La eutanasia en España

Todos sabemos que los avances científicos y tecnológicos en medicina permiten hoy prolongar la vida humana hasta límites insospechados hace apenas unas décadas. El problema se plantea cuando comprobamos que, pese a que también se ha avanzado en lo referente a la calidad de esa vida, el ritmo ha sido mucho menor. En términos generales ese progreso conjunto ha sido muy positivo, pero a medida que pasa el tiempo la brecha entre ambos fenómenos se amplía, y cabe sospechar que con ella el número de situaciones angustiosas o intolerables -al menos para quién las padece- atrapadas en medio. Esto no era un problema cuando los humanos vivían en la sabana, donde vida y calidad de vida eran conceptos prácticamente sinónimos, pero sí en la actualidad.

 

La cuestión, por tanto, es si la libre decisión de poner término a la vida, cuando su titular considera que no vale la pena continuar con ella, debe o no encontrar apoyo en la sociedad. Sin duda es un tema muy complejo que requiere matizar mucho los casos y las situaciones, pero hoy por hoy en España esa petición de colaboración lo que se encuentra es con una respuesta muy simple, la del artículo 143 del Código Penal que transcribo a continuación:

 

Artículo 143.

1. El que induzca al suicidio de otro será castigado con la pena de prisión de cuatro a ocho años.

2. Se impondrá la pena de prisión de dos a cinco años al que coopere con actos necesarios al suicidio de una persona.

3. Será castigado con la pena de prisión de seis a diez años si la cooperación llegara hasta el punto de ejecutar la muerte.

4. El que causare o cooperare activamente con actos necesarios y directos a la muerte de otro, por la petición expresa, seria e inequívoca de éste, en el caso de que la víctima sufriera una enfermedad grave que conduciría necesariamente a su muerte, o que produjera graves padecimientos permanentes y difíciles de soportar, será castigado con la pena inferior en uno o dos grados a las señaladas en los números 2 y 3 de este artículo.

 

La verdad es que cuando uno lee el inciso inicial del número cuatro la primera impresión que obtiene es que la norma se dispone a eximir de pena esa conducta; pero no, al final resulta que se limita a moderarla. Es más, al tiempo de su promulgación este artículo fue objeto de críticas por no limitar el sujeto activo al personal sanitario y permitir que cualquiera, incluso fuera del ámbito médico y de las garantías que este implica, pudiera beneficiarse de la reducción de la pena.

 

Realmente todo esto resulta un tanto sorprendente. Lo que dice la norma es que el médico que atienda esa petición expresa y seria y coopere con actos directos a la muerte -concurriendo esas condiciones especiales de enfermedad terminal o padecimiento insoportable- irá menos tiempo a la cárcel; y eso siempre que se acrediten a posteriori todos esos eximentes, claro, porque si no se acreditan irá de seis a diez años. Además, debe ir con ojo, porque no son pocos los que defienden que si el médico ante una situación de dolor insoportable no aplica medidas paliativas rigurosas (con el previsible efecto secundario de provocar la muerte en muchos casos) podría estar incurriendo en responsabilidad por el otro lado.

 

Lo que ocurre en la práctica es que la sangre no suele llegar al río (salvo contados casos, como el desafortunado del Dr. Montes y del Hospital de Leganés motivado por cuestiones políticas), pero no suele llegar por la vía en que estas cosas se solucionan normalmente en España, es decir, por la puerta trasera. En este tema en concreto ampliando el concepto de eutanasia pasiva (no actuar para prolongar la vida) para comprender, entre otros, los casos de actuación con el fin de mitigar el dolor (aunque vayan a causar la muerte) o, cuando ni siquiera cabe esperar mitigarlo con el tratamiento, a través de la inyección directa del compuesto correspondiente (para causar la muerte), especialmente si el paciente tiene la suerte de ser un “enchufado” y de tener amigos entre la profesión médica. Porque ya se sabe que en España, hasta para morirse, es bueno conocer a alguien.

 

Pero lo que es innegable es que –además de la enorme dificultad de distinguir en la práctica entre eutanasia activa y pasiva, con la incertidumbre que ello implica para los profesionales de la medicina- estas disimuladas medidas de eutanasia activa se adoptan en el último momento, tras una buena dosis de sufrimiento inútil y, además, sin las garantías que exigen las legislaciones más modernas. El consentimiento, clave en esta materia, no reviste así una forma digna que permita identificarlo como tal. En conclusión, como en otros casos parecidos, la buena conciencia del legislador se garantiza por la vía de cerrar los ojos ante la realidad.

 

Comprendo que la eutanasia a petición del consumidor sin ningún tipo de condicionante –o suicidio asistido- levante recelos. No son pocos los depresivos que se han alegrado, tras mejorar de estado, de que nadie les haya ayudado. Por mi parte, pese a considerarme relativamente liberal, no soy un idólatra del consentimiento (siempre tan condicionado), y comprendo que no se considere un factor determinante en este tema si no va a acompañado de determinadas condiciones objetivas. Pero concurriendo estas, la regulación de nuestro Código Penal es manifiestamente improcedente.

 

La corriente a favor de legalizar la eutanasia en determinados casos parece imparable y encuentra reconocimiento en cada vez más países. La legislación más permisiva es la suiza, en vigor desde 1942 y que ampara incluso a los extranjeros, seguida por Holanda y Bélgica. En estos países para beneficiarse de la ayuda no es necesario encontrarse en situación terminal. En otros, como Luxemburgo, o los estados de Oregon y Washington en EEUU, se exigen unos requisitos muy rigurosos: adulto en perfecto uso de su facultades mentales, en situación terminal con una esperanza de vida no superior a seis meses, perfectamente informado, que haya solicitado ayuda a su médico en este sentido por lo menos tres veces y cuyo expediente final haya sido revisado por un segundo médico. En algunas de ellas se exige la concurrencia de sufrimiento físico o psíquico severo (ver aquí). Pero lo cierto es que incluso en los países más permisivos el riesgo de la “pendiente resbaladiza”, que implicaría una progresiva extensión de la eutanasia, no se ha concretado: siguen manteniendo las mismas cifras de manera constante. En este sentido se puede consultar este interesante artículo publicado en la revista médica Lancet sobre la experiencia holandesa.

 

En este tema, como en tantos otros en España, la sociedad parece ir muy por delante de sus políticos. Según el CIS más del 60% de los españoles están a favor de la despenalización en estos casos de enfermedad terminal (aquí). Mientras nuestro foro público cada vez está más lleno de ruido, este tema no preocupa en absoluto a nuestros representantes (otro más) enzarzados como están en sus asuntos particulares. No obstante, dado que la realidad termina siempre imponiéndose tarde o temprano, recomiendo que en el llamado testamento vital o declaración de instrucciones previas para los casos legalmente previstos de eutanasia pasiva, se incluya por el que quiera una cláusula solicitando o delegando en una persona próxima la solicitud de la eutanasia activa en determinados supuestos para el caso de que la legislación en su momento lo permita.

 

Aún así todavía quedaría por resolver el problema de los pacientes que no están en situación terminal pero cuya calidad de vida está tan deteriorada que no quieren seguir viviendo y no pueden poner fin a su vida por sus propios medios. Siempre que cuenten con suficientes recursos, la única vía que les quedaría es viajar a Suiza (aquí), aunque aquellos que les acompañen siguen corriendo el evidente riesgo de ser imputados en un procedimiento penal cuando vuelvan a su país de origen. Recientemente se planteó el caso en el Reino Unido con los padres de un jugador de rugby paralizado del cuello para abajo, aunque la fiscalía al final no presentó cargos (ver aquí). La constatación de una voluntad clara y firme del afectado, en contra del deseo de sus padres, fue un dato decisivo en la postura del fiscal. Conforme al artículo de Código Penal anteriormente citado, la situación en España sería muy diferente, pues ese consentimiento sólo serviría para mitigar la pena, no para eximirla. Sin perjuicio de que luego, en la práctica, las cosas puedan ser otra vez muy diferentes, como algún caso famoso ha venido a probar ultimamente.

 

Estos supuestos son los más difíciles, sin duda alguna, pero están ahí y debemos empezar a reflexionar sobre ellos, ponderando todos los riesgos y los intereses en juego. Pero, por el momento, lo único verdaderamente necesario es resolver los casos más evidentes.

21 comentarios
  1. Manu Oquendo
    Manu Oquendo Dice:

    Buenas noches.

    Tengo que madrugar pero el asunto lo merece y dado que mi posición está ya razonablemente pensada voy a tratar de exponer algunos de sus componentes.

    Desde un planteamiento puramente laicista no veo problema alguno en reformar el 143 del CP (es lo que ha hecho Suiza) y respetar la libertad de suicidio adulto, informado y responsable, incluso sin que la persona se encuentre en situación terminal. Sin participación decisoria del estado, naturalmente.

    En España se nos suicidan unas 3600 personas largas al año. Unas 10 diarias. 2.4 hombres por cada mujer. Es una de esas cosas que esta sociedad no quiere ver.

    Hoy día el “tránsito” puede ser una experiencia humanamente enriquecedora y mucho más digna que entre las ruedas de un tren que es el recurso máss usual del suicida serio.

    Recordad aquellas escenas de la película Soylent Green de hace 40 años en las que un anciano, oyendo a Mozart o Bach, se despedía sonriendo y contemplando entre lágrimas lentas la película de las praderas de su infancia y los mejores momentos del camino recorrido rodeado de sus seres queridos.

    Sócrates, sin la parte multimedia, se nos fue de forma parecida.

    Pero estoy convencido de que algo tan sencillo y tan posible hoy día con algunos fármacos ya viejos no es lo que tienen en mente los que rigen nuestros destinos.

    No, aquí ya están organizados en los hospiutales los Comités Bioéticos –con representantes sindicales y si me apuran celadores– que en su momento tendrán que aprobar los óbitos por el viejo procedimiento del checklist que se hizo tristemente célebre en Leganés.

    La infraestructura burocrática ya está a disposición del legislador. a la espera de la conveniencia electoral.

    Hace cuatro años una de nuestras queridas consuegras se pasó tres meses y medio en coma profundo, clínicamente al otro lado y totalmente sostenida por maquinaria en todas sus funciones desde un 28 dfe Diciembre en un hermoso hospital de Cáceres. El San Pedro de Alcántara que por aquel entonces conocimos a fondo.

    Hoy nos llama una vez al mes y está fresca y viva como una rosa viajera de norte a sur de las Españas. 
    Esta persona, si llega a entrar en Leganés en aquella época, tarda un día en salir hacia el tanatorio con  todas las firmas y bendiciones del comité de bioética.

    A mi lo que me da terror no es la decisión personal libre e informada.

    Eso no es lo que busca el sistema.

    Lo que busca, ahora que se ha arrogado el derecho de promulgar leyes morales, es acceder a la expresión suprema del poder: la decisión de administrar la muerte por “checklist” y de este modo poder, por fin, controlar el coste de esta forma de estado.

    Lo que quieren es decidir por los cientos de miles que llegan  críticos a urgencias y no han decidido ni decidirán nada porque no pueden.

    Lo que se busca no es dar la libertad de decidir, es decidir por nosotros.

    En ese instante se cierra el círculo. From Cradle to Grave. De la cuna a la tumba.

    Por eso, no por otra cosa, me parece muy peligroso darles alas antes de que una madura ciudadanía controle de verdad lo que nos sucede. Y estamos cada vez más lejos de ese punto.

    Buenas noches.

    • Manu Oquendo
      Manu Oquendo Dice:

      Buenas noches.

      Tengo que madrugar pero el asunto lo merece y dado que mi posición está ya razonablemente pensada voy a tratar de exponer algunos de sus componentes.

      Desde un planteamiento puramente laicista no veo problema alguno en reformar el 143 del CP (es lo que ha hecho Suiza) y respetar la libertad de suicidio adulto, informado y responsable, incluso sin que la persona se encuentre en situación terminal. Sin participación decisoria del estado, naturalmente.

      En España se nos suicidan unas 3600 personas largas al año. Unas 10 diarias. 2.4 hombres por cada mujer. Es una de esas cosas que esta sociedad no quiere ver.

      Hoy día el “tránsito” puede ser una experiencia humanamente enriquecedora y mucho más digna que entre las ruedas de un tren que es el recurso máss usual del suicida serio.

      Recordad aquellas escenas de la película Soylent Green de hace 40 años en las que un anciano, oyendo a Mozart o Bach, se despedía sonriendo y contemplando entre lágrimas lentas la película de las praderas de su infancia y los mejores momentos del camino recorrido rodeado de sus seres queridos.

      Sócrates, sin la parte multimedia, se nos fue de forma parecida.

      Pero estoy convencido de que algo tan sencillo y tan posible hoy día con algunos fármacos ya viejos no es lo que tienen en mente los que rigen nuestros destinos.

      No, aquí ya están organizados en los hospiutales los Comités Bioéticos –con representantes sindicales y si me apuran celadores– que en su momento tendrán que aprobar los óbitos por el viejo procedimiento del checklist que se hizo tristemente célebre en Leganés.

      La infraestructura burocrática ya está a disposición del legislador. a la espera de la conveniencia electoral.

      Hace cuatro años una de nuestras queridas consuegras se pasó tres meses y medio en coma profundo, clínicamente al otro lado y totalmente sostenida por maquinaria en todas sus funciones desde un 28 dfe Diciembre en un hermoso hospital de Cáceres. El San Pedro de Alcántara que por aquel entonces conocimos a fondo.

      Hoy nos llama una vez al mes y está fresca y viva como una rosa viajera de norte a sur de las Españas. 
      Esta persona, si llega a entrar en Leganés en aquella época, tarda un día en salir hacia el tanatorio con  todas las firmas y bendiciones del comité de bioética.

      A mi lo que me da terror no es la decisión personal libre e informada.

      Eso no es lo que busca el sistema.

      Lo que busca, ahora que se ha arrogado el derecho de promulgar leyes morales, es acceder a la expresión suprema del poder: la decisión de administrar la muerte por “checklist” y de este modo poder, por fin, controlar el coste de esta forma de estado.

      Lo que quieren es decidir por los cientos de miles que llegan  críticos a urgencias y no han decidido ni decidirán nada porque no pueden.

      Lo que se busca no es dar la libertad de decidir, es decidir por nosotros.

      En ese instante se cierra el círculo. From Cradle to Grave. De la cuna a la tumba.

      Por eso, no por otra cosa, me parece muy peligroso darles alas antes de que una madura ciudadanía controle de verdad lo que nos sucede. Y estamos cada vez más lejos de ese punto.

      Buenas noches.

  2. Quasimontoro
    Quasimontoro Dice:

    Manu Oquendo nos recuerda el viejo dicho del laborismo inglés que prometía seguridad desde la cuna a la tumba. Hoy, sin embargo, el problema es llegar “entero“ primero a la cuna y luego a la tumba. Desde el punto de vista tecnológico, el problema se origina en el mayor número de caminos para llegar a cada una que nos permite y nos fuerza a elecciones que antes no teníamos. Desde el punto de vista ético, el problema es cuánto ha cambiado nuestra idea de “entero“, esto es, los principios que aceptamos como guía para nuestras elecciones.

    Lo vemos primero en la elección de quiénes saldrán “enteros“ de la cuna. Nuevas tecnologías nos han convencido de que la cantidad es nuestra decisión y últimamente que tenemos mucho que decir sobre la calidad biológica de quienes se graduarán de sus cunas. Vemos en un extremo a padres muy exigentes –un varón o dos, mujer y varón, sin defecto alguno– y en otro un número menor de padres que todavía aceptan el número y sexo que el destino les reservó y con los defectos que este destino quiso. Hoy la simple existencia de un nuevo humano se puede decir que es resultado en gran medida de decisiones conscientes de sus padres y no debemos sorprendernos que estas decisiones reflejen la aceptación de principios diversos. Podemos debatir estos principios eternamente, pero la misma discusión nos hará ver la dificultad creciente de que un principio sea aceptado y los demás rechazados. Para peor, algunas elecciones imponen externalidades negativas –no sólo hay quienes exigen que la sociedad les pague sus métodos anticonceptivos y tratamientos proconceptivos, sino que además les pague las consecuencias de sus preferencias (hijos con defectos graves) y sobre todo de sus errores (padres que luego descubren que criar un hijo no es gratis). 

    Y ya en la cuarta edad (cuando uno ha entrado en la tercera sueña con la cuarta), el problema de llegar “enteros“ a la tumba nos preocupa aún más porque la elección la tiene el interesado, generalmente condicionado por la proximidad de su pareja, sus hijos y otros. De igual manera que tenemos el problema legal de determinar cuándo un feto es persona, tenemos el problema de determinar cuando un interesado deja de ser persona y otros deben decidir por él. Pero cualquiera sea la solución de ese problema, el interesado o los otros tienen que “decidir“ hasta cuándo seguir viviendo, hasta cuando la posibilidad de que todavía haya un mañana mejor que hoy justifica la decisión de hacer algo que permita llegar a mañana. Sí, lo pongo en términos que un economista llamaría marginalistas –el beneficio y el costo de un día más. Por supuesto, a medida que nos parece que la conclusión de ese balance será negativa, manipulamos nuestros principios para concluir la conveniencia de esperar confiando en habernos equivocado en el cálculo. No hay tecnología nueva que nos permita suponer el fin de la muerte, que nos prometa vida eterna en la tierra, y por tanto no puede haber principios que nieguen la muerte. Sólo puede haber principios para morir dignamente, pero aun reconociendo que no hay una única idea de dignidad, cualquier principio debe ser claro respecto a la justificación para prolongar la vida imponiendo costos a otros. Con el tiempo me he dado cuenta que el desafío mayor es evitar la tiranía de los viejos –su inclinación por imponer costos a otros. 

    No sorprende que el interesante artículo de Rodrigo tenga muchas palabras cuyo contenido específico son decisivas para que estemos de acuerdo o no en las normas que deberían regular la eutanasia. De todas esas palabras, encuentro que la palabra crítica es “por la puerta trasera“ –cuando las normas no pueden basarse en principios de amplia aceptación, esta puerta tiene que ser grande y estar siempre abierta.  

    • Fran Saurí
      Fran Saurí Dice:

      “Por supuesto, a medida que nos parece que la conclusión de ese balance será negativa, manipulamos nuestros principios para concluir la conveniencia de esperar confiando en habernos equivocado en el cálculo.”

      Depende. Si se es un utilitarista (algo que muy bien conviene al enfoque económico), el único principio es el mayor bienestar para la mayor cantidad de gente. No hay otro principio y, por tanto, no hay cambio de principios

    • Quasimontoro
      Quasimontoro Dice:

      Yo creo que todos somos parcialmente utilitarias porque no podemos ignorar las consecuencias de nuestras acciones para nosotros y algunos otros (aunque no tengamos en cuanta a todos los otros) y también porque algo siempre nos queda de los principios “absolutos“ que nos “injertaron“ durante la infancia.  

  3. Quasimontoro
    Quasimontoro Dice:

    Manu Oquendo nos recuerda el viejo dicho del laborismo inglés que prometía seguridad desde la cuna a la tumba. Hoy, sin embargo, el problema es llegar “entero“ primero a la cuna y luego a la tumba. Desde el punto de vista tecnológico, el problema se origina en el mayor número de caminos para llegar a cada una que nos permite y nos fuerza a elecciones que antes no teníamos. Desde el punto de vista ético, el problema es cuánto ha cambiado nuestra idea de “entero“, esto es, los principios que aceptamos como guía para nuestras elecciones.

    Lo vemos primero en la elección de quiénes saldrán “enteros“ de la cuna. Nuevas tecnologías nos han convencido de que la cantidad es nuestra decisión y últimamente que tenemos mucho que decir sobre la calidad biológica de quienes se graduarán de sus cunas. Vemos en un extremo a padres muy exigentes –un varón o dos, mujer y varón, sin defecto alguno– y en otro un número menor de padres que todavía aceptan el número y sexo que el destino les reservó y con los defectos que este destino quiso. Hoy la simple existencia de un nuevo humano se puede decir que es resultado en gran medida de decisiones conscientes de sus padres y no debemos sorprendernos que estas decisiones reflejen la aceptación de principios diversos. Podemos debatir estos principios eternamente, pero la misma discusión nos hará ver la dificultad creciente de que un principio sea aceptado y los demás rechazados. Para peor, algunas elecciones imponen externalidades negativas –no sólo hay quienes exigen que la sociedad les pague sus métodos anticonceptivos y tratamientos proconceptivos, sino que además les pague las consecuencias de sus preferencias (hijos con defectos graves) y sobre todo de sus errores (padres que luego descubren que criar un hijo no es gratis). 

    Y ya en la cuarta edad (cuando uno ha entrado en la tercera sueña con la cuarta), el problema de llegar “enteros“ a la tumba nos preocupa aún más porque la elección la tiene el interesado, generalmente condicionado por la proximidad de su pareja, sus hijos y otros. De igual manera que tenemos el problema legal de determinar cuándo un feto es persona, tenemos el problema de determinar cuando un interesado deja de ser persona y otros deben decidir por él. Pero cualquiera sea la solución de ese problema, el interesado o los otros tienen que “decidir“ hasta cuándo seguir viviendo, hasta cuando la posibilidad de que todavía haya un mañana mejor que hoy justifica la decisión de hacer algo que permita llegar a mañana. Sí, lo pongo en términos que un economista llamaría marginalistas –el beneficio y el costo de un día más. Por supuesto, a medida que nos parece que la conclusión de ese balance será negativa, manipulamos nuestros principios para concluir la conveniencia de esperar confiando en habernos equivocado en el cálculo. No hay tecnología nueva que nos permita suponer el fin de la muerte, que nos prometa vida eterna en la tierra, y por tanto no puede haber principios que nieguen la muerte. Sólo puede haber principios para morir dignamente, pero aun reconociendo que no hay una única idea de dignidad, cualquier principio debe ser claro respecto a la justificación para prolongar la vida imponiendo costos a otros. Con el tiempo me he dado cuenta que el desafío mayor es evitar la tiranía de los viejos –su inclinación por imponer costos a otros. 

    No sorprende que el interesante artículo de Rodrigo tenga muchas palabras cuyo contenido específico son decisivas para que estemos de acuerdo o no en las normas que deberían regular la eutanasia. De todas esas palabras, encuentro que la palabra crítica es “por la puerta trasera“ –cuando las normas no pueden basarse en principios de amplia aceptación, esta puerta tiene que ser grande y estar siempre abierta.  

  4. ENNECERUS
    ENNECERUS Dice:

    Rodirgo, el doctor de Leganés era Montes y no Robles, si no recuerdo mal. Y su caso fue sobreseido porque no se consideró suficiente prueba la evidencia estadística.

    El debate es interesado porque al estado le interesa y más que le va a interesar, descargar los gastos tremendos que ocasionan los cuidados paliativos, que s epueden ahorrar mediante una política de generalización de las eutanasias, de la que se librarán quienes tengan recursos para ello y parientes que estén dispuestos a sacrificarlos en mantener con vida al enfermo.

    Lo cierto es que nunca ha habido ningún problema ni debate serio en España, más allá de dos o tres casos que alcanzaron notoriedad por su utilización mediática y cinematográfica.     

    • Rodrigo Tena Arregui
      Rodrigo Tena Arregui Dice:

      Correcto, uno no puede fiar nada a la memoria, especialmente si existe google, corregido.
      No ha habido debate serio en España, correcto también, ¿pero eso significa que no hay problema en España? ¿O quizá que a los partidos éste es un tema que no les interesa, como tantos otros que no afectan directamente a las guerras partitocráticas? Sí ha habido debate en el extranjero, y muy serio además, ¿en dónde descansa entonces la diferencia? ¿Aquí la gente se muere sin dolor y sin angustia? Debe ser por eso por lo que los jubilados de toda Europa vienen a pasar sus últimos días a la Costa del Sol…

  5. elisadelanuez
    elisadelanuez Dice:

    Creo que como bien apunta el autor, lo más curioso del debate es, precisamente, la falta de debate. Como si aquí no hubiese los mismos problemas que en otros países avanzados, con o sin sol, con o sin familiares abnegados. Y es curioso porque todos conocemos casos más o menos cercanos, y como bien dice Rodrigo, hasta para morirse como y cuando uno quiere hay que estar enchufado.  

    • Fernando Gomá Lanzón
      Fernando Gomá Lanzón Dice:

      Rodrigo y Elisa, en relación con la falta de debate sobre este tema, que si bien no copa portadas salvo supuestos muy excepcionales, sí está presente en la vida de muchas personas y familias, mi impresión es que la causa quizá haya que buscarla en que se trata de algo que ha de surgir como iniciativa, de la propia sociedad civil, organizada, no de los poderes públicos. Y como hemos hablado muchas veces, uno de los grandes déficit que tiene España es precisamente el provocado por esa ausencia de una sociedad civil fuerte, estructurada y con iniciativa propia en todas las facetas que le interesan, antes de que los poderes públicos actúen o aunque no lo hagan.

  6. Jesús Casas
    Jesús Casas Dice:

    Este “post” y sus comentarios hacen pensar o repensar mucho sobre un tema tan serio y tan profundo. Cada individuo y familia tendrá sus propias convicciones biológicas, médicas, éticas, filosóficas, morales y sociales al respecto, pero la cuestión es qué debe llevarse a la Ley para evitar conductas dañosas (e irreparables, en este caso) tanto por exceso como por defecto (significando aquí exceso el de favorecer la eutanasia en casos en los que el paciente no ha podido expresarse y el defecto obligarle a vivir en condiciones inadecuadas). Manu lo tiene pensado, pero yo no tanto. Creo que las “voluntades anticipadas” son un instrumento válido, pero debo confesar que no he tenido tiempo de estudiarlas y creo que va por Comunidades Autónomas. Si el dueño del cuerpo que padece se ha expresado libremente, el principio de autonomía de la voluntad debería respetarse, pero sería deseable que esa prestación de consentimiento requiera información médica (consentimiento informado) y creo que no es el caso (es decir, que no se necesita asesoramiento médico sobre lo que significa lo que se dice al Notario o Registro Administrativo, según sea el caso). ¿Verdad? Tengo que escribir las mías. Cuando tienes que decidir sobre otra persona lo último que piensas es en la Ley. Piensas (sientes) su sufrimiento físico y moral y qué posibilidades hay de aliviarlo o superarlo. Por lo demás, ya que yo vivo parte del tiempo en una “Roma” ideal (no la que fue) pienso que la “dignitas” (por cierto, el nombre de la asociacion suiza) es superior a la vida misma. Finalmente, es parcialmente cierto que a los españoles, que tanto hablamos de la muerte, nos gusta poco debatir ordenadamente sobre estos temas, pero por discrepar un poco, creo que en España sí hay un debate sobre la eutanasia, el aborto, la bioética, etc., pero, como casi siempre, me da al impresión de que maximalista e intermitente. Rodrigo, los temas del “Derecho biológico” ahora que la ciencia ha saltado de su árbol al de la “vida”, son muy muy profundos. Espero que sigáis tratándolos con sensibilidad y seriedad, como en este tuyo (y sus comentarios, insisto). 

    • Rodrigo Tena Arregui
      Rodrigo Tena Arregui Dice:

      Gracias Jesús, yo creo que las voluntades anticipadas o  testamento vital es hoy por hoy algo muy conveniente, pero lógicamente limitado a la (mal llamada, según algunos) eutanasia pasiva. Su finalidad  es evitar el encarnizamiento terapéutico dejando claro que entre la opción de prolongar la vida sin posibilidad razonable de evitar la muerte y adoptar todas las medidas que permitan evitar el sufrimiento a precio de acortarla el paciente opta claramente por la segunta.
      Sin embargo estoy de acuerdo contigo en que el tema es mucho más complejo de lo que parece, aunque tampoco pienso que un asesoramiento médico en el momento de redactarlas simplifique esa complejidad. Lo que ocurre es que en muchas ocasiones la diferencia entre lo que es pasivo y lo que es activo es borrosa, por no decir inexistente. El caso típico es el de la posible retirada de respiradores artificiales, que conviene incluir también en el testamento vital sin duda alguna, para evitar problemas de toda índole.
      En cuanto al debate inexistente lo cierto es que el PSOE prometió cuando gobernaba una ley de eutanasia, pero al final consideró que le implicaba más coste político que beneficios. 

  7. Manu Oquendo
    Manu Oquendo Dice:

    Hay entre los comentarios una reflexión acerca de la falta de debate.

    Si el planteamiento es el de modificar el 143 del CP (en adelante la vía Suiza o despenalizar el suicidio, respetanddo la libertad de elección del adulto responsable) no debería haber apenas debate.

    ¿Por qué lo habría? ¿Acaso porque le quitamos renta fiscal al estado? No se me ocurre otra y esa es muy triste.
    ¿Por qué otra razón no podría una persona decidir sobre su propio cuerpo en esta forma de estado? Se me escapa.

    Desde las ideologías estatistas vigentes se están mezclando y conceptos muy diferentes por intereses que debemos analizar.  

    La definición de Eutanasia nos da cierta luz: “Acción u omisión que para evitar sufrimientos a los pacientes desahuciados, acelera su muerte con su consentimiento o sin él

    A estas edades casi todos hemos visto la muerte de cerca y sabemos que el dolor no está presente en el enfermo terminal desde hace al menos sesenta años. Siempre ha habido en nuestras sociedades fármacos que lo evitan.
    La palabra Eutanasia no es aplicable a nuestra realidad tan diferente de hace sólo cien o más años.

    Salvo circunstancias excepcionales (guerras, desastres sin posibilidad de atención médica o enfermos que desean morir porque no soportan vivir con sus limitaciones) explicarlo para que el paciente no sufra es inexacto.

    Hoy, los motivos siempre son otros.

    O se trata de un paciente no terminal que prefiere no seguir viviendo (caso de la película del señor gallego) o el interés de terceros de todo tipo es lo que está en juego normalmente. 

    El primer caso, el enfermo de “mar adentro“, estaría resuelto modificando el 143 y respetando su libertad de decisión. Facilísimo y poca gente lo discutiría.

    En los otros casos ya no hablamos de Eutanasia porque lo que pesa es el interés de terceros en acortar la vida de alguien que ni está consciente ni sufre (caso de mi consuegra durante sus 110 días en coma profundo en una UCI)

    Y este asunto (que no es Eutanasia) sí que es para pensárselo muy a fondo y Debatirlo.

    Yo creo que si el PSOE no lo hizo es porque captó que la gente ha llegado al fondo de la custión y es tan crudo que explicarlo lo agrava. 

    Pero tampoco dan libertad.
    Porque eso es lo último que están dispuestos a dar. “Hasta ahí podríamos llegar, –piensan–; que se acostumbren a decidir en cosas serias”.

    Lo anterior es, como apuntaba anoche, desde una perspectiva laicista.

    Otra cosa es lo que  cada uno piense desde sus creencias religiosas. 

    A mi modo soy creyente y veo  la muerte como un tránsito.
    No como una estación terminal ni pienso que esta vida sea nuestro único ni mayor tesoro. 

    Desde mi perspectiva creo que el suicidio no es moralmente positivo (tengo amigos que se han suicidado) pero dependiendo del caso no puedo condenarlo moralmente.
    Depende de la intención y las circunstancias.

    Pero respetemos la libertad.

    Saludos
     

    • Rodrigo Tena Arregui
      Rodrigo Tena Arregui Dice:

      Gracias Manu por tus comentarios. Nos obstante me gustaría hacer dos matizaciones. La primera en relación a esta frase: “sabemos que el dolor no está presente en el enfermo terminal desde hace al menos sesenta años. Siempre ha habido en nuestras sociedades fármacos que lo evitan.” Yo no soy tan optimista, hay cánceres en los que eliminar el dolor es muy complicado. Aparte de que una cosa es la teoría y otra la práctica en los hospitales españoles: “enfermera/o, que se ha olvidado de….(lo que sea)”.
      La segunda es que no me parece tan claro el asunto de los que no siendo enfermos terminales quieren suicidarse con la ayuda de los demás. Ningún prejuicio moral en contra de los suicidas, faltaría más, pero moral y Derecho son dos cosas distintas. El Derecho tiene  que pensar en los grandes números y si la vida depende simplemente del consentimiento de su titular, entonces entramos en un  terreno peligroso, especialmente en una sociedad en el que el consentimiento tiene mil formas para ser coaccionado.

  8. Manu Oquendo
    Manu Oquendo Dice:

    Hay entre los comentarios una reflexión acerca de la falta de debate.

    Si el planteamiento es el de modificar el 143 del CP (en adelante la vía Suiza o despenalizar el suicidio, respetanddo la libertad de elección del adulto responsable) no debería haber apenas debate.

    ¿Por qué lo habría? ¿Acaso porque le quitamos renta fiscal al estado? No se me ocurre otra y esa es muy triste.
    ¿Por qué otra razón no podría una persona decidir sobre su propio cuerpo en esta forma de estado? Se me escapa.

    Desde las ideologías estatistas vigentes se están mezclando y conceptos muy diferentes por intereses que debemos analizar.  

    La definición de Eutanasia nos da cierta luz: “Acción u omisión que para evitar sufrimientos a los pacientes desahuciados, acelera su muerte con su consentimiento o sin él

    A estas edades casi todos hemos visto la muerte de cerca y sabemos que el dolor no está presente en el enfermo terminal desde hace al menos sesenta años. Siempre ha habido en nuestras sociedades fármacos que lo evitan.
    La palabra Eutanasia no es aplicable a nuestra realidad tan diferente de hace sólo cien o más años.

    Salvo circunstancias excepcionales (guerras, desastres sin posibilidad de atención médica o enfermos que desean morir porque no soportan vivir con sus limitaciones) explicarlo para que el paciente no sufra es inexacto.

    Hoy, los motivos siempre son otros.

    O se trata de un paciente no terminal que prefiere no seguir viviendo (caso de la película del señor gallego) o el interés de terceros de todo tipo es lo que está en juego normalmente. 

    El primer caso, el enfermo de “mar adentro“, estaría resuelto modificando el 143 y respetando su libertad de decisión. Facilísimo y poca gente lo discutiría.

    En los otros casos ya no hablamos de Eutanasia porque lo que pesa es el interés de terceros en acortar la vida de alguien que ni está consciente ni sufre (caso de mi consuegra durante sus 110 días en coma profundo en una UCI)

    Y este asunto (que no es Eutanasia) sí que es para pensárselo muy a fondo y Debatirlo.

    Yo creo que si el PSOE no lo hizo es porque captó que la gente ha llegado al fondo de la custión y es tan crudo que explicarlo lo agrava. 

    Pero tampoco dan libertad.
    Porque eso es lo último que están dispuestos a dar. “Hasta ahí podríamos llegar, –piensan–; que se acostumbren a decidir en cosas serias”.

    Lo anterior es, como apuntaba anoche, desde una perspectiva laicista.

    Otra cosa es lo que  cada uno piense desde sus creencias religiosas. 

    A mi modo soy creyente y veo  la muerte como un tránsito.
    No como una estación terminal ni pienso que esta vida sea nuestro único ni mayor tesoro. 

    Desde mi perspectiva creo que el suicidio no es moralmente positivo (tengo amigos que se han suicidado) pero dependiendo del caso no puedo condenarlo moralmente.
    Depende de la intención y las circunstancias.

    Pero respetemos la libertad.

    Saludos
     

  9. José Jarauta
    José Jarauta Dice:

     No tengo mucho tiempo para escribir, así que solo apuntaré una “nota de color”.

     
    Fearful elderly people carry ‘anti-euthanasia cards’
    Elderly people in the Netherlands are so fearful of being killed by doctors that they carry cards saying they do not want euthanasia, according to a campaigner who says allowing assistant suicide in Britain would put the vulnerable at risk.

    http://www.telegraph.co.uk/health/healthnews/8466996/Fearful-elderly-people-carry-anti-euthanasia-cards.html

  10. José Jarauta
    José Jarauta Dice:

     No tengo mucho tiempo para escribir, así que solo apuntaré una “nota de color”.

     
    Fearful elderly people carry ‘anti-euthanasia cards’
    Elderly people in the Netherlands are so fearful of being killed by doctors that they carry cards saying they do not want euthanasia, according to a campaigner who says allowing assistant suicide in Britain would put the vulnerable at risk.

    http://www.telegraph.co.uk/health/healthnews/8466996/Fearful-elderly-people-carry-anti-euthanasia-cards.html

  11. Curro Arriola
    Curro Arriola Dice:

    España es el país del coladero.
    Cuando se legalizó el aborto todo era hablar de la “pobre chica violada”, pero luego se introdujo lo del “riesgo grave para la salud psíquica”, es decir, aborto libre en realidad. Abortos por violación casi ni han habido.
    Por eso me da miedo este asunto. No digo que no sea conveniente hablar de la eutanasia; digo que me da miedoporque vivo en España. Quiero morirme cuando me toque, no que me “ayude” ningún Doctor Muerte apoyándose en leyes- coladero. O que ni me “ayude”, sino que sustituya mi voluntad y la de mis familiares. ¿Ha pasado?
    Lo que apunta Rodrigo sobre introducir claúsulas “para cuando la legislación lo permita” es interesantísimo; y abre curiosísimas posibilidades. La de cosas que hay actualmente prohibidas por la Ley, incluso la ley Penal… sí, es interesantísimo.

  12. Curro Arriola
    Curro Arriola Dice:

    España es el país del coladero.
    Cuando se legalizó el aborto todo era hablar de la “pobre chica violada”, pero luego se introdujo lo del “riesgo grave para la salud psíquica”, es decir, aborto libre en realidad. Abortos por violación casi ni han habido.
    Por eso me da miedo este asunto. No digo que no sea conveniente hablar de la eutanasia; digo que me da miedoporque vivo en España. Quiero morirme cuando me toque, no que me “ayude” ningún Doctor Muerte apoyándose en leyes- coladero. O que ni me “ayude”, sino que sustituya mi voluntad y la de mis familiares. ¿Ha pasado?
    Lo que apunta Rodrigo sobre introducir claúsulas “para cuando la legislación lo permita” es interesantísimo; y abre curiosísimas posibilidades. La de cosas que hay actualmente prohibidas por la Ley, incluso la ley Penal… sí, es interesantísimo.

  13. Ignacio Gomá Lanzón
    Ignacio Gomá Lanzón Dice:

    Yo tuve la oportunidad de formar parte de la comisión que por el Colegio Notarial de Madrid negoció con la Comunidad de Madrid el convenio el convenio sobre inscripción de las Instrucciones Previas y uno de los puntos que se trataron fue la posibilidad de incluir la eutanasia activa, caso de que la ley efectivamente lo permitiera en el futuro, llegando a la conclusión de que no podía ponerse en el clausulado normal porque no está previsto pero sí en el apartado “Otras instrucciones inscribibles”, siempre debidamente condicionado.
     
    Este caso es el verdaderamente importante y sobre el que hay que decidir. Sobre si hay o no debate, yo tengo que reconocer que sí me sorprendí en la relación con los técnicos de la Comunidad y pienso que sí hay más de lo que parece, al menos en el ámbito sanitario. Tengo fichada alguna entrevista de un colaborador de este blog como Federico de Montalvo. También he de decir que la traslación de ciertos conceptos sanitarios al mundo jurídico no fue sencillo: tienen, o pretenden tener, ciertas categorías propias. Véase una reseña de un seminario al respecto:
     
    http://www.elnotario.com/egest/noticia.php?id=2262&seccion_ver=0
     
    Por otro lado, he de decir que, a pesar de los esfuerzos colegiales para sistematizar conceptos y realizar modelos, en la práctica son poquísimas las instrucciones previas que se firman (aunque se pueden hacer también en el propio registro), lo que es indicativo de que no es que no haya debate sino de que quizá todavía la sociedad no ha puesto esta cuestión en primera línea de sus intereses, a pesar de la película “Mar Adentro”
     

  14. Ignacio Gomá Lanzón
    Ignacio Gomá Lanzón Dice:

    Yo tuve la oportunidad de formar parte de la comisión que por el Colegio Notarial de Madrid negoció con la Comunidad de Madrid el convenio el convenio sobre inscripción de las Instrucciones Previas y uno de los puntos que se trataron fue la posibilidad de incluir la eutanasia activa, caso de que la ley efectivamente lo permitiera en el futuro, llegando a la conclusión de que no podía ponerse en el clausulado normal porque no está previsto pero sí en el apartado “Otras instrucciones inscribibles”, siempre debidamente condicionado.
     
    Este caso es el verdaderamente importante y sobre el que hay que decidir. Sobre si hay o no debate, yo tengo que reconocer que sí me sorprendí en la relación con los técnicos de la Comunidad y pienso que sí hay más de lo que parece, al menos en el ámbito sanitario. Tengo fichada alguna entrevista de un colaborador de este blog como Federico de Montalvo. También he de decir que la traslación de ciertos conceptos sanitarios al mundo jurídico no fue sencillo: tienen, o pretenden tener, ciertas categorías propias. Véase una reseña de un seminario al respecto:
     
    http://www.elnotario.com/egest/noticia.php?id=2262&seccion_ver=0
     
    Por otro lado, he de decir que, a pesar de los esfuerzos colegiales para sistematizar conceptos y realizar modelos, en la práctica son poquísimas las instrucciones previas que se firman (aunque se pueden hacer también en el propio registro), lo que es indicativo de que no es que no haya debate sino de que quizá todavía la sociedad no ha puesto esta cuestión en primera línea de sus intereses, a pesar de la película “Mar Adentro”
     

  15. Curro Arriola
    Curro Arriola Dice:

    La Sociedad (al menos parte de ella) está bastante de acuerdo con ir abriendo debates sobre legalizaciones de las más variadas cosas.

    Por ejemplo, la legalización de las drogas, sobre todo la cocaína, asunto en el que millones de españoles “votan con la nariz” ( y así va España…)
    Si empezamos a “abrir melones” vamos a llegar donde ni nos imaginamos. A ello; todo sea por la “libertad”.
    Seguro que así estaremos muchísimo mejor. En la misma línea de otros “avances” parecidos.

  16. Cvm Privilegio
    Cvm Privilegio Dice:

    Estimado señor Tena:  

    “La sociedad, todo para la sociedad, todo por la sociedad, la sociedad siempre, la sociedad en todas circunstancias, la sociedad en todas ocasiones.”

    Y la sociedad encontrará vías, como siempre encuentra, para que los viejos no le sean una carga insoportable. 

    Hace tiempo traduje este fragmento de “The Law of Primitive Man” de E. Adamson Hoebel:

    Aunque pueden ser otros quienes decidan que los días de un anciano han acabado, la solicitud de morir suele venir de él mismo. El homicidio debe ser llevado a cabo por un pariente, para impedir posibles venganzas. Si el infanticidio es aceptado de forma natural, no ocurre así con el senilicidio y el invalicidio; los vínculos emocionales construidos a lo largo de los años no se cortan con tanta facilidad, y no es infrecuente que el anciano tenga que insistir en su derecho a solicitar la muerte, y que el pariente sea compelido a cumplir con su deber. Weyer registra un ejemplo conmovedor:

    Un cazador que vivía en las islas Diómedes contó a este escritor cómo mató a su propio padre, a petición de éste. La salud del viejo esquimal se deterioraba, ya no podía contribuir como miembro del grupo tanto como pensaba que debía; así que pidió a su hijo, entonces un muchacho de unos doce años, que le afilara el gran cuchillo de caza. Luego le indicó el punto vulnerable donde debía apuñalarlo, justo encima del corazón. El muchacho hundió el cuchillo, pero el golpe no dio resultado. El anciano padre le sugirió con dignidad y resignación: “Inténtalo un poco más arriba, hijo mío”. La segunda puñalada fue efectiva y el patriarca pasó al reino de las sombras ancestrales.
     

     

  17. Cvm Privilegio
    Cvm Privilegio Dice:

    Estimado señor Tena:  

    “La sociedad, todo para la sociedad, todo por la sociedad, la sociedad siempre, la sociedad en todas circunstancias, la sociedad en todas ocasiones.”

    Y la sociedad encontrará vías, como siempre encuentra, para que los viejos no le sean una carga insoportable. 

    Hace tiempo traduje este fragmento de “The Law of Primitive Man” de E. Adamson Hoebel:

    Aunque pueden ser otros quienes decidan que los días de un anciano han acabado, la solicitud de morir suele venir de él mismo. El homicidio debe ser llevado a cabo por un pariente, para impedir posibles venganzas. Si el infanticidio es aceptado de forma natural, no ocurre así con el senilicidio y el invalicidio; los vínculos emocionales construidos a lo largo de los años no se cortan con tanta facilidad, y no es infrecuente que el anciano tenga que insistir en su derecho a solicitar la muerte, y que el pariente sea compelido a cumplir con su deber. Weyer registra un ejemplo conmovedor:

    Un cazador que vivía en las islas Diómedes contó a este escritor cómo mató a su propio padre, a petición de éste. La salud del viejo esquimal se deterioraba, ya no podía contribuir como miembro del grupo tanto como pensaba que debía; así que pidió a su hijo, entonces un muchacho de unos doce años, que le afilara el gran cuchillo de caza. Luego le indicó el punto vulnerable donde debía apuñalarlo, justo encima del corazón. El muchacho hundió el cuchillo, pero el golpe no dio resultado. El anciano padre le sugirió con dignidad y resignación: “Inténtalo un poco más arriba, hijo mío”. La segunda puñalada fue efectiva y el patriarca pasó al reino de las sombras ancestrales.
     

     

  18. Manu Oquendo
    Manu Oquendo Dice:

    Mi esposa es de natural más osado que un servidor. Yo propendo a procrastinar. Es decir, en cosas que no tengo claras me vuelvo algo parecido al maestro de Rajoy y dejo que las soluciones naturales se vayan “manifestando” o resolviendo solas. Lo hacen casi siempre.

    Mi esposa y una amiga han inscrito lo de sus “Instrucciones” hace unos meses en un arrebato de modernidad previsora. Cuando me lo contaron para ver qué decía guardé un prudente silencio y les desee que nunca tuvieran que recurrir a ellas.

    Ayer ambas vinieron a comer cerca de la oficina momento que aproveché para hablar de esto porque me acordaba del artículo de Rodrigo. 

    Todavía siguen firmes y sin intención de cambiar lo dispuesto pero su amiga, oftalmóloga en el Clínico,  nos contó que hay superávit de donantes de su cuerpo para fines “científicos” con unas disponibilidades, un “stock” que nos llevaría al siglo XXV.

    Ya no pueden aceptar más así que tendremos que pagar el “IVA del Óbito” porque la ruta de la inmolación altruísta está cerrada.

    Las desgracias pocas veces nos avisan con tiempo y no es improbable que nos lleguen con “la color y la opinión mudadas” y sin habernos acordado de revertir decisiones previas a veces fruto del impulso del momento.

    He tomado buena nota del post de José Jarauta hablando de la “psicosis eutanásica” que afecta a ancianos holandeses y estoy seguro de que las notarías y registradores podrían abrir un registro espontáneo y paralelo donde se hagan públicas las voluntades contrarias a que el estado tome ninguna decisión por nosotros. 
    Yo lo haría y creo que acompañado de bastante gente.
    Hay modas y nuestra sociedad no tiene una trayectoria brillante en ellas precisamente.

    En este asunto hay “presión ambiental” más que “demanda”. “Push” más que “pull” y se nota.

    Mi madre murió muy joven, cáncer por segunda vez. Mi padre de un ictus con parálisis lateral. 
    Su muerte duró unos seis meses y no se les escuchó pedir otra cosa que ayuda paliativa en el trance.  Todos tuvimos largar conversaciones y a veces lágrimas con ellos. Son parte del recuerdo de sus vidas aquí y de mucho de lo mejor que nos legaron. No haber vivido eso sería una vida “light”, menos vida, más ficticia.

    En este momento un primo al filo de los 80 lleva tres años rondando la muerte y en estado de inconsciencia intermitente.

    Ahora lleva unas semanas bien, pide que le saquen al jardín en su silla de ruedas cuando hace sol y nos pregunta dónde está su hermano que murió hace años.

    La esposa de mi mejor amigo murió de ELA.
    He visto bastantes casos de esta terrible enfermedad en su última fase.
    Un año de vida, el último, en el cual sólo mueven los ojos y la comunicación se hace bien letra a letra que reconocen cerrando los ojos o con unsoftware de origen militar en el cual una cámara interpreta cierres y aperturas del iris como clicks de un ratón.

    La ultima que visitamos fue una bailarina preciosa, de 37 años, inmóvil y envuelta en una manta pero capaz de comunicarse con plena consciencia.

    No he visto a ninguno de ellos pedir nada más que cariño y atención.

    No sé, ya he dicho que estoy a favor del suicidio libre y asistido de adultos responsables.

    Lo que no me parece bien es que en vez de dar esa libertad se presione a la sociedad con subterfugios para que transfiramos al estado el poder de impartir la muerte.
    A mi esto me parece terrible.
    Una renuncia a la condición humana libre y una entrega sumisa a un ente sacralizado en una sociedad que presume de haber matado a un dios para ella inexistente. 

    Siniestramente incoherente.
    Así nos va. 

  19. Manu Oquendo
    Manu Oquendo Dice:

    Mi esposa es de natural más osado que un servidor. Yo propendo a procrastinar. Es decir, en cosas que no tengo claras me vuelvo algo parecido al maestro de Rajoy y dejo que las soluciones naturales se vayan “manifestando” o resolviendo solas. Lo hacen casi siempre.

    Mi esposa y una amiga han inscrito lo de sus “Instrucciones” hace unos meses en un arrebato de modernidad previsora. Cuando me lo contaron para ver qué decía guardé un prudente silencio y les desee que nunca tuvieran que recurrir a ellas.

    Ayer ambas vinieron a comer cerca de la oficina momento que aproveché para hablar de esto porque me acordaba del artículo de Rodrigo. 

    Todavía siguen firmes y sin intención de cambiar lo dispuesto pero su amiga, oftalmóloga en el Clínico,  nos contó que hay superávit de donantes de su cuerpo para fines “científicos” con unas disponibilidades, un “stock” que nos llevaría al siglo XXV.

    Ya no pueden aceptar más así que tendremos que pagar el “IVA del Óbito” porque la ruta de la inmolación altruísta está cerrada.

    Las desgracias pocas veces nos avisan con tiempo y no es improbable que nos lleguen con “la color y la opinión mudadas” y sin habernos acordado de revertir decisiones previas a veces fruto del impulso del momento.

    He tomado buena nota del post de José Jarauta hablando de la “psicosis eutanásica” que afecta a ancianos holandeses y estoy seguro de que las notarías y registradores podrían abrir un registro espontáneo y paralelo donde se hagan públicas las voluntades contrarias a que el estado tome ninguna decisión por nosotros. 
    Yo lo haría y creo que acompañado de bastante gente.
    Hay modas y nuestra sociedad no tiene una trayectoria brillante en ellas precisamente.

    En este asunto hay “presión ambiental” más que “demanda”. “Push” más que “pull” y se nota.

    Mi madre murió muy joven, cáncer por segunda vez. Mi padre de un ictus con parálisis lateral. 
    Su muerte duró unos seis meses y no se les escuchó pedir otra cosa que ayuda paliativa en el trance.  Todos tuvimos largar conversaciones y a veces lágrimas con ellos. Son parte del recuerdo de sus vidas aquí y de mucho de lo mejor que nos legaron. No haber vivido eso sería una vida “light”, menos vida, más ficticia.

    En este momento un primo al filo de los 80 lleva tres años rondando la muerte y en estado de inconsciencia intermitente.

    Ahora lleva unas semanas bien, pide que le saquen al jardín en su silla de ruedas cuando hace sol y nos pregunta dónde está su hermano que murió hace años.

    La esposa de mi mejor amigo murió de ELA.
    He visto bastantes casos de esta terrible enfermedad en su última fase.
    Un año de vida, el último, en el cual sólo mueven los ojos y la comunicación se hace bien letra a letra que reconocen cerrando los ojos o con unsoftware de origen militar en el cual una cámara interpreta cierres y aperturas del iris como clicks de un ratón.

    La ultima que visitamos fue una bailarina preciosa, de 37 años, inmóvil y envuelta en una manta pero capaz de comunicarse con plena consciencia.

    No he visto a ninguno de ellos pedir nada más que cariño y atención.

    No sé, ya he dicho que estoy a favor del suicidio libre y asistido de adultos responsables.

    Lo que no me parece bien es que en vez de dar esa libertad se presione a la sociedad con subterfugios para que transfiramos al estado el poder de impartir la muerte.
    A mi esto me parece terrible.
    Una renuncia a la condición humana libre y una entrega sumisa a un ente sacralizado en una sociedad que presume de haber matado a un dios para ella inexistente. 

    Siniestramente incoherente.
    Así nos va. 

  20. Javier Serra
    Javier Serra Dice:

     
    Vaya tema y qué bien tratado, por el autor y los comentarios…
    Sobre la decisión de quitarse la vida, me llama la atención la postura de Manu, que respetaría esa decisión (léase: no aplicaría castigo penal al cooperador o ejecutor) incluso cuando el sujeto en cuestión ni siquiera está enfermo, esto es, ante un simple suicidio.  Ahí disiento y coincido con Rodrigo. Si quien decide es el esquimal que menciona el comentario de Cmv, vale, pero en la mayoría de los casos hay que presumir que el suicida está, cuando menos, en un error. Por el mismo motivo, el Derecho sanciona al conductor que no se pone el cinturón de seguridad o al trabajador que no se coloca el arnés o al empleador que no le obliga a hacerlo. Otra cosa es que lo del anciano esquimal es apabullante: ante imágenes como esa, da igual lo que diga la Ley, da igual lo que nos parezca, el anciano da una lección.
    Sobre la eutanasia pasiva, en cambio, sí coincido con Manu en rechazar la idea de un comité. A falta de instrucciones previas, que decida mi familia. Si alguien se ha de equivocar, que sean mis parientes. Comprendo la rabia de que un comité listillo, por economía o ideología, desconecte prematuramente a un familiar que podría haber sobrevivido. O lo contrario: que nos tenga enchufados sine die, con el consiguiente gasto y trastorno para el entorno, que es lo que uno, precisamente, como el esquimal, querría haber evitado. Porque pasa eso, la pretensión de imponer una moral absoluta, aun en los casos límite, que no se prestan a ello, puede venir de ambos lados. Unos quieren controlarlo todo, from cradle to grave, y otros todavía más, si me permitís la broma, from erection to resurrection…   

  21. Javier Serra
    Javier Serra Dice:

     
    Vaya tema y qué bien tratado, por el autor y los comentarios…
    Sobre la decisión de quitarse la vida, me llama la atención la postura de Manu, que respetaría esa decisión (léase: no aplicaría castigo penal al cooperador o ejecutor) incluso cuando el sujeto en cuestión ni siquiera está enfermo, esto es, ante un simple suicidio.  Ahí disiento y coincido con Rodrigo. Si quien decide es el esquimal que menciona el comentario de Cmv, vale, pero en la mayoría de los casos hay que presumir que el suicida está, cuando menos, en un error. Por el mismo motivo, el Derecho sanciona al conductor que no se pone el cinturón de seguridad o al trabajador que no se coloca el arnés o al empleador que no le obliga a hacerlo. Otra cosa es que lo del anciano esquimal es apabullante: ante imágenes como esa, da igual lo que diga la Ley, da igual lo que nos parezca, el anciano da una lección.
    Sobre la eutanasia pasiva, en cambio, sí coincido con Manu en rechazar la idea de un comité. A falta de instrucciones previas, que decida mi familia. Si alguien se ha de equivocar, que sean mis parientes. Comprendo la rabia de que un comité listillo, por economía o ideología, desconecte prematuramente a un familiar que podría haber sobrevivido. O lo contrario: que nos tenga enchufados sine die, con el consiguiente gasto y trastorno para el entorno, que es lo que uno, precisamente, como el esquimal, querría haber evitado. Porque pasa eso, la pretensión de imponer una moral absoluta, aun en los casos límite, que no se prestan a ello, puede venir de ambos lados. Unos quieren controlarlo todo, from cradle to grave, y otros todavía más, si me permitís la broma, from erection to resurrection…   

  22. Manu Oquendo
    Manu Oquendo Dice:

    Para Rodrigo Tena.

    Hola, Rodrigo, un breve comentario sobre tu aserto de ayer.

    Cito: ” …si la vida depende simplemente del consentimiento de su titular, entonces entramos en un  terreno peligroso, especialmente en una sociedad en el que el consentimiento tiene mil formas para ser coaccionado

    Estamos de casi acuerdo y se trata simplemente de establecer la forma en la cual la presunción de “autonomía decisoria y libre de un adulto” se puede validar para evitar casos de inducción en la esfera privada.  
    No olvidemos que a buena parte de esos mismos adultos (incluso menores de edad) en determinadas condiciones ya se les da autonomía para matar y sin pedir nada especial, en el caso del aborto.

    En la esfera pública la presión social al suicidio es enorme y de esa no hablamos lo suficiente con más de 10 suicidas exitosos cada día. A lo mejor algún proceso de ayuda hasta reduce la tasa porque obliga a afrontar los problemas. 

    La comprobación de Madurez y Autonomía (como una licencia matrimonial) pueden hacerla varios médicos de distinta especialidad y ámbito –o tribunales de justicia– como en cualquier otra cuestión sobre incapacidades.

    Pero para esto se están creando órganos Ad hoc de un Estado-Dios que está mostrándose cómo una de nuestras instituciones menos merecedora de respeto.

    ¿Que está pasando delante de nuestros ojos?

    Que ya se ha creado toda una infraestructura burocrática (los comités de bioética) que inicialmente parece que no son un coste (creo que hoy aún no cobran) pero que sí lo son incluso no cobrando por las Sustituciones. Es decir, indirectamente ya son un coste.

    Imaginemos el coste de esta “infraestructura” cuando “sea” plenamente operativa en todos nuestros hospitales. Cuando pasen a ser total o parcialmente Full Time.

    Este asunto va a traer cola porque aunque está dormido, nos guste o no, responde a la necesidad de reducir costes terminales.

    Un análisis de distribución vital del gasto vemos que se concentra, lógicamente, en la vejez y dentro de esta, el hecho biológico de la muerte acarrea unos meses o de muy alto coste.

    En los casos que cité anteriormente de personas cercanas (ninguna de las cuales pidió que se acelerase nada) el último año  es carísimo.
    Probablemente el 80% del gasto médico de toda la vida se concentra en esos meses.

    Ese es el motor real y por eso desde el estado se sigue empujando a la chita callando (sin desmantelar órganos brurocráticos) y con la infraestructura “almost ready”  aunque se difraza usando el señuelo de un pobre enfermo, el de “mar adentro” al cual impedimos que deje de sufrir.
    Démosle libertad a ese enfermo y veremos que siguen los comités y la presión.

    Esta hipocresía también es intolerable y debe ser expuesta. Creo que tu artículo es un modo de hacerlo.

    Estamos ante una “Political Issue” –y moral– de primera magnitud y el sistema está tratando de colarlo por la puestra trasera y disfrazado.

    Un saludo cordial y enhorabuena.

  23. Manu Oquendo
    Manu Oquendo Dice:

    Para Rodrigo Tena.

    Hola, Rodrigo, un breve comentario sobre tu aserto de ayer.

    Cito: ” …si la vida depende simplemente del consentimiento de su titular, entonces entramos en un  terreno peligroso, especialmente en una sociedad en el que el consentimiento tiene mil formas para ser coaccionado

    Estamos de casi acuerdo y se trata simplemente de establecer la forma en la cual la presunción de “autonomía decisoria y libre de un adulto” se puede validar para evitar casos de inducción en la esfera privada.  
    No olvidemos que a buena parte de esos mismos adultos (incluso menores de edad) en determinadas condiciones ya se les da autonomía para matar y sin pedir nada especial, en el caso del aborto.

    En la esfera pública la presión social al suicidio es enorme y de esa no hablamos lo suficiente con más de 10 suicidas exitosos cada día. A lo mejor algún proceso de ayuda hasta reduce la tasa porque obliga a afrontar los problemas. 

    La comprobación de Madurez y Autonomía (como una licencia matrimonial) pueden hacerla varios médicos de distinta especialidad y ámbito –o tribunales de justicia– como en cualquier otra cuestión sobre incapacidades.

    Pero para esto se están creando órganos Ad hoc de un Estado-Dios que está mostrándose cómo una de nuestras instituciones menos merecedora de respeto.

    ¿Que está pasando delante de nuestros ojos?

    Que ya se ha creado toda una infraestructura burocrática (los comités de bioética) que inicialmente parece que no son un coste (creo que hoy aún no cobran) pero que sí lo son incluso no cobrando por las Sustituciones. Es decir, indirectamente ya son un coste.

    Imaginemos el coste de esta “infraestructura” cuando “sea” plenamente operativa en todos nuestros hospitales. Cuando pasen a ser total o parcialmente Full Time.

    Este asunto va a traer cola porque aunque está dormido, nos guste o no, responde a la necesidad de reducir costes terminales.

    Un análisis de distribución vital del gasto vemos que se concentra, lógicamente, en la vejez y dentro de esta, el hecho biológico de la muerte acarrea unos meses o de muy alto coste.

    En los casos que cité anteriormente de personas cercanas (ninguna de las cuales pidió que se acelerase nada) el último año  es carísimo.
    Probablemente el 80% del gasto médico de toda la vida se concentra en esos meses.

    Ese es el motor real y por eso desde el estado se sigue empujando a la chita callando (sin desmantelar órganos brurocráticos) y con la infraestructura “almost ready”  aunque se difraza usando el señuelo de un pobre enfermo, el de “mar adentro” al cual impedimos que deje de sufrir.
    Démosle libertad a ese enfermo y veremos que siguen los comités y la presión.

    Esta hipocresía también es intolerable y debe ser expuesta. Creo que tu artículo es un modo de hacerlo.

    Estamos ante una “Political Issue” –y moral– de primera magnitud y el sistema está tratando de colarlo por la puestra trasera y disfrazado.

    Un saludo cordial y enhorabuena.

  24. Curro Arriola
    Curro Arriola Dice:

    Muy bien, Javier; una cosa es proponer una moral, otra muy distinta es imponerla. Lo cual está muy feo.
    Pero ahora, en el Siglo XXI, ahora y no hace mil años… ¿quién está imponiendo su planteamientos morales? Y mucho peor los métodos… ¿quién está manipulando la opinón pública con los poderosísimos medios actuales (cine, TV, un poquillo la prensa, las declaraciones de “famosos” convenientemente seleccionados …) y -ya sin caretas- la EpC? ¿Quién lava los cerebros en las escuelas? ¿Quién nos enseña por Decreto lo que es bueno y lo que es malo? ¿Quién nos trae las nuevas Tablas de la Ley?
    ¿Hay un “clamor social” inatendido por el asunto de la eutanasia? Entonces, ¿cómo es que en el año que he puesto en la sala de espera de mi notaría instrucciones para el “testamento vital”, muy a la vista, en hojitas y en un poster en la pared, NI UNA SOLA PERSONA lo haya pedido? ¡Vaya clamor más silencioso! En vez de clamor “social”, ¿no será clamor de “unos pocos”, eso si: ruidosos, poderosos e influyentes?
    Lo que más me revienta es que me van a dejar suicidarme (y muy probablemente que me suiciden), pero no montar en moto sin casco, eso no, estaría bueno, ya lo apuntas tú al citar el cinturòn; me equivoco. Me equivoco, ¡pero es mi coco, caramba! Y si salgo despedido y le doy a álguien, mejor darle un cabezazo que un cascazo, ¿no? Pues no.
    No se olvide que mucha gente cree en la legítima defensa, no porque el Estado la sancione, sino desde antes del Estado. La propia y por supuesto la de un familiar. Cuidado con la eutanasia, que ahí dentro caben muchísimas barbaridades. Aún hay gente que no se quedará precisamente quieta cuando el Estado decida matar a sus padres (o a su esposa, o a sus hijos). ¡Menos mal que aún existe la etnia gitana en España! Al final van a ser ellos los que nos van a tener que enseñar dignidad a los payos. ¿O se van a atrever los “comités médicos” con un Patriarca rodeado de su clan? ¿A que no?
     Yo, desde luego, sé de qué lado estoy.

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