Por qué no soy nacionalista
Ser nacionalista en territorios donde se ha constituido en ideología ambientalmente dominante tiene indudables ventajas. Permite sentirte asimilado e integrado, apaciguar la inseguridad ancestral de la persona solitaria, que encuentra alivio cuando por fin se siente acogido en la tribu. El nacionalismo, además, como cierto tipo de plantas, no permite que crezcan sentimientos identitarios diferentes a su alrededor. Todo ha de ser asimilado y normalizado, y lo que sobreviva ha de hacerlo de forma subterránea, en la clandestinidad. La integración en la tribu nacionalista tiene además ventajas adicionales. Los pecados del nacionalista lo son menos ante sus conmilitones. Una buena bandera permite tapar muchas vergüenzas, como vemos en el caso de CiU y Artur Más. Con tantos incentivos se puede comprender la dificultad de apartarse de esa corriente tan avasalladora. Especialmente para las personas que han crecido en ese ambiente como los jóvenes en Cataluña y País Vasco. Sin embargo es posible. Yo soy la prueba. Muchos me preguntan por qué, habiendo nacido yo en Bilbao y proviniendo de una familia euskaldun y nacionalista vasca, decidí no seguir esa moda. Que cómo es posible que habiendo sido criada y educada en ese ambiente abertzale donde sólo hay una única verdad […]
Profesora de educación primaria y estudiante de Filología Hispánica.