico, por otra parte.

    En nuestra civilización y prácticamente en todas, se ha protegido social y jurídicamente el matrimonio porque se ha entendido que una prole abundante y de buena salud física, económica, afectiva y social es un producto útil y provechoso para todos y la mejor forma conocida de conciliar los intereses personales y sociales es que los primeros años de la vida se pasen en el seno de una familia llamada nuclear.

    Obviamente ninguno de estos conceptos son estáticos y han ido cambiando a lo largo de la historia pero salvo casos pintorescos, marginales y que no se pueden considerar precisamente propio de sociedades muy evolucionadas, nunca ha habido un matrimonio formado por dos personas del mismo sexo.

    ¿Es una pareja homosexual un ambiente idóneo para educar a los hijos? Ni sí ni no, sino todo lo contrario. ¿Es un ambiente equiparable al de un matrimonio heterosexual? En mi opinión, en absoluto. No digo que sea mejor ni peor, sino que la unión homosexual es esencial y conceptualmente diferente a la heterosexual. Como son diferentes de las familias monoparentales o como también se puede engendrar hijos sin necesidad de mantener relaciones sexuales.

    El problema viene cuando determinados grupos políticamente muy ideologizados y con gran cohesión interna alcanzan el estatus de minoría políticamente relevante, uniendo a su condición de ciudadanos políticos la de miembros de ese grupo y pretenden hacer valer esa condición. La manera de conseguir sus fines es que se les concedan determinados derechos de los que al parecer estaban privados y por ende, objeto de discriminación.

    Aquí es donde vuelvo al principio. Al permitirse que dos personas del mismo sexo se casen entre sí lo que se hace es acabar con el matrimonio clásico como una institución jurídica especial con un sustrato único y no intercambiable con otros. El matrimonio no es o no debería ser equiparado a una pareja de hecho o a otras formas de convivencia, absolutamente respetables en la medida en que sean libremente consentidas (otras no lo son tanto, como por ejemplo, un harén). De manera que somo siempre pasa cuando se iguala mediante la ley, lo que se degrada es la institución de mayor prestigio social.

    En mi práctica profesional son varios los casos de personas con hijos que han contraido segundas nupcias con personas del mismo sexo. Sinceramente, no alcanzo a ver que derecho susceptible de protección requería la equiparación de ambas uniones. En mi opinión, el estado no debería legislar en cuestiones de alcoba: Existe el matrimonio, con un contenido que es el que es, con una regulación que se adapta a los tiempos y existen otras relaciones personales a las que en función de las necesidades y circunstancias sociales se atribuyen determinados efectos jurídicos. Pero claro, yo soy enemigo irreconciliable de la ingeniería social y partidario de la libre evolución de las sociedades abiertas, una exigüa minoría.

    Y para desengrasar un poco, tengo un amigo que cuando tiene bronca con su mujer por algún asunto menor, como llegar a casa por la noche en estado inadecuado para conducir, siempre me dice lo mismo: Debería haberme casado contigo, que te gusta el fútbol, salir de copas, las mujeres. Eso sí, de sexo entre nosotros, nada, eh!

  13. Fran Saurí
    Fran Saurí Dice:

    En primer lugar, destacar lo que dice Javier Aparicio: “La concepción del matrimonio es complicada y no hay acuerdo en qué es lo que significa (todos lo tenemos claro, pero no estamos de acuerdo)”

    En segundo lugar, destacar que Manu, Ennecerus o Javier Aparicio se rebelan contra las nuevas identidades que sea alzan políticamente (seguramente os sonará el rollo Castells, pero uno es tributario de sus lecturas). Los jerarcas católicos utilizan un nombre sonoro y pegadizo: ideología de género.  

    Pero el intento de rebajar esas cuestiones a mera ideología no quita para que realmente supongan un ataque a lo que esa ideología de género (bueno, mejor el feminismo en este caso, pero dejemoslo estar) llama el patriarcado. 

    ¿Es un cambio a mejor o a peor? Las voces aquí escuchadas piensan lo segundo. Y sin embargo, ¿En qué medida las posiciones criticadas no son la continuación del liberalismo? Más aun ¿Realmente conseguirá un cambio auténtico? Está por ver.

    Pido perdón a Javier Serra por haberme ido por los Cerros de Úbeda. 

  14. Fran Saurí
    Fran Saurí Dice:

    En primer lugar, destacar lo que dice Javier Aparicio: “La concepción del matrimonio es complicada y no hay acuerdo en qué es lo que significa (todos lo tenemos claro, pero no estamos de acuerdo)”

    En segundo lugar, destacar que Manu, Ennecerus o Javier Aparicio se rebelan contra las nuevas identidades que sea alzan políticamente (seguramente os sonará el rollo Castells, pero uno es tributario de sus lecturas). Los jerarcas católicos utilizan un nombre sonoro y pegadizo: ideología de género.  

    Pero el intento de rebajar esas cuestiones a mera ideología no quita para que realmente supongan un ataque a lo que esa ideología de género (bueno, mejor el feminismo en este caso, pero dejemoslo estar) llama el patriarcado. 

    ¿Es un cambio a mejor o a peor? Las voces aquí escuchadas piensan lo segundo. Y sin embargo, ¿En qué medida las posiciones criticadas no son la continuación del liberalismo? Más aun ¿Realmente conseguirá un cambio auténtico? Está por ver.

    Pido perdón a Javier Serra por haberme ido por los Cerros de Úbeda. 

  15. Javier Serra
    Javier Serra Dice:

     
    Gracias por todos los comentarios. Es curioso que, salvo para Fran y Robespierre, lo que digo en el post no hace mucha mella. Mi argumento no era tanto matrimonio homosexual sí o no, como que un concepto jurídico es un régimen jurídico y que la bondad o maldad de un régimen se han de medir en función de sus efectos prácticos sobre la convivencia humana. Esto es así, pretendía decir, guste o no. Es una cuestión científica y absoluta: si dos instituciones tienen el mismo régimen, deben recibir el mismo nomen iuris; a su vez, merecerán el mismo régimen, si son situaciones iguales a la luz del fin práctico considerado, el bien jurídico protegido, aunque las separen diferencias que resultan, sin embargo, irrelevantes en ese contexto. Se podrá discutir si el fin práctico a preservar es uno u otro. Pero lo no que no procede es apelar a argumentos apriorísticos, ni de uno ni de otro signo. Así, en cuanto a que esto “no es natural”, ya lo sabemos, ya sabemos todos que de dos hombres no nace un niño. Pero también sabemos que cabe la adopción. A partir de aquí hay que mojarse y explicar por qué, a juicio de uno, esa adopción hará daño al desarrollo del menor. O aportar algún otro argumento práctico, que vaya más allá de lo meramente subjetivo, más allá del mero “no me gusta estar en un club o concepto donde entran estos”.  Lo mismo en sentido contrario: creo que el recurso del PP tenía razón razón cuando decía que los homosexuales no tienen un derecho al mismo trato, por un mero prurito de no ser tratados de forma diferente, con independencia de lo que ello signifique, en términos prácticos, para la sociedad. (Interesante, Fran, lo del modelo y comparto la reflexión: qué cómodo sería un mundo donde hay un código latente, donde no hay que crear, aunque sería más aburrido.)
     
    Por cierto, nada prohíbe los matrimonios sin vínculo sexual a que alude Manu. Repasado lo esencial, que es el régimen jurídico del matrimonio (art. 66 y ss del CC), lo único que estorba algo es el deber de fidelidad, que por cierto es una obligación imperfecta, porque en nuestro Derecho no tiene sanción (corregidme si me equivoco). Al final y al cabo casi todos los matrimonios acaban siendo eso, tarde o temprano… En cuanto al incesto, sí le veo un problema práctico, salvo entre homosexuales: lo “natural” en ese caso, el procrear, crearía un problema grave de salud. Por fin, la poligamia es criticable porque se suele asentar sobre una base social de inferioridad de la mujer; y si no la hubiera, si el cónyuge está en igualdad de plano con nosotros o nosotras, ¿quién soportaría tener a varios o varias…?
    También insisto en que no hay inconveniente en que uno maneje un concepto más restringido de matrimonio, a efectos personales, extrajurídicos; por ejemplo, a la hora de invitar parejas a cenar, solo convidar a las heterosexuales. También los catalanes tienen derecho a sentirse “nación”, sin contradecir la CE, a efectos distintos de los jurídicos (seguridad social, impuestos, defensa, relaciones exteriores…). Independentismo y moral tradicional tienen, a mi modo de ver, este importante elemento común.

  16. Javier Serra
    Javier Serra Dice:

     
    Gracias por todos los comentarios. Es curioso que, salvo para Fran y Robespierre, lo que digo en el post no hace mucha mella. Mi argumento no era tanto matrimonio homosexual sí o no, como que un concepto jurídico es un régimen jurídico y que la bondad o maldad de un régimen se han de medir en función de sus efectos prácticos sobre la convivencia humana. Esto es así, pretendía decir, guste o no. Es una cuestión científica y absoluta: si dos instituciones tienen el mismo régimen, deben recibir el mismo nomen iuris; a su vez, merecerán el mismo régimen, si son situaciones iguales a la luz del fin práctico considerado, el bien jurídico protegido, aunque las separen diferencias que resultan, sin embargo, irrelevantes en ese contexto. Se podrá discutir si el fin práctico a preservar es uno u otro. Pero lo no que no procede es apelar a argumentos apriorísticos, ni de uno ni de otro signo. Así, en cuanto a que esto “no es natural”, ya lo sabemos, ya sabemos todos que de dos hombres no nace un niño. Pero también sabemos que cabe la adopción. A partir de aquí hay que mojarse y explicar por qué, a juicio de uno, esa adopción hará daño al desarrollo del menor. O aportar algún otro argumento práctico, que vaya más allá de lo meramente subjetivo, más allá del mero “no me gusta estar en un club o concepto donde entran estos”.  Lo mismo en sentido contrario: creo que el recurso del PP tenía razón razón cuando decía que los homosexuales no tienen un derecho al mismo trato, por un mero prurito de no ser tratados de forma diferente, con independencia de lo que ello signifique, en términos prácticos, para la sociedad. (Interesante, Fran, lo del modelo y comparto la reflexión: qué cómodo sería un mundo donde hay un código latente, donde no hay que crear, aunque sería más aburrido.)
     
    Por cierto, nada prohíbe los matrimonios sin vínculo sexual a que alude Manu. Repasado lo esencial, que es el régimen jurídico del matrimonio (art. 66 y ss del CC), lo único que estorba algo es el deber de fidelidad, que por cierto es una obligación imperfecta, porque en nuestro Derecho no tiene sanción (corregidme si me equivoco). Al final y al cabo casi todos los matrimonios acaban siendo eso, tarde o temprano… En cuanto al incesto, sí le veo un problema práctico, salvo entre homosexuales: lo “natural” en ese caso, el procrear, crearía un problema grave de salud. Por fin, la poligamia es criticable porque se suele asentar sobre una base social de inferioridad de la mujer; y si no la hubiera, si el cónyuge está en igualdad de plano con nosotros o nosotras, ¿quién soportaría tener a varios o varias…?
    También insisto en que no hay inconveniente en que uno maneje un concepto más restringido de matrimonio, a efectos personales, extrajurídicos; por ejemplo, a la hora de invitar parejas a cenar, solo convidar a las heterosexuales. También los catalanes tienen derecho a sentirse “nación”, sin contradecir la CE, a efectos distintos de los jurídicos (seguridad social, impuestos, defensa, relaciones exteriores…). Independentismo y moral tradicional tienen, a mi modo de ver, este importante elemento común.

  17. Elisa de la Nuez Sánchez-Cascado
    Elisa de la Nuez Sánchez-Cascado Dice:

    Aprovecho para comentar, un poco a destiempo, que estoy totalmente de acuerdo con la postura del autor del post en un tema en que los posicionamientos más que ideológicos “emocionales” son siempre inevitables.  Claro está que esto supone reconocer que las cosas están cambiando y que el matrimonio, como tantas instituciones, se aparta de la “naturaleza” y sobre todo de una tradición jurídica de siglos o incluso milenios. Yo particularmente soy de los que piensan -al contrario que el sr. Rousseau- que la civilización supone un esfuerzo por alejarnos del estado de la naturaleza. 

  18. Elisa de la Nuez Sánchez-Cascado
    Elisa de la Nuez Sánchez-Cascado Dice:

    Aprovecho para comentar, un poco a destiempo, que estoy totalmente de acuerdo con la postura del autor del post en un tema en que los posicionamientos más que ideológicos “emocionales” son siempre inevitables.  Claro está que esto supone reconocer que las cosas están cambiando y que el matrimonio, como tantas instituciones, se aparta de la “naturaleza” y sobre todo de una tradición jurídica de siglos o incluso milenios. Yo particularmente soy de los que piensan -al contrario que el sr. Rousseau- que la civilización supone un esfuerzo por alejarnos del estado de la naturaleza. 

  19. Juan Jaime Cachazo Ibarreche
    Juan Jaime Cachazo Ibarreche Dice:

    Buenas noches a todos.
    En cuanto al deber de fidelidad  , cuestión a la que alude Javier Sierra , ha generado algunas sentencias en casos en que la práctica de la infidilidad ocasiona  daños y perjuicios por  la procreación de hijos extramatrimoniales con ocultamiento al cónyuge . Se pueden consultar:
    Audiencia Provincial de Valencia, Sección 7ª, Sentencia de 2 de Noviembre de  2004, recurso  594/2004; Ponente:  María del Carmen Escrig Orenga .Nº de sentencia: 597/2004 y
    Audiencia Provincial de Cádiz, Sección 2ª, Sentencia de 3 de Abril de . 2008, recurso nº  83/2007.
    Saludos

    • Curro Arriola
      Curro Arriola Dice:

      Juan Jaime, no sabes cómo me alegra leer las citas que proporcionas. Creía que hasta ahora la infidelidad en España salía completamente gratis. Por procreación extramatrimonial, vale; pero menos da una piedra.
      ¡Gracias!

  20. Juan Jaime Cachazo Ibarreche
    Juan Jaime Cachazo Ibarreche Dice:

    Buenas noches a todos.
    En cuanto al deber de fidelidad  , cuestión a la que alude Javier Sierra , ha generado algunas sentencias en casos en que la práctica de la infidilidad ocasiona  daños y perjuicios por  la procreación de hijos extramatrimoniales con ocultamiento al cónyuge . Se pueden consultar:
    Audiencia Provincial de Valencia, Sección 7ª, Sentencia de 2 de Noviembre de  2004, recurso  594/2004; Ponente:  María del Carmen Escrig Orenga .Nº de sentencia: 597/2004 y
    Audiencia Provincial de Cádiz, Sección 2ª, Sentencia de 3 de Abril de . 2008, recurso nº  83/2007.
    Saludos

  21. Manu Oquendo
    Manu Oquendo Dice:

    Con respecto al amable comentario de Javier quisiera insistir en algunas precisiones. Lo indicaba en mi texto pero viene mejor resumido en uno de Ennecerus cuando dice: “De manera que como siempre pasa cuando se iguala mediante la ley, lo que se degrada es la institución de mayor prestigio social

    Estoy convencido de que el principal objetivo de esta ley fue propinar otro hachazo a la institución familiar al dar por hecho que una unión de homosexuales les es equiparable y que por serlo debe ser honrada, estimulada y tratada fiscalmente del mismo modo en uno de los mayores actos de matonería ideológica social que se recuerdan en la historia.

    De hecho sus principales impulsores no son ni siquiera los entornos gay (a la mayoría de los cuales les importa bien poco el matrimonio porque se conocen perfectamente y pasan cantidad) sino a los dirigentes políticos de la socialdemocracia Cripto Totalitaria al estilo Obama y Zapatero de la mano de los ideólogos del constructivismo social de “género” tipo aquella ministra tan hetero que se lleva al chorbo de empleo público en empleo público en cada traslado a golpe de las bacanales nocturnas que hicieron época en las postrimerías del funesto desgobierno del Sr. Zapatero.

    No se puede tratar igual a quienes en lo esencial no lo son si no se quiere destruir a la familia normal como base y fundamento de la sociedad.

    Salvo claro, si se pretende una sociedad de átomos indiferenciados manejados por el Gran Alkimio. Naturalmente que éste tiene su trabajo más fácil si se encuentra con súbditos desprotegidos en vez de un lugar donde hay entes que nos proporcionan una defensa aunque sea mínima ante el poder.

    Las sociedades totalitarias buscan necesariamente estas situaciones. La socialdemocracia es Cripto-Totalitaria y por ello se empeña en estas prácticas al igual que busca convertir al estado en fuente de principios morales de geometría variable cambiando a voluntad hasta definiciones biológicas universales como lo es el momento de comienzo de una vida genéticamente diferenciada.

    Bajo el disfraz del casorio gay, de la formación del espíritu nacional-socialista –con, recordemos, los célebres workshops para promocionar el pajillerío escolar o los vídeos para que los niños pierdan el miedo a la sodomía– hay un programa muy bien gestionado de desarme social que realmente no ha tenido una respuesta intelectual adecuada desde otros partidos políticos.
    Cada vez se echa más en falta la falta (buscada a conciencia) de personas formadas en filosofía y lo lamentaremos un poco más cada día porque ya somos una ciudadanía muy desprotegida, sin capacidad de autodefensa moral.

    Pero cada práctica social legislada genera Externalidades (consecuencias con coste social que no pagan los autores de las leyes) y transferencias intertemporales. Lo normal es que intenten desvincularse de ellas como si las externalidades fuesen fruto del azar o un castigo divino.

    Así hoy se “sorprenden” de que “nos falta base en la pirámide de población” como si la eliminación del 25% de los que hubieran nacido cada año o la penalización fiscal a la familia o el fomento de su disolución no hubiesen tenido nada que ver. 
    Sabemos que la incidencia de muertes por violencia doméstica es 12 veces más (1200%) alta en las Superprotegidas “parejas de hecho” que subvencionamos hasta para buscar guardería.
    Una casta de políticos viven de crear problemas en vez de evitarlos.

    El año pasado viví la experiencia en directo, un cursito de verano, con un historiador del Régimen que tuvo la impudicia, al tratar de reivindicar los gobiernos del PSOE, de hacer el paripé de sorprenderse de la baja natalidad en una mesa redonda y al ser advertido por otro de los participantes  de que las cosas tenían padre y madre con leyes concretas se encontró con una audiencia masivamente en contra de su superchería.
    Si se les planta cara no tienen respuesta.

    Esta crisis es una acumulación de Externalidades, de los efectos de leyes dictadas por conveniencia electoral en un entorno donde, políticamente, no se quieren aceptar Imperativos Categóricos Universales. Pero haberlos haylos.

    Eppur si muove.

     

    • Fran Saurí
      Fran Saurí Dice:

      “[…] el principal objetivo de esta ley fue propinar otro hachazo a la institución familiar […]” Te doy la razón. Pero creo que, a diferencia de lo que tu piensas, ello procede de auténticos cambios ligados a nuevas concepciones de la vida buena. 

      Me concederás que aprovechados y viciosos los ha habido siempre y los habrá en cualquier situación institucional. Por otra parte, citas una serie de consecuencias negativas de determinadas formas de conducta o de instituciones alternativas. Reconozco que no puedo decir nada al respecto. 

      Cargas contra la socialdemocracia. Pero la sociedad de “átomos indiferenciados” es anterior a la socialdemocracia. Creo que su primer teórico es Hobbes (ya sé que no te gusta) y pese al absolutismo de Hobbes está ligado al liberalismo. Y creo que éste merece una férrea defensa.

       

  22. ENNECERUS
    ENNECERUS Dice:

    Estimado Fran: No puede ser liberalismo lo que viene impuesto del poder. El matrimonio no lo crea el estado, tampoco la familia ni la sociedad. El estado viene detrás como una estructura necesaria o que al menos surge de forma espontánea en las sociedades que alcanzan un determinado tamáño y, en consecuencia, complejidad.

    Pero eso no significa que el estado sea el representante de la sociedad, eso es totalitarismo. Que sea nazi, comunista, ecologista, feminista o todo eso a la vez es secundario, salvo para los paladines de una u otra causa.

    Es correcto que los homosexuales y los heterosexuales decidan libremente por consenso cómo han de ser sus relaciones sociales y deben ser libres para determinar sus efectos con el único límite de los derechos de las partes y los terceros. Si reconocemos el derecho del estado a decidir que los hombres o las mujeres se puedan casar con personas del mismo sexo, también estamos reconociendo el derecho del estado a impedir que las parejas heteros puedan contraer matrimonio. De hecho el estado así lo hace por cuanto no permite a los contrayentes fijar libremente los efectos de su unión, las causas de su disolución y los efectos jurídicos del incumplimiento de lo pactado. Y como ocurre en casi todo, los efectos de la intervención del estado en el derecho de familia no puede producir efectos más devastadores en términos de generación de valores, estabilidad de las familias, educación de los niños y relevo generacional.

    Si en su momento surge un colectivo político que pretende que se reconozca y se equiparen a los matrimonios y asimilados la poligamia, o el matrimonio a tres, cuatro o cinco, las uniones entre personas humanas y no humanas (recordemos que hay declaraciones oficiales en el sentido de reconocer el carácter de persona no humana a los grandes simios o a los delfines), ¿cuál será el criterio de oposición? El único límite conocido a la acción del estado: lo que sea políticamente correcto en cada momento, sin que los dirigentes asuman responsabilidad política, social o económica alguna por las externalidades negativas que generan con sus acciones.

    Por otra parte en cuanto al argumento de que lo que produzca los mismos efectos ha de llamarse de la misma manera, discrepo. Primero porque no se producen exactamente los mismos efectos, ya que las instituciones no sólo producen efectos jurídicos. Segundo porque los romanos que algo sabían de esto, dijeron hace muschos siglos que las obligaciones nacían de la ley, del delito, de los contratos de los cuasi contratos y de los cuasi delitos. Y Tercero porque tal planteamiento es peligrosísimo al conceder al poderoso estado la facultad de hacer lo que le dé la gana simplemente torciendo el lenguaje.

    Y si no, creemos de una vez el Ministerio de la Verdad. Total, ya hay de Igualdad.  

  23. ENNECERUS
    ENNECERUS Dice:

    Me estoy acordando ahora de la definición clásica del parlamentarismo inglés: El Parlamento lo puede hacer todo, salvo convertir al hombre en mujer.

    Crisis terminal del parlamentarismo, por vía indirecta (matrimonio homosexual) y directa (derecho a la mención registral del cambio de sexo por simple manifestación del interesado y de dos médicos).     

  24. ENNECERUS
    ENNECERUS Dice:

    Pidiendo disculpas por tantos comentarios seguidos, aclaro que mi postura no es que el matrimonio deba ser sólo entre dos personas de distinto sexo sino que siempre ha sido precisamente eso y que no debería ser competencia del estado cambiarlo. Que el, estado decida llamar matrimonio a una unión oficializada entre dos hombres o dos mujeres es lo mismo que ahora no se pueda utilizar oficialmente la toponimia y grafías castellanas para denominar a las provincias y comunidades autonómas con lengua propia. ¿Dónde queda mi derecho para utilizar mi lengua propia al referirme a ellas?

  25. Josef K.
    Josef K. Dice:

    No hay que darle más vueltas, el matrimonio en el Código Civil es un contrato entre dos personas. Pues ese contrato se puede celebrar entre personas de igual o distinto sexo. Por qué complicarse tanto.
    Quién crea que el matrimonio sólo es posible entre personas del distinto sexo pues que se case con personas del sexo contrario. Pero, por qué ese empeño de algunas personas en entrometerse en la vida de los demás.

  26. Manu Oquendo
    Manu Oquendo Dice:

    Fran, como buen conocedor del trasfondo filosófico de todas estas cosas y de la fuerza de ideas sembradas con cargo al presupuesto, es prudente e incisivo al tiempo. El resultado, creo percibir, es una suerte de condescendencia hegeliana con la inevitabilidad de lo real. La sacralización de aquello que de una u otra forma consigue imponerse.

    Supongo que a uno le acontece lo contrario. Es decir, tiene una estructura del “deber ser” que contrapone a determinados derroteros del acontecer.
    Y lo hago entendiendo que si uno no se resiste termina imponiéndose la degradación que proclama, inexorable, la segunda ley de termodinámica.

    Va a resultar que, como decían mis dos abuelas, mejor que la resistencia va a ser pasar al ataque porque lo que no podemos olvidar ni pasar por alto es que las Externalidades existen y derivan con excesiva frecuencia de leyes promulgadas no en un acto litúrgico sagrado sino en el interés de quienes detentan el poder.

    Hacemos caso omiso de él, del Poder. Nos sentimos tan impotentes que hacemos como si no fuera el actor principal y mayor responsable.

    A fin de cuentas en un estado de diseño laicista no deja de ser intrigante que la función de Dios y sus poderes haya sido secuestrada (y tecnológicamente mejorada) por aquellos gestores que se confiesan más ateos. Unos tramposos.

    Otro vulgar cambalache en un asunto, el de los poderes de los gestores del estado, que irrumpe con fuerza cada vez que escarbamos en los problemas para encontrar su motor inmóvil. Sospecho que es “el asunto

    Un saludo

  27. ENNECERUS
    ENNECERUS Dice:

    Íntima, moral e institucionalmente considero que no es bueno que no exista una institución jurídica diferenciada y protegida socialmente que reconozca efectos jurídicos reforzados a las uniones entre hombre y mujer con vocación de estabilidad y duración indefinida y que a esa unión se le equiparen otras, por más que entre ellas existan fuertes vínculos afectivos. 

    Si reconocemos que el estado tiene derecho a hacer con las instituciones lo que quiera, los que defendemos que el matrimonio es la unión de un hombre y una mujer tenemos derecho a exigir que tenga un régimen privilegiado por estar necesitado de discriminación positiva. Mucha gente piensa que sólo las minorías tienen derecho a la discriminación positiva pero las mujeres son mayoría en la sociedad y la opinión de que necesitan discriminación positiva (cuotas) es la políticamente dominante.

    Hace mucho tiempo (afortunadamente) que la sociedad dejó en paz a los homosexuales, que fueron no es que fueran discriminados políticamente, sino vejados y tratados socialmente como apestados. Que a las uniones con vocación de permanencia se les ofrezca un estatuto jurídico cuasimatrimonial (sean homos, heteros o simplemente de personas, parientes o no que vivan en comunidad) es discutible. Que el estado diga que una unión homo no es que sea lo mismo que un matrimonio sino que es es un matrimonio es cargarse esta institución.

    Y no es cierto lo de que cada cual haga de su capa un sayo. Las separaciones, infidelidades, divorcios, hijos educados en hogares monoparentales, abortos, abandono de niños, etc. son, como los suicidios, contagiosos. 

    Que deje el estado en paz a la sociedad, le devuelva el estatus de mayor de edad y permita que ésta se autoregule sin interferencias.       
       

       

    • Manu Oquendo
      Manu Oquendo Dice:

      Es interesante ver a Michael Sandel en acción practicando con unos cientos de alumnos su peculiar forma de pensamiento reflexivo sobre temas polémicos.

      A partir del minuto 11 se adentra en el tema de este artículo de Javier Serra (Same sex marriage) con un alumnado muy parecido al de nuestras universidades (pero a unos 80,000 euros por curso).

      Me gustaría llamar la atención sobre su forma de diferenciar “argument” de “consideration” como método de adentrarse reflexivamente en asuntos complejos y, también, sobre el alto número de alumnos asiáticos interesados en escuchar a uno de los mejores profesores de filosofía actuales. El curso es duro como se puede comprobar viendo los materiales de estudio entre conferencias.

      Cada vez es más frecuente encontrarse con autores asiáticos que tienen mejor conocimiento de nuestras raíces culturales y morales clásicas que los frutos de los sistemas educativos occidentales de hoy. O, lamentablemente, de muchos de nuestros académicos. 

      Esto se detecta incluso al ver la simplicidad de los enfoques de algunos de los alumnos educados en nuestro mundo al compararla con el enfoque de aquellos que asisten a estas clases provenientes de oriente.

      También tenemos problemas de confianza en nuestras raíces como si un viento edípico llevase décadas tratando de borrar huellas de nuestros antepasados y dejarnos como un verso suelto salido de la nada, del “No-Thing”.

      Buenos días

      http://www.justiceharvard.org/2011/02/episode-12/#watch 

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