Legitimidad y transparencia

El descrédito que han sufrido las principales instituciones políticas de nuestro país en los últimos años tiene que ver, principalmente, con escándalos de corrupción o el vilipendio de fondos públicos en una situación en que existen importantes problemas sociales debidos a la escasez de recursos. El sentir del ´no nos representan´ iniciado en el año 2011 ha desembocado en una situación en la que un partido de origen “extraparlamentario” disputa la hegemonía política al actual partido de Gobierno, y sobrepasa al principal partido de la oposición en diferentes encuestas, al haber conseguido canalizar la frustración y enfado ciudadano hacia su formación. Un partido que ha manifestado la total falta de legitimación democrática que otorga al actual sistema político, y la necesidad de ´abrir el candado´ que cimenta el sistema institucional actual.

Son de sobra conocidos trabajos de otros autores sobre los riesgos que una crisis de legitimidad traen para cualquier sistema político. Una crisis que no sólo está viviendo España, sino también Portugal, Italia, Grecia o Francia por poner los ejemplos más cercanos. Sin embargo, debemos preguntarnos qué elementos han sido vitales a la hora de hacernos llegar a este punto de deslegitimación política. Al menos, eso intentaré hacer en las siguientes líneas.

En mi opinión, podemos señalar que nuestro sistema político se articula básicamente en relación a dos instituciones vinculadas directamente. Y dado que son las instituciones que más tiempo acaparan en los medios de comunicación y, por lo tanto, las más representativas del sistema para los ciudadanos, son tomadas por éstos como la unidad de medida básica: el Gobierno y el Congreso de los Diputados.

La visibilidad del primero a la hora de dirigir y aplicar políticas públicas es patente. Sólo hace falta abrir un periódico o ver un telediario para darse cuenta de la tinta o minutos que se destinan a la actividad gubernativa. Debemos recordar que el Gobierno, en nuestro sistema político, no posee una legitimidad directa de los ciudadanos como podría ser en sistemas presidencialistas. Quizá por ello una parte importante de la población está acostumbrada a no sentirse representada por éste de manera permanente.

El Congreso de los Diputados no sólo es relevante institucionalmente por la preponderancia que posee en relación al Senado y las Cámaras territoriales. La función de “control”, su actividad legislativa y sobre todo, la presencia en esta Cámara de los presidentes, portavoces o secretarios generales de los principales partidos de España le otorga una relevancia mediática difícil de alcanzar incluso a veces por el propio Gobierno. La legitimidad directa de sus componentes quizá sea el elemento que más une a la ciudadanía al sistema político, pero a la vez, el que más le separa. Los principales motivos de ello son varios:

Entre los problemas exógenos podemos encontrar: las listas cerradas; un desconocimiento casi generalizado sobre el funcionamiento del Congreso; una significativa falta de información objetiva sobre la actividad que se desarrolla en el Congreso de los Diputados tanto por parte de la Institución, que apenas goza de instrumentos propios para ello – un canal Parlamento que sólo es visible vía Internet o en programaciones de pago, así como una página web altamente compleja para los ciudadanos que no posean conocimientos específicos sobre derecho parlamentario – como por los medios principales ya sean audiovisuales o escritos.

Entre los problemas endógenos destaca la falta de interés que muchas veces generan los debates que se celebran – ya sea por la falta de interés que suscita el tema o bien por la nula espontaneidad que el Reglamento del Congreso deja a los diputados y Gobierno para debatir de forma real – o la falta de resultados tangibles que suponen una parte importante de los debates que se celebran. Recordemos que iniciativas como las Proposiciones no de Ley o Mociones, que ocupan una parte significativa de la actividad parlamentaria, no son tenidas en cuenta por el Gobierno a la hora de regir sus decisiones aunque se aprueben con un consenso total de la Cámara.

A éstos elementos deben añadirse otros más: la imagen deplorable que transmite el hemiciclo casi vacío en muchos debates, los privilegios de los que gozan o han gozado los diputados como por ejemplo viajes en clase business – sin mentar el escándalo Monago – , los famosos gin tonics a 3 euros en la cafetería o la alta dosis de teatralidad y dramatización que adquieren los debates con el único fin de interpelar a los pocos espectadores de éste.

Los ciudadanos, hartos de la situación generalizada del país, han demandado a los políticos ejemplaridad y transparencia en sus actos. Han solicitado a sus representantes que justifiquen el gasto público que realicen. Una exigencia que podría devolver cierta legitimidad a la institución si no fuera por la falta de voluntad que el PP está mostrando a la hora de hacer transparente al Congreso en todos sus aspectos. Partiendo de la negativa de Jesús Posada a publicar las nóminas de todos los diputados y la falta de transparencia a la hora de publicar los viajes de los diputados y su coste, la aplicación de la Ley de Transparencia también se quedará en papel mojado. La obligación que para todas las instituciones establece la Ley 19/2013 de transparencia, acceso a la información pública y buen gobierno parece que se aplicará bajo mínimos en el Congreso de los Diputados.

La Mesa del Congreso de los Diputados, como órgano rector de éste, ha elaborado un borrador de elementos a publicar en la web del Congreso de los Diputados, que complemente ligeramente la información existente hasta el momento (Ver documento 1). Como se puede observar, los elementos novedosos, en rojo, son más bien escasos, y de poco valor informativo. Quizá las novedades más destacables sean los presupuestos del Congreso y su ejecución presupuestaria de los años 2013 y 2014, la relación de contratos menores y los bienes inmuebles que posee la institución. Sin embargo, no se espera que ninguno de estos elementos, u otros que se incorporen, arrojen mayor transparencia sobre la actividad de los diputados, informando mejor al ciudadano sobre su actividad y gastos, y facilitando el proceso de rendición de cuentas de los diputados ante la ciudadanía. Existía una alternativa, la única que se presentó, a la propuesta por la Mesa, elaborada por UPyD (Ver documento 2), que iba encaminada a proporcionar al ciudadano no sólo un mayor nivel de conocimiento sobre la actividad parlamentaria, sino también sobre la actividad de los diputados. Esta iniciativa finalmente ha resultado rechazada pese a que hubiera supuesto poner a la vanguardia de la transparencia al Congreso de los Diputados e intentar así devolver algo de la legitimidad perdida.

La opacidad parece ser un elemento definitorio de nuestro sistema político y la transparencia un valor que sólo algunas formaciones parecen predicar con el ejemplo, aunque a diferentes ritmos. Bien por voluntad propia, bien arrastrados por el clamor popular que demanda medidas adicionales en este sentido. Por ejemplo, sólo tres grupos parlamentarios (PSOE, UPyD e ICV) han comenzado a publicar los desplazamientos de sus diputados con detalle a raíz del “escándalo Monago”. Recordemos que la resolución de la Presidencia del Congreso (PP) estimó oportuno dar una información mucho más sesgada a los ciudadanos

Sin embargo, el destino del Congreso de los Diputados y su reforma está en manos de la mayoría absoluta del Partido Popular pero la falta de voluntad política que éste demuestra a la hora de querer devolver legitimidad a las instituciones básicas de nuestro sistema político se muestra en la poca ambición que la Mesa del Congreso ha puesto para acercar la política a los ciudadanos, y sobre todo, los representantes públicos a quiénes deberían representar. Sólo una voluntad firme de acercar el sistema político a los ciudadanos puede evitar el desmoronamiento de éste y la regeneración hacia un sistema más próximo a los ciudadanos.

4 comentarios
  1. Manu Oquendo
    Manu Oquendo Dice:

    Efectivamente, hay Descrédito Institucional y la corrupción es, en opinión fundada, solo una de las señales de las causas del descrédito. No es “la razón” del descrédito sino una señal del mismo.

    La corrupción comienza por ser una Decisión Moral de dos o más personas que actúan en Plena Representación Institucional y que sin dicha representación no podrían actuar.

    Por lo tanto es la exhibición de una Escala de Valores en la cual muchas cosas –y la primera de ellas la Institución Representada– ceden en Valor Moral y Simbólico ante otras prioridades de los Agentes.

    Se trata de Agentes que están en situación privilegiada por la Idoneidad de sus Valores en Relación a las Instituciones que ambos representan.

    Por lo tanto lo primero que nos encontramos es una Quiebra Fundamental de Valores Morales y alguien debiera preguntarse…

    ¿Por qué sucede precisamente en dichas personas que tan bien deben conocer y valorar las Instituciones que representan?
    ¿Saben más que los demás?
    ¿Están equivocados?
    ¿Son una anomalía?
    ¿Están actuando racionalmente en base a su privilegiado lugar de observación?

    Esta es la primera cuestión: “Alguien ha Dejado de Creer”. Como diría Pierre Bourdieu en alguna de sus lecciones del Collége de France allá por los 90.

    Esta no es una cuestión menor porque el Estado se sustenta en ella, no en otra cosa.

    Esa “fe compartida” es lo que fundamenta la Legitimidad Otorgada sin la cual el Colapso es Axioma.

    Un mínimo de Realismo por nuestra parte debiera habernos convencido de que no estamos en presencia de casos Excepcionales aislados sino que son Estructurales y Crecientes.

    Ayer en titulares veíamos 1000 imputados, 6000 millones (todo el Presupuesto del Estado en 1979/80) y eso que no sale a la luz ni siquiera el 10% ni sin que sea la Económica la única ni la Peor forma de Corrupción.

    A veces da la impresión de que nos cuesta ver la situación tal como es pero la ciudadanía lo sabe desde hace mucho tiempo.

    Frente a nosotros se desarrolla una representación de la que podemos ver incidentes aparentemente inconexos pero también se puede ver como un continuo que pone en estrecha relación todo ello y pruebas –no solo indiciarias– hay muchas. De punta a punta.

    La decisión de cómo queremos verlo es también parte de nuestro subconsciente personal y colectivo pero ambas realidades están presentes. Lo estructural y su manifestación particular.

    http://www.ilusionario.es/PERCEPCION/inver_percep.htm#anciana

    Buenos días y gracias por el artículo.

  2. Gonzalo García Abad
    Gonzalo García Abad Dice:

    Una cuestión muy relevante. Yo creo que la mayoría de los españoles estamos muy orgullosos de tener una democracia, y del Congreso como pieza fundamental. Sin embargo, es cierto que hay un punto de distancia. Lo que más me llama la atención del Congreso es que, a pesar de la amplia variedad de formaciones, todas se definen como reformistas. Difieren en lo cambios que se ha de realizar en este país (en algunos casos no tanto como parece), pero todas coinciden en la necesidad de reformas. Pero las reformas se necesitan no sólo por adaptación a los tiempos, sino también por problemas reales. Los españoles estamos sufriendo mucho con esos problemas; que ocasionan rabia, tristeza e indignación. Las reformas encaminadas a resolver esos problemas necesitan mucho de racionalidad, de examen sosegado, pero también de compromiso emocional con las soluciones a esos problemas. Hay una sensación de que los políticos viven en una realidad distinta, donde esos problemas se amortiguan notablemente, y donde el principal problema son los votos. La sensación es que su compromiso con las reformas llegará hasta donde lleguen los votos, ni un milímetro más. Implantar reformas, solucionar problemas, implica superar resistencias (y pérdida de votos). Pero esas resistencias no son una invención política, salvo excepciones, sino una realidad asentada en la ciudadanía. Y para vencer resistencias se necesita empatía para poder ponerse en el lugar del que ve las cosas de manera diferente, de modo que se pueda llegar a acuerdos. El último debate sobre el estado de la nación fue descorazonador, políticos insultándose desde dentro y fuera del Congreso. En ese sentido hay un falta de representatividad, o más bien mucho de representación. Afortunadamente la mayoría de los españoles no vamos por la calle insultando a quien opina diferente. Tengo la esperanza de que los nuevos parlamentos necesitados de pactos tiendan puentes de negociación respetuosa.

    Un cordial saludo.

  3. O,Farrill
    O,Farrill Dice:

    Amigo Gonzalo. Se nota que eres una gran persona que quieres creer en lo que, según Manu, ya no es digno de fé: la posible regeneración de un sistema cuya corrosión institucional y de valores vamos conociendo por entregas mediáticas (interesadas en muchos casos) como los antiguos folletines. Y no me refiero sólo al caso de España. Lo hago extensivo a unos modelos que han sustituído los viejos valores de honestidad y ética personal, por otros más pragmáticos e interesados donde el dinero es el gran icono al que adorar y por el que luchar. Si buscamos su procedencia, probablemente aclararemos muchas de las cosas que han venido ocurriendo en el mundo en el pasado siglo XX. Sólo el cambio radical (de raíz) de esos modelos en cada uno de nosotros podría conseguir la recuperación de los perdidos. La Historia es cíclica y no es más moderna o más antigua cuando hablamos de valores intemporales. En cuanto al contenido del artículo (me niego a llamarle “post”) es volver a reiterar las denuncias y alertas que desde los años 80 venimos haciendo mientras esperamos que alguien nos salve y nos tutele. Es que no aprendemos. Un saludo.

  4. O,Farrill
    O,Farrill Dice:

    Amigo Gonzalo. Se nota que eres una gran persona que quieres creer en lo que, según Manu, ya no es digno de fé: la posible regeneración de un sistema cuya corrosión institucional y de valores vamos conociendo por entregas mediáticas (interesadas en muchos casos) como los antiguos folletines. Y no me refiero sólo al caso de España. Lo hago extensivo a unos modelos que han sustituído los viejos valores de honestidad y ética personal, por otros más pragmáticos e interesados donde el dinero es el gran icono al que adorar y por el que luchar. Si buscamos su procedencia, probablemente aclararemos muchas de las cosas que han venido ocurriendo en el mundo en el pasado siglo XX. Sólo el cambio radical (de raíz) de esos modelos en cada uno de nosotros podría conseguir la recuperación de los perdidos. La Historia es cíclica y no es más moderna o más antigua cuando hablamos de valores intemporales. En cuanto al contenido del artículo (me niego a llamarle “post”) es volver a reiterar las denuncias y alertas que desde los años 80 venimos haciendo mientras esperamos que alguien nos salve y nos tutele. Es que no aprendemos. Un saludo.

  5. ENNECERUS
    ENNECERUS Dice:

    Seamos sinceros, ¿de verdad sirve para algo el parlamento en España? Veamos sus funciones en teoría:

    a) Elegir al Presidente del Gobierno. Es su momento cumbre, si bien en caso de mayoría absoluta pasa a un segundo plano y el resultado es completamente previsible, al margen de los discursos.

    b) Elaborar y aprobar las leyes. En realidad las leyes las elabora el gobierno, que goza de prioridad en la iniciativa legislativa y el parlamento se convierte en una correa de transmisión del ejecutivo y de los diversos grupos de presión organizados que tratan de presionar por vía parlamentaria al gobierno. Pero en realidad, el "legislativo" carece de la más mínima infraestructura institucional que le permita legislar, frente a la todopoderosa que ostenta el gobierno. Para empezar, ni siquiera tiene legisladores, pues las sucesivas leyes de incompatibilidades han expulsado a la materia gris de los hemiciclos, sustituyéndola por plastilina, mucho más maleable y predecible. Y de ahí hacia abajo,nada de nada. Compárese con la impresionante dotación de medios y poder que ostente el Congreso norteamericano o el parlamento británico.

    c) Controlar al ejecutivo. En realidad ocurre al revés, es el gobierno el que controla al parlamento. Lo vemos por ejemplo en las comisiones, donde los comparecientes ocupan un lugar más elevaado que los parlamentarios, a diferencia de lo que ocurre por ejemplo, en los USA. La estética como reflejo de la realidad subyacente.

    d) Representar a los ciudadanos como depositario de la soberanía nacional. En realidad, los diputados representan a sus partidos y más concretamente, a las élites y aparatos que controlan los partidos, a quienes deben sus puestos. Eso de conocer a tu diputado es de política función.

    e) Servir de representación territorial y Cámara Alta. El Senado no cumple ninguna función. Debería ser una cámara más técnica, donde por una parte se resolviesen los problemas políticos y jurídicos de las relaciones entre el gobierno central y las CC.AA. y no en el TC, salvo en casos muy excepcionales. Y por otra, las leyes sufrieran un proceso de depuración técnica que paliase la tan buscada como deplorable y censurable pésima técnica legislativa.

    Es tan patético el papel del parlamento que su desprestigio se ha transmitido a su farragoso, diarreico e hiperinflacionado producto. El imperio de la ley que somete a todos, incluidos políticos y jueces ha sido sustituido por el poder de los políticos de acomodar las leyes a su conveniencia y de los jueces de "interpretarlas" según el uso alternativo del derecho, es decir, adaptándolas a sus propias opiniones y prejuicios ideológicos.

  6. ENNECERUS
    ENNECERUS Dice:

    Seamos sinceros, ¿de verdad sirve para algo el parlamento en España? Veamos sus funciones en teoría:

    a) Elegir al Presidente del Gobierno. Es su momento cumbre, si bien en caso de mayoría absoluta pasa a un segundo plano y el resultado es completamente previsible, al margen de los discursos.

    b) Elaborar y aprobar las leyes. En realidad las leyes las elabora el gobierno, que goza de prioridad en la iniciativa legislativa y el parlamento se convierte en una correa de transmisión del ejecutivo y de los diversos grupos de presión organizados que tratan de presionar por vía parlamentaria al gobierno. Pero en realidad, el "legislativo" carece de la más mínima infraestructura institucional que le permita legislar, frente a la todopoderosa que ostenta el gobierno. Para empezar, ni siquiera tiene legisladores, pues las sucesivas leyes de incompatibilidades han expulsado a la materia gris de los hemiciclos, sustituyéndola por plastilina, mucho más maleable y predecible. Y de ahí hacia abajo,nada de nada. Compárese con la impresionante dotación de medios y poder que ostente el Congreso norteamericano o el parlamento británico.

    c) Controlar al ejecutivo. En realidad ocurre al revés, es el gobierno el que controla al parlamento. Lo vemos por ejemplo en las comisiones, donde los comparecientes ocupan un lugar más elevaado que los parlamentarios, a diferencia de lo que ocurre por ejemplo, en los USA. La estética como reflejo de la realidad subyacente.

    d) Representar a los ciudadanos como depositario de la soberanía nacional. En realidad, los diputados representan a sus partidos y más concretamente, a las élites y aparatos que controlan los partidos, a quienes deben sus puestos. Eso de conocer a tu diputado es de política función.

    e) Servir de representación territorial y Cámara Alta. El Senado no cumple ninguna función. Debería ser una cámara más técnica, donde por una parte se resolviesen los problemas políticos y jurídicos de las relaciones entre el gobierno central y las CC.AA. y no en el TC, salvo en casos muy excepcionales. Y por otra, las leyes sufrieran un proceso de depuración técnica que paliase la tan buscada como deplorable y censurable pésima técnica legislativa.

    Es tan patético el papel del parlamento que su desprestigio se ha transmitido a su farragoso, diarreico e hiperinflacionado producto. El imperio de la ley que somete a todos, incluidos políticos y jueces ha sido sustituido por el poder de los políticos de acomodar las leyes a su conveniencia y de los jueces de "interpretarlas" según el uso alternativo del derecho, es decir, adaptándolas a sus propias opiniones y prejuicios ideológicos.

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