¡Ay, Derecho! La hoja de ruta hacia el independentismo del Presidente del Cercle Català de Negocis

Los procesos de exaltación nacionalista tienen un indudable interés antropológico, entre otros muchos motivos por la proliferación de personajes pintorescos que progresan a su sombra. En esta noticia conocemos a Albert Pont, a quien se presenta como Presidente del Lobby secesionista (Cercle Català de Negocis), autor de un libro en el que, además de justificar su causa, se quiere dibujar una hoja de ruta para el proceso independentista. El señor Pont, además de con sus incursiones en literatura “libertadora”, ha encontrado también “negoci” en ese “cercle”, dado que es profesor de relaciones internacionales en el Máster de Diplomacia y Acción Exterior organizado por el Servei d’Acció Exterior de la Generalitat, que se ocupa de “preparar” a los futuros diplomáticos del Estado catalán independiente.
Nos basta hoy con glosar en este minipost un par de sesudos argumentos que ha expuesto en una visita a Madrid en defensa de su causa.
Para Don Albert, el proceso independentista podría estar amparado por cualquiera de los tres supuestos que reconoce la ONU para el derecho de autodeterminación y que citó la semana pasada el ministro Margallo. A saber, invasión extranjera, segregación racial o denegación de derechos.
Como este ¡ay, Derecho! no da para más, basta con referirnos al supuesto que Pont considera más justificado: el de “segregación racial y de linaje”. Pues expone un hecho objetivo que a su juicio lo demuestra indubitadamente: el haber sufrido “segregación identitaria” por parte de un taxista de la capital, que cuando le escucho hablar en catalán con sus acompañantes subió el volumen de la radio. El señor Pont no se plantea la posibilidad de que en ese momento empezara un programa que interesara al taxista. No. Sin duda fue una agresión centralista más que añadir a la lista de agravios. Y muy posiblemente, descolocado ante la brutal agresión sufrida, no se atrevió a pedir al inícuo conductor que bajara el volumen. Tal vez para él esa petición habría sido una nueva humillación: ya se sabe que los derechos no se suplican, sino que se conquistan.
No es el único argumento exhibido. La escasa presencia catalana en la administración española (en la que el aludido quiso entrar por la carrera diplomática) también considera que es un argumento de peso. Ni pensar en que esa escasez se deba a la tradicional vocación empresarial catalana, o a las indudables mejores oportunidades que durante décadas brindó su dinámico sector privado. No, no fue falta de interés sino, de nuevo, pura y dura discriminación.
Es muy cómoda la posición de víctima de los nacionalistas. Te exculpa de cualquier responsabilidad, pues éstas siempre corresponden a los demás. Y la recreación de un ente perverso (en este caso, el “país invasor”) permite jugar a redentor, no ya sin tener que afrontar los indudables peligros que el pasado los caudillos independentistas sufrían, sino además regado con abundantes regalías y subvenciones.
No es de extrañar que en este clima revuelto haya tanto hidalgo que confunda molinos de viento con gigantes, o taxistas marchosos con la nación opresora. Sobre todo cuando además te pagan y vives de ello ¿Independentismo o independen-timos?
 
 

5 comentarios
  1. Jaume
    Jaume Dice:

    Estaréis orgullosos del artículo, que lastima era un buen blog, técnico jurídico, pero ya es otra herramienta más de propaganda anticatalana.

    • Patricio Grávez
      Patricio Grávez Dice:

      El blog sigue mereciendo la pena, aunque a usted le haya herido los sentimientos la opinión de un autor particular. Siempre puede seguir leyendo lo más “técnico-jurídico”. Por otro lado, su expresión “herramienta de propaganda anticatalana” no hace sino justificar el victimismo que critica el autor. Recuerda a cuando uno critica los abusos por parte de Israel y te llaman antisemita.
      Me parece simplemente una entrada de opinión de una persona, que critica las sandeces de parte de independentistas victimistas (hay argumentos independentistas válidos, pero el victimismo no es uno de ellos). Usted es el tipo de consumidor de noticias que dicen lo que quiere leer. Ahí debería seguir las últimas conferencias de Cucurull, experto en producir lo que quiere el mercado local.

  2. Fernando Rodríguez Prieto
    Fernando Rodríguez Prieto Dice:

    Jaume, uno de los mecanismos de deformación de la realidad de los nacionalistas es creerse la encarnación de su pretendida nación. Cualquier crítica hacia el nacionalismo quiere presentarse como ataque a Cataluña. De esta forma se elude lo más temido por el nacionalismo, pues sabe que piede ser letal para él: el debate en torno a realidades. Ese parece ser su caso.
    Esta es una sección humorística, lo que hace que la crítica contenida hacia un pensamiento grandilocuente pueda resultar especialmente corrosiva.
    La verdad es que los argumentos expresados por el Sr Pont casi se comentan por sí mismos. Que haya gente que verdaderamente se crea víctima de una persecución étnica por el volumen de la radio de un taxista y que la crítica a ese victimismo resulte intolerable para tantos es buena prueba de la patología que el nacionalismo supone allí donde anida.

  3. izaskun
    izaskun Dice:

    Yo tampoco soy nacionalista, por eso me parece muy bien que los gibraltareños quieran ser británicos ¿o eso es nacionalismo también? Ya no lo sé. Lo que sí sé es que el catalán es una lengua española, es cultura española, y no tengo acceso a ella a pesar de vivir en España; y me temo que al taxista tampoco lo interesa mucho formarse en cultura española (es una hipótesis); eso sí, que aprendan inglés (como en Sevilla; tal vez para llevar clientes a Gibraltar, que también es España, o no? Ya no lo sé)

    • Jaume
      Jaume Dice:

      Estaréis orgullosos del artículo, que lastima era un buen blog, técnico jurídico, pero ya es otra herramienta más de propaganda anticatalana.

    • Fernando Rodríguez Prieto
      Fernando Rodríguez Prieto Dice:

      Jaume, uno de los mecanismos de deformación de la realidad de los nacionalistas es creerse la encarnación de su pretendida nación. Cualquier crítica hacia el nacionalismo quiere presentarse como ataque a Cataluña. De esta forma se elude lo más temido por el nacionalismo, pues sabe que piede ser letal para él: el debate en torno a realidades. Ese parece ser su caso.
      Esta es una sección humorística, lo que hace que la crítica contenida hacia un pensamiento grandilocuente pueda resultar especialmente corrosiva.
      La verdad es que los argumentos expresados por el Sr Pont casi se comentan por sí mismos. Que haya gente que verdaderamente se crea víctima de una persecución étnica por el volumen de la radio de un taxista y que la crítica a ese victimismo resulte intolerable para tantos es buena prueba de la patología que el nacionalismo supone allí donde anida.

    • izaskun
      izaskun Dice:

      Yo tampoco soy nacionalista, por eso me parece muy bien que los gibraltareños quieran ser británicos ¿o eso es nacionalismo también? Ya no lo sé. Lo que sí sé es que el catalán es una lengua española, es cultura española, y no tengo acceso a ella a pesar de vivir en España; y me temo que al taxista tampoco lo interesa mucho formarse en cultura española (es una hipótesis); eso sí, que aprendan inglés (como en Sevilla; tal vez para llevar clientes a Gibraltar, que también es España, o no? Ya no lo sé)

  4. Martí
    Martí Dice:

    Reducir una ideología política como el independentismo a un caso concreto de lo que dice X persona me parece un poco abusivo. Se puede estar a favor o en contra de la independencia de Catalunya pero si se quiere hacer un análisis productivo hay que explicar la situación actual en términos generales, es decir, cuestionarse porque una parte muy significativa de la sociedad catalana quiere expresarse en las urnas, ya sea para votar SÍ o NO a constituirse en un Estado independiente. Todo lo que sean batallitas personales carecen de valor para lo que es el debate real y este artículo extrapola un ejemplo concreto a una generalidad, y este párrafo lo vine a confirmar:
    “Es muy cómoda la posición de víctima de los nacionalistas. Te exculpa de cualquier responsabilidad, pues éstas siempre corresponden a los demás. Y la recreación de un ente perverso (en este caso, el “país invasor”) permite jugar a redentor, no ya sin tener que afrontar los indudables peligros que el pasado los caudillos independentistas sufrían, sino además regado con abundantes regalías y subvenciones”.
    Es más, si bien es cierto que el artículo podría pasar por “humorístico” como intentas justificar, este párrafo se lo carga todo.

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