Entradas

Flash Derecho: Breves reflexiones post 26-J ¿Sigue habiendo una oportunidad para la regeneración?

Los españoles hemos vuelto a votar, un tanto a regañadientes y un tanto asustados, el 26 J. Más allá de los análisis estratégicos de carácter general y los puntuales sobre los votos recibidos por cada partido, que dejamos para los grandes medios y para sus expertos (que tanto se han equivocado en sus predicciones electorales y parecen seguir la misma línea en las postelectorales) en este blog nos interesa sobre todo la oportunidad que puede representar este resultado para la imprescindible regeneración de nuestras instituciones y de nuestro Estado de Derecho.

De entrada, la opción “rupturista” representada por Unidos Podemos ha fracasado claramente en su apuesta de “sorpasso” del PSOE. Queda claro ahora que la opción elegida por Pablo Iglesias de forzar unas nuevas elecciones y presentarse como alternativa única a un Gobierno del PP ha fortalecido precisamente al PP. Su visión de la realidad se ha mostrado equivocada y ahora le toca iniciar un proceso de reflexión urgente sobre la base de asumir de una vez que sus votantes son mucho más pactistas, posibilistas y reformistas de lo que él pensaba. Un nuevo error de valoración de su electorado y volverá rápidamente a las catacumbas de Izquierda Unida, lo que tampoco sería buena noticia para España. Podemos tiene ahora la  oportunidad de repensar su estrategia y de decidir qué quiere ser de mayor. Quizá toque convertirse en un partido un poco más “normal” en el sentido de más institucional. Al fin y al cabo, suma un buen número de diputados y sigue siendo el depositario de una parte muy importante del voto juvenil.

Sin duda, ha sido el PP de Rajoy quien ha rentabilizado el susto que a muchos votantes moderados les ha provocado un programa como el de Podemos, sobre todo si tenemos en cuenta que algunas actitudes no han sido precisamente muy tranquilizadoras y  que no parece que el desempeño de los Ayuntamientos del cambio sea para tirar cohetes. Pero celebrar este resultado como un triunfo inapelable es un espejismo del que – por el bien de España- deberían despertar cuanto antes. Lo cierto es que tiene un futuro parlamentario y extraparlamentario muy complicado por delante, y solo podrá afrontarlo con garantías si se embarca en un decidido proceso de renovación interna y de compromiso externo con las reformas.

La opción del cambio moderado, liderada por Cs y en menor medida por el PSOE, tampoco ha salido bien parada, aunque en ambos casos se han salvado los muebles, lo que en un escenario de polarización no es poco. Y en ellos sigue residiendo la posibilidad real de forzar una legislatura reformista en torno a los grandes problemas que tiene España y que siguen estando ahí. De ellos hemos tratado muy ampliamente en este blog, y podemos resumirlo en varios ejes: lucha contra la corrupción, regeneración institucional, problema territorial, pacto por la educación (de verdad), Estado del bienestar, economía/empleo e integración europea. Este último punto es novedoso, pero obligado después del Brexit y más en España donde tanto le debemos a las instituciones europeas cuantitativa y cualitativamente.

Sería un drama que, comprendiendo los cuatro partidos cuál es el único camino posible para el país, el maximalismo ideológico, la ambición personal de los candidatos, o los compromisos clientelares a corto plazo frustrasen la posibilidad de comenzar cuanto antes a recorrerlo. Las reformas transversales que requiere España necesariamente exigen la colaboración de varios partidos, a ser posible de todos. Lo ideal sería que el pacto necesario versara sobre programas y en mucha menor medida sobre personas (o sillones) ya que al fin y al cabo, estas son mucho más contingentes de lo que parece, incluso en partidos políticos tan rígidos y faltos de democracia interna como los españoles. La última legislatura fracasó entre otras cosas porque se puso mucho más el acento en el quién que en el qué. Convendría no perderlo de vista.

Lo que está claro es que tras el resultado electoral, el partido que pretenda gobernar deberá pactar y quizá por esa vía entren reformas que logren la necesaria regeneración democrática e institucional en nuestro país. Aunque resulte paradójico, a lo mejor se puede hacer mucho con pocos pero decisivos escaños. No sería la primera vez. Los partidos nacionalistas “bisagra” eran expertos en estas lides, aunque no utilizaron precisamente su poder para mejorar la calidad de la democracia en España.

Por último, es indudable que todo el proceso negociador ganaría mucho si se contase con expertos independientes para los distintos temas. Ya sabemos que en España esto de los expertos no se lleva mucho, y que normalmente incluso cuando se les convoca a comisiones se termina por no hacerles demasiado caso. Pero también es verdad que esta situación política no deja de ser insólita, y que dada la pérdida de credibilidad de los partidos y de la clase política, no vendría mal que quienes hablaran a los españoles de la falta de sostenibilidad del sistema de pensiones a la vista de nuestra demografía, de las reformas institucionales,  de lucha contra la corrupción, del problema de la sanidad pública, de la mala calidad de nuestra educación  o del caos de la financiación autonómica fuesen personas que conozcan bien la materia. Como puede verse, se ha hablado poco en campaña electoral de estos y otros temas fundamentales, pero sin abordarlos será difícil avanzar.

Esperemos que esta vez, de verdad, primen los intereses generales y se inicie por fin una nueva época en España.