“Tercera” de ABC de nuestro coeditor Ignacio Gomá

Nuestro coeditor Ignacio Gomá ha publicado hoy una “Tercera” del ABC, lugar habitual de artículos reflexivos y de fondo, y no tan atentos a la inmediatísima actualidad. El artículo, como comprobarán nuestros lectores, tiene su origen en un post publicado este verano en este mismo Blog, y que ha sido adaptado y completado para la ocasión.

Felicitamos aquí a nuestro compañero, y nos sentimos orgullosos por el reconocimiento de su artículo.  Para todos los que escribimos y comentamos en este blog es también un acicate para seguir intentando alcanzar un importante nivel de rigor y calidad. Puede leerse aquí el articulo  del ABC.

6 comentarios
  1. Luisa
    Luisa Dice:

    Mi enhorabuena al autor. Sí, yo también creo que, en medio de todo este marasmo (palabra que viene del latín “maremagnum”), en medio de todas las dificultades que nos asedian (incluido el envite nacionalista: ahí está el  dato de la Diada de ayer)…, en medio de todo esto saber que formamos parte de la Unión Europea es un consuelo y una tabla de salvación. Yo, al menos, soy de quienes confían en que, en último término, Europa nos ayudará exigiendo que los españoles nos autoayudemos y actuemos con la cordura que tantas veces nos ha faltado.

  2. Luisa
    Luisa Dice:

    Mi enhorabuena al autor. Sí, yo también creo que, en medio de todo este marasmo (palabra que viene del latín “maremagnum”), en medio de todas las dificultades que nos asedian (incluido el envite nacionalista: ahí está el  dato de la Diada de ayer)…, en medio de todo esto saber que formamos parte de la Unión Europea es un consuelo y una tabla de salvación. Yo, al menos, soy de quienes confían en que, en último término, Europa nos ayudará exigiendo que los españoles nos autoayudemos y actuemos con la cordura que tantas veces nos ha faltado.

  3. jcuriel
    jcuriel Dice:

    También me ha parecido de interés, aunque me temo que Ignacio Gomá -debido al exiguo espacio que ofrece el periódico-   no ha podido extenderse como hubiese deseado.
    También confío que el entramado institucional europeo, en el que estamos inmersos y del que somos copartícipes, nos ofrezca las mínimas expectativas de previsibilidad que las Instituciones otorgan a la sociedad/es sobre las que interactúan.
    De ahí que me parezca ya tan superado el concepto de soberanía excluyente como expresión del Estado y me parezca más útiles las cesiones pactadas de los Estados para compartir políticas esenciales en un contexto supranacional como es la UE.
    Por otro lado, uno de los déficits más importantes de España es su bajo nivel de “capital social” (sobre el que trabajó Putnam), que tiene como fundamento las relaciones colaborativas entre los miembros del cuerpo social.
    Basta contrastar que en la medida de esos índices los países nórdicos superan ampliamente a los mediterrános; posiblemente si las relaciones de colaboración fuesen las determinantes en España y no las estrictamente competitivas la “salud” del país fuese otra.

  4. jcuriel
    jcuriel Dice:

    También me ha parecido de interés, aunque me temo que Ignacio Gomá -debido al exiguo espacio que ofrece el periódico-   no ha podido extenderse como hubiese deseado.
    También confío que el entramado institucional europeo, en el que estamos inmersos y del que somos copartícipes, nos ofrezca las mínimas expectativas de previsibilidad que las Instituciones otorgan a la sociedad/es sobre las que interactúan.
    De ahí que me parezca ya tan superado el concepto de soberanía excluyente como expresión del Estado y me parezca más útiles las cesiones pactadas de los Estados para compartir políticas esenciales en un contexto supranacional como es la UE.
    Por otro lado, uno de los déficits más importantes de España es su bajo nivel de “capital social” (sobre el que trabajó Putnam), que tiene como fundamento las relaciones colaborativas entre los miembros del cuerpo social.
    Basta contrastar que en la medida de esos índices los países nórdicos superan ampliamente a los mediterrános; posiblemente si las relaciones de colaboración fuesen las determinantes en España y no las estrictamente competitivas la “salud” del país fuese otra.

  5. Antonia Fuentes
    Antonia Fuentes Dice:

    Ignacio con una mente despejada, precisamente el día de la Diáda, hace un ensayo sobre “lo español”….y estoy plenamente de acuerdo contigo, la solución de nuestras dificultades está en Europa.
    Todos los días oigo comentarios sobre la necesidad de salir de Europa para evitar las exigencias de austeridad que nos piden nuestros socios europeos y volver a la peseta… que visión más miope. Es necesario tener mentes criticas que nos vuelvan a recordar que España es parte de Europa, que forma parte de su historia, que hunde sus raíces en ella y que su futuro está íntimamente unido al proyecto europeo. Sin esa unión pronto nos veremos colonizados por culturas de otros continentes perdiendo para siempre esa identidad que hoy estamos a punto de perder.

  6. Antonia Fuentes
    Antonia Fuentes Dice:

    Ignacio con una mente despejada, precisamente el día de la Diáda, hace un ensayo sobre “lo español”….y estoy plenamente de acuerdo contigo, la solución de nuestras dificultades está en Europa.
    Todos los días oigo comentarios sobre la necesidad de salir de Europa para evitar las exigencias de austeridad que nos piden nuestros socios europeos y volver a la peseta… que visión más miope. Es necesario tener mentes criticas que nos vuelvan a recordar que España es parte de Europa, que forma parte de su historia, que hunde sus raíces en ella y que su futuro está íntimamente unido al proyecto europeo. Sin esa unión pronto nos veremos colonizados por culturas de otros continentes perdiendo para siempre esa identidad que hoy estamos a punto de perder.

  7. Ignacio Gomá Lanzón
    Ignacio Gomá Lanzón Dice:

    Gracias a los comentaristas, entre los que encuentro a varios viejos amigos. En cuanto a lo que dice JCuriel, efectivamente, no cabe explayarse en el artículo, aunque algo más, no mucho dije en el post que arriba se menciona. Coincido, por otro lado con lo que menciona del cital social de Putnam. Conozco el libro de PUTNAM y GOSS (Introducción a “El declive del capital social”, VV.AA. Galaxia Gutemberg, 2003), en el que destaca la ambivalencia del concepto de capital social. La idea básica del capital social es que la familia, los amigos y compañeros constituyen un valor importante al que recurrir en una crisis, del que disfrutar y del que servirse para conseguir ventajas materiales. Las redes sociales importan pues producen beneficios privados o internos. Evidentemente, no es algo siempre bueno, pues depende del uso que se haga de las redes (vgr. mafias), pero en general las redes densas de interacción social parecen fomentar las sólidas normas de reciprocidad generalizada, la confianza: hago esto sin esperar nada, porque tú lo harás por mí luego. Pues bien, la idea de que la modernización socava la comunidad fue una idea de los fundadores de la sociología (Durkheim, Weber, Tönnies), aunque en el último cuarto de siglo se ha puesto de moda desacreditar la teoría de la modernización. PUTNAM señala que los cambios sociales, económicos y culturales han producido algunas transformaciones que pueden conducir a una mayor confianza y armonía social (integración de emigrantes), mientras que otras (colapso de la familia) “serían más difíciles de traducir en posibilidades de constitución de capital social”

    Entiendo, por tanto, que lo que nos falta, como hemos hablado muchas veces en este blog, es la conciencia de que las cosas hay que hacerlas aunque no estén en las leyes, (o aunque no nos vayan a pillar) porque son en interés común: esa es la idea de capital social que nos falta, porque las redes sociales (familiares, y de muchos otros tipos) son densas y permiten mantener el tipo en situaciones difíciles. Pero no se sí existe una conciencia de colectividad a nivel nacional

    Coincido con Antonia (un abrazo) y Luisa en la necesidad de europeizarnos en la medida de lo posible, porque formamos parte de ese proyecto desde hace mucho. Y a Javier, otro abrazo.

  8. Jesús M. Morote
    Jesús M. Morote Dice:

    Gracias, Ignacio, por traer al primer plano, expuesta de forma tan brillante, una cuestión que no podemos dejar de lado si queremos salir de la profunda crisis (no sólo económica) en que estamos inmersos.
    Lévi-Strauss, polemizando con el Sartre de la “Crítica de la razón dialéctica”, hizo notar que, contra las pretensiones sartrianas fundadas en el materialismo histórico de corte marxista, la historia concebida en términos de la cultura occidental no es muy diferente, y desempeña el mismo papel, que el mito en las sociedades primitivas o ágrafas. El importante papel de hacer que los ciudadanos vean que su vida social tiene un sentido, dotándoles de unos referentes para interpretar simbólicamente los hechos culturales y sociales. Por eso creo que yerra Juan Pablo Fusi, por deformación de historiador profesional, pretendiendo que hay una interpretación más correcta que otra de la historia de España. La historia de España es un mito, y como tal, se oriente el mito en un sentido o en otro, dará a nuestra vida social un sentido u otro, pero no podemos decir que uno sea más correcto o fundado que el otro. Los mitos son siempre, por definición, infundados, y conllevan (como la historia) una selección de ciertos hechos como relevantes y el olvido de otros, que quedan relegados al olvido, para formar un relato mítico coherente.
    Si “lo español” o el mito España construido desde mediados del siglo XIX se ha basado en interpretaciones de Ganivet, Menéndez Pidal, Unamuno o Marías, como las que citas en tu artículo, creo que nada impide una reselección de hechos que permitiría unir a España al gran relato mítico europeo-occidental del “espíritu del capitalismo” de Max Weber, pues no sería difícil ocultar en la historia de España ciertos hechos contradictorios con tal “espíritu” y encontrar, sin embargo, a lo largo de nuestra historia ejemplos numerosos de austeridad, trabajo constante, esfuerzo continuo y honradez (esas “buenas gentes que viven,/ laboran, pasan y sueñan,/ y en un día como tantos/ descansan bajo la tierra” que inmortalizó Antonio Machado), que desdicen ese todo o nada del español que destaca Julián Marías.
    El empeño remitificador de Fusi que defiendes en tu artículo, sin embargo, se enfrenta a importantes obstáculos. Como se ha podido apreciar en las manifestaciones de ayer mismo, todavía tiene un fuerte arraigo la visión de los españoles de sí mismos heredera de una economía del “dinero que llueve del cielo”, del oro de América en el siglo XVII o de un universal providente Estado benefactor en su versión de hoy día, al que parece que muchos creen que le llueve el dinero como maná divino, más allá de que se trabaje o no esforzadamente por ganarlo.
    Además, la reconstitución del mito España, bajo unos parámetros u otros, se ve acosada por dos mitos rivales. Por un lado, el mito Europa, al que muchos de nuestra generación nos adherimos en su día como refugio a la alternativa de una España de pandereta y Coros y Danzas promovida por el régimen franquista. Y, por otro lado, el mito del regionalismo o nacionalismo, que enfrenta al honrado catalán o al serio y trabajador vasco con el español vivalavirgen, vago y poco de fiar (e incluso sucio y malencarado: léase a Sabino Arana y similares).
    Es precisamente el rechazo del mito España tal y como nos ha llegado formulado desde el siglo XIX lo que hay en la raíz de muchos de los problemas territoriales del Estado constitucional. ¿Seremos capaces de revertir ese problema sobre la base de una nueva mitificación de España en los términos que propone Ignacio Gomá? Ojalá, pero la tarea es ardua y no podemos olvidar que, en cuestiones de mitos, de interpretaciones del mundo, no cabe discusión racional alguna y las pasiones colectivas se desatan dejando escaso margen a la posibilidad de acuerdo. Y a la dificultad del empeño habrá que añadir lo escuálido del pensamiento español contemporáneo, la ausencia de pensadores de talla, capaces de articular de forma atractiva y consistente el nuevo mito de “lo español”, tras tantos años de aridez intelectual, de endogamia académica y de menosprecio de la actividad de los intelectuales, sustituidos por voceros y paniaguados varios y tertulianos de tres al cuarto.

  9. Jesús M. Morote
    Jesús M. Morote Dice:

    Gracias, Ignacio, por traer al primer plano, expuesta de forma tan brillante, una cuestión que no podemos dejar de lado si queremos salir de la profunda crisis (no sólo económica) en que estamos inmersos.
    Lévi-Strauss, polemizando con el Sartre de la “Crítica de la razón dialéctica”, hizo notar que, contra las pretensiones sartrianas fundadas en el materialismo histórico de corte marxista, la historia concebida en términos de la cultura occidental no es muy diferente, y desempeña el mismo papel, que el mito en las sociedades primitivas o ágrafas. El importante papel de hacer que los ciudadanos vean que su vida social tiene un sentido, dotándoles de unos referentes para interpretar simbólicamente los hechos culturales y sociales. Por eso creo que yerra Juan Pablo Fusi, por deformación de historiador profesional, pretendiendo que hay una interpretación más correcta que otra de la historia de España. La historia de España es un mito, y como tal, se oriente el mito en un sentido o en otro, dará a nuestra vida social un sentido u otro, pero no podemos decir que uno sea más correcto o fundado que el otro. Los mitos son siempre, por definición, infundados, y conllevan (como la historia) una selección de ciertos hechos como relevantes y el olvido de otros, que quedan relegados al olvido, para formar un relato mítico coherente.
    Si “lo español” o el mito España construido desde mediados del siglo XIX se ha basado en interpretaciones de Ganivet, Menéndez Pidal, Unamuno o Marías, como las que citas en tu artículo, creo que nada impide una reselección de hechos que permitiría unir a España al gran relato mítico europeo-occidental del “espíritu del capitalismo” de Max Weber, pues no sería difícil ocultar en la historia de España ciertos hechos contradictorios con tal “espíritu” y encontrar, sin embargo, a lo largo de nuestra historia ejemplos numerosos de austeridad, trabajo constante, esfuerzo continuo y honradez (esas “buenas gentes que viven,/ laboran, pasan y sueñan,/ y en un día como tantos/ descansan bajo la tierra” que inmortalizó Antonio Machado), que desdicen ese todo o nada del español que destaca Julián Marías.
    El empeño remitificador de Fusi que defiendes en tu artículo, sin embargo, se enfrenta a importantes obstáculos. Como se ha podido apreciar en las manifestaciones de ayer mismo, todavía tiene un fuerte arraigo la visión de los españoles de sí mismos heredera de una economía del “dinero que llueve del cielo”, del oro de América en el siglo XVII o de un universal providente Estado benefactor en su versión de hoy día, al que parece que muchos creen que le llueve el dinero como maná divino, más allá de que se trabaje o no esforzadamente por ganarlo.
    Además, la reconstitución del mito España, bajo unos parámetros u otros, se ve acosada por dos mitos rivales. Por un lado, el mito Europa, al que muchos de nuestra generación nos adherimos en su día como refugio a la alternativa de una España de pandereta y Coros y Danzas promovida por el régimen franquista. Y, por otro lado, el mito del regionalismo o nacionalismo, que enfrenta al honrado catalán o al serio y trabajador vasco con el español vivalavirgen, vago y poco de fiar (e incluso sucio y malencarado: léase a Sabino Arana y similares).
    Es precisamente el rechazo del mito España tal y como nos ha llegado formulado desde el siglo XIX lo que hay en la raíz de muchos de los problemas territoriales del Estado constitucional. ¿Seremos capaces de revertir ese problema sobre la base de una nueva mitificación de España en los términos que propone Ignacio Gomá? Ojalá, pero la tarea es ardua y no podemos olvidar que, en cuestiones de mitos, de interpretaciones del mundo, no cabe discusión racional alguna y las pasiones colectivas se desatan dejando escaso margen a la posibilidad de acuerdo. Y a la dificultad del empeño habrá que añadir lo escuálido del pensamiento español contemporáneo, la ausencia de pensadores de talla, capaces de articular de forma atractiva y consistente el nuevo mito de “lo español”, tras tantos años de aridez intelectual, de endogamia académica y de menosprecio de la actividad de los intelectuales, sustituidos por voceros y paniaguados varios y tertulianos de tres al cuarto.

Los comentarios están desactivados.