Comprender para combatir: a propósito de “La corrupción en España. Un paseo por el lado oscuro de la democracia y el gobierno”

 

“La corrupción en España. Un paseo por el lado oscuro de la Democracia y el Gobierno” es el título de una obra colectiva coordinada por Víctor Lapuente,profesor e investigador en el Instituto de Calidad de Gobierno de la Universidad de Gotemburgo.

 

Cómo entender la corrupción y de qué forma combatirla son las dos cuestiones sobre las que los coautores, en número de ocho, expertos de reconocido prestigio, se manifiestan desde sus respectivas disciplinas (Economía, Sociología, Ciencia Política, Ingeniería y Derecho) a lo largo de las 216 páginas de que consta la edición publicada por Alianza Editorial (Madrid, junio de 2016).

 

Extrañado por la escasa repercusión que este provocador libro estaba teniendo, elaboré una amplia reseña que mereció la atención de la edición digital de Nueva Revista, donde ha sido publicada hace unos días bajo el título “Luces y sombres de la corrupción en España”.

 

Tras analizar las propuestas recogidas en el libro, y a partir de ellas –que no en su contra ni en sustitución de las mismas–, he imaginado cómo seguir mejorando la manera de entender y de combatir la corrupción. De todo lo cual ofrezco aquíun resumen para los amigos de este blog. Cosa que hago con especial agrado pues, días antes de que apareciera el libro de Víctor Lapuente, Elisa de la Nuez, como secretaria general de la Fundación ¿Hay Derecho?, y el que firma estas líneas, como presidente de la Asociación por la Calidad y Cultura Democráticas, suscribimos un Acuerdo de colaboración entre ambas entidades.

 

Para comprender la corrupción

 

El libro transmite la idea sobre la corrupciónque se encuentra más extendida entre los expertos, a saber,“la corrupción es el abuso del poder público para beneficio privado”. Así, la corrupción es entendida como un fenómeno ‘extractivo’ que desvía lo que son bienes comunes o públicos hacia la esfera de los intereses privados o particulares. Dicho en pocas palabras, la corrupción es situada en el eje público-privado: este es el encuadre o esquema de interpretación utilizado por los autores.

 

¿Por qué, además de situar la corrupción en el campo de batalla entre los intereses comunes y los particulares, no se la considera ubicada, también, en el eje de los fuertes frente a los débiles, de los poderosos frente a los frágiles? Pues en cualquiera de las modalidades delictivas que puede revestir la corrupción hay alguien que tiene el poder de beneficiarse y quien, como consecuencia, sale perjudicado.

 

Esto es así sea cual fuere la naturaleza de los bienes lesionados (públicos o privados), la personalidad jurídica de los actores intervinientes (instituciones o individuos), el lugar de los hechos (la administración pública o la empresa privada) y el cometido de los agentes que delinquen (personas que desempeñan un empleo público o dedicadas a la actividad privada). Y, por otra parte, esto es así ya se trate de delitos capitales o concomitantes, mediales, resultantes u otros; delitos como el cohecho, impropio o activo, fraude a la administración, falseamiento patrimonial o información privilegiada. En cualquiera de estas modalidades delictivas, insisto, hay corruptor y corrompido, y sin duda, también, beneficiado y perjudicado.

 

Propongo considerar la corrupción en la encrucijada de ambos ejes, público-privado y poderosos-débiles. De este modo, los ciudadanos no veríamos la corrupción como ‘cosa de los políticos’ únicamente y, de paso,exhortaríamos a aquellos a comportarse de manera ejemplar, evitando las prácticas corruptas,por muy privadas que sean, y con independencia de su cualidad y cuantía.

 

Si así lo hiciéramos, podríamos plantearnos estas tres categorías de preguntas:

 

  • ¿Cuál es el origen de esa prevención a enunciar y difundir un principio tan básico como que no es posible una política corrupta en una sociedad sana? Si no posible una sociedad inmaculada, ¿por qué el apellido más habitual de la corrupción es la política?
  • ¿Es la corrupción la causa de nuestros males más evidentes o, por el contrario, es el síntoma de nuestros problemas de fondo? ¿cómo se genera la corrupción?,¿de qué disfunciones básicas la corrupción es un síntoma?
  • ¿Cómo medimos la corrupción? ¿somos conscientes de que la percepción que tenemos de la realidad está inevitablemente condicionada por la forma en que la auscultamos, por la esencia de las preguntas que formulamos?

 

A mi parecer, esta batería de cuestiones abre las puertas a nuevas formas de entender la corrupción y, por lo mismo, acaso, quizá, puede ser que nos permita imaginar nuevas estrategias y medidas para combatirla.

 

Para combatir la corrupción

 

Una de las aportaciones más poderosas de esta obra colectiva es su apuesta por combatir la corrupción de forma comprehensiva,total, lo que supone una mejora radical respecto de las medidas tan ‘castizas’ y comunes entre nosotros como ‘Esto lo arreglo yo de un plumazo con solo…’asegurar la separación de poderes o exigir la devolución de lo hurtado o promulgar una ley de protección de informanteso…etc.  Y así, los autores proponen combatir la corrupción de forma global, es decir, en los principales frentes, no solo en uno de ellos:administración pública en general y local en particular, financiación de los partidos, transparencia, medidas penales, medios de comunicación y sistema electoral.

 

Pero una cosa es una estrategia amplia y otra una estrategia profunda, pues no es lo mismo la superficie que el espesor de las cosas y las ideas. De los individuos se dice que “responden a los incentivos que les rodean”y de la cultura de las organizaciones que es “el conjunto de reglas que modera el comportamiento de los miembros de una institución”. Pero ni las personas se mueven solo por incentivos, ni las instituciones se rigen solo por normas o estructuras.

 

Sitomáramos en consideraciónel conjunto de las motivaciones, la personalidad y el carácter de los individuos (no solo los incentivos), y las creencias básicas de la cultura organizacional de las instituciones (no solo las normas), entonces, podríamos plantearnos estas otras tres categorías de cuestiones:

 

  • Ya que seplantea separar las carreras de políticos y funcionarios, e incluso aumentar el grado de autonomía en la gestión de las plantillas de laAdministración, proponemos ir más al fondo y superarel proverbial rechazo atender puentes entre la razón organizativa de lo privado y lo público.Por aquí se abre una prometedora vía contra la corrupción.
  • El tono marcadamente normativista y auditor de la lucha contra la corrupción está cercenando el ‘impulso vital’ de las instituciones, públicas y privadas, para adquirir de forma soberana, por iniciativa propia, el compromiso ante la ciudadanía de evolucionar y mejorar permanentemente. ¿Por qué no seguir la senda, por ejemplo, de la BBC?
  • La actual cultura de la transparencia se limita a asuntos pasados y actuales, no futuros. Mas siendoel futuro fruto de nuestros actos y estos de nuestras intenciones, ¿por qué no las publicitamos del mismo modo que hacemos con lo que ya ha ocurrido? Esta ‘asimetría’ del concepto de transparencia es otra forma de superficialidad que proponemos superar.

 

Propongo, en suma, mejorar nuestra comprensión de la corrupción yperfeccionar permanentemente la inteligencia de los sistemas burocráticos en lugar de inaugurar todos los días nuevos sistemas inteligentes.