Antonio Jiménez Blanco o la dignidad de la política

Hoy la política parece haber quedado reducida a la tarea de un contable. Saber cuadrar el presupuesto como un simple administrador de fincas o un experto en contabilidad, parece bastar. Si es que al menos supieran cuadrarlo bien. Que ni eso, en demasiadas ocasiones.

 

Pero la política es mucho más. Vaya por delante mi respeto a los buenos contables. Pero siempre se ha tenido la imagen del contable como alguien gris, sin ilusión. Diligente con su trabajo, ordenadito, y poco más. Y efectivamente la política precisa de buenos contables, y de buenos juristas y diplomáticos e ingenieros. Pero más allá del funcionario cumplidor y prudentón, la política es liderazgo, ilusión, valentía. Sentido del honor, lealtad a los principios, generosidad, altura de miras y por tanto desinterés personal y partidista. Hombría de bien, arrojo, decisión.

 

Me viene a la memoria estos días un ejemplo simbólico de en qué consiste el ejercicio noble y verdadero de la política. Prudente cuando hay que serlo, pero valiente y decidido cuando el sentido de la responsabilidad y la lealtad a unos valores lo precisa. El caso de Antonio Jiménez Blanco, Presidente del Consejo de Estado al tiempo de los sucesos del 23-F.

 

Hasta poco antes del 23-F, Jiménez Blanco había sido presidente del grupo parlamentario de la UCD en el Congreso. Las luchas internas de ese partido, inducidas de manera singular por la ambición de Herrero de Miñón, propiciaron su salida de ese puesto. Y, para que ésta fuera menos amarga, Suárez le ofreció como premio de consolación el retiro en la presidencia del Consejo de Estado. Pues bien, ya ex diputado, nada más enterarse del intento de Golpe de Estado, se presentó de inmediato en el Congreso para estar juntos a sus antiguos compañeros diputados y correr la misma suerte que ellos (algo parecido hizo también don José Vida Soria, que en esos momentos sí era diputado, del PSOE, y pese a estar fuera del Congreso cuando se enteró de la noticia, pensó que su deber era acudir allí, pese a lo que pudiera pasar, y así lo hizo).

 

“Con más arrojo que prudencia”, dijo años después Herrero de Miñón, que había actuado don Antonio. Lo que para Jiménez Blanco era un ejercicio de lealtad (a los principios y valores democráticos), para Herrero una imprudencia. Cabe deducir que Herrero, en las mismas circunstancias, no habría hecho lo mismo que don Antonio. Lepoldo Calvo-Sotelo dejó bien reflejado en sus memorias que Miguel Herrero, además de un brillantísimo dialéctico, era un gran desleal. Y señalaba la importancia de la lealtad en política, más allá la formación intelectual de los que a ella se dedican. Pero ése es otro tema.

 

 

Hay políticos que nos intentan disfrazar la indecisión y la cobardía con el manto de la prudencia, como si fuéramos tontos. Hay quien puede ser un funcionario ejemplar, pero carece de arrrojo para estar en la primera línea de fuego política, y decide casi siempre tarde y mal. A la parálisis por el análisis, que dicen en la bolsa londinense. De tanto pensar y repensar y sopesar lo que debe hacerse, se te pasa la oportunidad de hacerlo a tiempo y debidamente. Y pese a tus buenas ideas, a tus sesudos análisis, acabas sufriendo en la práctica las consecuencias negativas de la indecisión, uno de los más graves males, como decía Burke. Y es que el político debe jugar con la variable tiempo, pero no en plan partidista, sino con sentido del Estado. Y ello, por ejemplo, supone no aplazar medidas necesarias para tu país porque tengas unas elecciones autonómicas cerca. Eso es dejación de funciones, falta de arrojo, corteza de miras, no velar por el interés general.

 

 

El político se distingue del funcionario en que debe li-de-rar. Dar la cara. Tomar la iniciativa. Y si las circunstancias son adversas, no delegar esa tarea en subalternos, sino al revés: crecerse. Cuando uno ve al Presidente del Gobierno salir por el aparcamiento del Congreso para escabullirse de los periodistas con el fin de no dar la cara  en un día de noticias adversas, lo que ve es a un funcionario en un puesto que le queda grande. Cuando se le ve con aspecto cariacontecido -con voz temblorosa y cara de cordero degollado- implorando comprensión ciudadana, y pidiendo perdón por adoptar unas medidas que considera necesarias y buenas para el país, se da cuenta de que no está a la altura de las circunstancias. No basta con saberse los temas para jugar a la dialéctica -gallega o no- con la oposición o con la prensa. Hay que tomar la iniciativa y la delantera a los problemas, incluso a riesgo de fracasar. Y eso, hasta ahora, no se ha hecho. Todas las medidas se han adoptado a rebufo de Bruselas, de Merkel o de la inquietud de los mercados.

8 comentarios
  1. KC
    KC Dice:

    La política es liderazgo, ilusión, valentía. Sentido del honor, lealtad a los principios, generosidad, altura de miras y por tanto desinterés personal y partidista. Hombría de bien, arrojo, decisión.

  2. KC
    KC Dice:

    La política es liderazgo, ilusión, valentía. Sentido del honor, lealtad a los principios, generosidad, altura de miras y por tanto desinterés personal y partidista. Hombría de bien, arrojo, decisión.

  3. Usuario
    Usuario Dice:

    No sé si será real, pero creo que existe una impresión general de que en la época inicial de la transición española, los políticos sí creían que había que tener unos ideales, una ideología por encima de tu interés particular porque servía al interés general, o una misión regeneradora y democrática. O quizá es que las circunstancias eran muy excepcionales, de carácter histórico, y muchos de ellos supieron estar a la altura de esa exigencia.
     
    Ahora se puede decir que las circunstancias, si bien en no un grado tan extremo, son también de carácter excepcional, pero nos encontramos con unos políticos de segunda o tercera generación democrática, con mucha menos formación salvo en manejar partidos y clanes, y con menos valores, porque no los han necesitado en su vida diaria.

  4. Elisadelanuez
    Elisadelanuez Dice:

    Comparto la vision de Usuario. Quuza tambien lo mas llamativo de nuestros politicos de ahora es que siendo la situacion analoga por la gravedad a la que se vivio en la Transicion, no sean capaces de entenderlo. Por otro lado, el que han prosperado en politica gracias unas capacidades y unas habilidades exactamente inversas a las que serian necesarias en este momento es tambien muy llamativo, Personas que nunca han sabido tomar decisiones o tener un poco de grandeza de miras y a las que les ha ido estupendamente bien siendo asi no se van a convertir en los politicos que necesitamos de la noche a la mañana. Ni siquiera son conscientes de sus limitaciones, y mira que son evidentes.

  5. Fernando Gomá Lanzón
    Fernando Gomá Lanzón Dice:

    Elisa pero es que al hilo de lo que dice usuario, en nuestra clase política ha ocurrido un poco como en esas familias en las que el abuelo crea una empresa y la base de trabajo la levanta, los hijos que ya son más y aún saben lo que ha costado crearla, la mantienen, y los nietos, que son muchos más (como los actuales políticos), la malgastan y dipapidan porque no tienen ni los conocimientos ni el entrenamiento suficiente.

     

    Pero insisto en lo que he dicho en algunos comentarios anteriores: esto no debe llevarnos a una actitud iconoclasta e hipercrítica con lo que hemos logrado, en conjunto, desde 1978. Hemos creado mucho, una democracia muy imperfecta sí, con instituciones deterioradas y regenerables, sí, pero con todo y con eso, no hay ningún momento anterior comparable ni de lejos a estas últimas tres décadas en la historia de España. No debemos perder de vista el hecho histórico fundamental y, ahora sí, quizá estemos en un momento de refundación democrática, de paso de esta monarquía republicana fundada en el 78, a unaa II monarquía republicana, con un cambio constitucional a fondo. Pero ha de ser en mi opinión sin “sorpassos” y como la primera, “de la legalidad a la legalidad”,. No olvidemos que lo que hizo posible la transición fue entre otras cosas, una esencial: el pueblo español exigía democracia. Ahora puede ser el momento de la segunda parte de esta democracia constitucional. Veremos.

    • O,Farrill
      O,Farrill Dice:

      Estimado Fernando: Para poder actuar “de la legalidad a la legalidad” lo único que tienes que hacer las leyes con este propósito y….¿quien las hace?

  6. O,Farrill
    O,Farrill Dice:

    A través de este post me entero de la muerte de Antonio Jiménez Blanco y compruebo cómo se va despoblando el panorama de la Política de quienes la sirvieron como mejor supieron, pero nunca se sirvieron de ella. Otros han ido perdiéndose por el camino dejando el campo libre a quienes en muchos casos tienen otros intereses diferentes. Como antiguo compañero liberal de Antonio quiero rendir un homenaje a su bonhomía y su sentido del humor por encima de todo. Descanse en paz.

  7. O,Farrill
    O,Farrill Dice:

    A través de este post me entero de la muerte de Antonio Jiménez Blanco y compruebo cómo se va despoblando el panorama de la Política de quienes la sirvieron como mejor supieron, pero nunca se sirvieron de ella. Otros han ido perdiéndose por el camino dejando el campo libre a quienes en muchos casos tienen otros intereses diferentes. Como antiguo compañero liberal de Antonio quiero rendir un homenaje a su bonhomía y su sentido del humor por encima de todo. Descanse en paz.

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