HD Joven: ¿Ganar partidos o seguir jugando? Lo importante es participar

A la vista de las últimas noticias que atañen al mundo del deporte (aquí y aquí), uno se hace la siguiente pregunta: ¿cuánta culpa del éxito de un equipo la tienen sus resultados deportivos y cuánta sus resultados económicos o, lo que es lo mismo, el cumplimiento o incumplimiento de sus obligaciones?

La razón por la que expongo esto al lector es que en los últimos años se está produciendo –especialmente en el fútbol– una suerte de re-arbitraje de la competición. Permítanme que me explique: a pesar de que el resultado deportivo de un club haya sido positivo, porque haya salvado la categoría, se haya clasificado para competición europea o haya ascendido, puede darse el caso de que la organización de dicha competición decida premiar al equipo que ha fracasado en el ámbito deportivo, pero que ha cumplido con los parámetros económicos y con todas sus obligaciones, tanto salariales y tributarias, como de otra índole; y, por el contrario, el equipo que ha logrado un buen resultado en la competición puede verse perjudicado por el incumplimiento (en ocasiones reiterado) de sus compromisos, al no abonar los sueldos a sus trabajadores, no pagar las cuotas tributarias pertinentes o no hacer frente a las cuotas de inscripción en la competición.

Es evidente que las cosas en el ámbito organizativo de las competiciones deportivas y en el ánimo de los dirigentes de los equipos, han cambiado bastante en los últimos tiempos en lo que respecta al interés por cumplir con las obligaciones económicas, incluso anteponiéndolas a los resultados deportivos.  No obstante, sería de necios obviar el terreno pantanoso en el que se está moviendo nuestro deporte, en el que últimamente predominan más las resoluciones, huelgas, recursos y tribunales, que los propios resultados deportivos. Todo lo cual deriva en una auténtica sensación de inseguridad jurídica y, si me lo permiten, deportiva.

Cierto es que una gran parte de la sociedad puede pensar que ya era hora de que el mundo del deporte “se atara los machos” y comenzara a cumplir con unos compromisos, sobre todo tributarios, salariales y crediticios, que, por otro lado, se le exigen a todas las personas, sean físicas o jurídicas, de este país. Atrás quedan aquellos años en los que los clubes operaban con total impunidad y las instituciones miraban hacia otro lado, mientras se acumulaban deudas ingentes con la Agencia Tributaria, Seguridad Social, trabajadores y con otros acreedores. Sin ir más lejos, en el mundo del fútbol, los clubes de Primera y Segunda División tenían una deuda reconocida con Hacienda a septiembre de 2014 de alrededor de 500 millones de euros (aquí) –llegó a ser casi de 800 millones-, sin olvidar que, al menos, 27 equipos de Primera y Segunda acudieron al concurso de acreedores en la última década (aquí); concursos muchos de ellos con unas condiciones verdaderamente beneficiosas para los clubes (aquí). Si bien parece que todo ha cambiado con la reforma de 2011 de la Ley Concursal, al introducirse la Disposición Adicional 2ª bis, en la que se establece la prevalencia, en caso de concurso, de la legislación deportiva (mucha de la cual no tiene rango de ley), sobre la propia ley concursal. Y es precisamente en esa normativa deportiva, en la que se incluyen sanciones en el caso de incumplimiento de sus obligaciones por parte de los clubes (la nueva situación en la que quedan los clubes daría para un artículo entero).

Los últimos dos casos: el del Elche Club de Fútbol, que, como explica el profesor Luis Cazorla en su blog (aquí), ha sido condenado por el Juez de disciplina social de la Liga a descender a Segunda por incurrir en la infracción muy grave del artículo 76.4.b) de la Ley del Deporte al incumplir “los deberes o compromisos adquiridos con el Estado” –sus pagos con Hacienda–; y el del Club Baloncesto Tizona Burgos, que por tercera temporada consecutiva ha conseguido el ascenso a ACB y por tercer año, en principio, no va a poder ascender al “no haber presentado toda la documentación requerida ni abonado todas las cantidades estipuladas para su inscripción” (aquí). Los beneficiados en ambos casos, a priori, serán los equipos que ocuparon la última plaza de descenso en ambas ligas –la Sociedad Deportiva Eibar y el Gipuzkoa Basket Club-.

Independientemente de en qué desemboquen los últimos movimientos de estos clubes para evitar las sanciones (aquí y aquí), no es el objetivo de este artículo entrar a valorar hasta qué punto son ajustadas a derecho dichas medidas tomadas por los órganos directivos de las competiciones deportivas, sino más bien invitar a la reflexión acerca del punto en el que nos encontramos en el ámbito deportivo.

Es evidente que los clubes, en los últimos años, como gran parte de la sociedad, han vivido muy por encima de sus posibilidades económicas, realizando desembolsos y solicitando créditos que luego no podían hacer frente, por lo que parece más que necesario que se tomen una serie de medidas en pos de garantizar que los clubes no sean tratados con más privilegios que el resto de la sociedad y garantizar así que cumplan con sus obligaciones. Pero, por otro lado, no es menos cierto que parece contradictorio con el propio mundo del deporte y con los valores que encarna que se decidan en los despachos, o incluso en los tribunales, los resultados deportivos, generando una suerte de desvirtuación de la competición. Sin embargo, no deberíamos olvidar el hecho de que ciertos clubes, al fichar por encima de sus posibilidades o no destinar determinada parte de sus fondos a pagar ciertas obligaciones, también se podría considerar que están adulterando la propia competición, puesto que ¿por qué unos clubes tendrían que cumplir con la reglamentación y con sus compromisos, mientras que otros, en lugar de destinar sus fondos a pagar a sus trabajadores o a la Seguridad Social, continúan fichando jugadores, logrando realizar una plantilla superior a los primeros (con el consecuente mejor resultado deportivo al final de temporada)?

En definitiva, no parece un debate sencillo, pero lo que es evidente es que se están tomando por parte de los dirigentes o jueces una serie de medidas para evitar que los clubes sigan gozando de prebendas en materias tributarias o financieras, pero ¿a costa de qué? ¿De primar la diligencia económica de un club por encima de los resultados deportivos? ¿Estamos yendo hacia una nueva etapa en la que los rendimientos deportivos quedarán condicionados a las decisiones de dirigentes y jueces?

Cada uno de los ávidos lectores tendrá su opinión.  A mi parecer, los clubes, como el resto de personas de este país, tienen que cumplir con sus obligaciones legales (como no podría ser de otra forma). Sin embargo, no sería realista obviar que el principal objetivo de un club deportivo no se encuentra en ser rentable, como podría ser el de una empresa o, si me apuran, el de una unidad familiar, sino más bien en obtener un buen resultado deportivo y, por ende, hacer felices a sus aficionados. No parece sencillo vivir de espaldas al interés y apoyo social que generan los principales equipos de una región. Por eso, en no pocas ocasiones, tanto por parte de los poderes judiciales como ejecutivos, y si me apuran legislativos, se ha echado una mano a los clubes deportivos con el objetivo de posibilitar su viabilidad -despertando incluso las sospechas de las instituciones comunitarias (aquí)-. Para qué engañarnos: hay mucho temor entre los dirigentes de este país por el coste político que les supondría la desaparición de un determinado club histórico por culpa de sus deudas. Al fin y al cabo, aquello que los romanos llamaron ‘panem et circenses’ sigue muy arraigado en la sociedad.

Sin considerar que estoy en posesión de la verdad, creo que lo primero que debería hacer un club deportivo es cumplir con sus obligaciones económicas, pero, una vez que son aceptados los equipos en la competición (ya que supuestamente han cumplido con sus compromisos), hay que respetar los resultados deportivos. El hecho de re-arbitrar la competición y sancionar a un equipo con la pérdida de la categoría debería ser el último recurso; hay soluciones intermedias como podría ser la limitación a la hora de fichar jugadores (aquí), aunque está claro que ante incumplimientos graves y reiterados es mejor cortar por lo sano. Al final, que los clubes paguen sus deudas también es fair play’.

 

3 comentarios
  1. nicofiro
    nicofiro Dice:

    "El hecho de re-arbitrar la competición y sancionar a un equipo con la pérdida de la categoría debería ser el último recurso…" Pero es que ya lo es. Los descensos administrativos no se aplican así a la ligera, sino por cuestiones tan graves como dejar a deber a tus empleados.

    La verdad es que no entiendo bien el artículo, no para de reiterar que hacer cumplir las obligaciones es importante y luego parece que critica la aplicación del instrumento más importante para lograr ese cumplimiento.

    Además basarse en que los descensos son malos porque adulteran la competición es un absurdo, ya que lo que empezó adulterando la competición fue la planificación de la temporada de un equipo por encima de sus posibilidades, comprando jugadores que no se podía permitir, aumentando (presumiblemente) su calidad y por tanto su rendimiento. Es un poco como pedir que se respeten las notas a estudiantes que usan chuletas.

  2. nicofiro
    nicofiro Dice:

    "El hecho de re-arbitrar la competición y sancionar a un equipo con la pérdida de la categoría debería ser el último recurso…" Pero es que ya lo es. Los descensos administrativos no se aplican así a la ligera, sino por cuestiones tan graves como dejar a deber a tus empleados.

    La verdad es que no entiendo bien el artículo, no para de reiterar que hacer cumplir las obligaciones es importante y luego parece que critica la aplicación del instrumento más importante para lograr ese cumplimiento.

    Además basarse en que los descensos son malos porque adulteran la competición es un absurdo, ya que lo que empezó adulterando la competición fue la planificación de la temporada de un equipo por encima de sus posibilidades, comprando jugadores que no se podía permitir, aumentando (presumiblemente) su calidad y por tanto su rendimiento. Es un poco como pedir que se respeten las notas a estudiantes que usan chuletas.

  3. Borja
    Borja Dice:

    Los clubes deben hacer felices a sus seguidores; de acuerdo, pero con el dinero de sus seguidores, no con el dinero de todos. Y se imponen sanciones deportivas porque son las únicas que dan miedo de verdad; el resto da igual porque no pasa nada por mucho que debas, el fútbol es especial ¿O conocen muchos más ámbitos en los que la AEAT acepte quitas superiores al 50% en medio de un concurso? Yo no.

  4. Borja
    Borja Dice:

    Los clubes deben hacer felices a sus seguidores; de acuerdo, pero con el dinero de sus seguidores, no con el dinero de todos. Y se imponen sanciones deportivas porque son las únicas que dan miedo de verdad; el resto da igual porque no pasa nada por mucho que debas, el fútbol es especial ¿O conocen muchos más ámbitos en los que la AEAT acepte quitas superiores al 50% en medio de un concurso? Yo no.

  5. O,Farrill
    O,Farrill Dice:

    Una cosa que siempre me ha llamado la atención en el ámbito futbolístico es el "comercio" de personas (jugadores) entre entidades deportivas. Desconozco cómo son los contratos que se hacen pero ¿cómo nos sonaría que la empresa tal "vendiese" un trabajador a otra empresa? ¿Podemos encontrarnos ante un tráfico de seres humanos escondido entre los oropeles deportivos? ¿Son trabajadores por cuenta ajena (nómina) o son autónomos contrato de servicios) ?¿Qué convenio se les aplica en su caso? ¿Porqué hay excepciones en la aplicación de las leyes o tienen unas propias?, etc.etc.Un saludo.

  6. O,Farrill
    O,Farrill Dice:

    Una cosa que siempre me ha llamado la atención en el ámbito futbolístico es el "comercio" de personas (jugadores) entre entidades deportivas. Desconozco cómo son los contratos que se hacen pero ¿cómo nos sonaría que la empresa tal "vendiese" un trabajador a otra empresa? ¿Podemos encontrarnos ante un tráfico de seres humanos escondido entre los oropeles deportivos? ¿Son trabajadores por cuenta ajena (nómina) o son autónomos contrato de servicios) ?¿Qué convenio se les aplica en su caso? ¿Porqué hay excepciones en la aplicación de las leyes o tienen unas propias?, etc.etc.Un saludo.

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