Reformas, sociedad y corrupción

Hoy presentamos un post  de Ignacio Sánchez-Cuenca, conocido sociólogo y articulista, que plantea unas tesis muy distintas de las regeneracionistas o institucionalistas que se defienden en este blog, con el espíritu de abrir un debate sobre la cuestión del origen de la crisis política que nos atenaza. Esperamos que les interese.
(Los editores)
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Durante estos años de crisis económica y política, la mayor parte de las propuestas que se han defendido en la esfera pública para acabar con los males del país ha consistido en reformas institucionales: reformas que modifiquen las reglas de juego, que operen sobre los incentivos en función de los cuales políticos y ciudadanos actúan. Se ha propugnado el cambio de la ley electoral (fue la propuesta estrella del movimiento 15-M, también la de Cesar Molinas en su aclamado artículo “Un teoría de la clase política española”), la reforma del sistema autonómico (en múltiples direcciones, unas más federalizantes, otras más centralizadoras), la reforma del funcionamiento interno de los partidos, la transformación de España en una régimen republicano, y otras muchas que no añadiré a la lista para no fatigar al lector.
Llama la atención que en un país como España, cuyos principales problemas en estos momentos son una tasa de paro enorme, insuficientes ingresos del Estado, el mayor índice de desigualdad de la UE y un aumento terrible de la pobreza, analistas e intelectuales se hayan centrado, ante todo, en reformas institucionales como las que acabo de mencionar. Creo que la dominancia de este “institucionalismo” es una de las causas de la desconexión que se ha producido entre las élites del país y la opinión pública.
Por lo demás, se depositan grandes esperanzas en las reformas políticas. Sin embargo, contamos con una larga experiencia que nos indica que la ingeniería institucional rara vez consigue los objetivos anhelados. Unas veces, se producen consecuencias no previstas, que desnaturalizan o pervierten el fin original; otras, simplemente, el cambio de las reglas de juego no tiene efecto alguno, ni esperado ni inesperado. Las razones de que esto ocurra así son múltiples y no es cosa de repasarlas todas en una intervención breve como esta. Quisiera centrarme tan solo en una de ellas, e ilustrarla con uno de los problemas más graves que afectan a la política española, la corrupción.
En 1993, Robert Putnam publicó Making Democracy Work, un libro que de inmediato se convirtió en un clásico contemporáneo. Durante años de paciente investigación, Putnam estudió la descentralización territorial en Italia iniciada en el último cuarto del siglo pasado. El cambio institucional afectó a todas las regiones italianas por igual. No obstante, a pesar de que las reglas eran comunes en todos los territorios, el rendimiento de los nuevos gobiernos locales sufrió enormes variaciones entre el Norte y el Sur. Mientras que en el Norte estos gobiernos eran eficientes y atendían a las demandas de la ciudadanía, en el Sur ocurría todo lo contrario. Siendo el sistema institucional idéntico, las causas de estas variaciones no podían residir en las reglas, sino en la sociedad. Putnam encontró la clave en lo que llamó “capital social”, formado por reglas cooperativas de reciprocidad y redes de confianza interpersonal. En las regiones con mayores dotaciones de capital social, la política funcionaba mejor, y viceversa. Las mismas reglas, en medios sociales distintos, generaban resultados muy diferentes.
Del libro de Putnam pueden extraerse lecciones muy valiosas a propósito de las reformas que se defienden en España para acabar con la corrupción política. La corrupción es uno de esos fenómenos que depende de forma esencial de características sociales. Pensar que mediante meros cambios institucionales se pueda conseguir erradicar este vicio político parece puro voluntarismo.
Las investigaciones comparadas sobre el fenómeno de la corrupción coinciden en señalar la importancia de factores sociales (muy por delante de reglas institucionales como puedan ser las electorales). Así, a la hora de explicar las diferencias de corrupción entre países, resulta que el nivel de información política de la ciudadanía (medido a través de la circulación de periódicos por 1.000 habitantes) es una variable fundamental. Sin ciudadanos bien informados, los políticos se sienten impunes cuando abusan de su poder.
En general, la corrupción tiende a darse en países con ciudadanías poco informadas, con altos niveles de desigualdad económica y con bajos niveles de confianza interpersonal. Este tipo de factores (información, desigualdad económica, confianza social) no pueden modificarse fácilmente en el corto plazo. Requieren procesos largos de cambio social y desarrollo económico.
Bo Rothstein y Eric Uslaner han mostrado una asociación, verdaderamente sorprendente, en una muestra de 75 países, entre los niveles actuales de corrupción y los niveles educativos en 1870 (la correlación es -0,70). Resulta asombroso que conociendo el porcentaje de personas con educación secundaria en 1870 podamos anticipar con bastante precisión el nivel de corrupción del país 140 años después. Según los autores citados, un nivel alto de educación secundaria a finales del siglo XIX indica la presencia de un Estado fuerte y una sociedad igualitaria. Este hallazgo parece confirmar que la extensión de la corrupción depende más de variables sociales que de variables institucionales.
Evidentemente, la relación no es determinista. Hay países que escapan de este patrón (de ahí que la correlación no sea perfecta). Por ejemplo, Finlandia tiene hoy muy bajos niveles de corrupción, pero también tenía un nivel educativo muy bajo hacia 1870.
Este tipo de análisis no debería llevarnos al fatalismo. Los países con malas condiciones en el siglo XIX no están condenados a sufrir grandes dosis de corrupción. Ahora bien, los datos nos indican que el combate contra la corrupción es un proceso a largo plazo, que requiere transformaciones sociales además de reformas institucionales. Pensar que la causa y el remedio de la corrupción radican en las instituciones, en las reglas de juego, supone pasar por alto los resultados de los estudios comparados. Hay que enfriar, pues, las esperanzas de que el cambio de las reglas pueda tener efectos inmediatos y profundos sobre la corrupción política.

29 comentarios
  1. Rodrigo Tena Arregui
    Rodrigo Tena Arregui Dice:

    Es necesario agradecer a Ignacio su disponibilidad y amabilidad a la hora de acceder a exponer en nuestro blog sus críticas al institucionalismo. Como todos ustedes saben nosotros formamos más bien parte de esa corriente, por lo que este post nos da la oportunidad de enfrentar distintos puntos de vista sobre el tema, lo que siempre es enriquecedor.
    En primer lugar pienso que el que el paro, la pobreza, la desigualdad y la pésima educación pública sean los principales problemas de nuestra sociedad no puede constituir una objeción al institucionalismo, sino más bien una confirmación. Es decir, precisamente porque nuestras instituciones son muy malas estamos obligados a soportar un capitalismo de amiguetes anti competitivo y una partitocracia clientelar que agravan los males denunciados. Por supuesto que la crisis ha sido universal, pero la especial gravedad con la que ha golpeado a nuestro país (y a otros con instituciones no mucho mejores), tiene gran parte de su explicación en un marco de incentivos deficiente que hace que nuestra gobernanza sea de peor calidad que la de algunos de nuestros vecinos.
    Por eso, en segundo lugar, nosotros no defendemos que la reforma de las instituciones vaya a ser el bálsamo de Fierabrás que todo lo cura, sino una condición necesaria (aunque no suficiente) para la salida de la crisis económica, política y moral en la que estamos inmersos. Tan unilateral es afirmar que las diferencias entre el Nogales del norte y el Nogales del sur se deben sólo a las instituciones (como hacen Acemoglu y Robinson), olvidando algunos datos tan interesantes como quién compra droga y quién vende armas, como defender que las instituciones no han jugado ningún papel en esa diferencia.
    En tercer lugar, efectivamente, no cabe esperar cambios milagrosos de reformas institucionales, especialmente a corto plazo. Entre normas y hábito existe una solidaridad interna que juega en ambos sentidos (como ya nos enseñó Aristóteles) y que necesita tiempo para cuajar. Pero hay que tener en cuenta que en algunos campos puede cuajar mucho antes que en otros. Los cambios en la regulación del tráfico por carretera han cambiado nuestros hábitos de conducción en un tiempo récord. Los morales llevan más tiempo, sin duda, pero también terminan produciéndose. Pero, sobre todo, nunca se producirán si no empezamos colocando los cimientos institucionales necesarios para ello.

  2. aldelgadog
    aldelgadog Dice:

    De acuerdo con que el arbitrismo regeneracionista respecto de las instituciones no es precisamente el instrumento más eficaz contra la corrupción, pero en total descuerdo con que sea un problema de “cultura”/capital social. Ni los españoles son más corruptos que los ingleses por que sí, ni los catalanes menos que los andaluces.
    La corrupción se ataja cuando no compensa, como todo. Es un problema de incentivos y de un Estado de Derecho fuerte (no lo es el español cuando hasta esta semana Jaume Matas no ha entrado en prisión).

    • KC
      KC Dice:

      pero en total descuerdo con que sea un problema de “cultura”/capital social. Ni los españoles son más corruptos que los ingleses por que sí, ni los catalanes menos que los andaluces.
      ¿Podría explicarnos usted a qué es debido pues? ¿Podría explicarnos por qué países muy similares culturalmente tienen los mayores índices de corrupción? Y la más importante….¿Usted sabe mínimamente de lo que habla?

  3. Manu Oquendo
    Manu Oquendo Dice:

    Mientras leía el artículo de Ignacio y la reflexión de Rodrigo me estaba acordando de lo difícil que nos resulta, en terminología de Luhmann, diferenciar los límites entre un “sistema” y su “entorno” y ello independientemente de que las tesis de este sociólogo nos resulten convincentes o no.
    Pero lo cierto es que la definición y la consideración del “entorno” son muy importantes porque también son importantes sus efectos en los “sistemas” que de él se nutren.
    Una de las funciones de cualquier sistema, –de cualquier elemento o de las interrelaciones entre elementos–, es la Función de Control.
    Para cualquier profesional de sistemas, las funciones de control son determinantes hasta del propio concepto de Sistema. Y sin embargo éste no se ven con nitidez en el mundo de Luhmann o, puestos a pensar en ello, en la Sociología después de Weber. Está como escondido en las ideas más llamativas de comunicación o de poder.
    Me van a perdonar estos apuntes antes de arrancar, pero es que ayer, al volver a casa, la dependienta de la confitería me hizo notar que los grandes ejecutivos institucionales parecen trabajar construyendo cuidadosamente sus CV’s para cuando dejen de dedicarse a sus Responsabilidades Públicas.
    Es decir, son perfectamente conscientes del Entorno y de su relación con él y la señora en cuestión, puestísima en la captación del detalle, también lo era.
    Puede que no prestemos mucha atención a los efectos del entorno pero es evidente que la cúpula de nuestras Instituciones sí lo hace.
    Hablando de entorno me gustaría sugerir un espléndido librito para el mes de agosto. “How America was lost” de Paul Craig Roberts (2014) Clarity Press. Muestra con gran detalle nuestra “circunstancia”.
    Buenos días

  4. Gonzalo García Abad
    Gonzalo García Abad Dice:

    Interesante artículo. Creo que efectivamente muchas reformas institucionales están condenadas al fracaso, al menos en el corto plazo. Una razón muy importante a tener en cuenta son las preferencias individuales de los ciudadanos. Cuando se realizan reformas hay que tener en cuenta que cada ciudadano individualmente adapta sus comportamientos a las reformas, de forma que los resultados finales pueden verse condicionados por esa adaptación.
    Creo que un problema de especial gravedad es el desempleo estructural. Ese desempleo, entre sus causas, tiene causas políticas. Estamos en el grupo de cabeza del desempleo estructural. Hay otros países, pocos afortunadamente, con tasas de paro semejantes a la nuestra, pero en general son países acuciados por crisis incluso más graves que la nuestra. En nuestro caso una proporción demasiado elevada del paro es estructural. Creo que si se removiese un conjunto de barreras de raíz política, que impiden una reducción significativa del paro, podríamos resolver una parte importante del problema.
    En cuanto a la corrupción, incrementar determinados controles puede reducir la corrupción en algunos ámbitos, pero siempre existirán resquicios para la corrupción. Efectivamente, para que la gente sea cooperativa se requiere un ambiente de cooperación fructífera y una alta probabilidad de dejar de disfrutar de esos frutos en el caso de no cooperar con los demás. De lo contrario la gente con un comportamiento oportunista tiene muchas probabilidades de ser más exitosa. Ese ambiente no se crea en un corto período de tiempo como bien señala.
    Reciba un cordial saludo.

  5. Juan
    Juan Dice:

    Este post parece abre un debate no tanto sobre como solucionar el problema de la corrupción, sino más bien sobre qué es causa, y qué es consecuencia.
    Claramente estoy en profundo desacuerdo con el planteamiento del post. Profundo, en el sentido de que volver a afirmar que el destino de un país viene escrito por sus “usos y costumbres”, se acaba convirtiendo en un debate estéril. Como bien describe Garicano en su libro, los españoles conducíamos deprisa y mal, hasta el día que se implanta el carnet por puntos y todo cambia. Vaya, si conducir mal era un elemento muy difícil de cambiar !!!! .
    Es evidente que una sociedad educada y bien formada es una sociedad mucho menos propensa a la corrupción. Esa es una afirmación obvia. La pregunta es como consigues una sociedad educada y bien informada. El autor parece indicar que esto sucede simplemente porque “nos damos cuenta” de esta afirmación obvia. La realidad es que para que pueda desarrollarse esa sociedad educada y bien formada, es preciso que el entramado institucional marque los incentivos adecuados. Finlandia no es una excepción por “casualidad”. Es un caso muy estudiado de como un país decide cambiar su modelo económico apoyándose en una situación de profunda crisis (el colapso de la URSS) y en una clara apuesta por la educación, con un país plenamente convencido de la necesidad de ese cambio. Este artículo lo cuenta realmente bien http://www.unitedexplanations.org/2012/11/26/por-que-finlandia-tiene-el-mejor-sistema-educativo-del-mundo/.
    Es necesario algo más que afirmaciones obvias. Los factores sociales esconden excusas fáciles, para no abordar reformas institucionales. El “España es así” ya es un poco aburrido.

  6. Juan
    Juan Dice:

    Para quien no conozca la historia reciente de Finlandia, unas breves pinceladas que pueden encontrarse fácilmente en Internet. Todo esto ha sucedido en Finlandia en los últimos 22 años, tras la caída de la URSS. El colapso fue casi total, con muchos parecidos con el de España en los últimos años. Ellos tomaron un camino, que les ha traido tras 23 años donde están ahora. ¿Factores sociales? …No. Unas instituciones que permitieron adoptar una acuerdo para cambiar el modelo productivo, y con él el destino del país. En 22 años han pasado del rescate financiero, a liderar el desarrollo económico y social. No es tan difícil. Pero es necesario un modelo institucional que permita adoptar las decisiones adecuadas. Lo demás son excusas.
    =====Un poco de historia =========
    En los años 90, Finlandia tenía una tasa de desempleo superior al 20%, un sistema financiero convulso y un montón de empresas echando el cierre. El comercio con la Unión Soviética representaba el 25% de su PIB. En 1992, el Estado tuvo que rescatar a un sistema financiero colapsado por unos tipos de interés altos ( intentos de mantener el tipo de cambio del marco finlandés…) y un deterioro clarísimo en sus exportaciones. Esto les costó un 8% de su PIB.
    La caída de éste gigante arrastró también al sector inmobiliario y a la mayoría de las empresas de construcción, al sector de la madera y a los astilleros, pilares básicos de la entonces economía finlandesa. Tuvieron que incrementar la tasa impositiva y bajar el gasto público.
    La gran diferencia con la situación que vivimos en España, es que en Finlandia lograron un gran consenso en cambiar su modelo económico. Gobierno y oposición pactaron un plan para salir de todo este lío y remar en la misma dirección. Devaluaron su moneda ( esto que nos falta a nosotros ) pero también redujeron el gasto público, hicieron un esfuerzo por aligerar la presión fiscal sobre las empresas, …
    La clave de todo fué que cambiaron su modelo productivo y se basaron en un modelo que cimentaba : primero la educación y la inversión en la formación de los trabajadores y después en grandes inversiones en I+ D. Las soluciones eran a largo plazo, aunque los resultados empezaron a ser visibles en poco tiempo. En 1991 , la inversión en I+D era del 1,8% del PIB. En 2004 era del 3,5% y actualmente es un 5% del PIB. Nokia empezó haciendo botas de goma para el ejército, después televisores y después móviles.

  7. Ramón García
    Ramón García Dice:

    La conclusión del artículo es precipitada.
    Las reglas de juego son importantes, porque incentivan unas conductas y castigan otras. Aunque el entorno puede reaccionar de forma diferente, a largo plazo, con reglas adecuadas, la mayoría hará lo correcto por su propio beneficio.
    Un contraejemplo de los esencialismos es Alemania. Tuvo populismos nefastos en la república de Weimar, y, el mayor de todos, Hitler. Fue cuando se creó la República Federal, con instituciones fuertes, cuando el país despegó.

  8. Jesús Galache
    Jesús Galache Dice:

    Nuevamente felicitar a los editores, al propio autor, y al altisimo nivel de los participantes en el debate. Siendo posturas que quizás en su raiz puedan estar claramente enfrentadas, es cierto que determinadas posturas “institucionalistas” arrojan un lejano aroma a los arbitristas que tanto pretendieron cambiar nuestra nación “desde arriba”.
    Y es un acierto del artículo subrayar que todo aquello que no surja del humus de la sociedad civil difícilmente prende en ésta, para “desarraigar” viejos, conocidos y malos hábitos…… cuando alguna C.A. tiene de empleado público a 1 de cada 4 empleos de esa C.A., o cuando un partido político aupa a su nuevo S.G. precisamente con el apoyo de la organización territorial que más ha fomentado el clientelismo, es claro que la llamada de atención del blogger es perfectamente válida, sin entrar en la discusión de causas y efectos a las que no puedan conducir algún neoaristotelico que por fortuna ande por ahí suelto.
    De todas las intervenciones quizás el resumen sea el mantra que subayce en el propio blog “transparencia, transparencia,…… y por sí acaso…… un poco más de transparencia”.
    Reitero mis felicitaciones a los Editores, al autor y a los intervninientes

  9. Elisa de la Nuez Sánchez-Cascado
    Elisa de la Nuez Sánchez-Cascado Dice:

    Gracias Ignacio por el post, que hace una llamada a la cautela sobre la posibilidad de encontrar remedios mágicas sean institucionales o de otro tipo para cambiar hábitos y culturas sociales. Dicho eso, como no podía de ser menos, estoy firmemente convencida de que determinadas reformas institucionales ayudarían muchísimo y en el corto plazo allí precisamente donde hay más “capital social” en la lucha contra la corrupción. Le pongo dos ejemplos muy claros: despolitización de la justicia y desaparición de aforamientos que si bien no haría desaparecer la lentitud y la burocratización de la Justicia en los procesos de corrupción facilitaría muchísimo la vida de los Jueces instructores -como ellos mismos le podrían confirmar de primera mano- y la despolitización de la función pública, allí al menos donde existe un cuerpo de funcionarios profesionales y cierta conciencia de servicio público. Por ejemplo, que los interventores y secretarios judiciales no dependen del nombramiento del alcalde. Ah, y ya puestos regulación de la defensa del whistleblower nada de perseguir al denunciante de la corrupción, se trata de perseguir al corrupto. Fácil, y apostaría a que en poquísimo tiempo se notaría el cambio. Me parece muy relevante el que sean precisamente este tipo de reformas las que una clase política acosada por los casos de corrupción en sus filas no quiere hacer, precisamente en mi modesta opinión porque saben perfectamente lo bien que funcionarían (y lo mal que les iría a ellos).

    • rechi
      rechi Dice:

      Desde luego en que a los secretarios JUDICIALES no nos NOMBRAN los alcaldes, ni los jueces….al hilo de este posible lapsus calami, un suceso que ilustra las diferencias entre ambos tipos de “funcionarios” en virtud de su nombramiento….Secretario judicial de una ciudad del sur profundo, que recibe una llamada telefónica de su homónimo municipal….”de parte del Sr. Alcalde, le hago saber, que es su deseo recibir tal y cual información (hay que decir que se refería a datos que por legislación electoral gozaban de la especial consideración de reservados…..) el funcionario de carrera le informa de lo imposible e “irregular” de dicha solicitud, que debería haber sido conocida por el interlocutor (digitalmente designado)…..
      Claramente nervioso ante el firme tono de la respuesta, insiste por ser una “orden del sr. Alcalde”, a lo que se le contesta que “pues dígale de mi parte al sr Alcalde que como depositario de la información que se me requiere, que si desea obtenerla, que venga personalmente a pedirla, y gustosamente le atenderé…..en las instalaciones del juzgado de guardia por economía procesal, pero que arregle antes sus asuntos….aún se le espera, ja ja ja….
      Y como ese ejemplo, a cientos…..por eso quedamos cada vez menos FUNCIONARIOS

  10. de Lege Ferenda
    de Lege Ferenda Dice:

    No coincido con el articulista, en cuanto a la ineficiencia del “cambio Institucional” como motor social de la recuperación de nuestra Dignidad. Y no coincido porque el pretendido cambio institucional, nunca ha sido tal. No ha existido un cambio de modelo institucional, salvo el gatopardismo que todo lo cambia para que todo permanezca inmutable, ajeno.
    El poder no está en las Instituciones; en ellas solo hay apesebrados del verdadero poder, que es económico, y se manifiesta en la corrupción de los controladores, nuestros verdugos. No es que todo esté corrupto; en absoluto. Solo lo están las jerarquías. Jerarquías institucionales que actúan, a más de como motor de la insolidaridad y la corrupción, como tapón de cualquier cambio real en nuestras Instituciones.
    La Educación y la Información son Institucionalidad en si mismas. Las más potentes Instituciones que utiliza la corrupción del verdadero poder que dirige a las jerarquías Institucionales, como sistema de permanente lucha de los unos contra los otros. Debatimos ardientemente … sobre lo intrascendente.
    Y ese cambio, tan necesario, necesita de nuestras Instituciones. No de “las Instituciones” sino de “nuestras Instituciones”. Para recuperar su control (o quizás para lograrlo por primera vez) hemos de cambiar la forma de relacionarnos. Y esa forma de relacionarnos, ¿ha cambiado realmente con la Sociedad de la Información? En absoluto; al contrario se ha hecho imposible emitir mensajes al público desde la sociedad civil de base. Como las presuntas Asambleas 15M, en las que todos tenían sus 3 minutos; todos iguales, supieses o no de que hablabas.
    Como escribía Julio Verne, no hará falta censura cuando todos escriban para todos. El exceso de información disponible cumple mucho mejor la función del control de la información. 100 años después, de nuevo, Verne tenía razón.
    Esatmos en el momento propicio; en que la Sociedad Civil quiere -y por ello, puede- desvincularse de sus Instituciones para generar otra Institucionalidad, para recuperar el control de nuestro presente y nuestro futuro. Desde fuera de las Instituioneses donde hemos de crear institucionalidad; para poder desalojar de ellas a los corruptos déspotas que sirven a nuestro opresor.
    Y en eso estamos. Generando Movimiento en el que la planificación de los corruptos no pueda abarcarlo todo.
    Gracias por el post.

  11. FRANCISCO RODRÍGUEZ
    FRANCISCO RODRÍGUEZ Dice:

    Claro que las reformas institucionales no son suficientes y la base está en el capital social. No obstante, ante la situación actual creo que serían necesarias todo tipo de medidas. A corto, medio y largo plazo. Conseguir una ciudadanía políticamente educada y cooperativa se encuadraría dentro del largo plazo. Reformar las instituciones dentro del medio. Quedarían las medidas en el corto, que no pueden tener otra forma más que el castigo eficaz de aquellos que incurren en este tipo de conductas.

  12. Adan Esmit
    Adan Esmit Dice:

    Con independencia de que si creo que la reforma institucional mejora las cosas, por que reformar significa cambiar la forma. Le felicito por su post.
    Esta forma indecente de comportamiento de no pocas instituciones no puede seguir impune. Hay que aplicar la ley con todas sus consecuencias, sin traumas ni miedos. Somos mayores de edad y no podemos intimidarnos. Un Estado sin justicia o con una justicia imparcial, no es Estado ni es nada.

  13. Alcides Bergamota
    Alcides Bergamota Dice:

    Acierta plenamente al recordarnos que no existen las soluciones milagrosas que cambien las cosas de una día para otro. Es un recordatorio necesario para evitar la sucesión de euforias y decepciones y tomarse las cosas con serenidad. Pero es indudable también que cuando hay problemas es necesario intentar solucionarlos, afrontarlos y buscar salidas. Desde mi punto de vista –que no es nada original- hay que descartar arbitrismos, soluciones milagrosas, fatalismos (como muy bien dice en su entrada), apelaciones a la historia o a la naturaleza de nuestro ser, en tono noventayochista. Las condiciones de la prosperidad se conocen. Prosperidad requiere libertad, una libertad enmarcada en un estado de derecho. Esa es la parte que está haciendo agua en manos de una burocracia cada vez mayor y más poderosa que implica regresión de la libertad y despilfarro. Esa burocracia debe reducirse, los recursos económicos debe quedar a disposición (en su mayoría al menos) de quien los produce, y la administración debe contar con los recursos precisos, justos, para unos fines acotados. Se habla de un problema de malnutrición infantil mientras se conceden subvenciones millonarias a determinados sectores o se financian con fondos públicos actividades privadas sin el mínimo control exigible, como en el caso Gowex, sociedad receptora de un crédito del ICO por valor de 14 millones de euros si he entendido bien lo que se comenta en las noticias. Desde mi punto de vista la sociedad española es una sociedad, en su mayoría madura, y deseosa de andar por caminos que apelan a la libertad y a la responsabilidad individual, sin dejar por ello de contribuir a fines comunes, pero que sean tasados y en una medida razonable. Esto lo demuestra la inmensa mayoría absoluta que se concedió al PP en las últimas elecciones generales, defendiendo un programa determinado que luego este partido ha incumplido de manera sistemática. Mariano Rajoy pasará a la historia como un nuevo Fernando VII, cabe poca duda al respecto. Por lo tanto, el camino señalado, el de la prosperidad de las sociedad abierta, que una mayoría de españoles (tal vez no todos pero si una mayoría) desea seguir, se encuentra ahora bloqueado. Reforma de la ley electoral, separación de poderes, cumplimiento de la Ley, etc. deberían ayudar a despejarlo si la cuestión nacional no nos lleva a todos por delante. El día en que la bisagra del congreso sea un partido nacional sin complejos y no un nacionalista el rumbo cambiará, esto claro, si las cosas no se han precipitado dramáticamente antes.

  14. Isidro Elhabi
    Isidro Elhabi Dice:

    Estoy de acuerdo en parte con el artículo y en parte con los editores y el resto de comentaristas. La tesis del artículo podríamos resumirla en que las reformas institucionales por sí solas no tienen porqué acabar con la corrupción, y que sin embargo da como causa, los factores sociales, y que la corrupción se da más en ciudadanías poco informadas, con altos niveles de desigualdad económica y con bajos niveles de confianza interpersonal.
    Lo cierto es que, como ya han apuntado, el artículo relaciona una causa con una posible solución, quizás las reformas institucionales no son por sí solas suficiente solución, pero difícilmente sin ellas se podrá disminuir (que no acabar, creo que eso es imposible) la corrupción. Aunque está claro que una mayor formación e información ayudaría mucho.
    Llevo tiempo intentando estudiar la corrupción, y cada día pienso que la lucha frente a esta lacra hay que abordarla desde distintos ámbitos, y la causa tampoco sería única. Podríamos hablar de causas morales, el protestantismo contra el catolicismo; podríamos hablar de tendencias humanas y cerebrales (el ser humano sería corrupto en sí mismo, o la fuerza corruptora del poder o los impulsos neurocerebrales); o mencionar a Becker en la relación coste-beneficio y tener el cuenta el homo economicus lo que nos lleva como soluciones el sistema judicial o las penas, con la matización del umbral de honestidad que se habló en este blog de Dan Arieli o el experimento de Steven D. Lewitt; podríamos acusar a las instituciones, excesiva politización (más politización, más corrupción), falta de checks and balances, o su excesivo intervencionismo (demasiado gobierno, excesiva legislación, demasiada corrupción); podríamos mencionar la falta de transparencia; la deficiente ley electoral que no permite la rendición de cuentas; el entorno; o una tolerancia grupal y una falta de reproche social a la corrupción, que es a lo que tiende el autor.
    Lo cierto es que pienso cada día que todo cuenta, y que no hay una una sola causa ni una sola solución, si no que hay buscar y aplicar todas las posibles. Lo cierto es que la corrupción no es algo cultural Mediterráneo ni typical spanish, pero no consideraría los factores sociales como causa, sino como consecuencia. Hay estudios que parecen ir en todo caso en la dirección opuesta: los países desarrollan “malas” culturas -o culturas donde predomina la desconfianza social- como consecuencia de unos elevados niveles de corrupción.
    Cuando durante muchos años hay corrupción por el poder de forma sistemática y generalizada y no pasa nada, el sistema y el poder siguen corrompiéndose y pudriéndose más aún si cabe. La corrupción en el poder produce una pedagogía corruptora. Si el Ministro tal se lo lleva crudo, ¿cómo yo que soy concejal no lo voy a hacer? ¿Cómo yo que soy ciudadano no voy a defraudar? corrupción es contagiosa. Un estudio de Carrell, West y Malmstron afirma que cada nuevo tramposo “infecta” aproximadamente a 0,6 personas como sugiera la estimación, y la población es grande se puede llegar a 1/(1-0.6), o sea alrededor de 2,5 personas. Esa desconfianza interpersonal no sería nada más que la consecuencia de malos gobernantes por generaciones. Ese sería nuestro laberinto, la desconfianza asumida, casi genética, que se recarga como las pilas con cada caso de corrupción o de inoperancia política. Sin embargo, esa desconfianza, además de consecuencia también podría convertirse en solución, con una actitud constante de desconfianza, vigilancia y exigencia de cuentas permanente.
    Tampoco la desigualdad económica sería una causa, sino una consecuencia. Dinero que se llevan los corruptos, dinero que no llega a nuestras escuelas y hospitales. Se calcula que la corrupción es entre el 1% del PIB, unos 10.500 millones de euros anuales, hasta incluso el 2%. Es la corrupción la que desvía el dinero de una mayoría hacia una minoría que acapara la riqueza y que suele estar bien conectada con el poder y a la vez es una artimaña empobrecedora, ya que reduce el gasto público social y merma el Estado del bienestar, la que produce la desigualdad.
    Lo que sí hay que avisar es que una explicación social, tiene mucho peligro, si la culpa es de la sociedad, no es del corrupto. Le exculpa. Y eso es lo que desea el corrupto, involucionar (degenerar), eliminar el sentimiento de vergüenza del corrupto para facilitar las cosas y ampliar la comprensión hacia sus actos. Además, eso contamina la sociedad. Así, si alguien les señala su desvergüenza le responderán que así somos todos los españoles desde tiempo inmemorial y que cualquiera de ellos que estuviese en su lugar haría lo mismo. Tal argumento es de una eficacia inmediata, el oyente lo encaja, hace examen de conciencia y descubre que él también tiene faltas, que no es perfecto, se avergüenza y desiste de tratar de cambiar las cosas. No sólo eso, sino que se convierte en un corrupto más por el efecto contagio.
    Asi que parece, y así lo afirma Philip Zimbardo, que la situación hace a las personas. Si quieres cambiar a la persona, tienes que cambiar la situación, tienes que cambiar el sistema. Según Zimbardo, son las situaciones las que convierten a la persona en héroe o villano.

    • Rodrigo Tena Arregui
      Rodrigo Tena Arregui Dice:

      Es necesario agradecer a Ignacio su disponibilidad y amabilidad a la hora de acceder a exponer en nuestro blog sus críticas al institucionalismo. Como todos ustedes saben nosotros formamos más bien parte de esa corriente, por lo que este post nos da la oportunidad de enfrentar distintos puntos de vista sobre el tema, lo que siempre es enriquecedor.

      En primer lugar pienso que el que el paro, la pobreza, la desigualdad y la pésima educación pública sean los principales problemas de nuestra sociedad no puede constituir una objeción al institucionalismo, sino más bien una confirmación. Es decir, precisamente porque nuestras instituciones son muy malas estamos obligados a soportar un capitalismo de amiguetes anti competitivo y una partitocracia clientelar que agravan los males denunciados. Por supuesto que la crisis ha sido universal, pero la especial gravedad con la que ha golpeado a nuestro país (y a otros con instituciones no mucho mejores), tiene gran parte de su explicación en un marco de incentivos deficiente que hace que nuestra gobernanza sea de peor calidad que la de algunos de nuestros vecinos.

      Por eso, en segundo lugar, nosotros no defendemos que la reforma de las instituciones vaya a ser el bálsamo de Fierabrás que todo lo cura, sino una condición necesaria (aunque no suficiente) para la salida de la crisis económica, política y moral en la que estamos inmersos. Tan unilateral es afirmar que las diferencias entre el Nogales del norte y el Nogales del sur se deben sólo a las instituciones (como hacen Acemoglu y Robinson), olvidando algunos datos tan interesantes como quién compra droga y quién vende armas, como defender que las instituciones no han jugado ningún papel en esa diferencia.

      En tercer lugar, efectivamente, no cabe esperar cambios milagrosos de reformas institucionales, especialmente a corto plazo. Entre normas y hábito existe una solidaridad interna que juega en ambos sentidos (como ya nos enseñó Aristóteles) y que necesita tiempo para cuajar. Pero hay que tener en cuenta que en algunos campos puede cuajar mucho antes que en otros. Los cambios en la regulación del tráfico por carretera han cambiado nuestros hábitos de conducción en un tiempo récord. Los morales llevan más tiempo, sin duda, pero también terminan produciéndose. Pero, sobre todo, nunca se producirán si no empezamos colocando los cimientos institucionales necesarios para ello.

    • aldelgadog
      aldelgadog Dice:

      De acuerdo con que el arbitrismo regeneracionista respecto de las instituciones no es precisamente el instrumento más eficaz contra la corrupción, pero en total descuerdo con que sea un problema de “cultura”/capital social. Ni los españoles son más corruptos que los ingleses por que sí, ni los catalanes menos que los andaluces.
      La corrupción se ataja cuando no compensa, como todo. Es un problema de incentivos y de un Estado de Derecho fuerte (no lo es el español cuando hasta esta semana Jaume Matas no ha entrado en prisión).

    • Manu Oquendo
      Manu Oquendo Dice:

      Mientras leía el artículo de Ignacio y la reflexión de Rodrigo me estaba acordando de lo difícil que nos resulta, en terminología de Luhmann, diferenciar los límites entre un “sistema” y su “entorno” y ello independientemente de que las tesis de este sociólogo nos resulten convincentes o no.
      Pero lo cierto es que la definición y la consideración del “entorno” son muy importantes porque también son importantes sus efectos en los “sistemas” que de él se nutren.

      Una de las funciones de cualquier sistema, –de cualquier elemento o de las interrelaciones entre elementos–, es la Función de Control.
      Para cualquier profesional de sistemas, las funciones de control son determinantes hasta del propio concepto de Sistema. Y sin embargo éste no se ven con nitidez en el mundo de Luhmann o, puestos a pensar en ello, en la Sociología después de Weber. Está como escondido en las ideas más llamativas de comunicación o de poder.

      Me van a perdonar estos apuntes antes de arrancar, pero es que ayer, al volver a casa, la dependienta de la confitería me hizo notar que los grandes ejecutivos institucionales parecen trabajar construyendo cuidadosamente sus CV’s para cuando dejen de dedicarse a sus Responsabilidades Públicas.

      Es decir, son perfectamente conscientes del Entorno y de su relación con él y la señora en cuestión, puestísima en la captación del detalle, también lo era.
      Puede que no prestemos mucha atención a los efectos del entorno pero es evidente que la cúpula de nuestras Instituciones sí lo hace.

      Hablando de entorno me gustaría sugerir un espléndido librito para el mes de agosto. “How America was lost” de Paul Craig Roberts (2014) Clarity Press. Muestra con gran detalle nuestra “circunstancia”.

      Buenos días

    • Gonzalo García Abad
      Gonzalo García Abad Dice:

      Interesante artículo. Creo que efectivamente muchas reformas institucionales están condenadas al fracaso, al menos en el corto plazo. Una razón muy importante a tener en cuenta son las preferencias individuales de los ciudadanos. Cuando se realizan reformas hay que tener en cuenta que cada ciudadano individualmente adapta sus comportamientos a las reformas, de forma que los resultados finales pueden verse condicionados por esa adaptación.

      Creo que un problema de especial gravedad es el desempleo estructural. Ese desempleo, entre sus causas, tiene causas políticas. Estamos en el grupo de cabeza del desempleo estructural. Hay otros países, pocos afortunadamente, con tasas de paro semejantes a la nuestra, pero en general son países acuciados por crisis incluso más graves que la nuestra. En nuestro caso una proporción demasiado elevada del paro es estructural. Creo que si se removiese un conjunto de barreras de raíz política, que impiden una reducción significativa del paro, podríamos resolver una parte importante del problema.

      En cuanto a la corrupción, incrementar determinados controles puede reducir la corrupción en algunos ámbitos, pero siempre existirán resquicios para la corrupción. Efectivamente, para que la gente sea cooperativa se requiere un ambiente de cooperación fructífera y una alta probabilidad de dejar de disfrutar de esos frutos en el caso de no cooperar con los demás. De lo contrario la gente con un comportamiento oportunista tiene muchas probabilidades de ser más exitosa. Ese ambiente no se crea en un corto período de tiempo como bien señala.

      Reciba un cordial saludo.

    • Juan
      Juan Dice:

      Este post parece abre un debate no tanto sobre como solucionar el problema de la corrupción, sino más bien sobre qué es causa, y qué es consecuencia.
      Claramente estoy en profundo desacuerdo con el planteamiento del post. Profundo, en el sentido de que volver a afirmar que el destino de un país viene escrito por sus “usos y costumbres”, se acaba convirtiendo en un debate estéril. Como bien describe Garicano en su libro, los españoles conducíamos deprisa y mal, hasta el día que se implanta el carnet por puntos y todo cambia. Vaya, si conducir mal era un elemento muy difícil de cambiar !!!! .
      Es evidente que una sociedad educada y bien formada es una sociedad mucho menos propensa a la corrupción. Esa es una afirmación obvia. La pregunta es como consigues una sociedad educada y bien informada. El autor parece indicar que esto sucede simplemente porque “nos damos cuenta” de esta afirmación obvia. La realidad es que para que pueda desarrollarse esa sociedad educada y bien formada, es preciso que el entramado institucional marque los incentivos adecuados. Finlandia no es una excepción por “casualidad”. Es un caso muy estudiado de como un país decide cambiar su modelo económico apoyándose en una situación de profunda crisis (el colapso de la URSS) y en una clara apuesta por la educación, con un país plenamente convencido de la necesidad de ese cambio. Este artículo lo cuenta realmente bien http://www.unitedexplanations.org/2012/11/26/por-que-finlandia-tiene-el-mejor-sistema-educativo-del-mundo/.
      Es necesario algo más que afirmaciones obvias. Los factores sociales esconden excusas fáciles, para no abordar reformas institucionales. El “España es así” ya es un poco aburrido.

    • Juan
      Juan Dice:

      Para quien no conozca la historia reciente de Finlandia, unas breves pinceladas que pueden encontrarse fácilmente en Internet. Todo esto ha sucedido en Finlandia en los últimos 22 años, tras la caída de la URSS. El colapso fue casi total, con muchos parecidos con el de España en los últimos años. Ellos tomaron un camino, que les ha traido tras 23 años donde están ahora. ¿Factores sociales? …No. Unas instituciones que permitieron adoptar una acuerdo para cambiar el modelo productivo, y con él el destino del país. En 22 años han pasado del rescate financiero, a liderar el desarrollo económico y social. No es tan difícil. Pero es necesario un modelo institucional que permita adoptar las decisiones adecuadas. Lo demás son excusas.

      =====Un poco de historia =========
      En los años 90, Finlandia tenía una tasa de desempleo superior al 20%, un sistema financiero convulso y un montón de empresas echando el cierre. El comercio con la Unión Soviética representaba el 25% de su PIB. En 1992, el Estado tuvo que rescatar a un sistema financiero colapsado por unos tipos de interés altos ( intentos de mantener el tipo de cambio del marco finlandés…) y un deterioro clarísimo en sus exportaciones. Esto les costó un 8% de su PIB.

      La caída de éste gigante arrastró también al sector inmobiliario y a la mayoría de las empresas de construcción, al sector de la madera y a los astilleros, pilares básicos de la entonces economía finlandesa. Tuvieron que incrementar la tasa impositiva y bajar el gasto público.

      La gran diferencia con la situación que vivimos en España, es que en Finlandia lograron un gran consenso en cambiar su modelo económico. Gobierno y oposición pactaron un plan para salir de todo este lío y remar en la misma dirección. Devaluaron su moneda ( esto que nos falta a nosotros ) pero también redujeron el gasto público, hicieron un esfuerzo por aligerar la presión fiscal sobre las empresas, …

      La clave de todo fué que cambiaron su modelo productivo y se basaron en un modelo que cimentaba : primero la educación y la inversión en la formación de los trabajadores y después en grandes inversiones en I+ D. Las soluciones eran a largo plazo, aunque los resultados empezaron a ser visibles en poco tiempo. En 1991 , la inversión en I+D era del 1,8% del PIB. En 2004 era del 3,5% y actualmente es un 5% del PIB. Nokia empezó haciendo botas de goma para el ejército, después televisores y después móviles.

    • Ramón García
      Ramón García Dice:

      La conclusión del artículo es precipitada.

      Las reglas de juego son importantes, porque incentivan unas conductas y castigan otras. Aunque el entorno puede reaccionar de forma diferente, a largo plazo, con reglas adecuadas, la mayoría hará lo correcto por su propio beneficio.

      Un contraejemplo de los esencialismos es Alemania. Tuvo populismos nefastos en la república de Weimar, y, el mayor de todos, Hitler. Fue cuando se creó la República Federal, con instituciones fuertes, cuando el país despegó.

    • Jesús Galache
      Jesús Galache Dice:

      Nuevamente felicitar a los editores, al propio autor, y al altisimo nivel de los participantes en el debate. Siendo posturas que quizás en su raiz puedan estar claramente enfrentadas, es cierto que determinadas posturas “institucionalistas” arrojan un lejano aroma a los arbitristas que tanto pretendieron cambiar nuestra nación “desde arriba”.

      Y es un acierto del artículo subrayar que todo aquello que no surja del humus de la sociedad civil difícilmente prende en ésta, para “desarraigar” viejos, conocidos y malos hábitos…… cuando alguna C.A. tiene de empleado público a 1 de cada 4 empleos de esa C.A., o cuando un partido político aupa a su nuevo S.G. precisamente con el apoyo de la organización territorial que más ha fomentado el clientelismo, es claro que la llamada de atención del blogger es perfectamente válida, sin entrar en la discusión de causas y efectos a las que no puedan conducir algún neoaristotelico que por fortuna ande por ahí suelto.

      De todas las intervenciones quizás el resumen sea el mantra que subayce en el propio blog “transparencia, transparencia,…… y por sí acaso…… un poco más de transparencia”.

      Reitero mis felicitaciones a los Editores, al autor y a los intervninientes

    • Elisa de la Nuez Sánchez-Cascado
      Elisa de la Nuez Sánchez-Cascado Dice:

      Gracias Ignacio por el post, que hace una llamada a la cautela sobre la posibilidad de encontrar remedios mágicas sean institucionales o de otro tipo para cambiar hábitos y culturas sociales. Dicho eso, como no podía de ser menos, estoy firmemente convencida de que determinadas reformas institucionales ayudarían muchísimo y en el corto plazo allí precisamente donde hay más “capital social” en la lucha contra la corrupción. Le pongo dos ejemplos muy claros: despolitización de la justicia y desaparición de aforamientos que si bien no haría desaparecer la lentitud y la burocratización de la Justicia en los procesos de corrupción facilitaría muchísimo la vida de los Jueces instructores -como ellos mismos le podrían confirmar de primera mano- y la despolitización de la función pública, allí al menos donde existe un cuerpo de funcionarios profesionales y cierta conciencia de servicio público. Por ejemplo, que los interventores y secretarios judiciales no dependen del nombramiento del alcalde. Ah, y ya puestos regulación de la defensa del whistleblower nada de perseguir al denunciante de la corrupción, se trata de perseguir al corrupto. Fácil, y apostaría a que en poquísimo tiempo se notaría el cambio. Me parece muy relevante el que sean precisamente este tipo de reformas las que una clase política acosada por los casos de corrupción en sus filas no quiere hacer, precisamente en mi modesta opinión porque saben perfectamente lo bien que funcionarían (y lo mal que les iría a ellos).

    • de Lege Ferenda
      de Lege Ferenda Dice:

      No coincido con el articulista, en cuanto a la ineficiencia del “cambio Institucional” como motor social de la recuperación de nuestra Dignidad. Y no coincido porque el pretendido cambio institucional, nunca ha sido tal. No ha existido un cambio de modelo institucional, salvo el gatopardismo que todo lo cambia para que todo permanezca inmutable, ajeno.

      El poder no está en las Instituciones; en ellas solo hay apesebrados del verdadero poder, que es económico, y se manifiesta en la corrupción de los controladores, nuestros verdugos. No es que todo esté corrupto; en absoluto. Solo lo están las jerarquías. Jerarquías institucionales que actúan, a más de como motor de la insolidaridad y la corrupción, como tapón de cualquier cambio real en nuestras Instituciones.

      La Educación y la Información son Institucionalidad en si mismas. Las más potentes Instituciones que utiliza la corrupción del verdadero poder que dirige a las jerarquías Institucionales, como sistema de permanente lucha de los unos contra los otros. Debatimos ardientemente … sobre lo intrascendente.

      Y ese cambio, tan necesario, necesita de nuestras Instituciones. No de “las Instituciones” sino de “nuestras Instituciones”. Para recuperar su control (o quizás para lograrlo por primera vez) hemos de cambiar la forma de relacionarnos. Y esa forma de relacionarnos, ¿ha cambiado realmente con la Sociedad de la Información? En absoluto; al contrario se ha hecho imposible emitir mensajes al público desde la sociedad civil de base. Como las presuntas Asambleas 15M, en las que todos tenían sus 3 minutos; todos iguales, supieses o no de que hablabas.

      Como escribía Julio Verne, no hará falta censura cuando todos escriban para todos. El exceso de información disponible cumple mucho mejor la función del control de la información. 100 años después, de nuevo, Verne tenía razón.

      Esatmos en el momento propicio; en que la Sociedad Civil quiere -y por ello, puede- desvincularse de sus Instituciones para generar otra Institucionalidad, para recuperar el control de nuestro presente y nuestro futuro. Desde fuera de las Instituioneses donde hemos de crear institucionalidad; para poder desalojar de ellas a los corruptos déspotas que sirven a nuestro opresor.

      Y en eso estamos. Generando Movimiento en el que la planificación de los corruptos no pueda abarcarlo todo.

      Gracias por el post.

    • FRANCISCO RODRÍGUEZ
      FRANCISCO RODRÍGUEZ Dice:

      Claro que las reformas institucionales no son suficientes y la base está en el capital social. No obstante, ante la situación actual creo que serían necesarias todo tipo de medidas. A corto, medio y largo plazo. Conseguir una ciudadanía políticamente educada y cooperativa se encuadraría dentro del largo plazo. Reformar las instituciones dentro del medio. Quedarían las medidas en el corto, que no pueden tener otra forma más que el castigo eficaz de aquellos que incurren en este tipo de conductas.

    • Adan Esmit
      Adan Esmit Dice:

      Con independencia de que si creo que la reforma institucional mejora las cosas, por que reformar significa cambiar la forma. Le felicito por su post.
      Esta forma indecente de comportamiento de no pocas instituciones no puede seguir impune. Hay que aplicar la ley con todas sus consecuencias, sin traumas ni miedos. Somos mayores de edad y no podemos intimidarnos. Un Estado sin justicia o con una justicia imparcial, no es Estado ni es nada.

    • Alcides Bergamota
      Alcides Bergamota Dice:

      Acierta plenamente al recordarnos que no existen las soluciones milagrosas que cambien las cosas de una día para otro. Es un recordatorio necesario para evitar la sucesión de euforias y decepciones y tomarse las cosas con serenidad. Pero es indudable también que cuando hay problemas es necesario intentar solucionarlos, afrontarlos y buscar salidas. Desde mi punto de vista –que no es nada original- hay que descartar arbitrismos, soluciones milagrosas, fatalismos (como muy bien dice en su entrada), apelaciones a la historia o a la naturaleza de nuestro ser, en tono noventayochista. Las condiciones de la prosperidad se conocen. Prosperidad requiere libertad, una libertad enmarcada en un estado de derecho. Esa es la parte que está haciendo agua en manos de una burocracia cada vez mayor y más poderosa que implica regresión de la libertad y despilfarro. Esa burocracia debe reducirse, los recursos económicos debe quedar a disposición (en su mayoría al menos) de quien los produce, y la administración debe contar con los recursos precisos, justos, para unos fines acotados. Se habla de un problema de malnutrición infantil mientras se conceden subvenciones millonarias a determinados sectores o se financian con fondos públicos actividades privadas sin el mínimo control exigible, como en el caso Gowex, sociedad receptora de un crédito del ICO por valor de 14 millones de euros si he entendido bien lo que se comenta en las noticias. Desde mi punto de vista la sociedad española es una sociedad, en su mayoría madura, y deseosa de andar por caminos que apelan a la libertad y a la responsabilidad individual, sin dejar por ello de contribuir a fines comunes, pero que sean tasados y en una medida razonable. Esto lo demuestra la inmensa mayoría absoluta que se concedió al PP en las últimas elecciones generales, defendiendo un programa determinado que luego este partido ha incumplido de manera sistemática. Mariano Rajoy pasará a la historia como un nuevo Fernando VII, cabe poca duda al respecto. Por lo tanto, el camino señalado, el de la prosperidad de las sociedad abierta, que una mayoría de españoles (tal vez no todos pero si una mayoría) desea seguir, se encuentra ahora bloqueado. Reforma de la ley electoral, separación de poderes, cumplimiento de la Ley, etc. deberían ayudar a despejarlo si la cuestión nacional no nos lleva a todos por delante. El día en que la bisagra del congreso sea un partido nacional sin complejos y no un nacionalista el rumbo cambiará, esto claro, si las cosas no se han precipitado dramáticamente antes.

    • Isidro Elhabi
      Isidro Elhabi Dice:

      Estoy de acuerdo en parte con el artículo y en parte con los editores y el resto de comentaristas. La tesis del artículo podríamos resumirla en que las reformas institucionales por sí solas no tienen porqué acabar con la corrupción, y que sin embargo da como causa, los factores sociales, y que la corrupción se da más en ciudadanías poco informadas, con altos niveles de desigualdad económica y con bajos niveles de confianza interpersonal.

      Lo cierto es que, como ya han apuntado, el artículo relaciona una causa con una posible solución, quizás las reformas institucionales no son por sí solas suficiente solución, pero difícilmente sin ellas se podrá disminuir (que no acabar, creo que eso es imposible) la corrupción. Aunque está claro que una mayor formación e información ayudaría mucho.

      Llevo tiempo intentando estudiar la corrupción, y cada día pienso que la lucha frente a esta lacra hay que abordarla desde distintos ámbitos, y la causa tampoco sería única. Podríamos hablar de causas morales, el protestantismo contra el catolicismo; podríamos hablar de tendencias humanas y cerebrales (el ser humano sería corrupto en sí mismo, o la fuerza corruptora del poder o los impulsos neurocerebrales); o mencionar a Becker en la relación coste-beneficio y tener el cuenta el homo economicus lo que nos lleva como soluciones el sistema judicial o las penas, con la matización del umbral de honestidad que se habló en este blog de Dan Arieli o el experimento de Steven D. Lewitt; podríamos acusar a las instituciones, excesiva politización (más politización, más corrupción), falta de checks and balances, o su excesivo intervencionismo (demasiado gobierno, excesiva legislación, demasiada corrupción); podríamos mencionar la falta de transparencia; la deficiente ley electoral que no permite la rendición de cuentas; el entorno; o una tolerancia grupal y una falta de reproche social a la corrupción, que es a lo que tiende el autor.

      Lo cierto es que pienso cada día que todo cuenta, y que no hay una una sola causa ni una sola solución, si no que hay buscar y aplicar todas las posibles. Lo cierto es que la corrupción no es algo cultural Mediterráneo ni typical spanish, pero no consideraría los factores sociales como causa, sino como consecuencia. Hay estudios que parecen ir en todo caso en la dirección opuesta: los países desarrollan “malas” culturas -o culturas donde predomina la desconfianza social- como consecuencia de unos elevados niveles de corrupción.

      Cuando durante muchos años hay corrupción por el poder de forma sistemática y generalizada y no pasa nada, el sistema y el poder siguen corrompiéndose y pudriéndose más aún si cabe. La corrupción en el poder produce una pedagogía corruptora. Si el Ministro tal se lo lleva crudo, ¿cómo yo que soy concejal no lo voy a hacer? ¿Cómo yo que soy ciudadano no voy a defraudar? corrupción es contagiosa. Un estudio de Carrell, West y Malmstron afirma que cada nuevo tramposo “infecta” aproximadamente a 0,6 personas como sugiera la estimación, y la población es grande se puede llegar a 1/(1-0.6), o sea alrededor de 2,5 personas. Esa desconfianza interpersonal no sería nada más que la consecuencia de malos gobernantes por generaciones. Ese sería nuestro laberinto, la desconfianza asumida, casi genética, que se recarga como las pilas con cada caso de corrupción o de inoperancia política. Sin embargo, esa desconfianza, además de consecuencia también podría convertirse en solución, con una actitud constante de desconfianza, vigilancia y exigencia de cuentas permanente.

      Tampoco la desigualdad económica sería una causa, sino una consecuencia. Dinero que se llevan los corruptos, dinero que no llega a nuestras escuelas y hospitales. Se calcula que la corrupción es entre el 1% del PIB, unos 10.500 millones de euros anuales, hasta incluso el 2%. Es la corrupción la que desvía el dinero de una mayoría hacia una minoría que acapara la riqueza y que suele estar bien conectada con el poder y a la vez es una artimaña empobrecedora, ya que reduce el gasto público social y merma el Estado del bienestar, la que produce la desigualdad.

      Lo que sí hay que avisar es que una explicación social, tiene mucho peligro, si la culpa es de la sociedad, no es del corrupto. Le exculpa. Y eso es lo que desea el corrupto, involucionar (degenerar), eliminar el sentimiento de vergüenza del corrupto para facilitar las cosas y ampliar la comprensión hacia sus actos. Además, eso contamina la sociedad. Así, si alguien les señala su desvergüenza le responderán que así somos todos los españoles desde tiempo inmemorial y que cualquiera de ellos que estuviese en su lugar haría lo mismo. Tal argumento es de una eficacia inmediata, el oyente lo encaja, hace examen de conciencia y descubre que él también tiene faltas, que no es perfecto, se avergüenza y desiste de tratar de cambiar las cosas. No sólo eso, sino que se convierte en un corrupto más por el efecto contagio.

      Asi que parece, y así lo afirma Philip Zimbardo, que la situación hace a las personas. Si quieres cambiar a la persona, tienes que cambiar la situación, tienes que cambiar el sistema. Según Zimbardo, son las situaciones las que convierten a la persona en héroe o villano.

  15. Ignacio Gomá Lanzón
    Ignacio Gomá Lanzón Dice:

    Considero de gran interés las aportaciones que nos hace el autor en el post de hoy, pues lo pongo en relación con un post mío de la semana pasada en trataba este tema y citaba a Ignacio Sánchez-Cuenca. Es este:
    http://hayderecho.com/2014/07/07/regeneracion-entre-podemos-y-la-agenda-de-mejora-de-la-calidad-democratica-del-pp/
    La cuestión que planteaba en él, y vuelvo a plantear ahora, es qué hacemos en este blog editores, colaboradores y comentaristas: ¿Es útil la crítica? ¿Es excesiva? ¿es comparable a la de otros, partidos o movimientos? En ese post venía a decir que no es excesiva porque los hechos están ahí, por mucho que históricamente nadie quisiera volver a un tiempo anterior sin saber qué papel le tocaría en él. Y tampoco es equivalente a la de grupos antisistema, pues pensamos que la regeneración que haya que hacer ha de hacerse por dentro del Estado de Derecho.
    Pero ahora Ignacio Sánchez-Cuenca nos plantea si nuestra crítica es acertada, y nos viene a decir que no, pues las instituciones no son lo único que importa. Creo que por ello es interesante el post de hoy: nos permite contrastar nuestras opiniones. A mí, en este sentido, me gustaría aducir que todo depende de la perspectiva. Porque el razonamiento lógico que Ignacio parece atribuir al planteamiento institucionalista sería: degeneración institucional, luego crisis económica, luego crisis política, luego necesidad de regeneración para recuperación política y consiguiente económica.
    En realidad yo no pienso a sí, no sé los demás. Para mí la crisis económica surge por sus propias causas (aunque no hay que excluir alguna política y regulatoria), aunque su advenimiento ha puesto de manifiesto algunas lacras institucionales que cuando todo el mundo está trabajando y ganando dinero es muy difícil ver. Por ello, la crisis tiene poco que ver con lo que se propugna aquí, salvo que la falta de separación de poderes, politización de la justicia, ineficiencia legislativa y demás, en ningún caso van a favorecer la recuperación. La cuestión de la regeneración institucional y del Estado de Derecho, que es lo que básicamente se defiende en este blog (junto con la necesidad de un rearme ético), es una necesidad de justicia, de seguridad jurídica y de convivencia pacífica. Ello no resuelve todo (desigualdades, injusticias sociales, pobreza, corrupción), pero seguramente sin ello no se resuelve nada.
    Hay muchas causas en este mundo, y la que se patrocina aquí es limitada y no resuelve todo pero creemos que sin ella pocas cosas funcionan a la larga.

    • de Lege Ferenda
      de Lege Ferenda Dice:

      Es esencial: “la regeneración que haya que hacer ha de hacerse por dentro del Estado de Derecho”..
      Y, en el Estado Social y Democrático de Derecho, lo determinante son los Derechos Fundamentales. Es en su garantización, promoción y defensa donde encontraremos el camino común. Es sobre los Servicios Públicos, que dan cauce a la efectividad de los Derechos Humanos, donde realmente se define una organización social. Sin Servicios Públicos la recaudación tributaria- coactiva- del producto de nuestro esfuerzo resulta ser, simplemente, un robo con violencia o intimidación; o una estafa.
      Si no somos capaces de agruparnos mayoritariamente en torno a la efectividad de los Derechos Humanos,entonces nuestra división se habrá hecho tan profunda que la convivencia resultará odiosa.
      Por encima de lo accesorio, será caminando por un mismo sendero, que nos haremos compañeros.

    • Isidro Elhabi
      Isidro Elhabi Dice:

      ¿Y cómo se garantizan los servicios públicos y el estado de bienestar? El Estado de Bienestar y ciertos “derechos” no son gratis. No los puede traer el estado del cielo. Hay que pagarlos, salvo que los médicos, los maestros o los constructores trabajaran gratis y todos los demás costes también los regalaran. Algo imposible.
      Si se quiere garantizar un cierto estado de bienestar y unos servicios públicos esenciales hay que fomentar una economía próspera. Fomentar la inversión, el emprendimiento y el ahorro, atraer capitales, impuestos no confiscatorios, poca burocracia, seguridad jurídica, etc. El estado de bienestar está directamente relacionado en todos los países con altos niveles de renta. Sin eso no hay servicios públicos, ni hay estado de bienestar ni derechos fundamentales ni humanos que valgan. Y además no sólo es cuestión de riqueza, sino de cómo se distribuye. Se está viendo cómo los Gobiernos no redistribuyen cómo deberían y hacen recaer el peso de los recortes en los ciudadanos a costa de mantener una hipertrofia de la administración y todos sus privilegios. El estado de bienestar se ha quedado en promesas vacías de los políticos que no tienen valor alguno y de las que no podemos fiarnos. Sin una economía próspera ni una mejora institucional no habrá servicios públicos, ni estado de bienestar ni derechos algunos. Así de claro.

    • de Lege Ferenda
      de Lege Ferenda Dice:

      En realidad, hay Servicios Públicos esenciales que no necesitan una asignación presupuestaria de relumbrón. ¿Cuantos aeropuertos no funcionales a cambio de una Justicia dotada de medios? ¿Cuantos rescates financieros hemos de pagar con nuestros tributos? El Sistema Tributario justo ¿es un sistema tributario que distribuye lo que recauda entre las rentas bajas y lo entrega a las rentas altas? ¿Cuantos AVES por cada Hospital?
      Richard Lipsey nos hacía elegir entre zanahorias y tanques.
      ¿Cuantos empleos productivos por cada funcionario dedicado a vulnerar nuestros derechos?
      ¿Cuantos Gobiernos sin control hacen falta para ir a la Guerra?
      ¿Preferimos una economía sana en el sector de la automoción, o preferimos que no haya accidentes de circulación?
      El Gobierno, ¿ha de controlar la Política Monetaria o ha de ser controlado por ella?
      ¿Como se calcula el coste-beneficio en el Derecho a la vida?
      ¿Cuantas AENAS hemos de pagar y reflotar antes de entregárselas a la corrupción? ¿Cuantas Galerías Preciados hemos de pagar a los “amigos mexicanos? ¿Cuantas Caixas Galicias?
      Como señala Manu Oquendo,el Sistema no puede ser tan proclive a la corrupción por casualidad.
      Pero, ¿que pasa si en la estación de Atocha tienes ganas de mear y no tienes dinero?
      ¿Cuanto cuesta una puesta de sol?
      ¿Cuantas apendicitis cuesta un asesor de libre designación? ¿Cuantas clases de inglés?
      ¿El precio del dinero ha de ser decreciente, penalizando la acumulación improductiva, o ha de ser creciente de manera que cuanto menos beneficioso sea para la sociedad más rentable sea para su dueño? ¿Porque el BCE presta a la Banca al 1% y la banca especula con ese dinero contra nuestra propia deuda pública?
      ¿Podremos defendernos con todas las Alegaciones a nuestra disposición en procedimientos sumarios de ejecución hipotecaria o seguiremos en Indefensión, vulnerando la Constitución?
      ¿Cuando pagaremos impuestos con placer en lugar de con dolor? ¿Quizás cuando veamos que con nuestros impuestos se prestan Servicios Públicos en lugar de pegarse la buena vida unos pocos corruptos?
      ¿Cuanto pueden producir 6.000.000 de parados; y sin embargo no producen? ¿Renta básica para todos o trabajo para todos, en último término dentro del sector público?
      No, no es cierto que no haya opciones. Las hay. En realidad la única no-opción es seguir como hasta ahora

    • Ignacio Gomá Lanzón
      Ignacio Gomá Lanzón Dice:

      Isidro, es que yo creo que ese es el gran dilema: ¿cabe estado de bienestar, desarrollo y distribución sin Estado de Derecho? No es impensable sin duda la existencia de un déspota ilustrado y solidario que se dedique a hacer el bien y la justicia. Pero la experiencia nos enseña que tales combinaciones rara vez se dan y que los países que prosperan y que pueden distribuir son aquellos que en los que las reglas del juego son iguales para todos y todos pueden participar. El sistema actual de China, comunista formalmente, capitalista materialmente y sin un Estado de Derecho, o de Venezuela o de Rusia ¿son ejemplos a seguir? ¿tiene en ellos futuro el estado del bienestar? Me pregunto…

  16. Ignacio Gomá Lanzón
    Ignacio Gomá Lanzón Dice:

    Considero de gran interés las aportaciones que nos hace el autor en el post de hoy, pues lo pongo en relación con un post mío de la semana pasada en trataba este tema y citaba a Ignacio Sánchez-Cuenca. Es este:

    http://hayderecho.com/2014/07/07/regeneracion-entre-podemos-y-la-agenda-de-mejora-de-la-calidad-democratica-del-pp/

    La cuestión que planteaba en él, y vuelvo a plantear ahora, es qué hacemos en este blog editores, colaboradores y comentaristas: ¿Es útil la crítica? ¿Es excesiva? ¿es comparable a la de otros, partidos o movimientos? En ese post venía a decir que no es excesiva porque los hechos están ahí, por mucho que históricamente nadie quisiera volver a un tiempo anterior sin saber qué papel le tocaría en él. Y tampoco es equivalente a la de grupos antisistema, pues pensamos que la regeneración que haya que hacer ha de hacerse por dentro del Estado de Derecho.

    Pero ahora Ignacio Sánchez-Cuenca nos plantea si nuestra crítica es acertada, y nos viene a decir que no, pues las instituciones no son lo único que importa. Creo que por ello es interesante el post de hoy: nos permite contrastar nuestras opiniones. A mí, en este sentido, me gustaría aducir que todo depende de la perspectiva. Porque el razonamiento lógico que Ignacio parece atribuir al planteamiento institucionalista sería: degeneración institucional, luego crisis económica, luego crisis política, luego necesidad de regeneración para recuperación política y consiguiente económica.

    En realidad yo no pienso a sí, no sé los demás. Para mí la crisis económica surge por sus propias causas (aunque no hay que excluir alguna política y regulatoria), aunque su advenimiento ha puesto de manifiesto algunas lacras institucionales que cuando todo el mundo está trabajando y ganando dinero es muy difícil ver. Por ello, la crisis tiene poco que ver con lo que se propugna aquí, salvo que la falta de separación de poderes, politización de la justicia, ineficiencia legislativa y demás, en ningún caso van a favorecer la recuperación. La cuestión de la regeneración institucional y del Estado de Derecho, que es lo que básicamente se defiende en este blog (junto con la necesidad de un rearme ético), es una necesidad de justicia, de seguridad jurídica y de convivencia pacífica. Ello no resuelve todo (desigualdades, injusticias sociales, pobreza, corrupción), pero seguramente sin ello no se resuelve nada.

    Hay muchas causas en este mundo, y la que se patrocina aquí es limitada y no resuelve todo pero creemos que sin ella pocas cosas funcionan a la larga.

  17. Manu Oquendo
    Manu Oquendo Dice:

    Últimamente solemos llegar a “la corrupción” como crítica fundamental y pensamos que, una de dos, con Instituciones diferentes o con “Gente” moralmente mejor se resolvería la cuestión.
    Hay una tercera, la “gatopardista”, que suele citar Elisa. Pero parece que cada vez quedan menos personas que piensen que sumando más vigilantes a los vigilantes podremos resolver la cuestión. Cuantos más vigilantes más baratos son y menos visibles resultan.
    Los sistemas resisten bien un cierto nivel de control (Adam Smith diría que hay un control “natural”) y por encima de él entran en rendimientos decrecientes y negativos: El coste de los controles –algo que frecuentemente es muy caro y tiende a fallar entre gentes imaginativas– puede llegar a costar más que el producto del sistema.
    Analicemos por encima las grandes zonas de corrupción:
    1. Licencias de urbanismo. Conversión de suelo barato en caro porque conviene fiscalmente al Estado con unos impuestos de lo más cuestionable y que a plazo nos hacen inviables.
    Esto nunca fue un problema importante hasta que se cerraron las fábricas (por actos de varios gobiernos, no lo olvidemos GATT, UE, Euro, WTO, etc) y el empleo pasó a depender de la Vivienda, de Servicios públicos y privados y del Crédito.
    2. Formación de Parados –¡fuera de la propia compañía que los emplearía y gestionados por Patronal y Sindicatos!–. Esto “es inaudito pero es”.
    3. Apertura de Negocios que exigen licencia de la Autoridad de las que tantas tenemos (por ejemplo el vertedero de un Pujol que viene hoy en la prensa, o las ITV’s de otro Pujol) En esta categoría entra la venta de Empresas Públicas. Hay miles.
    4. Concesión de Derechos Demaniales como canalizaciones, zanjas, tendidos o espectros de señales de radiofrecuencia y poco más. De esto tengo historias en cada capital de provincia.
    Esto cubre el 90% del asunto. El resto es nepotismo y pesebre, numeroso pero menor, fuera de los cauces de selección y contratación tradicionales de un estado desde Bismarck.
    Este “diseño” es imposible que sea inocente, nace “golfo”. Así que ojo, porque los billetes de 500 Euros los Imprimió en cantidades tan monstruosas el Poder político, no “la Gente”.
    Obsérvese que para que gran parte de ello funcione como canal corrupto es necesario creer colectivamente que el Estado no Debe Gestionar nada y que idealmente casi todo debe pasar a manos privadas.
    Para resolver esto ¿hacen falta Instituciones diferentes? No estoy seguro. En todo caso se pueden cerrar muchas.
    El propio diseño vigente se explicaría….. para permitir que la corrupción florezca.
    Hace falta “una forma distinta de distribuir el poder de decidir o de hacer”. En todo caso un “Proceso diferente” con menos poder en la mesa y más en mano de los ciudadanos.
    ¿Hace falta “gente” con moral diferente? No digo que no, siempre viene bien; pero los ángeles también pecan, decía Milton. Creo que basta con gente normal, pecadores con arrepentimiento esporádico.
    Saludos

  18. Manu Oquendo
    Manu Oquendo Dice:

    Últimamente solemos llegar a “la corrupción” como crítica fundamental y pensamos que, una de dos, con Instituciones diferentes o con “Gente” moralmente mejor se resolvería la cuestión.

    Hay una tercera, la “gatopardista”, que suele citar Elisa. Pero parece que cada vez quedan menos personas que piensen que sumando más vigilantes a los vigilantes podremos resolver la cuestión. Cuantos más vigilantes más baratos son y menos visibles resultan.

    Los sistemas resisten bien un cierto nivel de control (Adam Smith diría que hay un control “natural”) y por encima de él entran en rendimientos decrecientes y negativos: El coste de los controles –algo que frecuentemente es muy caro y tiende a fallar entre gentes imaginativas– puede llegar a costar más que el producto del sistema.

    Analicemos por encima las grandes zonas de corrupción:

    1. Licencias de urbanismo. Conversión de suelo barato en caro porque conviene fiscalmente al Estado con unos impuestos de lo más cuestionable y que a plazo nos hacen inviables.

    Esto nunca fue un problema importante hasta que se cerraron las fábricas (por actos de varios gobiernos, no lo olvidemos GATT, UE, Euro, WTO, etc) y el empleo pasó a depender de la Vivienda, de Servicios públicos y privados y del Crédito.

    2. Formación de Parados –¡fuera de la propia compañía que los emplearía y gestionados por Patronal y Sindicatos!–. Esto “es inaudito pero es”.

    3. Apertura de Negocios que exigen licencia de la Autoridad de las que tantas tenemos (por ejemplo el vertedero de un Pujol que viene hoy en la prensa, o las ITV’s de otro Pujol) En esta categoría entra la venta de Empresas Públicas. Hay miles.

    4. Concesión de Derechos Demaniales como canalizaciones, zanjas, tendidos o espectros de señales de radiofrecuencia y poco más. De esto tengo historias en cada capital de provincia.

    Esto cubre el 90% del asunto. El resto es nepotismo y pesebre, numeroso pero menor, fuera de los cauces de selección y contratación tradicionales de un estado desde Bismarck.

    Este “diseño” es imposible que sea inocente, nace “golfo”. Así que ojo, porque los billetes de 500 Euros los Imprimió en cantidades tan monstruosas el Poder político, no “la Gente”.

    Obsérvese que para que gran parte de ello funcione como canal corrupto es necesario creer colectivamente que el Estado no Debe Gestionar nada y que idealmente casi todo debe pasar a manos privadas.

    Para resolver esto ¿hacen falta Instituciones diferentes? No estoy seguro. En todo caso se pueden cerrar muchas.
    El propio diseño vigente se explicaría….. para permitir que la corrupción florezca.
    Hace falta “una forma distinta de distribuir el poder de decidir o de hacer”. En todo caso un “Proceso diferente” con menos poder en la mesa y más en mano de los ciudadanos.

    ¿Hace falta “gente” con moral diferente? No digo que no, siempre viene bien; pero los ángeles también pecan, decía Milton. Creo que basta con gente normal, pecadores con arrepentimiento esporádico.

    Saludos

  19. KC
    KC Dice:

    El artículo está bastante bien, pero de la comparativa italiana se podría haber extraído muchísimas conclusiones para entender los enlaces entre agrupaciones mafiosas y políticas y por qué se generaron en esa parte del sur de Italia que dista tantísimo de la norteña, porque las hay a patadas. Se ha comido usted el melocotón y se ha dejado la pulpa.

  20. KC
    KC Dice:

    El artículo está bastante bien, pero de la comparativa italiana se podría haber extraído muchísimas conclusiones para entender los enlaces entre agrupaciones mafiosas y políticas y por qué se generaron en esa parte del sur de Italia que dista tantísimo de la norteña, porque las hay a patadas. Se ha comido usted el melocotón y se ha dejado la pulpa.

  21. Jesús Casas
    Jesús Casas Dice:

    Curioso. Ayer quería preguntar yo a una historiadora si existían libros serios que analizasen la relación entre el nivel educativo (no me refiero a la “instrucción” sino a la “educación” como ya expresé en un post en este blog) de un país en un siglo y sus efectos en el progreso moral, social y material de dicho país (o conjunto de países), en los siglos siguientes, tanto positivos como negativos y no me refería a la corrupción. Conforme a lo que Ud. indica, mientras no elevemos los niveles educativos es posible que el horizonte siga nublado todo el siglo XXI y no sólo en Estepaís. ¿Existe semejante libro?¿Cuál es su título y autor? Pensaba que KC, nuestro astronauta de cabecera, estaría más contento con un artículo sociológico que jurídico, pero… no sé yo. En fin, uno trata de explicar que no por más instituciones y más normas la sociedad cambia, sino que la sociedad es la que se dota de normas e instituciones y a esa organización social le llamamos Estado, simplemente. Si Ud. tiene gentes rufimentariamente educadas ya puede tener una arquitectura insitucional de manual, que no le va a servir de nada, si Ud. tiene una sociedad civil comme il faut, unas pocas normas e instituciones sirven. Sí, a más educación, menos normas, quod erat demonstrandum.

    • KC
      KC Dice:

      Jesús, viví una época en Italia, he leído bastantes páginas sobre su historia política y en concreto sobre la cuestión de la mafia; por qué, cómo, cuándo y dónde. También sobre los magníficos Falcone y Borsellino, que dieron literalmente su vida en un intento por evitar lo que después se convirtió Italia. De hecho, escribí hace ya bastante tiempo sobre las conexiones que se estaban dando en la política española que me recordaban a aspectos de la mecánica y procederes mafiosos italiano, y lo hice cuando nadie hablaba del tema. Que aparezca el otro día una noticia en los medios sobre cierto personaje afirmando que “la política y la mafia son lo mismo” te aseguro que no me genera ninguna arruga en la frente.
      Así que creo humildemente poder afirmar que el artículo me parece acertado, probablemente mucho más certero que una aproximación jurídica en sí misma, pero también que podría haberse desarrollado mucho más en la comparativa italiana en su concreta aproximación al por qué la mafia apareció en Italia y por qué fue creciendo en cuanto a poder y extensión y cómo eso generó todo tipo de desgaste en un país como Italia, que es prácticamente el hermano gemelo de España en muchas cosas. El articulista hace una somera mención y precisamente en esa comparación se descubren muchas cosas interesantes, probablemente las que un leguleyo no va a aprender leyendo un manual de Derecho.

  22. Jesús Casas
    Jesús Casas Dice:

    Curioso. Ayer quería preguntar yo a una historiadora si existían libros serios que analizasen la relación entre el nivel educativo (no me refiero a la “instrucción” sino a la “educación” como ya expresé en un post en este blog) de un país en un siglo y sus efectos en el progreso moral, social y material de dicho país (o conjunto de países), en los siglos siguientes, tanto positivos como negativos y no me refería a la corrupción. Conforme a lo que Ud. indica, mientras no elevemos los niveles educativos es posible que el horizonte siga nublado todo el siglo XXI y no sólo en Estepaís. ¿Existe semejante libro?¿Cuál es su título y autor? Pensaba que KC, nuestro astronauta de cabecera, estaría más contento con un artículo sociológico que jurídico, pero… no sé yo. En fin, uno trata de explicar que no por más instituciones y más normas la sociedad cambia, sino que la sociedad es la que se dota de normas e instituciones y a esa organización social le llamamos Estado, simplemente. Si Ud. tiene gentes rufimentariamente educadas ya puede tener una arquitectura insitucional de manual, que no le va a servir de nada, si Ud. tiene una sociedad civil comme il faut, unas pocas normas e instituciones sirven. Sí, a más educación, menos normas, quod erat demonstrandum.

  23. O,Farrill
    O,Farrill Dice:

    Habría que partir del significado de la palabra “corrupción” como fenómeno que se produce por alteración negativa de la materia hasta llegar a cambiar su composición, estructura y características o propiedades. Al hablar de “corrupción política” estamos hablando de ese mismo proceso: la sustitución progresiva de unos valores o principios loables (la Política lo es) por elementos espurios que no responden ya a lo que es y debe ser la POLITICA (así con mayúsculas). Es el cambio del altruismo idealista y, si se quiere, utópico o soñador por el sentido de lo práctico, inmediato e interesado. Las instituciones por sí mismas no son corruptas (cuando responden al sentido de lo público) sino quien las dirige y orienta a fines diferentes y busca la forma de “puentear” los escasos sistemas de control y supervisión que aún se conservan como reliquias de lo que fue un día o trató de ser la Administración Pública ahora convertida muchas veces en simple forma de “negocio” para ingresar dinero. No se trata pues de “cambiar” en muchos casos, sino de reajustar, controlar eficientemente su funcionamiento y el sentido de su actividad y evitar la confusión de intereses públicos y privados. Puedo aportar forma de hacerlo operativo por experiencia propia durante muchos años.

    • de Lege Ferenda
      de Lege Ferenda Dice:

      Estimado O’Farrill, no existe una realidad que antes no se haya soñado. Y ahora muchos están soñando con realidades nuevas. El mundo está cambiando ante nuestros ojos; pero todavía miramos más al dedo que a la luna. Todavía.
      Un abrazo.

  24. O,Farrill
    O,Farrill Dice:

    Habría que partir del significado de la palabra “corrupción” como fenómeno que se produce por alteración negativa de la materia hasta llegar a cambiar su composición, estructura y características o propiedades. Al hablar de “corrupción política” estamos hablando de ese mismo proceso: la sustitución progresiva de unos valores o principios loables (la Política lo es) por elementos espurios que no responden ya a lo que es y debe ser la POLITICA (así con mayúsculas). Es el cambio del altruismo idealista y, si se quiere, utópico o soñador por el sentido de lo práctico, inmediato e interesado. Las instituciones por sí mismas no son corruptas (cuando responden al sentido de lo público) sino quien las dirige y orienta a fines diferentes y busca la forma de “puentear” los escasos sistemas de control y supervisión que aún se conservan como reliquias de lo que fue un día o trató de ser la Administración Pública ahora convertida muchas veces en simple forma de “negocio” para ingresar dinero. No se trata pues de “cambiar” en muchos casos, sino de reajustar, controlar eficientemente su funcionamiento y el sentido de su actividad y evitar la confusión de intereses públicos y privados. Puedo aportar forma de hacerlo operativo por experiencia propia durante muchos años.

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