La importancia del libro de las reglas

En la última película de Steven Spielberg –“El puente de los espías”- el actor Tom Hanks es James Donovan, un abogado de seguros miembro de un prestigioso bufete, que recibe el encargo por parte del gobierno estadounidense de defender a un sujeto acusado de espionaje a favor de la Unión Soviética en los momentos de máxima tensión de la Guerra Fría.

Semejante encargo obedece a una razón de imagen: en la escena internacional el gobierno americano quiere dar una lección de legalidad, de respeto a los procedimientos, en contraste con las brutales formas de proceder que se imputan a la potencia rival.

No obstante, desde el principio el abogado se da cuenta de que su tarea no va a ser fácil. Por supuesto, el presunto espía ha sido ya condenado por la muy excitada opinión pública norteamericana antes de haber sido juzgado, y el defensor de un espía viene a ser tan traidor como éste.

Pero no solo comienzan él y su familia a recibir muestras de hostilidad de todo su entorno, sino que además la CIA se dedica a presionarle. Un agente llamado Hoffman le está siguiendo y fuerza una entrevista con él en la que se hace explícito lo siguiente: teniendo en cuenta la relación de confianza entre el abogado y su cliente y que este espía debe de tener acceso a información muy sensible, el abogado debe colaborar con la CIA suministrándole toda la información que pueda obtener de su cliente.

A continuación tiene lugar el siguiente diálogo:

Hoffman: Necesitamos saber. Así que no se haga el boy-scout conmigo. No tenemos un reglamento (rule book en la versión original) aquí.

Donovan: Usted es el agente Hoffman, ¿no?

Hoffman: Sí.

Donovan: De origen alemán, ¿verdad?

Hoffman: Sí.

Donovan: Mi apellido es Donovan. Irlandés. Por los dos lados, padre y madre.

Yo soy irlandés y usted es alemán. Pero ¿qué es lo que nos hace a los dos americanos? Solo una cosa, solo una: el reglamento. Lo llamamos constitución, y estamos de acuerdo en las reglas. Y eso es lo que nos hace americanos, es todo lo que nos hace americanos. Así que no me diga que no tenemos un reglamento aquí, y deje de asentir, maldito hijo de puta.”

Esta reciente referencia al rule book me recordó un episodio mucho más lejano en el tiempo.

En el año 406 a.C., un año antes de la conclusión de la Guerra del Peloponeso, una flota ateniense obtuvo una gran victoria sobre la flota espartana cerca de las Islas Arginusas. Pese al triunfo, un gran número de naves atenienses naufragaron y sus tripulaciones quedaron flotando en las aguas del Egeo en espera de ser recogidas. Pero esa recogida de los náufragos no tuvo lugar porque una fuerte tempestad que se desató al término de la batalla dificultó las tareas de rescate, a lo que se sumó cierta confusión o descoordinación entre los mandos de la flota acerca de quién tenía que llevar a cabo esa misión, de manera que, unos por otros, los náufragos acabaron pereciendo.

Cuando la flota victoriosa regresó a Atenas los ocho estrategos o generales que la habían comandado fueron acusados de la pérdida de los náufragos y sometidos a juicio sumarísimo ante la asamblea de ciudadanos. En ese juicio –el célebre juicio contra los generales de la batalla de las Arginusas- tuvieron un papel destacado un tal Terámenes, un demagogo que caldeó el ambiente al máximo y que propuso que los ocho generales fueran juzgados y condenados de forma conjunta, y el filósofo Sócrates, a la sazón pritano, es decir, algo así como integrante de la mesa presidencial de la asamblea, y por tanto responsable de la dirección del debate y de la observancia del procedimiento de actuación de ésta. La pritanía correspondía por turno cada mes a una de las diez tribus en que se dividía la ciudadanía ateniense y en la fecha del juicio esa función correspondía a la tribu a la que pertenecía el filósofo.

Según cuenta Jenofonte en las Helénicas, Sócrates fue el único de los pritanos que se opuso a la maniobra de Terámenes, manifestando que no haría nada si no estaba de acuerdo con la ley. Y es que era contrario a la constitución ateniense un juicio colectivo de culpabilidad. Cada uno de los acusados debía ser juzgado y en su caso condenado de forma separada y con la posibilidad de una defensa individual.

Esta defensa de la ley y del procedimiento, del rule book ateniense, frente a la masa iracunda casi la cuesta la vida a Sócrates (así lo indicaba Platón en su Apología).

¿Y por qué les recuerdo este episodio histórico y el diálogo entre el abogado Donovan y el agente Hoffman?

Porque cuando uno lee ciertas últimas sentencias de nuestro Tribunal Supremo se topa con afirmaciones como éstas: “En la medida en que sea necesario para lograr la eficacia del Derecho de la Unión, en los supuestos de cláusulas abusivas, los tribunales deben atemperar las clásicas rigideces del proceso, de tal forma que, en el análisis de la eventual abusividad de las cláusulas cuya declaración de nulidad fue interesada, no es preciso que nos ajustemos formalmente a la estructura de los recursos. Tampoco es preciso que el fallo se ajuste exactamente al suplico de la demanda, siempre que las partes hayan tenido la oportunidad de ser oídas sobre los argumentos determinantes de la calificación de las cláusulas como abusivas, etc.” (S. de 9 de mayo de 2013, cuya doctrina se transcribe en la S de 23 de diciembre de 2015).

Y sobre todo porque en la peculiar situación social y política en que se encuentra en estos momentos nuestro país, recordar ciertas cosas me parece muy pertinente. Nos esperan unos años especialmente convulsos, que van a suponer una importante prueba para nuestro Estado de Derecho.

Cuando unos están convencidos de la absoluta justicia de su causa, cuando no albergan la más mínima duda acerca de la bondad de su postura y de la maldad de todos sus posibles oponentes o contradictores, la tentación de prescindir de todas los inconvenientes y embarazosas formalidades que conlleva el respeto del rule book es muy fuerte.

Nos jugamos mucho como sociedad en estos momentos y el papel de los juristas creo que está claro cuál debe ser.

 

Manuel González-Meneses

 

 

7 comentarios
  1. IVP
    IVP Dice:

    Sr. González-Meneses, muchas gracias por su estupenda exposición pero, si todo está tan claro y los juristas saben lo que deben hacer ¿por qué nos sentimos tan indefensos ante la justicia?. Podría seguir y exponerle hechos concretos pero, para que, solo serviría para encender mi sangre y no llegar a ningún sitio. Mire, yo lo veo así: no tienes nada, bueno, te ponen un abogado de oficio (dando gracias de que exista esa figura), eres adinerado, sin problemas, te coges un buen abogado pero,l os que estamos en medio ¿que hacemos?. Cogemos un abogado que nos cuesta mas "el collar que el perro" o, lo que solemos hacer, renunciar a los derechos. Esto, Sr. González-Meneses, es el "pan nuestro de cada dia. Si extrapolamos el caso particular al general, el problema es el mismo, por muy revestido y ornamentado que se presente ¿Que falla, la norma, la educación, especialmente la jurídica, …? No se donde está el problema pero, el problema está y muy gordo.

  2. De Lege Ferenda
    De Lege Ferenda Dice:

    Las reglas no son monolitos imperecederos.
    Han de ser aplicadas mediante la interpretación de nuestros Poderes Públicos (esencialmente, por la interpretación que es propia del Poder Judicial).
    Cuando los intérpretes carecen de supervisión, el barco zozobra. Y cuando no se puede enderezar, se hunde.
    Glu, glu, gu.
    El poder es absoluto cuando carece de límites. Y carece de límites cundo solo hay "autolimitación".
    Somos objetos para el poder.
    Y parece que nos empieza a gustar. sarna con gusto no pica.
    No tenemos capacidad para soñar.
    No tenemos sueños propios por los que luchar.
    Nuestras fuerzas y recursos son gastados en luchar contra los sueños de los demás.
    Nos falta compromiso. Nos falta constancia.
    Flotamos sin rumbo en un magma de iniquidad que lo atrapa todo. Que nos atrapa a todos.
    Es la Sociedad Líquida de Baumann. La terrible liquidez de nuestros sueños y esperanzas. cambiantes a cada instante, al albur del ruido mediático; del corrupto ruido mediático.
    Saludos y gracias por el magnífico artículo.

  3. De Lege Ferenda
    De Lege Ferenda Dice:

    Las reglas no son monolitos imperecederos.
    Han de ser aplicadas mediante la interpretación de nuestros Poderes Públicos (esencialmente, por la interpretación que es propia del Poder Judicial).
    Cuando los intérpretes carecen de supervisión, el barco zozobra. Y cuando no se puede enderezar, se hunde.
    Glu, glu, gu.
    El poder es absoluto cuando carece de límites. Y carece de límites cundo solo hay "autolimitación".
    Somos objetos para el poder.
    Y parece que nos empieza a gustar. sarna con gusto no pica.
    No tenemos capacidad para soñar.
    No tenemos sueños propios por los que luchar.
    Nuestras fuerzas y recursos son gastados en luchar contra los sueños de los demás.
    Nos falta compromiso. Nos falta constancia.
    Flotamos sin rumbo en un magma de iniquidad que lo atrapa todo. Que nos atrapa a todos.
    Es la Sociedad Líquida de Baumann. La terrible liquidez de nuestros sueños y esperanzas. cambiantes a cada instante, al albur del ruido mediático; del corrupto ruido mediático.
    Saludos y gracias por el magnífico artículo.

  4. Gonzalo F. Atela
    Gonzalo F. Atela Dice:

    ¿Que falla? Fallan muchas cosas a la vez, pero lo que más falla es que damos por hecho que tenemos derecho al estado de derecho. Y eso, no es así. Tenemos derecho a lo que nos ganemos cada día. Y estamos en nuestra zona de confort, en una parálisis por análisis.
    Es ilustrativo traer a colación como nos ven, por ejemplo, nuestros colegas latinoamericanos, por cierto, con muchas mas razones para quejarse. ¿Y como nos ven? Pues me temo que nos ven como iconoclastas, muchas veces bizantinos, y poco resolutivos. Canadienses y estadounidenses ¿como nos ven? Nos ven muy poco activos, como nuestras universidades.
    Pero no todo es así y no estamos condenados a nada. España es todavía un país bastante decente, con un buen sustrato y una sociedad civil de creciente protagonismo. Este jueves se entrega el premio de la Fundación ¿Hay Derecho? y las candidaturas son muestras vivas de gente que lucha por el estado de derecho y de como pocos pueden mucho. Por ello, creo que el último párrafo de la entrada de hoy tiene mucha razón cuando dice que:

    "Nos jugamos mucho como sociedad en estos momentos y el papel de los juristas creo que está claro cuál debe ser."
    Ello en el bien entendido, que no son necesarios actos heroicos, pero sí hay que ocuparse y no preocuparse tanto.
    Gracias a Manual González-Meneses por su artículo.

  5. Gonzalo F. Atela
    Gonzalo F. Atela Dice:

    ¿Que falla? Fallan muchas cosas a la vez, pero lo que más falla es que damos por hecho que tenemos derecho al estado de derecho. Y eso, no es así. Tenemos derecho a lo que nos ganemos cada día. Y estamos en nuestra zona de confort, en una parálisis por análisis.
    Es ilustrativo traer a colación como nos ven, por ejemplo, nuestros colegas latinoamericanos, por cierto, con muchas mas razones para quejarse. ¿Y como nos ven? Pues me temo que nos ven como iconoclastas, muchas veces bizantinos, y poco resolutivos. Canadienses y estadounidenses ¿como nos ven? Nos ven muy poco activos, como nuestras universidades.
    Pero no todo es así y no estamos condenados a nada. España es todavía un país bastante decente, con un buen sustrato y una sociedad civil de creciente protagonismo. Este jueves se entrega el premio de la Fundación ¿Hay Derecho? y las candidaturas son muestras vivas de gente que lucha por el estado de derecho y de como pocos pueden mucho. Por ello, creo que el último párrafo de la entrada de hoy tiene mucha razón cuando dice que:

    "Nos jugamos mucho como sociedad en estos momentos y el papel de los juristas creo que está claro cuál debe ser."
    Ello en el bien entendido, que no son necesarios actos heroicos, pero sí hay que ocuparse y no preocuparse tanto.
    Gracias a Manual González-Meneses por su artículo.

  6. José María Gómez-Riesco
    José María Gómez-Riesco Dice:

    La maleabilidad del derecho y la subordinación de los diferentes resortes del mismo a nuevos dogmas – la llamada corrección jurídica son una amenaza mayor a la buena salud del Estado de Derecho y del Derecho mismo, que debe ordenarse a la búsqueda de la justicia y vertebrarse por la prudencia. El moderno desprestigio de la norma escrita y del árido procedimiento y la correlativa sobrevaloración de la espontaneidad y de la creatividad en la producción de las normas y en la aplicación de las mismas pueden desembocar en la arbitrariedad, antítesis de la 'rule of law'. Recuérdese el artículo 1(2) del código civil suizo, es decir, que el juez 'legislador' sólo podrá ser tal en ausencia de ley o de costumbre. Me remito al siguiente 'post':
    http://hayderecho.com/2011/08/27/antigona-y-el-nuevo-dogma-discursivista/

    http://hayderecho.com/2011/08/27/antigona-y-el-nuevo-dogma-discursivista/

  7. José María Gómez-Riesco
    José María Gómez-Riesco Dice:

    La maleabilidad del derecho y la subordinación de los diferentes resortes del mismo a nuevos dogmas – la llamada corrección jurídica son una amenaza mayor a la buena salud del Estado de Derecho y del Derecho mismo, que debe ordenarse a la búsqueda de la justicia y vertebrarse por la prudencia. El moderno desprestigio de la norma escrita y del árido procedimiento y la correlativa sobrevaloración de la espontaneidad y de la creatividad en la producción de las normas y en la aplicación de las mismas pueden desembocar en la arbitrariedad, antítesis de la 'rule of law'. Recuérdese el artículo 1(2) del código civil suizo, es decir, que el juez 'legislador' sólo podrá ser tal en ausencia de ley o de costumbre. Me remito al siguiente 'post':
    http://hayderecho.com/2011/08/27/antigona-y-el-nuevo-dogma-discursivista/

    http://hayderecho.com/2011/08/27/antigona-y-el-nuevo-dogma-discursivista/

  8. Colapso2015
    Colapso2015 Dice:

    Contemos un poco más de la historia:
    [De los trierarcos, que se quedaban, eran Trasibulo y Terámenes, el que en la
    asamblea anterior acusó a los estrategos, y con las demás naves marcharían contra las enemigas. ¿Y qué proyectos no realizaron adecuadamente y bien? En efecto, es justo que rindan cuenta de lo que no hicieron bien ante los enemigos los encargados de éstos y también que sean juzgados los encargados de la recogida, si no realizaron lo que ordenaban los estrategos, ya que no
    los recogieron. Pero algo importante tengo que decir en favor de ambos: que la tempestad impidió hacer algo de lo que los estrategos dispusieron. Son testigos de ello los que se salvaron por sí mismos, entre quienes hay uno de nuestros estrategos que se salvó sobre una nave que se estaba hundiendo, a quien exigen ser juzgado con el mismo voto —aunque él entonces tenía
    necesidad de salvación— que juzga a los que no ejecutaron las órdenes. No hagáis, pues, oh atenienses, lo mismo que los derrotados e infortunados a cambio de nuestra victoria y buena fortuna, no decidáis obrar desconsideradamente ante hechos fatales de un dios, culpando de traición en lugar de impotencia, ya que no fueron capaces de ejecutar lo ordenado a causa de
    la tempestad. Mas sería mucho más justo premiar a los vencedores con coronas que condenarlos a muerte por obedecer a hombres perversos.»
    Después que dijo este discurso Euriptólemo redactó una moción: que los acusados sean juzgados uno a uno arrepentimiento por separado conforme al decreto de Canono. Pero la del consejo era juzgar a todos en bloque con un solo voto. Los presentes votaron a mano alzada y aprobaron en un principio la de Euriptólemo. Pero Menecles la declaró ilegal bajo juramento e hicieron una nueva votación a mano alzada y aprobaron la del consejo. Luego condenaron por votación a los estrategos que participaron en la batalla naval, que eran ocho. Fueron ejecutados los seis presentes. No mucho tiempo después se arrepintieron los atenienses y votaron –-que fueran demandados aquellos que engañaron a la asamblea— y que eligieran fiadores hasta que fueran juzgados y que Calíxeno era
    uno de ellos. Otros cuatro fueron también demandados y encarcelados por sus fiadores. Pero más tarde se produjo una revuelta en la que Cleofonte fue ejecutado y éstos huyeron antes de ser juzgados. Calíxeno regresó cuando los del Pireo entraron en la ciudad y murió de hambre odiado por todos.]

    Para los que no estamos dentro del sistema judicial, quizá la cosa nos parezca un poco más complicada. Hoy día, hay leyes similares o peores, en lo relativo a esos temas deserción, traición, desobediencia y están “en el libro de las reglas”. Lo que lleva pensar, la aberración no está en el procedimiento sino en la pena.
    Por citar uno simple, desobediencia grave a la autoridad ¿años de cárcel? Las leyes son hoy peores que en la Grecia Clásica. En un entorno similar al griego, “el libro de las reglas” serviría de legitimación para una masacre.

    Justamente lo que legitima “el libro de las reglas“ hoy es la ignorancia general sobre ellas en su no aplicación; los que elucubran “Estado de Derecho”; o “status” del derecho. Más concretamente “capitalis” del derecho; le ponemos una “-mo” y más claro imposible.
    Hablemos de “Estado de Leyes”, pues el derecho y justicia en español tienen una significación filosófica; “rule of law” o gobierno de las leyes son más adecuados que el cacareado “Estado de Derecho”; que por otra parte también tenían los nazis.

    Pongamos un caso simulado. Unos artistas, una pancarta que ponía “gora alcahueta*” entregada por un mercenario del Estado para inculpar a un civil que protesta como inmoral. Es de preguntar, ¿por qué ese Estado mete en la cárcel a estos por una creación artística?, y no, por ejemplo a los miles de cineastas, escritores que hacen exactamente lo mismo o peor.

    O aquellos, han hecho un quebranto de –miles de millones de euros–, robando o por negligencia, el cual costará la penuria de muchas generaciones. Cuya pena es siempre ridícula comparada con el daño.

    “El libro de las reglas” es contradictorio por todas partes, empezando por “la super-ley” que no tiene ni pies ni cabeza. “El libro de las reglas” es para roba gallinas,como Diógenes de Sinope.
    Por ejemplo, en lo relativo a la forma de Estado enfrentado con los derechos individuales.

    “El libro de las reglas” está en la fluidez democrática, más que libro de las reglas, manual de formas, manual formal de como funcionan las cosas…,

    *: Persona que procura, encubre o facilita una relación amorosa o sexual entre otras dos personas.

  9. Colapso2015
    Colapso2015 Dice:

    Contemos un poco más de la historia:
    [De los trierarcos, que se quedaban, eran Trasibulo y Terámenes, el que en la
    asamblea anterior acusó a los estrategos, y con las demás naves marcharían contra las enemigas. ¿Y qué proyectos no realizaron adecuadamente y bien? En efecto, es justo que rindan cuenta de lo que no hicieron bien ante los enemigos los encargados de éstos y también que sean juzgados los encargados de la recogida, si no realizaron lo que ordenaban los estrategos, ya que no
    los recogieron. Pero algo importante tengo que decir en favor de ambos: que la tempestad impidió hacer algo de lo que los estrategos dispusieron. Son testigos de ello los que se salvaron por sí mismos, entre quienes hay uno de nuestros estrategos que se salvó sobre una nave que se estaba hundiendo, a quien exigen ser juzgado con el mismo voto —aunque él entonces tenía
    necesidad de salvación— que juzga a los que no ejecutaron las órdenes. No hagáis, pues, oh atenienses, lo mismo que los derrotados e infortunados a cambio de nuestra victoria y buena fortuna, no decidáis obrar desconsideradamente ante hechos fatales de un dios, culpando de traición en lugar de impotencia, ya que no fueron capaces de ejecutar lo ordenado a causa de
    la tempestad. Mas sería mucho más justo premiar a los vencedores con coronas que condenarlos a muerte por obedecer a hombres perversos.»
    Después que dijo este discurso Euriptólemo redactó una moción: que los acusados sean juzgados uno a uno arrepentimiento por separado conforme al decreto de Canono. Pero la del consejo era juzgar a todos en bloque con un solo voto. Los presentes votaron a mano alzada y aprobaron en un principio la de Euriptólemo. Pero Menecles la declaró ilegal bajo juramento e hicieron una nueva votación a mano alzada y aprobaron la del consejo. Luego condenaron por votación a los estrategos que participaron en la batalla naval, que eran ocho. Fueron ejecutados los seis presentes. No mucho tiempo después se arrepintieron los atenienses y votaron –-que fueran demandados aquellos que engañaron a la asamblea— y que eligieran fiadores hasta que fueran juzgados y que Calíxeno era
    uno de ellos. Otros cuatro fueron también demandados y encarcelados por sus fiadores. Pero más tarde se produjo una revuelta en la que Cleofonte fue ejecutado y éstos huyeron antes de ser juzgados. Calíxeno regresó cuando los del Pireo entraron en la ciudad y murió de hambre odiado por todos.]

    Para los que no estamos dentro del sistema judicial, quizá la cosa nos parezca un poco más complicada. Hoy día, hay leyes similares o peores, en lo relativo a esos temas deserción, traición, desobediencia y están “en el libro de las reglas”. Lo que lleva pensar, la aberración no está en el procedimiento sino en la pena.
    Por citar uno simple, desobediencia grave a la autoridad ¿años de cárcel? Las leyes son hoy peores que en la Grecia Clásica. En un entorno similar al griego, “el libro de las reglas” serviría de legitimación para una masacre.

    Justamente lo que legitima “el libro de las reglas“ hoy es la ignorancia general sobre ellas en su no aplicación; los que elucubran “Estado de Derecho”; o “status” del derecho. Más concretamente “capitalis” del derecho; le ponemos una “-mo” y más claro imposible.
    Hablemos de “Estado de Leyes”, pues el derecho y justicia en español tienen una significación filosófica; “rule of law” o gobierno de las leyes son más adecuados que el cacareado “Estado de Derecho”; que por otra parte también tenían los nazis.

    Pongamos un caso simulado. Unos artistas, una pancarta que ponía “gora alcahueta*” entregada por un mercenario del Estado para inculpar a un civil que protesta como inmoral. Es de preguntar, ¿por qué ese Estado mete en la cárcel a estos por una creación artística?, y no, por ejemplo a los miles de cineastas, escritores que hacen exactamente lo mismo o peor.

    O aquellos, han hecho un quebranto de –miles de millones de euros–, robando o por negligencia, el cual costará la penuria de muchas generaciones. Cuya pena es siempre ridícula comparada con el daño.

    “El libro de las reglas” es contradictorio por todas partes, empezando por “la super-ley” que no tiene ni pies ni cabeza. “El libro de las reglas” es para roba gallinas,como Diógenes de Sinope.
    Por ejemplo, en lo relativo a la forma de Estado enfrentado con los derechos individuales.

    “El libro de las reglas” está en la fluidez democrática, más que libro de las reglas, manual de formas, manual formal de como funcionan las cosas…,

    *: Persona que procura, encubre o facilita una relación amorosa o sexual entre otras dos personas.

  10. Alvaro Núñez
    Alvaro Núñez Dice:

    ¡Magnífico el texto y magnífico el mensaje! Como siempre, como todo lo que escribe el autor, elegante y sutil, y certero. Leyéndolo, así como al repasar los comentarios posteriores, he recordado lo que decía Alvaro d’Dors: que el verdadero legado de Roma no fue su Derecho –el conjunto de normas del que todavía vivimos en gran parte–, sino su idea del Derecho. Y digo esto porque podemos y debemos ser críticos con las reglas, pero no con la idea de “libro de las reglas”; con la idea de respeto y acatamiento al libro, aunque la regla no nos guste.

    D'Ors añadía que, conforme a la idea romana, el Derecho (el libro de las reglas) era el producto racional de una inteligencia especializada. Pues bien, sobre la racionalidad de la regla, y sobre la inteligencia especializada del legislador, habría mucho que decir, y es la gran cuestión, pero es otro “melón”, y se ha de abrir con mucho cuidado.

    El texto de Manuel González-Meneses lo leeré, a partir de ahora, el primer día de clase, antes de que tengan que cerrar las facultades de Derecho.

  11. Alvaro Núñez
    Alvaro Núñez Dice:

    ¡Magnífico el texto y magnífico el mensaje! Como siempre, como todo lo que escribe el autor, elegante y sutil, y certero. Leyéndolo, así como al repasar los comentarios posteriores, he recordado lo que decía Alvaro d’Dors: que el verdadero legado de Roma no fue su Derecho –el conjunto de normas del que todavía vivimos en gran parte–, sino su idea del Derecho. Y digo esto porque podemos y debemos ser críticos con las reglas, pero no con la idea de “libro de las reglas”; con la idea de respeto y acatamiento al libro, aunque la regla no nos guste.

    D'Ors añadía que, conforme a la idea romana, el Derecho (el libro de las reglas) era el producto racional de una inteligencia especializada. Pues bien, sobre la racionalidad de la regla, y sobre la inteligencia especializada del legislador, habría mucho que decir, y es la gran cuestión, pero es otro “melón”, y se ha de abrir con mucho cuidado.

    El texto de Manuel González-Meneses lo leeré, a partir de ahora, el primer día de clase, antes de que tengan que cerrar las facultades de Derecho.

  12. Nathan Jessep
    Nathan Jessep Dice:

    Bonito texto en favor del positivismo jurídico.
    Espero que en breve aparezca un iusnaturalista radical entre los comentarios.
    Es curioso, pasan los años, pero las discusiones siguen siendo las mismas.
    ¡Qué bonito es el Derecho!

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