La Universidad secuestrada: Reproducción del artículo en EM sobre el caso del Rector de la URJ por nuestra colaboradora Mercedes Fuertes
Tenues ecos está teniendo la noticia de que el todavía Rector de la Universidad Rey Juan Carlos ha plagiado estudios y publicaciones de otros investigadores. Y si apagados son tales ecos, desazona más advertir las escasas consecuencias que semejante actitud – lo más opuesto a lo que debería ser el espíritu de un universitario- está teniendo. Por un lado, el Rector sigue manteniendo su cargo de máxima autoridad de una institución que acoge sin embargo a otros estudiosos reconocidos por su buen hacer y que trabajan con limpia dedicación personal.
Por otro lado, hay un síntoma peor: la comunidad universitaria en su conjunto parece silente. Hay denuncias, lógicamente, de los afectados, los autores de los textos plagiados. Pero no han generado mayores movimientos de protesta para salvar la dignidad de quienes tratan de enderezar la Universidad española en el contexto mundial. Porque la mancha del plagio, de apropiarse de las ideas de otro, nos desprestigia a los universitarios. Resultan insuficientes los fugaces y huidizos comentarios en los pasillos de las Facultades cuando con tanta facilidad muchas campañas más banales consiguen aunar impulsos colectivos.
Es cierto que en la conferencia de rectores se ha pactado apartar de una vocalía al Rector que se halla en entredicho. Pero ahí se ha quedado el gesto que más parece una chanza que un reproche.
Esta atmósfera de apatía contrasta con la contundente decisión de la Universidad de California que volverá a reeditar el número de una revista ya sin el trabajo del citado Rector, antes incluido, por los plagios advertidos en su texto. Y es que fuera de España sí parece que se mantiene la dignidad. ¿Hay que recordar las renuncias de varias autoridades alemanas cuando se descubrió que algunas decenas de las páginas de sus voluminosas tesis doctorales podían estar plagiadas? ¿Y las decisiones de las Universidades de retirar el preciado título de doctor en aquellos casos en que se verificaron los plagios?
La Universidad española está perdiendo su pálpito crítico y de libre pensamiento, cuando en otras épocas presumía de ser ariete intelectual de contestación. Es cierto que en ocasiones aparecen noticias de revueltas en centros universitarios pero lamentablemente son una muestra más del declive donde unos pocos vándalos exhiben su rico vocabulario que se resume en el apelativo de “fascista” para impedir que diserte un conferenciante.
La Universidad española parece secuestrada. Eso es lo que nos señala con claridad esta bochornosa situación al asociar la idea del plagio al secuestro. Porque “plagio” también significa, en muchos países hispanoamericanos, secuestro.
Deberíamos los universitarios aprovechar este escándalo como palanca para alzar la voz y reclamar el respeto al estudio constante, a la vocación investigadora, al reconocimiento de las sólidas monografías frente al predominio de escuetos artículos. ¿Sabe el lector que las agencias de evaluación en España dan prioridad a los artículos frente a los libros individuales que nos llevan años de trabajo y en los que con mayor esfuerzo formulamos nuestro pensar? ¿O que se certifica el ascenso en la carrera universitaria con la mera presentación de publicaciones sin que al candidato se le oiga defenderlas en pruebas públicas? ¿O que hay Administraciones autonómicas que desprecian los resultados de la investigación de los profesores porque les da igual que superen o no las evaluaciones que cada seis años se realizan sobre nuestro trabajo pues les resulta indiferente que se tengan seis o ningún tramo de investigación reconocido? ¿o que incluso se contrata para impartir asignaturas a personas sin una mínima formación académica en lugar de atraer a buenos investigadores?
Deberíamos levantar la voz para que los rectores sean ciertamente una representación, un reflejo de otros prestigiosos universitarios que estudian e investigan. Hay buenos rectores, no todo es impostura. Por eso, desde esta página que me acoge yo grito al Rector que aparece como “secuestrador” que dé un paso atrás y devuelva la libertad a la Universidad Rey Juan Carlos.
Catedrática de Derecho administrativo en la Universidad de León.
Ha publicado diversas monografías: “Asociaciones y sociedades deportivas” (1992); “La Comisión Nacional del Mercado de Valores” (1994); “El contratista y el subcontratista ante las Administraciones públicas” (1997); “Urbanismo y publicidad registral”, que conoce dos ediciones, años 1995 y 2001; “Redes inalámbricas municipales. Nuevo servicio público” (2005), “Grupos públicos de sociedades” (2007); y con Francisco Sosa Wagner “Conversaciones sobre el Derecho, la Justicia y la Universidad” (2009), “El Estado sin territorio. Cuatro relatos de la España autonómica” (2011) y “Bancarrota del Estado y Europa como contexto” (2011). Es coautora de otros libros jurídicos sobre Derecho urbanístico; Derecho ambiental; expropiación forzosa, contratos administrativos y así como de medio centenar de artículos publicadas en revistas jurídicas especializadas.
Ha recibido la primera mención especial del IV Premio “Fermín Abella y Blave” 2004 y el Premio La Ley 2007, junto con el prof. Sosa Wagner por el trabajo “¿Pueden los contratos quedarse en casa? Polémica europea sobre la contratación in house”. También publica colaboraciones en diversos medios de comunicación como El Mundo, Expansión, La Nueva España