La injustificada e injustificable desigualdad.

En abril de 2.010 se publicó en la revista Academic Medicine (Association of American Medical Colleges.- Vol. 85, Nº 4) un estudio dirigido por la Dra. Catherine M. DesRoches  (Hospital General de Boston y profesora asociada en el Harvard Medical School) y otros colaboradores. Se confeccionó sobre la base de 3.080 encuestas realizadas a investigadores docentes de las cincuenta facultades de medicina estadounidenses más prestigiosas, tomándose como parámetros principales: el número total de miembros de la facultad, el número de publicaciones en los últimos tres años, el promedio de factor de impacto de las revistas en que se hubiese publicado, las actividades profesionales, las horas de trabajo por semana, el número de horas dedicadas específicamente a la enseñanza, las dedicadas a investigación, las de atención a pacientes,  las de actividades administrativas y los ingresos anuales. Los resultados obtenidos comparando por sexos fueron… ¿sorprendentes? | Las mujeres alcanzaban un mayor número de horas trabajadas por semana y un mayor número de horas administrativas y profesionales, mientras que los varones registraban un mayor número de publicaciones en todas las escalas o rangos. Sin embargo, comparando investigadores docentes del mismo nivel o rango (igualados, por tanto, en cuanto a la cantidad y categoría de sus publicaciones), el salario medio anual ganado por las mujeres era unos 13.226 dólares más bajo que el de sus homólogos varones. 

Como dice la Dra. María Dolores Braquehais Conesa (“The gender factor in life science research: the economic gap between men and women after controlling for professional characteristics”, post de divulgación de este estudio, publicado en la Revista Científica Digital “Internet and Psychiatry.com”, debemos preguntarnos cuáles pueden ser los complejos factores responsables de esta brecha salarial entre hombres y mujeres, que no sólo se explica por la productividad u otros factores profesionales.

No pretendo iniciar aquí una polémica sobre la cuestión del las desigualdades (no biológicas) entre ambos sexos, pero los datos antes mencionados apuntan a que, en el ámbito estudiado, las mujeres trabajan más horas y los hombres, en cambio, publican más, lo que aumenta sus posibilidades de promoción académica. Lo llamativo es que, cuando se igualan méritos académicos y profesionales en ambos sexos, sigue habiendo una discriminación económica negativa hacia la mujer. Si bien es sólo un estudio, es una buena muestra de lo que ocurre en el mundo de la investigación y la docencia asociado a la Medicina (y en un país, como EEUU, donde el camino hacia la igualdad de derechos de ambos sexos no es incipiente). Y es precisamente el de la Medicina un campo donde el sexo del investigador/a o del docente debería ser irrelevante y resulta no serlo, siendo sólo el reconocimiento salarial, como se ha puesto de manifiesto en el estudio expuesto, uno de los ejemplos de las actuales manifestaciones de la desigualdad entre sexos.

30 comentarios
  1. Sexgo
    Sexgo Dice:

    Cocinan más mujeres, más horas, pero los chefs 3* Michelin son hombres (en realidad, casi todos los restauradores). Lo mismo con los modistos. Leen más las mujeres, pero son mayoría los escritores de éxito varones. Siguiendo con estadisticas: solo el 30% de los empresarios son mujeres, también son clara mayoría los hombres autónomos. Igual hay un factor de emprendimiento, riesgo y competencia que no miden bien ciertas estadísticas, volcadas en terrenos en los que las mujeres han probado claramente su competencia, que no está sin embargo a día de hoy tan clara en esos otros, más intengibles que unas notas, pero fundamentales para el éxito en muchas áreas.

  2. Sexgo
    Sexgo Dice:

    Pues sí, interesante la entrevista
    a la psicóloga evolutiva canadiense Susan Pinker, que, por debajo de la retórica políticamente correcta, se atreve a decir que hay diferencias biológicas en el promedio de los hombres y mujeres, que inciden en cosas como que los hombres tengan elementos más extremos (habla de “más zoquetes y más nóbel”) y que asuman más riesgos (algo bueno para acceder a ciertos puestos, aunque puede suponer un problema para las sociedades, como pone de manifiesto la actual crisis). Destaca también cómo mujeres que tengan buenas calificaciones académicas pueden tener sin embargo un sentido de éxito distinto al de los hombres, y que eso influya en los esfuerzos a realizar para alcanzar ciertos cargos (“más hombres que mujeres priorizan el estatus, la remuneración y las oportunidades de progreso. Yo diría que el porcentaje es más o menos de un 75% para los hombres por un 25% para las mujeres. Y sería correcto decir que muchos más hombres que mujeres se concentran exclusivamente en la consecución de esos objetivos. En cambio, más mujeres que hombres tienen objetivos múltiples en sus vidas y, por lo tanto, nociones más variadas de lo que es el éxito”). Siendo eso así, y habiendo muchos más hombres en carreras técnicas, en MBAs, como emprendedores, o en partes de la economía real (en polígonos) en donde apenas hay mujeres, no tiene sentido decir que las mujeres tuvieran que tener el 50% de los puestos directivos, cuando en muchos casos aunque tengan formación académica no es la requerida para esos puestos (el típico ingeniero con MBA), y aunque la tengan, muchas veces ni está entre sus prioridades ni quieren pagar el precio vital que tiene acceder a esos cargos.

  3. Sexgo
    Sexgo Dice:

    EN un sentido similar al de Susan Pinker, ver también en El País
    ver también en El País
    la entrevista reciente a la doctora en Genética de Oxford Anne Moir (de estas cosas solo pueden hablar mujeres, si las dijera algún hombre podría entenderse que delinque, y por desgracia eso no es una mera forma de hablar). Esta señora considera que, como tendencia, y con todas las excepciones oportunas, los hombres destacan más que las mujeres en asunción al riesgo y ciertas capacidades técnicas, mientras que las mujeres tienen mayor madurez emocional y capacidad verbal – esta señora incluso propugna educación separada para trabajar más con cada colectivo los elementos en que no destacan y conseguir así una mayor igualdad final, considera que ignorar esas realidades solo ayudará a mantener la situación actual… Sobre las diferencias cognitivas y sociales entre hombres y mujeres, ver también en The Economist “The mismeasure of woman (Differences between the sexes)”, de 03.08.2006 –
    ver también en The Economist “The mismeasure of woman (Differences between the sexes)”, de 03.08.2006 –

  4. José M. Sánchez Tapia
    José M. Sánchez Tapia Dice:

    Gracias Patricia por el link de la entrevista con Susan Pinker, que es muy interesante. Sexgo, en este post lo que trato es de resaltar el escandaloso resultado del estudio que menciono. Quizá no lo he explicado bien. La consecuencia principal del estudio de la Dra. DesRoches, no es que los hombres resulten más exitosos, o que las mujeres resulten ser más trabajadoras, sino que cuando se comparan dos profesionales idénticos, de distinto sexo y de iguales carácteríticas, la mujer está peor remunerada. Creo yo que un el debate sobre hombres y mujeres, en términos muy generales, sobre las ambiciones de unos y otras, su disponibilidad para dedicarse a ellas, del éxito, de la educación, de los roles, etc. puede ser un toma y daca muy enriquecedor, pero creo que sobre el concreto punto que te expongo no hay nada que debatir. No hay justificación posible para que una mujer gane menos que un hombre para el mismo trabajo y con el mismo rendimiento.

  5. Sexgo
    Sexgo Dice:

    De acuerdo en esto “No hay justificación posible para que una mujer gane menos que un hombre para el mismo trabajo y con el mismo rendimiento”. Mis comentarios (quizás más apropiados para el post sobre “el techo de cristal”, e influidos por el debate sobre el mismo) sí intentan señalar, en relación con el tema de este post, que se miden una serie de parámetros, pero muchas veces no otros, muy relevantes en la vida real, que hacen que, como comentaba, los modistos o cocineros de éxito sean hombres, pese a la indidable solvencia técnica de mujeres en esos campos, en los que indidablemente predominan. A igual función y rendimiento, igual salario, sin duda (y creo que con sanción si no se hace, no debería admitirse discrimación por sexo del trabajador) – solo apunto que, para ciertos trabajos, a veces hay factores que no se miden bien a la hora de ver qué es “igual”.

  6. elisadelanuez
    elisadelanuez Dice:

    Efectivamente una cosa son las obvias diferencias biológicas apuntadas en los links facilitados por los comentaristas y otra las diferencias de remuneración por igual trabajo que no resultan nada obvias aunque a veces también son consecuencia de comportamientos mas propios de mujeres , como dar menos importancia en un trabajo a las condiciones retributivas que un hombre o no solicitar aumentos de sueldo, o simplemente tener menos visibilidad de cara a los jefes, etc.

  7. Triboniano
    Triboniano Dice:

    Tanto en relación a este post como al de Almudena de la Peña sobre el techo de cristal merece la pena leer el reportaje que publicó El País el día 24 sobre la situación en Noruega:

    Se incluye además un interesante recuadro sobre la posición europea el tema de la cuota femenina en los Consejos de Administración:
    – Francia. Impondrá una cuota femenina de un 40% en los consejos de administración de las empresas de más de 500 empleados. Les da seis años para adaptarse.
    – España. La ley de igualdad recomienda a las empresas a que tengan una participación equilibrada de ahora a 2015.
    – Bélgica. Una proposición de ley plantea que un tercio de los miembros de los consejos de administración sean mujeres.
    – Italia. Prepara un proyecto de ley que obligará a que los consejos de administración de grandes empresas tengan un 20% de mujeres en 2012 y un 30% en 2015. Hoy son un 5%.
    – Islandia. Todas las empresas que cotizan en Bolsa deben tener al menos un 40% de mujeres en sus órganos de dirección. El plazo es 2013.

    • Sexgo
      Sexgo Dice:

      Cocinan más mujeres, más horas, pero los chefs 3* Michelin son hombres (en realidad, casi todos los restauradores). Lo mismo con los modistos. Leen más las mujeres, pero son mayoría los escritores de éxito varones. Siguiendo con estadisticas: solo el 30% de los empresarios son mujeres, también son clara mayoría los hombres autónomos. Igual hay un factor de emprendimiento, riesgo y competencia que no miden bien ciertas estadísticas, volcadas en terrenos en los que las mujeres han probado claramente su competencia, que no está sin embargo a día de hoy tan clara en esos otros, más intengibles que unas notas, pero fundamentales para el éxito en muchas áreas.

    • Sexgo
      Sexgo Dice:

      Pues sí, interesante la entrevista
      a la psicóloga evolutiva canadiense Susan Pinker, que, por debajo de la retórica políticamente correcta, se atreve a decir que hay diferencias biológicas en el promedio de los hombres y mujeres, que inciden en cosas como que los hombres tengan elementos más extremos (habla de “más zoquetes y más nóbel”) y que asuman más riesgos (algo bueno para acceder a ciertos puestos, aunque puede suponer un problema para las sociedades, como pone de manifiesto la actual crisis). Destaca también cómo mujeres que tengan buenas calificaciones académicas pueden tener sin embargo un sentido de éxito distinto al de los hombres, y que eso influya en los esfuerzos a realizar para alcanzar ciertos cargos (“más hombres que mujeres priorizan el estatus, la remuneración y las oportunidades de progreso. Yo diría que el porcentaje es más o menos de un 75% para los hombres por un 25% para las mujeres. Y sería correcto decir que muchos más hombres que mujeres se concentran exclusivamente en la consecución de esos objetivos. En cambio, más mujeres que hombres tienen objetivos múltiples en sus vidas y, por lo tanto, nociones más variadas de lo que es el éxito”). Siendo eso así, y habiendo muchos más hombres en carreras técnicas, en MBAs, como emprendedores, o en partes de la economía real (en polígonos) en donde apenas hay mujeres, no tiene sentido decir que las mujeres tuvieran que tener el 50% de los puestos directivos, cuando en muchos casos aunque tengan formación académica no es la requerida para esos puestos (el típico ingeniero con MBA), y aunque la tengan, muchas veces ni está entre sus prioridades ni quieren pagar el precio vital que tiene acceder a esos cargos.

    • Patricia CM
      Patricia CM Dice:

      José Manuel, celebro el detalle de presentarnos a tu mujer y estoy a favor de que se prodigue más en el blog. Muchas gracias también a todos los comentaristas, que están haciendo unas reflexiones magníficas. Elisa, tienes toda la razón en que Simone nunca se casó con Jean-Paul, no sé en qué estaría pensando 🙂 Pido disculpas en la medida en que he podido contribuir a desviar el debate del estudio de la Dra. Desroches. Por mi parte, no he aclarado por evidente que estimo injustificable, bajo cualquier punto de vista, la desigualdad salarial entre hombres y mujeres a igualdad de méritos y rendimiento. Si no hemos debatido sobre ello es, seguramente, porque nuestra opinión es unánime. En cuanto a lo demás, todo indica que nuestros pareceres tampoco divergen en lo sustancial. Por supuesto que el sexismo existe. (Y el victimismo). Por supuesto que las leyes han de lidiar con ellos y con otros tantos abusos y males. Por supuesto que la educación importa. Si no he insistido demasiado es, de nuevo, porque el sexismo ya ha sido suficientemente señalado, e incluso magnificado, por los medios, y tomado casi como único “antecedente de hecho” de la actual situación del mercado laboral por el legislador. Una última aclaración: en mi comentario anterior usé el sintagma “feminismo de género”, por oposición a “feminismo de equidad”, adoptando la terminología –que, para ser justa, no sé si es demasiado neutral- de Christina Hoff Somers (http://en.wikipedia.org/wiki/Equity_and_gender_feminism). Es cierto que hay corrientes para todos los gustos. Y sí, el feminismo de género tiene mucho que ver con el marxismo, el posmodernismo y, en general, con el irracionalismo. En interpretación libre, yo lo resumiría diciendo que el feminismo de equidad pretende la igualdad ANTE la ley y el de género la igualdad MEDIANTE la ley (sugerencia de Carlos Rodríguez Braun), que el feminismo de equidad pretende igualdad de oportunidades y el de género de resultados. Como habrán deducido, me siento más identificada con el de equidad, aunque tiendo a dar prioridad al individuo (persona), que al fin y al cabo es el sujeto de derecho, sobre el colectivo (mujer). Hoy he estado releyendo el capítulo que Steven Pinker, hermano de Susan, dedica en su libro “Tabula Rasa” al género (lo recomiendo encarecidamente, si les interesa está disponible en parte en Google Académico). Tengo tentaciones de hacer una transcripción tamaño pergamino pero voy a intentar seleccionar lo más relevante y ajustado al tema que nos ocupa. “Repitámoslo de nuevo: igualdad no significa afirmar empíricamente que todos los humanos son intercambiables; es el principio moral de que los individuos no se han de juzgar ni limitar por las que son las propiedades medias de su grupo”. “Manifestar que mujeres y hombres no tienen unas mentes intercambiables, que las personas tienen otros deseos que no son el poder y que los motivos pertenecen a las personas individuales y no sólo a todo un sexo no significa atacar el feminismo ni comprometer los intereses de las mujeres, pese a la falsa de idea de que el feminismo de género habla en su nombre”. “Primero, desalentar a las mujeres en la realización de sus ambiciones y discriminarlas por su sexo son injusticias que hay que detener dondequiera que se descubran. Segundo, no hay ninguna duda de que las mujeres se enfrentaron a una discriminación generalizada en el pasado y lo siguen haciendo hoy en algunos sectores (…) Tercero, no tiene sentido la pregunta de si las mujeres están cualificadas para ser científicas, directoras ejecutivas, dirigentes de los países o profesionales de élite de cualquier tipo. Se respondió definitivamente hace años: unas sí y otras no, igual que unos hombres están cualificados y otros no. La única pregunta es si las proporciones de hombres y mujeres cualificados han de ser idénticas”.

    • Patricia CM
      Patricia CM Dice:

      Lo siento, no me resisto a continuar con las citas de “Tabula rasa” (2002). 1) Sobre las cuotas. “Dadas todas las pruebas sobre las diferencias de sexo (unas biológicas, otras culturales y otras mixtas), no es probable que la distribución de virtudes y defectos entre hombres y mujeres sea idéntica. Si uno busca la correspondencia entre la distribución de los rasgos de hombres y mujeres y la distribución de las demandas de los empleos en la economía, la probabilidad de que el porcentaje de hombres y mujeres en cada profesión sea idéntico, o de que el salario medio de unos y otras sea idéntico, se acerca mucho a cero, aun en el caso de que no existieran barreras ni discriminación. (…) Ahora bien, nada hay en la ciencia que descarte políticas de una distribución del 50% de los salarios y los empleos entre los sexos, si una democracia decidiera que se trata de un objetivo con un valor inherente. Pero lo que sí dicen los estudios es que tales políticas, además de beneficios, tendrán unos costes. El beneficio evidente es que pueden neutralizar la discriminación. (…) Algunos costes recaerán en los hombres o en ambos sexos. Los dos más evidentes son la posibilidad de una discriminación opuesta contra los hombres y de una falsa presunción de sexismo entre los hombres y mujeres que hoy deciden en cuestión de contratación y salarios. Otro coste que recaerá en ambos sexos es la ineficacia que se pudiera derivar si las decisiones de empleo se basasen en factores que no fueran el mejor ajuste entre las exigencias de un trabajo y los rasgos de la persona. Pero muchos de los costes también recaerán sobre las mujeres. (…) El problema de estas políticas bienintencionadas es que pueden sembrar la semilla de la duda sobre la excelencia de los beneficiarios”. 2) Sobre la conciliación. “Las personas somos mamíferos, y deberíamos pensar en las implicaciones éticas del hecho de que es la mujer quien pare, cuida y educa, en un grado fuera de toda proporción, a los hijos. No deberíamos suponer que el ser humano por defecto es el hombre, y que los hijos son un lujo o un accidente que le ocurre a un subconjunto desviado. Por consiguiente, las diferencias de sexo se pueden utilizar para justificar, más que para poner en peligro, las políticas de protección de la mujer, como el permiso por maternidad, las subvenciones para el cuidado de hijos, los horarios flexibles, la prolongación del período destinado a reunir los requisitos para obtener una plaza de profesor definitiva o la eliminación completa de ese período”. Vale, prometido. Saludos cordiales.

    • elisadelanuez
      elisadelanuez Dice:

      Maria Dolores y Patricia muchísimas gracias por vuestros estupendos comentarios (dignos de sendos posts, aprovecho para animaros a escribirlos)y que elevan el nivel del debate de una forma que ya nos gustaría ver en otros medios de comunicación Yo también he leido el libro de Pinker (hermano) aunque me queda pendiente el de la hermana. Coincidiendo en el diagnóstico veo que al final discrepamos en si las cuotas son una solución (aunque sea temporal) o no. Ya sabéis que para mí si funcionan en Noruega o los países nórdicos pueden funcionar en otros sitios. Para mí tienen además una virtud muy importante, que es la introducción rápida de una cultura femenina de liderazgo y gestión en las empresas, que es muy díficil conseguir sin una masa crítica de mujeres. Con esto me refiero a que el concepto del éxito profesional y empresarial de las mujeres -por lo menos cuando no están en minoría y tienen que adoptar los modelos masculinos de éxito- suelen ser un pelín diferentes de los que exhiben los directivos de “Inside job”: mucho dinero, muchos yates, muchas casas, muchas mujeres…en fín, como dicen en el propio documental, chicos, a ver quien la tiene más larga. Normalmente el liderazgo y gestión femeninos tienen poco que ver con ese tipo de objetivos y suelen fijarse más en las personas tanto clientes como profesionales de la empresa. Por eso las ratios de conciliación mejoren en empresas lideradas o con alto porcentaje de mujeres directivas. Sin contar con que se puede medir también el incremento en la competitividad y productividad de las empresas donde crece el número de directivas http://ec.europa.eu/social/main.jsp?catId=762&langId=en&pubId=476&type=2&furtherPubs=yes
      Y para terminar, no sé donde leí el otro día que a lo mejor si Lehman Brothers hubieran sido Lehman Sisters no estaríamos donde estamos…:-)

  8. ana margarita
    ana margarita Dice:

    Si lo que dices fuera una regla general, esto es formulada más o menos de la siguiente forma “la retribución de las trabajadoras por cuenta ajena es siempre inferior a la retribución de los trabajadores por cuenta ajena, siendo el sexo el factor determinante” también en el caso del trabajador por cuenta propia habría de influir el sexo, y por ejemplo, siendo más baratos los servicios prestados por las trabajadoras por cuenta propia (funcionarias, empresarias, profesionales…)nuestros negocios, despachos, consultas … tendrían que estar a tope.

    • Triboniano
      Triboniano Dice:

      Tanto en relación a este post como al de Almudena de la Peña sobre el techo de cristal merece la pena leer el reportaje que publicó El País el día 24 sobre la situación en Noruega:

      Se incluye además un interesante recuadro sobre la posición europea el tema de la cuota femenina en los Consejos de Administración:
      – Francia. Impondrá una cuota femenina de un 40% en los consejos de administración de las empresas de más de 500 empleados. Les da seis años para adaptarse.
      – España. La ley de igualdad recomienda a las empresas a que tengan una participación equilibrada de ahora a 2015.
      – Bélgica. Una proposición de ley plantea que un tercio de los miembros de los consejos de administración sean mujeres.
      – Italia. Prepara un proyecto de ley que obligará a que los consejos de administración de grandes empresas tengan un 20% de mujeres en 2012 y un 30% en 2015. Hoy son un 5%.
      – Islandia. Todas las empresas que cotizan en Bolsa deben tener al menos un 40% de mujeres en sus órganos de dirección. El plazo es 2013.

      • ana margarita
        ana margarita Dice:

        Si lo que dices fuera una regla general, esto es formulada más o menos de la siguiente forma “la retribución de las trabajadoras por cuenta ajena es siempre inferior a la retribución de los trabajadores por cuenta ajena, siendo el sexo el factor determinante” también en el caso del trabajador por cuenta propia habría de influir el sexo, y por ejemplo, siendo más baratos los servicios prestados por las trabajadoras por cuenta propia (funcionarias, empresarias, profesionales…)nuestros negocios, despachos, consultas … tendrían que estar a tope.

        • Canela Such
          Canela Such Dice:

          En cuanto al caso concreto el saber porque se producen estas diferencias salariales sería complejo y creo que no llegariamos nunca a una solución definitiva. Personalmente, creo, que en las mentes de muchos hombres (y tristemente de mujeres también) sigue funcionando la idea de que ellos son los cabeza de familia, los que deben de llevar el dinero a casa, y que lo que ingresa la mujer es un suplemento, el día que se vea con naturalidad la figura de “los amos de casa” y que se asuma esta situación como normal quizás se valore más el trabajo de la mujer fuera de casa y se corrijan estan diferencias.
          Aunque sinceramente y con todos los respetos estamos entrando en las discusiones de siempre que no llevan a ningún sitio. Como en otros muchos ámbitos la educación (y no la política) es lo que va a hacer cambiar las cosas. Una mañana lleve a mi hija al colegio y en el patio me paré a observar a los niños y me sorprendió, gratamente, ver como había niñas jugando al futbol y niños jugando a la comba y al elástico y pensé…que maravilla las cosas están cambiando. Es evidente que todavía queda mucho camino por recorrer, que siguen produciendose diferencias injustas que hay que denunciar y condenar, pero creo que todos, especialmente los que tenemos hijos, tenemos la responsabilidad de educarlos para que respetando las diferencias no admitan las desigualdades.

        • jj
          jj Dice:

          Sobre las diferencias biológicas -neurofisiológicas- entre hombres y mujeres hay trabajos estupendos de médicos españoles. Y son de divulgación, publicados en editoriales como Alianza…: Francisoo Mora Teruel, Antonio Fernández de Molina, el Prof. Francisco J. Rubia… Merece la pena esa otra perspectiva frente a tanta demagogia y tanto lugar común como se lee en la prensa sobre estos temas… Aunque, claro, la fisilogía no creo que explique por qué, haciendo el mismo trabajo, hombre y mujer ganan diferente… Pero sí explicará comportamientos y actitudes de unos y otras que tienen que ver con todo lo que pasa…

        • María Dolores Braquehais Conesa
          María Dolores Braquehais Conesa Dice:

          Este post se abría con los resultados de una investigación sobre si el sexo influye en las condiciones laborales de los docentes/investigadores que trabajan en las principales universidades de Medicina de EEUU. Los datos animan al debate que no siempre se ha ceñido a la reflexión sobre lo más llamativo del estudio: la desigualdad salarial entre hombres y mujeres a igualdad de méritos en ese contexto. A medida que iba leyendo los comentarios he pensado que si en lugar de “sexo” se hubiera escrito “color de piel” o “raza” (diferencias biológicas, al fin y al cabo) algunos de los argumentos esgrimidos hubieran sido motivo de escándalo (como lo son, si los leemos a día de hoy, los no tan lejanos argumentos “supremacistas” blancos o las proclamas racistas de algunos nacionalismos). La lucha por la igualdad de los derechos de la mujer se remonta a la inicial propuesta del filósofo ilustrado François Poullain de la Barré (“De l’égalité des deux sexes, discours physique et moral où l’on voit l’importance de se défaire des préjugez, 1673“) quien, a contracorriente de la mayoría de filósofos de su época y posteriores, plantea que legitimar la desigualdad de derechos entre ambos sexos apoyándose en la desigualdad biológica es el principal prejuicio que creía entonces debía revisarse en el pensamiento filosófico. La reivindicación de esa igualdad de derechos tuvo episodios críticos (como el trágico final de la revolucionaria Olympe de Gouges, autora en 1791 de la “Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana” que comienza así: “Hombre, ¿eres capaz de ser justo? Una mujer te hace esta pregunta”), pero fue creciendo hasta llegar a los movimientos sufragistas que culminaron en los logros de igualdad en este ámbito alcanzados en muchos países desde principios del siglo pasado (en España, es sabido que las mujeres pudieron acceder al voto desde 1931). La progresiva incorporación de la mujer al mundo laboral (no doméstico) fue contribuyendo lentamente a aumentar la conciencia en cuanto a la igualdad de derechos en otros ámbitos, como lo harían más adelante, de forma indirecta, los adelantos científicos que permitieron mejorar el control de la mujer sobre su capacidad reproductiva.
          En cuanto al discurso filosófico, la irrupción en 1949 de “El segundo sexo” de Simone de Beauvoir (citada en los anteriores comentarios), al plantear que el género es, por decirlo así, una construcción ideológica (-educativa), no biológica, dio pie a una intensa reacción de la que derivarían, sobre todo desde los 70s del siglo pasado, los diversos feminismos. Frente a las diversas posturas sintetizables en el “feminismo de la igualdad” (que se sustentaría en lo propuesto por Simone de Beauvoir), surgieron otras que podrían agruparse bajo el rótulo de “feminismo de la diferencia” (cuya máxima representante será Luce Irrigaray). Si “la mujer”, para Beauvoir, es “lo Otro” en una relación no recíproca sino de desigual alteridad con el polo masculino, definido como lo único, que dota de “contenido” a la vacua y dependiente condición de la mujer, las “feministas de la diferencia” abogan por radicalizar esa esfera de “lo Otro” como un lugar privilegiado, no “contaminado de masculinidad” desde el que participar (partiendo de la radical “diferencia”) en la sociedad. Las posturas feministas se han ido mezclando con discursos filosóficos de corte marxista (en ocasiones más cercanos a la Escuela de Frankfurt, en otras, a los de corte maoísta), así como con el psicoanálisis (sobre todo, lacaniano), la fenomenología, el estructuralismo y el post-estructuralismo, etc. Se ha dado lugar así a una diáspora de posiciones feministas que aún sufrieron una nueva escisión al incorporarse los argumentos de los movimientos “queer” (sobre todo en EEUU, desde 1970), que aboga por la multiplicidad de formas de ser y vivir el sexo más allá de la mera separación homosexual-heterosexual e incluyendo en sus reivindicaciones los derechos de las minorías en función de la clase social o de la raza (negras, hispanas, etc.).
          El recorrido, por tanto, aunque corto en el tiempo, es rico en debates, algunos alejados ya del tópico (por “lugar”) de la igualdad/desigualdad biológica. Muchos de ellos caen en extremismos (como ocurre con muchos “ismos”) pero permiten entrar en dialéctica con ellos (“pensar contra ellos”) y pueden contribuir a que deshagamos muchos de nuestros prejuicios. Es importante también hacer memoria de lo recientes que son muchos logros en el terreno de la igualdad de derechos entre sexos e, incluso, algo más importante aún, que tengamos presente que muchas mujeres en el mundo a día de hoy no disfrutan ni remotamente de ellos (estoy recordando ahora lo relatado en la película La verdad de Soraya M, aunque los hechos se sitúen en el Irán de los años 80s del siglo pasado).
          La medida de las cuotas, tan debatida en este “blog”, es una medida que nace del presupuesto de que las mujeres no acceden a esos puestos de “poder” porque les está siendo vetados (por diversos condicionantes más o menos explícitos pero, en principio, no biológicos sino ideológicos y de organización de la sociedad). Soy más partidaria de fomentar esa participación a través de medidas que las incentiven (antes que imponerlas) y que favorezcan, de verdad, la conciliación entre la vida familiar y la profesional, no sólo por lo que respecta a la mujer sino también al hombre. La labor de educación no es menos importante, por lo que atañe a responsabilizar a los hombres también en las tareas de “cuidado de los otros” (por supuesto, no en las exclusivas de la mujer, como el amamantamiento), labor que, durante la mayor parte de la historia, ha sido asignada exclusivamente a la mujer. No podemos olvidar, por otra parte, que muchas mujeres en los países post-industrializados que consiguen (conseguimos) mantener un alto nivel profesional lo hacen (hacemos) a costa de otras mujeres que se encargan del cuidado de los (nuestros) hijos en casa, algo que es digno también de reflexión.
          Agradezco a José Manuel que me citara en su post y más adelante. Y espero que mi reflexión, más larga de lo recomendable, por intentar remontarme a la historia de algunos debates, dé pie a otras.

      • ENNECERUS
        ENNECERUS Dice:

        Pues tengo para mí que en lo de “igual trabajo diferente retribución” hay algo de mito o eslogan político, basado en el innegable hecho de que hay muchos más hombres que mujeres con responsabilidades directivas. Desde luego es una injustificable injusticia el hecho de que dos personas que hacen lo mismo ganen diferente, sea por la causa que sea. Pero parece ilógico que las empresas que para elegir a sus directivos tienen que pagarles sueldos, honorarios o retribuciones muy por encima de la media y para contar con los mejores tienen que retribuirles mejor que la competencia o que otras empresas, los discriminen por razón de su sexo. El talento es un bien escaso y como tal, se retribuye. Llenar de mujeres los consejos de administración, por ley, no parece una buena forma de promocionar su acceso, las empresas buscarán alternativas para que las “de cuota” no cobren igual que los demás e inevitablemente se extenderá la sospecha de que todas las directivas que están lo son por cuota y no por valía, cosa que en nada favorece a la mujer. Sería interesante saber la opinión real de las mujeres directivas al respecto, más allá de lo políticamente correcto, es decir las que se expresen si un micrófono delante.

        • José Manuel Sánchez Tapia
          José Manuel Sánchez Tapia Dice:

          Yo lo que apunto, Sexgo, es que resulta difícil explicarlo si sólo nos atenemos “a la valía”, porque convendrás conmigo en que que no puede ser que haya tantos varones inteligentes, trabajadores, arrojados, emprendedores, comprometidos,…(en definitiva valiosos) y tan pocas mujeres, ¿no?. Por lo tanto, creo que la explicación tiene que ser otra. Y estoy totalmente de acuerdo contigo en que mucho tiene que cambiar la mentalidad de hombres y mujeres.

        • José M. Sánchez Tapia
          José M. Sánchez Tapia Dice:

          Muchas gracias a todos por vuestros comentarios, que elevan el nivel del breve post que escribí, breve sólo en su extensión porque le dediqué mucho tiempo y horas de discusión con mi mujer, a la que al final no convencí para que lo escribiéramos al alimón, pero a la que, por justicia y por devoción, aunque en contra de su voluntad, cito en el párrafo segundo. Se han apuntado aquí muchas cosas que deliberadamente eliminé de la versión final a colgar y cito especialmente los comentarios de Fernando R.P. (conciliación) y de Canela Such (educación), que están muy en la línea de lo que yo pienso. Muy conscientemente no he querido entrar a comentar las diferencias entre hombres y mujeres (perdón por dejar alguna pregunta sin respuesta, Sexgo) porque mi intención desde el principio era poner el foco sobre la discriminación constatada por el estudio de la Dra. DesRoches (no es ningún mito, Ennecerus) y aunque no es generalizable (Ana Margarita, Trompeta) me parece a mí que no es ningún caso aislado. Como habéis señalado muchos, no somos iguales (es una evidencia, desde seimpre física y hoy además científicamente defendida desde muchas perspectivas -gracias por las trabajos citados, admirado JJ-, pero si entendemos que la igualdad es derechos, obligaciones y oportunidades, sí tenemos que ser todos iguales, y me parece que todavía queda trecho por recorrer.

        • ENNECERUS
          ENNECERUS Dice:

          Elisa: Si hay que hacer una ley de cuotas para que las mujeres entren en Consejos de Administración en igual número que los hombres basándose en el hecho de que éstos entran por ser amigos de los dueños, esto me parece un argumento banal. El que arriesga su dinero y monta su empresa es libre de hacer con él lo que le convenga. Si quiere montar un chiringuito de amigotes, todos ellos hombres, no hay problema: El tinglado durará menos que un caramelo en la puerta de un colegio. Salvo que se trate de una empresa pública o, por imposición administrativa, de una empresa oligopolística concesionaria de servicios públicos antiguos monopolios estatales.
          Que yo sepa, las notarias ganan igual que los notarios, las registradoras que los registradores, las abogadas del estado que sus colegas masculinos. Y si no es así será porque busquen otro tipo de destinos más tranquilos o porque el incentivo económico no sea el preponderante para ellas. Hablando siempre en términos generales, claro. Y no hace falta ley alguna para ello. ¿Algún estudio acerca de la proporción hombres/mujeres en los másters para ejecutivos. ¿Y de opositores? Últimamente hay más proporción de registradoras y notarias pero en 150 años sólo ha habido una decana. No es, creo, un problema que deba resolverse a golpe de leyes, táctica que es criticada duramente y con razón por todos los que colaboráis en este blog.
          Para ley discriminatoria, la del Servicio Militar Obligatorio, que sólo afectaba a los hombres, mientras que las mujeres podían dedicarse tranquilamente a preparar oposiciones o su futuro profesional, laboral y personal sin el largo paréntesis que sufrimos los varones.
          En realidad, más que para conseguir cuotas, creo que las mujeres deberían reivindicar la racionalización de los horarios. De ello nos beneficiaríamos todos.

      • elisadelanuez
        elisadelanuez Dice:

        Bueno, Ennecerus, ahora sin ley de cuotas y con la cantidad de hombres que hay en los consejos de administración podemos también pensar que están por ser hombres, o amigos del jefe, o lo que sea, y no por su valía. Esta opinión además se ve ratificada en un número muy importante de casos y es particularmente destacable en el caso de los llamados consejeros independientes, que se eligen a dedal por el Presidente del consejo y los consejeros “no independientes”. En cuanto a lo de pagar menos a las de cuota que a los otros…pues no veo por qué. Y no se otras directivas, pero yo en particular no tendría problemas en llegar a un consejo por ser de cuota y una vez allí demostrar que vales perfectamente para estar allí. Siendo realistas, no parece que salvo con cuotas haya muchas más opciones para las mujeres por mucho cv que tengan en los próximos 50 o 100 años, y estará usted de acuerdo en que a muchas nos recuerde esto del Tenorio de “cuan largo me lo fiais”.

        • Trompeta
          Trompeta Dice:

          Mola lo que dice Ana Margarita. Si por el mismo trabajo cobran menos, ¿las abogadas hacen un trabajo igual a menor precio? Y las notarias, que cobran lo mismo que los notarios ¿hacen un trabajo mejor?

        • Patricia CM
          Patricia CM Dice:

          Fe de erratas. Donde dije: “Segunda (ésta es del agudísimo Mario Bunge), ¿cómo vas a combatir la igualdad si, implícita o explícitamente, propugnas que no existe?” Quise decir: “Segunda (ésta es del agudísimo Mario Bunge), ¿cómo vas a combatir la DESigualdad si, implícita o explícitamente, propugnas que no existe?” Me explico: si en las competiciones deportivas hay parámetros distintos para mujeres y hombres es precisamente porque se reconocen las diferencias naturales, si las negásemos difícilmente podríamos justificar esta “desigualdad ante la ley”. Se trata de tratar desigualmente a los desiguales. Por otro lado, hago constar, a título anecdótico, que a los tribunales de oposiciones también se les aplican las cuotas. En el último tribunal de oposiciones a notarías de Galicia, como sólo había 1 mujer de 7 integrantes, se tuvo que cambiar la composición, que quedó en 3 mujeres y 4 hombres.

      • José M. Sánchez Tapia
        José M. Sánchez Tapia Dice:

        Explicar que a los puestos cúspide de las empresas lleguen sólo hombres o lo hagan en aplastante mayoría, en términos de valía o méritos (al menos exclusivamente) me parece sencillamente muy pobre. Habrá mil factores para que así sea, muchos apuntados en este foro y otros que se nos escapen; algunos biológicos, que pueden tener su trascendencia (yo creo que los menos) y otros psicológicos, sociales, culturales y educativos. Y estoy seguro que si muchas directivas no tuvieran un micrófono delante y expresaran su opinión real, podrían “largar” a gusto de la cantidad de mediocres que han visto pasar por delante de ellas antes de llegar a su puesto. Y esto no es corrección política, como ya se ha sugerido por aquí, sino una realidad constatable por todo aquel que cuente a su alrededor y viva de cerca la vida profesional de mujeres brillantes y de valía.

      • Fernando R. Prieto
        Fernando R. Prieto Dice:

        Desde luego que hay un problema, que magníficamente nos expone José M., pero no sé si querer resolverlo con políticas de cuotas puede significar intentar solucionar el problema general por medio de muchas posibles injusticias particulares. Desde luego, antes deberían intentarse otras polóticas, como las favorecedoras de la conciliación de familia y trabajo, cestión en la que España, con sus horarios, está peor que subdesarrollada.
        Véase

      • Sexgo
        Sexgo Dice:

        José María, apuntas en tu comentario que te resulta dificil explicar por que llegan menos mujeres a la cuspide de las empresas. ¿Podrias explicar porque son solo un tercio o menos de los estudiantes de ingenierías y de MBA, de los emprendedores, de los autonomos?. Canela Such: estará bien el dia que los hombres dejen de tener la presion de llevar sí o sí el dinero a casa hasta que se jubilen. Hablando sobre entornos de altos directivos: el día en que se asuma como normal que una mujer sostenga a un hombre (que no trabaje, o que solo ingrese el “suplemento” del que hablas), y que además esa mujer le pague al señor una interna, habremos avanzado mucho en el camino de la igualdad.

      • Patricia CM
        Patricia CM Dice:

        A mí me parece que, en general y seguramente por wishful thinking, se sobrevaloran los efectos de la educación y se minimiza la importancia de la biología, la genética o la naturaleza humana. Aunque sea una obviedad, no está de más recordar que leyes como la Ley para la igualdad efectiva de mujeres y hombres o la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la violencia de género e iniciativas como las casi todas las impulsadas por el extinto Ministerio de Igualdad se inspiran en una ideología, el feminismo de género, que hunde sus raíces en Beauvoir, cuya doctrina puede resumirse en “No se nace mujer, se llega a serlo”. (Eso lo será ella… :P) En realidad, no deja de ser un corolario de la visión de su marido Sartre: “La existencia precede a la esencia”. Dicho de otro modo, el feminismo de género sostiene –y hasta se lo cree- que la situación pasada y presente de las mujeres es consecuencia de la discriminación despiadada de la “sociedad patriarcal”, reproducida mecánicamente a través de la enculturación en el seno de la familia, los medios de comunicación y la escuela. La tesis oficial es, por tanto, que las mujeres son minoría en determinadas profesiones o cobran menos en promedio única y exclusivamente porque los hombres (empleadores) son machistas, luego hay que educarlos (léase intervenir en la familia, la educación y la escuela). A mi modo de ver, hay dos preguntas clave que hacer a estas feministas. Primera, ¿si te declaras feminista por qué te basas en parámetros masculinos de éxito (dinero, poder, influencia etc.)? Segunda (ésta es del agudísimo Mario Bunge), ¿cómo vas a combatir la igualdad si, implícita o explícitamente, propugnas que no existe?
        Sucede que la tesis de que el sexo es una construcción social (el género, dicen) y que la biología no tiene repercusión alguna es un delirio, insostenible a la luz de los últimos descubrimientos científicos. Y sucede que un diagnóstico equivocado de los hechos da lugar, necesariamente, a un mal tratamiento jurídico. Es indudable que los hombres dominan los puestos directivos, pero también las tasas de delincuencia o las tasas de suicidio. Me parece que esto último difícilmente se explica por la “mala educación” (si tan machistas fueran los hombres jueces es de suponer que mandarían más mujeres a prisión). Por el contrario, me suena muy razonable la tesis de Pinker de que la testosterona incide en la propensión al riesgo. Es decir, por razones biológicas parece “natural” que las mujeres prefieran distintas profesiones que el sexo opuesto o que los hombres copen las cárceles. De todos modos, ella misma reconoce que “el ser” no equivale al “deber ser” (por ejemplo, que la violación “sea natural” no implica que “deba serlo”, eso es la falacia naturalista). En cualquier caso, en mi opinión las cuotas atentan, como mínimo, contra la libertad de elección de profesión u oficio y contra la libertad de contratación, además de tener un aire a diseño o planificación social que me resulta espeluznante. Para terminar, una cita suya: “El Estado [soviético] alcanzó prácticamente la paridad de género en las ciencias físicas y en ingeniería, pero anuló la libertad de elección. Por lo tanto, puede que parezca que una sociedad que consigue alcanzar una división de género laboral del 50% en un ámbito concreto ha erradicado la discriminación. Sin embargo, si se mira más de cerca, quizás uno se encuentre con que lo que se ha abolido son las libertades individuales.”

      • elisadelanuez
        elisadelanuez Dice:

        Coincido con Patricia en muchas cosas, partiendo del dato de que claro que somos desiguales y a mucha honra, y que si no fuera así, no habría por qué hacer políticas de igualdad en el ámbito profesional y retributivo, que es de lo que estamos hablando aquí, no se nos olvide. Y por supuesto la educación es fundamental pero no va a llegar a cambiar la biología. En eso la pobre Simone de Beauvoir (que nunca se casó con Sartre, por cierto) tuvo mucha peor suerte que las generaciones posteriores y hay que ser comprensivo tanto con ella como con muchas predecesoras ilustres que pensaron que todo era cuestión de educación y de tiempo. Tampoco habia evolucionado tanto el estudio del cerebro y de las diferencias biológicas que existen entre el masculino y el femenino y que hoy constituyen datos científicos con los que debemos contar. Dicho todo eso, se trata de como conseguir que hombres y mujeres puedan libremente elegir lo que quieran (en esto discrepo con Patricia, ahora muchas mujeres no pueden elegir sencillamente o se dejan la piel en el empeño) en el terreno profesional, llegar hasta donde quieran y por supuesto percibir retribuciones idénticas por trabajos similares. Esto sin hablar, como hacen los noruegos (sí, me gusta su modelo) del despilfarro que supone para una sociedad preparar a la mitad de su población en términos similares o incluso superiores a la otra mitad y luego no hacer nada para evitar que sea esa mitad la que tenga trabajos a tiempo parcial, no trabaje o se dejen la piel para trabajar y tener hijos. Patricia, a mí me parece que eso es dejar elegir a la gente, pero elegir de verdad sin renunciar a nada. En fín, como soy muy práctica, no reinventemos la rueda, copiemos lo que funciona y punto. Vease el último informe de la OCDE sobre conciliacion de vida personal y familiar y las diferencias entre España y los países nórdicos.

    • ENNECERUS
      ENNECERUS Dice:

      Una notario decano, quería decir. Y no digo “notario” y “decana” porque ella lo quiere así.

      (Se cortó el anterior)

    • elisadelanuez
      elisadelanuez Dice:

      Ennecerus y otros comentaristas opuestos a las cuotas, os paso esta noticia para que veais que las situaciones de discriminación que denunciamos en órganos corporativos de todo tipo y condición son muy reales,y que si no hay mujeres no es porque no quieran o no estén preparadas. Lo que más me gusta es la acusación de que las mujeres no habían hecho campaña..y me pregunto ¿y la habían hecho los hombres que fueron reelegidos?

      http://www.elconfidencial.com/en-exclusiva/2011/grandes-intermediacion-seguros-vetan-mujeres-junta-20110504-78240.html

      En cuanto a la intromisión de las normas en las decisiones de las empresas privadas me remito a algún comentario que he visto en el pòst sobre el techo e cristal de Almudena de la Peña, son numerosísimas y algunas de ellas ya están tan asimiladas que casi ni nos acordamos que empezaron como eso, como obligaciones que limitaban la capacidad de decisión de un empresario en base a razones de interés general.

      En fín, que este tema da para mucho debate, está claro por el número de comentarios que tiene este post y el del techo de cristal.

  9. ENNECERUS
    ENNECERUS Dice:

    Pues tengo para mí que en lo de “igual trabajo diferente retribución” hay algo de mito o eslogan político, basado en el innegable hecho de que hay muchos más hombres que mujeres con responsabilidades directivas. Desde luego es una injustificable injusticia el hecho de que dos personas que hacen lo mismo ganen diferente, sea por la causa que sea. Pero parece ilógico que las empresas que para elegir a sus directivos tienen que pagarles sueldos, honorarios o retribuciones muy por encima de la media y para contar con los mejores tienen que retribuirles mejor que la competencia o que otras empresas, los discriminen por razón de su sexo. El talento es un bien escaso y como tal, se retribuye. Llenar de mujeres los consejos de administración, por ley, no parece una buena forma de promocionar su acceso, las empresas buscarán alternativas para que las “de cuota” no cobren igual que los demás e inevitablemente se extenderá la sospecha de que todas las directivas que están lo son por cuota y no por valía, cosa que en nada favorece a la mujer. Sería interesante saber la opinión real de las mujeres directivas al respecto, más allá de lo políticamente correcto, es decir las que se expresen si un micrófono delante.

  10. elisadelanuez
    elisadelanuez Dice:

    Bueno, Ennecerus, ahora sin ley de cuotas y con la cantidad de hombres que hay en los consejos de administración podemos también pensar que están por ser hombres, o amigos del jefe, o lo que sea, y no por su valía. Esta opinión además se ve ratificada en un número muy importante de casos y es particularmente destacable en el caso de los llamados consejeros independientes, que se eligen a dedal por el Presidente del consejo y los consejeros “no independientes”. En cuanto a lo de pagar menos a las de cuota que a los otros…pues no veo por qué. Y no se otras directivas, pero yo en particular no tendría problemas en llegar a un consejo por ser de cuota y una vez allí demostrar que vales perfectamente para estar allí. Siendo realistas, no parece que salvo con cuotas haya muchas más opciones para las mujeres por mucho cv que tengan en los próximos 50 o 100 años, y estará usted de acuerdo en que a muchas nos recuerde esto del Tenorio de “cuan largo me lo fiais”.

    • Sexgo
      Sexgo Dice:

      EN un sentido similar al de Susan Pinker, ver también en El País
      ver también en El País
      la entrevista reciente a la doctora en Genética de Oxford Anne Moir (de estas cosas solo pueden hablar mujeres, si las dijera algún hombre podría entenderse que delinque, y por desgracia eso no es una mera forma de hablar). Esta señora considera que, como tendencia, y con todas las excepciones oportunas, los hombres destacan más que las mujeres en asunción al riesgo y ciertas capacidades técnicas, mientras que las mujeres tienen mayor madurez emocional y capacidad verbal – esta señora incluso propugna educación separada para trabajar más con cada colectivo los elementos en que no destacan y conseguir así una mayor igualdad final, considera que ignorar esas realidades solo ayudará a mantener la situación actual… Sobre las diferencias cognitivas y sociales entre hombres y mujeres, ver también en The Economist “The mismeasure of woman (Differences between the sexes)”, de 03.08.2006 –
      ver también en The Economist “The mismeasure of woman (Differences between the sexes)”, de 03.08.2006 –

    • José M. Sánchez Tapia
      José M. Sánchez Tapia Dice:

      Gracias Patricia por el link de la entrevista con Susan Pinker, que es muy interesante. Sexgo, en este post lo que trato es de resaltar el escandaloso resultado del estudio que menciono. Quizá no lo he explicado bien. La consecuencia principal del estudio de la Dra. DesRoches, no es que los hombres resulten más exitosos, o que las mujeres resulten ser más trabajadoras, sino que cuando se comparan dos profesionales idénticos, de distinto sexo y de iguales carácteríticas, la mujer está peor remunerada. Creo yo que un el debate sobre hombres y mujeres, en términos muy generales, sobre las ambiciones de unos y otras, su disponibilidad para dedicarse a ellas, del éxito, de la educación, de los roles, etc. puede ser un toma y daca muy enriquecedor, pero creo que sobre el concreto punto que te expongo no hay nada que debatir. No hay justificación posible para que una mujer gane menos que un hombre para el mismo trabajo y con el mismo rendimiento.

    • Sexgo
      Sexgo Dice:

      De acuerdo en esto “No hay justificación posible para que una mujer gane menos que un hombre para el mismo trabajo y con el mismo rendimiento”. Mis comentarios (quizás más apropiados para el post sobre “el techo de cristal”, e influidos por el debate sobre el mismo) sí intentan señalar, en relación con el tema de este post, que se miden una serie de parámetros, pero muchas veces no otros, muy relevantes en la vida real, que hacen que, como comentaba, los modistos o cocineros de éxito sean hombres, pese a la indidable solvencia técnica de mujeres en esos campos, en los que indidablemente predominan. A igual función y rendimiento, igual salario, sin duda (y creo que con sanción si no se hace, no debería admitirse discrimación por sexo del trabajador) – solo apunto que, para ciertos trabajos, a veces hay factores que no se miden bien a la hora de ver qué es “igual”.

    • elisadelanuez
      elisadelanuez Dice:

      Efectivamente una cosa son las obvias diferencias biológicas apuntadas en los links facilitados por los comentaristas y otra las diferencias de remuneración por igual trabajo que no resultan nada obvias aunque a veces también son consecuencia de comportamientos mas propios de mujeres , como dar menos importancia en un trabajo a las condiciones retributivas que un hombre o no solicitar aumentos de sueldo, o simplemente tener menos visibilidad de cara a los jefes, etc.

  11. José M. Sánchez Tapia
    José M. Sánchez Tapia Dice:

    Explicar que a los puestos cúspide de las empresas lleguen sólo hombres o lo hagan en aplastante mayoría, en términos de valía o méritos (al menos exclusivamente) me parece sencillamente muy pobre. Habrá mil factores para que así sea, muchos apuntados en este foro y otros que se nos escapen; algunos biológicos, que pueden tener su trascendencia (yo creo que los menos) y otros psicológicos, sociales, culturales y educativos. Y estoy seguro que si muchas directivas no tuvieran un micrófono delante y expresaran su opinión real, podrían “largar” a gusto de la cantidad de mediocres que han visto pasar por delante de ellas antes de llegar a su puesto. Y esto no es corrección política, como ya se ha sugerido por aquí, sino una realidad constatable por todo aquel que cuente a su alrededor y viva de cerca la vida profesional de mujeres brillantes y de valía.

  12. Trompeta
    Trompeta Dice:

    Mola lo que dice Ana Margarita. Si por el mismo trabajo cobran menos, ¿las abogadas hacen un trabajo igual a menor precio? Y las notarias, que cobran lo mismo que los notarios ¿hacen un trabajo mejor?

  13. Canela Such
    Canela Such Dice:

    En cuanto al caso concreto el saber porque se producen estas diferencias salariales sería complejo y creo que no llegariamos nunca a una solución definitiva. Personalmente, creo, que en las mentes de muchos hombres (y tristemente de mujeres también) sigue funcionando la idea de que ellos son los cabeza de familia, los que deben de llevar el dinero a casa, y que lo que ingresa la mujer es un suplemento, el día que se vea con naturalidad la figura de “los amos de casa” y que se asuma esta situación como normal quizás se valore más el trabajo de la mujer fuera de casa y se corrijan estan diferencias.
    Aunque sinceramente y con todos los respetos estamos entrando en las discusiones de siempre que no llevan a ningún sitio. Como en otros muchos ámbitos la educación (y no la política) es lo que va a hacer cambiar las cosas. Una mañana lleve a mi hija al colegio y en el patio me paré a observar a los niños y me sorprendió, gratamente, ver como había niñas jugando al futbol y niños jugando a la comba y al elástico y pensé…que maravilla las cosas están cambiando. Es evidente que todavía queda mucho camino por recorrer, que siguen produciendose diferencias injustas que hay que denunciar y condenar, pero creo que todos, especialmente los que tenemos hijos, tenemos la responsabilidad de educarlos para que respetando las diferencias no admitan las desigualdades.

  14. Fernando R. Prieto
    Fernando R. Prieto Dice:

    Desde luego que hay un problema, que magníficamente nos expone José M., pero no sé si querer resolverlo con políticas de cuotas puede significar intentar solucionar el problema general por medio de muchas posibles injusticias particulares. Desde luego, antes deberían intentarse otras polóticas, como las favorecedoras de la conciliación de familia y trabajo, cestión en la que España, con sus horarios, está peor que subdesarrollada.
    Véase

  15. Sexgo
    Sexgo Dice:

    José María, apuntas en tu comentario que te resulta dificil explicar por que llegan menos mujeres a la cuspide de las empresas. ¿Podrias explicar porque son solo un tercio o menos de los estudiantes de ingenierías y de MBA, de los emprendedores, de los autonomos?. Canela Such: estará bien el dia que los hombres dejen de tener la presion de llevar sí o sí el dinero a casa hasta que se jubilen. Hablando sobre entornos de altos directivos: el día en que se asuma como normal que una mujer sostenga a un hombre (que no trabaje, o que solo ingrese el “suplemento” del que hablas), y que además esa mujer le pague al señor una interna, habremos avanzado mucho en el camino de la igualdad.

  16. José Manuel Sánchez Tapia
    José Manuel Sánchez Tapia Dice:

    Yo lo que apunto, Sexgo, es que resulta difícil explicarlo si sólo nos atenemos “a la valía”, porque convendrás conmigo en que que no puede ser que haya tantos varones inteligentes, trabajadores, arrojados, emprendedores, comprometidos,…(en definitiva valiosos) y tan pocas mujeres, ¿no?. Por lo tanto, creo que la explicación tiene que ser otra. Y estoy totalmente de acuerdo contigo en que mucho tiene que cambiar la mentalidad de hombres y mujeres.

  17. Patricia CM
    Patricia CM Dice:

    A mí me parece que, en general y seguramente por wishful thinking, se sobrevaloran los efectos de la educación y se minimiza la importancia de la biología, la genética o la naturaleza humana. Aunque sea una obviedad, no está de más recordar que leyes como la Ley para la igualdad efectiva de mujeres y hombres o la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la violencia de género e iniciativas como las casi todas las impulsadas por el extinto Ministerio de Igualdad se inspiran en una ideología, el feminismo de género, que hunde sus raíces en Beauvoir, cuya doctrina puede resumirse en “No se nace mujer, se llega a serlo”. (Eso lo será ella… :P) En realidad, no deja de ser un corolario de la visión de su marido Sartre: “La existencia precede a la esencia”. Dicho de otro modo, el feminismo de género sostiene –y hasta se lo cree- que la situación pasada y presente de las mujeres es consecuencia de la discriminación despiadada de la “sociedad patriarcal”, reproducida mecánicamente a través de la enculturación en el seno de la familia, los medios de comunicación y la escuela. La tesis oficial es, por tanto, que las mujeres son minoría en determinadas profesiones o cobran menos en promedio única y exclusivamente porque los hombres (empleadores) son machistas, luego hay que educarlos (léase intervenir en la familia, la educación y la escuela). A mi modo de ver, hay dos preguntas clave que hacer a estas feministas. Primera, ¿si te declaras feminista por qué te basas en parámetros masculinos de éxito (dinero, poder, influencia etc.)? Segunda (ésta es del agudísimo Mario Bunge), ¿cómo vas a combatir la igualdad si, implícita o explícitamente, propugnas que no existe?
    Sucede que la tesis de que el sexo es una construcción social (el género, dicen) y que la biología no tiene repercusión alguna es un delirio, insostenible a la luz de los últimos descubrimientos científicos. Y sucede que un diagnóstico equivocado de los hechos da lugar, necesariamente, a un mal tratamiento jurídico. Es indudable que los hombres dominan los puestos directivos, pero también las tasas de delincuencia o las tasas de suicidio. Me parece que esto último difícilmente se explica por la “mala educación” (si tan machistas fueran los hombres jueces es de suponer que mandarían más mujeres a prisión). Por el contrario, me suena muy razonable la tesis de Pinker de que la testosterona incide en la propensión al riesgo. Es decir, por razones biológicas parece “natural” que las mujeres prefieran distintas profesiones que el sexo opuesto o que los hombres copen las cárceles. De todos modos, ella misma reconoce que “el ser” no equivale al “deber ser” (por ejemplo, que la violación “sea natural” no implica que “deba serlo”, eso es la falacia naturalista). En cualquier caso, en mi opinión las cuotas atentan, como mínimo, contra la libertad de elección de profesión u oficio y contra la libertad de contratación, además de tener un aire a diseño o planificación social que me resulta espeluznante. Para terminar, una cita suya: “El Estado [soviético] alcanzó prácticamente la paridad de género en las ciencias físicas y en ingeniería, pero anuló la libertad de elección. Por lo tanto, puede que parezca que una sociedad que consigue alcanzar una división de género laboral del 50% en un ámbito concreto ha erradicado la discriminación. Sin embargo, si se mira más de cerca, quizás uno se encuentre con que lo que se ha abolido son las libertades individuales.”

  18. Patricia CM
    Patricia CM Dice:

    Fe de erratas. Donde dije: “Segunda (ésta es del agudísimo Mario Bunge), ¿cómo vas a combatir la igualdad si, implícita o explícitamente, propugnas que no existe?” Quise decir: “Segunda (ésta es del agudísimo Mario Bunge), ¿cómo vas a combatir la DESigualdad si, implícita o explícitamente, propugnas que no existe?” Me explico: si en las competiciones deportivas hay parámetros distintos para mujeres y hombres es precisamente porque se reconocen las diferencias naturales, si las negásemos difícilmente podríamos justificar esta “desigualdad ante la ley”. Se trata de tratar desigualmente a los desiguales. Por otro lado, hago constar, a título anecdótico, que a los tribunales de oposiciones también se les aplican las cuotas. En el último tribunal de oposiciones a notarías de Galicia, como sólo había 1 mujer de 7 integrantes, se tuvo que cambiar la composición, que quedó en 3 mujeres y 4 hombres.

  19. elisadelanuez
    elisadelanuez Dice:

    Coincido con Patricia en muchas cosas, partiendo del dato de que claro que somos desiguales y a mucha honra, y que si no fuera así, no habría por qué hacer políticas de igualdad en el ámbito profesional y retributivo, que es de lo que estamos hablando aquí, no se nos olvide. Y por supuesto la educación es fundamental pero no va a llegar a cambiar la biología. En eso la pobre Simone de Beauvoir (que nunca se casó con Sartre, por cierto) tuvo mucha peor suerte que las generaciones posteriores y hay que ser comprensivo tanto con ella como con muchas predecesoras ilustres que pensaron que todo era cuestión de educación y de tiempo. Tampoco habia evolucionado tanto el estudio del cerebro y de las diferencias biológicas que existen entre el masculino y el femenino y que hoy constituyen datos científicos con los que debemos contar. Dicho todo eso, se trata de como conseguir que hombres y mujeres puedan libremente elegir lo que quieran (en esto discrepo con Patricia, ahora muchas mujeres no pueden elegir sencillamente o se dejan la piel en el empeño) en el terreno profesional, llegar hasta donde quieran y por supuesto percibir retribuciones idénticas por trabajos similares. Esto sin hablar, como hacen los noruegos (sí, me gusta su modelo) del despilfarro que supone para una sociedad preparar a la mitad de su población en términos similares o incluso superiores a la otra mitad y luego no hacer nada para evitar que sea esa mitad la que tenga trabajos a tiempo parcial, no trabaje o se dejen la piel para trabajar y tener hijos. Patricia, a mí me parece que eso es dejar elegir a la gente, pero elegir de verdad sin renunciar a nada. En fín, como soy muy práctica, no reinventemos la rueda, copiemos lo que funciona y punto. Vease el último informe de la OCDE sobre conciliacion de vida personal y familiar y las diferencias entre España y los países nórdicos.

  20. jj
    jj Dice:

    Sobre las diferencias biológicas -neurofisiológicas- entre hombres y mujeres hay trabajos estupendos de médicos españoles. Y son de divulgación, publicados en editoriales como Alianza…: Francisoo Mora Teruel, Antonio Fernández de Molina, el Prof. Francisco J. Rubia… Merece la pena esa otra perspectiva frente a tanta demagogia y tanto lugar común como se lee en la prensa sobre estos temas… Aunque, claro, la fisilogía no creo que explique por qué, haciendo el mismo trabajo, hombre y mujer ganan diferente… Pero sí explicará comportamientos y actitudes de unos y otras que tienen que ver con todo lo que pasa…

  21. José M. Sánchez Tapia
    José M. Sánchez Tapia Dice:

    Muchas gracias a todos por vuestros comentarios, que elevan el nivel del breve post que escribí, breve sólo en su extensión porque le dediqué mucho tiempo y horas de discusión con mi mujer, a la que al final no convencí para que lo escribiéramos al alimón, pero a la que, por justicia y por devoción, aunque en contra de su voluntad, cito en el párrafo segundo. Se han apuntado aquí muchas cosas que deliberadamente eliminé de la versión final a colgar y cito especialmente los comentarios de Fernando R.P. (conciliación) y de Canela Such (educación), que están muy en la línea de lo que yo pienso. Muy conscientemente no he querido entrar a comentar las diferencias entre hombres y mujeres (perdón por dejar alguna pregunta sin respuesta, Sexgo) porque mi intención desde el principio era poner el foco sobre la discriminación constatada por el estudio de la Dra. DesRoches (no es ningún mito, Ennecerus) y aunque no es generalizable (Ana Margarita, Trompeta) me parece a mí que no es ningún caso aislado. Como habéis señalado muchos, no somos iguales (es una evidencia, desde seimpre física y hoy además científicamente defendida desde muchas perspectivas -gracias por las trabajos citados, admirado JJ-, pero si entendemos que la igualdad es derechos, obligaciones y oportunidades, sí tenemos que ser todos iguales, y me parece que todavía queda trecho por recorrer.

  22. María Dolores Braquehais Conesa
    María Dolores Braquehais Conesa Dice:

    Este post se abría con los resultados de una investigación sobre si el sexo influye en las condiciones laborales de los docentes/investigadores que trabajan en las principales universidades de Medicina de EEUU. Los datos animan al debate que no siempre se ha ceñido a la reflexión sobre lo más llamativo del estudio: la desigualdad salarial entre hombres y mujeres a igualdad de méritos en ese contexto. A medida que iba leyendo los comentarios he pensado que si en lugar de “sexo” se hubiera escrito “color de piel” o “raza” (diferencias biológicas, al fin y al cabo) algunos de los argumentos esgrimidos hubieran sido motivo de escándalo (como lo son, si los leemos a día de hoy, los no tan lejanos argumentos “supremacistas” blancos o las proclamas racistas de algunos nacionalismos). La lucha por la igualdad de los derechos de la mujer se remonta a la inicial propuesta del filósofo ilustrado François Poullain de la Barré (“De l’égalité des deux sexes, discours physique et moral où l’on voit l’importance de se défaire des préjugez, 1673“) quien, a contracorriente de la mayoría de filósofos de su época y posteriores, plantea que legitimar la desigualdad de derechos entre ambos sexos apoyándose en la desigualdad biológica es el principal prejuicio que creía entonces debía revisarse en el pensamiento filosófico. La reivindicación de esa igualdad de derechos tuvo episodios críticos (como el trágico final de la revolucionaria Olympe de Gouges, autora en 1791 de la “Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana” que comienza así: “Hombre, ¿eres capaz de ser justo? Una mujer te hace esta pregunta”), pero fue creciendo hasta llegar a los movimientos sufragistas que culminaron en los logros de igualdad en este ámbito alcanzados en muchos países desde principios del siglo pasado (en España, es sabido que las mujeres pudieron acceder al voto desde 1931). La progresiva incorporación de la mujer al mundo laboral (no doméstico) fue contribuyendo lentamente a aumentar la conciencia en cuanto a la igualdad de derechos en otros ámbitos, como lo harían más adelante, de forma indirecta, los adelantos científicos que permitieron mejorar el control de la mujer sobre su capacidad reproductiva.
    En cuanto al discurso filosófico, la irrupción en 1949 de “El segundo sexo” de Simone de Beauvoir (citada en los anteriores comentarios), al plantear que el género es, por decirlo así, una construcción ideológica (-educativa), no biológica, dio pie a una intensa reacción de la que derivarían, sobre todo desde los 70s del siglo pasado, los diversos feminismos. Frente a las diversas posturas sintetizables en el “feminismo de la igualdad” (que se sustentaría en lo propuesto por Simone de Beauvoir), surgieron otras que podrían agruparse bajo el rótulo de “feminismo de la diferencia” (cuya máxima representante será Luce Irrigaray). Si “la mujer”, para Beauvoir, es “lo Otro” en una relación no recíproca sino de desigual alteridad con el polo masculino, definido como lo único, que dota de “contenido” a la vacua y dependiente condición de la mujer, las “feministas de la diferencia” abogan por radicalizar esa esfera de “lo Otro” como un lugar privilegiado, no “contaminado de masculinidad” desde el que participar (partiendo de la radical “diferencia”) en la sociedad. Las posturas feministas se han ido mezclando con discursos filosóficos de corte marxista (en ocasiones más cercanos a la Escuela de Frankfurt, en otras, a los de corte maoísta), así como con el psicoanálisis (sobre todo, lacaniano), la fenomenología, el estructuralismo y el post-estructuralismo, etc. Se ha dado lugar así a una diáspora de posiciones feministas que aún sufrieron una nueva escisión al incorporarse los argumentos de los movimientos “queer” (sobre todo en EEUU, desde 1970), que aboga por la multiplicidad de formas de ser y vivir el sexo más allá de la mera separación homosexual-heterosexual e incluyendo en sus reivindicaciones los derechos de las minorías en función de la clase social o de la raza (negras, hispanas, etc.).
    El recorrido, por tanto, aunque corto en el tiempo, es rico en debates, algunos alejados ya del tópico (por “lugar”) de la igualdad/desigualdad biológica. Muchos de ellos caen en extremismos (como ocurre con muchos “ismos”) pero permiten entrar en dialéctica con ellos (“pensar contra ellos”) y pueden contribuir a que deshagamos muchos de nuestros prejuicios. Es importante también hacer memoria de lo recientes que son muchos logros en el terreno de la igualdad de derechos entre sexos e, incluso, algo más importante aún, que tengamos presente que muchas mujeres en el mundo a día de hoy no disfrutan ni remotamente de ellos (estoy recordando ahora lo relatado en la película La verdad de Soraya M, aunque los hechos se sitúen en el Irán de los años 80s del siglo pasado).
    La medida de las cuotas, tan debatida en este “blog”, es una medida que nace del presupuesto de que las mujeres no acceden a esos puestos de “poder” porque les está siendo vetados (por diversos condicionantes más o menos explícitos pero, en principio, no biológicos sino ideológicos y de organización de la sociedad). Soy más partidaria de fomentar esa participación a través de medidas que las incentiven (antes que imponerlas) y que favorezcan, de verdad, la conciliación entre la vida familiar y la profesional, no sólo por lo que respecta a la mujer sino también al hombre. La labor de educación no es menos importante, por lo que atañe a responsabilizar a los hombres también en las tareas de “cuidado de los otros” (por supuesto, no en las exclusivas de la mujer, como el amamantamiento), labor que, durante la mayor parte de la historia, ha sido asignada exclusivamente a la mujer. No podemos olvidar, por otra parte, que muchas mujeres en los países post-industrializados que consiguen (conseguimos) mantener un alto nivel profesional lo hacen (hacemos) a costa de otras mujeres que se encargan del cuidado de los (nuestros) hijos en casa, algo que es digno también de reflexión.
    Agradezco a José Manuel que me citara en su post y más adelante. Y espero que mi reflexión, más larga de lo recomendable, por intentar remontarme a la historia de algunos debates, dé pie a otras.

  23. Patricia CM
    Patricia CM Dice:

    José Manuel, celebro el detalle de presentarnos a tu mujer y estoy a favor de que se prodigue más en el blog. Muchas gracias también a todos los comentaristas, que están haciendo unas reflexiones magníficas. Elisa, tienes toda la razón en que Simone nunca se casó con Jean-Paul, no sé en qué estaría pensando 🙂 Pido disculpas en la medida en que he podido contribuir a desviar el debate del estudio de la Dra. Desroches. Por mi parte, no he aclarado por evidente que estimo injustificable, bajo cualquier punto de vista, la desigualdad salarial entre hombres y mujeres a igualdad de méritos y rendimiento. Si no hemos debatido sobre ello es, seguramente, porque nuestra opinión es unánime. En cuanto a lo demás, todo indica que nuestros pareceres tampoco divergen en lo sustancial. Por supuesto que el sexismo existe. (Y el victimismo). Por supuesto que las leyes han de lidiar con ellos y con otros tantos abusos y males. Por supuesto que la educación importa. Si no he insistido demasiado es, de nuevo, porque el sexismo ya ha sido suficientemente señalado, e incluso magnificado, por los medios, y tomado casi como único “antecedente de hecho” de la actual situación del mercado laboral por el legislador. Una última aclaración: en mi comentario anterior usé el sintagma “feminismo de género”, por oposición a “feminismo de equidad”, adoptando la terminología –que, para ser justa, no sé si es demasiado neutral- de Christina Hoff Somers (http://en.wikipedia.org/wiki/Equity_and_gender_feminism). Es cierto que hay corrientes para todos los gustos. Y sí, el feminismo de género tiene mucho que ver con el marxismo, el posmodernismo y, en general, con el irracionalismo. En interpretación libre, yo lo resumiría diciendo que el feminismo de equidad pretende la igualdad ANTE la ley y el de género la igualdad MEDIANTE la ley (sugerencia de Carlos Rodríguez Braun), que el feminismo de equidad pretende igualdad de oportunidades y el de género de resultados. Como habrán deducido, me siento más identificada con el de equidad, aunque tiendo a dar prioridad al individuo (persona), que al fin y al cabo es el sujeto de derecho, sobre el colectivo (mujer). Hoy he estado releyendo el capítulo que Steven Pinker, hermano de Susan, dedica en su libro “Tabula Rasa” al género (lo recomiendo encarecidamente, si les interesa está disponible en parte en Google Académico). Tengo tentaciones de hacer una transcripción tamaño pergamino pero voy a intentar seleccionar lo más relevante y ajustado al tema que nos ocupa. “Repitámoslo de nuevo: igualdad no significa afirmar empíricamente que todos los humanos son intercambiables; es el principio moral de que los individuos no se han de juzgar ni limitar por las que son las propiedades medias de su grupo”. “Manifestar que mujeres y hombres no tienen unas mentes intercambiables, que las personas tienen otros deseos que no son el poder y que los motivos pertenecen a las personas individuales y no sólo a todo un sexo no significa atacar el feminismo ni comprometer los intereses de las mujeres, pese a la falsa de idea de que el feminismo de género habla en su nombre”. “Primero, desalentar a las mujeres en la realización de sus ambiciones y discriminarlas por su sexo son injusticias que hay que detener dondequiera que se descubran. Segundo, no hay ninguna duda de que las mujeres se enfrentaron a una discriminación generalizada en el pasado y lo siguen haciendo hoy en algunos sectores (…) Tercero, no tiene sentido la pregunta de si las mujeres están cualificadas para ser científicas, directoras ejecutivas, dirigentes de los países o profesionales de élite de cualquier tipo. Se respondió definitivamente hace años: unas sí y otras no, igual que unos hombres están cualificados y otros no. La única pregunta es si las proporciones de hombres y mujeres cualificados han de ser idénticas”.

  24. Patricia CM
    Patricia CM Dice:

    Lo siento, no me resisto a continuar con las citas de “Tabula rasa” (2002). 1) Sobre las cuotas. “Dadas todas las pruebas sobre las diferencias de sexo (unas biológicas, otras culturales y otras mixtas), no es probable que la distribución de virtudes y defectos entre hombres y mujeres sea idéntica. Si uno busca la correspondencia entre la distribución de los rasgos de hombres y mujeres y la distribución de las demandas de los empleos en la economía, la probabilidad de que el porcentaje de hombres y mujeres en cada profesión sea idéntico, o de que el salario medio de unos y otras sea idéntico, se acerca mucho a cero, aun en el caso de que no existieran barreras ni discriminación. (…) Ahora bien, nada hay en la ciencia que descarte políticas de una distribución del 50% de los salarios y los empleos entre los sexos, si una democracia decidiera que se trata de un objetivo con un valor inherente. Pero lo que sí dicen los estudios es que tales políticas, además de beneficios, tendrán unos costes. El beneficio evidente es que pueden neutralizar la discriminación. (…) Algunos costes recaerán en los hombres o en ambos sexos. Los dos más evidentes son la posibilidad de una discriminación opuesta contra los hombres y de una falsa presunción de sexismo entre los hombres y mujeres que hoy deciden en cuestión de contratación y salarios. Otro coste que recaerá en ambos sexos es la ineficacia que se pudiera derivar si las decisiones de empleo se basasen en factores que no fueran el mejor ajuste entre las exigencias de un trabajo y los rasgos de la persona. Pero muchos de los costes también recaerán sobre las mujeres. (…) El problema de estas políticas bienintencionadas es que pueden sembrar la semilla de la duda sobre la excelencia de los beneficiarios”. 2) Sobre la conciliación. “Las personas somos mamíferos, y deberíamos pensar en las implicaciones éticas del hecho de que es la mujer quien pare, cuida y educa, en un grado fuera de toda proporción, a los hijos. No deberíamos suponer que el ser humano por defecto es el hombre, y que los hijos son un lujo o un accidente que le ocurre a un subconjunto desviado. Por consiguiente, las diferencias de sexo se pueden utilizar para justificar, más que para poner en peligro, las políticas de protección de la mujer, como el permiso por maternidad, las subvenciones para el cuidado de hijos, los horarios flexibles, la prolongación del período destinado a reunir los requisitos para obtener una plaza de profesor definitiva o la eliminación completa de ese período”. Vale, prometido. Saludos cordiales.

  25. elisadelanuez
    elisadelanuez Dice:

    Maria Dolores y Patricia muchísimas gracias por vuestros estupendos comentarios (dignos de sendos posts, aprovecho para animaros a escribirlos)y que elevan el nivel del debate de una forma que ya nos gustaría ver en otros medios de comunicación Yo también he leido el libro de Pinker (hermano) aunque me queda pendiente el de la hermana. Coincidiendo en el diagnóstico veo que al final discrepamos en si las cuotas son una solución (aunque sea temporal) o no. Ya sabéis que para mí si funcionan en Noruega o los países nórdicos pueden funcionar en otros sitios. Para mí tienen además una virtud muy importante, que es la introducción rápida de una cultura femenina de liderazgo y gestión en las empresas, que es muy díficil conseguir sin una masa crítica de mujeres. Con esto me refiero a que el concepto del éxito profesional y empresarial de las mujeres -por lo menos cuando no están en minoría y tienen que adoptar los modelos masculinos de éxito- suelen ser un pelín diferentes de los que exhiben los directivos de “Inside job”: mucho dinero, muchos yates, muchas casas, muchas mujeres…en fín, como dicen en el propio documental, chicos, a ver quien la tiene más larga. Normalmente el liderazgo y gestión femeninos tienen poco que ver con ese tipo de objetivos y suelen fijarse más en las personas tanto clientes como profesionales de la empresa. Por eso las ratios de conciliación mejoren en empresas lideradas o con alto porcentaje de mujeres directivas. Sin contar con que se puede medir también el incremento en la competitividad y productividad de las empresas donde crece el número de directivas http://ec.europa.eu/social/main.jsp?catId=762&langId=en&pubId=476&type=2&furtherPubs=yes
    Y para terminar, no sé donde leí el otro día que a lo mejor si Lehman Brothers hubieran sido Lehman Sisters no estaríamos donde estamos…:-)

  26. ENNECERUS
    ENNECERUS Dice:

    Elisa: Si hay que hacer una ley de cuotas para que las mujeres entren en Consejos de Administración en igual número que los hombres basándose en el hecho de que éstos entran por ser amigos de los dueños, esto me parece un argumento banal. El que arriesga su dinero y monta su empresa es libre de hacer con él lo que le convenga. Si quiere montar un chiringuito de amigotes, todos ellos hombres, no hay problema: El tinglado durará menos que un caramelo en la puerta de un colegio. Salvo que se trate de una empresa pública o, por imposición administrativa, de una empresa oligopolística concesionaria de servicios públicos antiguos monopolios estatales.
    Que yo sepa, las notarias ganan igual que los notarios, las registradoras que los registradores, las abogadas del estado que sus colegas masculinos. Y si no es así será porque busquen otro tipo de destinos más tranquilos o porque el incentivo económico no sea el preponderante para ellas. Hablando siempre en términos generales, claro. Y no hace falta ley alguna para ello. ¿Algún estudio acerca de la proporción hombres/mujeres en los másters para ejecutivos. ¿Y de opositores? Últimamente hay más proporción de registradoras y notarias pero en 150 años sólo ha habido una decana. No es, creo, un problema que deba resolverse a golpe de leyes, táctica que es criticada duramente y con razón por todos los que colaboráis en este blog.
    Para ley discriminatoria, la del Servicio Militar Obligatorio, que sólo afectaba a los hombres, mientras que las mujeres podían dedicarse tranquilamente a preparar oposiciones o su futuro profesional, laboral y personal sin el largo paréntesis que sufrimos los varones.
    En realidad, más que para conseguir cuotas, creo que las mujeres deberían reivindicar la racionalización de los horarios. De ello nos beneficiaríamos todos.

  27. ENNECERUS
    ENNECERUS Dice:

    Una notario decano, quería decir. Y no digo “notario” y “decana” porque ella lo quiere así.

    (Se cortó el anterior)

  28. elisadelanuez
    elisadelanuez Dice:

    Ennecerus y otros comentaristas opuestos a las cuotas, os paso esta noticia para que veais que las situaciones de discriminación que denunciamos en órganos corporativos de todo tipo y condición son muy reales,y que si no hay mujeres no es porque no quieran o no estén preparadas. Lo que más me gusta es la acusación de que las mujeres no habían hecho campaña..y me pregunto ¿y la habían hecho los hombres que fueron reelegidos?

    http://www.elconfidencial.com/en-exclusiva/2011/grandes-intermediacion-seguros-vetan-mujeres-junta-20110504-78240.html

    En cuanto a la intromisión de las normas en las decisiones de las empresas privadas me remito a algún comentario que he visto en el pòst sobre el techo e cristal de Almudena de la Peña, son numerosísimas y algunas de ellas ya están tan asimiladas que casi ni nos acordamos que empezaron como eso, como obligaciones que limitaban la capacidad de decisión de un empresario en base a razones de interés general.

    En fín, que este tema da para mucho debate, está claro por el número de comentarios que tiene este post y el del techo de cristal.

  29. Una más
    Una más Dice:

    Estos días varios estudios de CC.OO. y del Ministerio han puesto de manifiesto que la brecha salarial existente en España entre los asalariados de diferente sexo puede oscilar entre un 23 y un 32 por ciento (para el mismo trabajo y con la misma cualificación). Se ha hablado de ello (no mucho) en alguna tertulia radfiofónica y se han publicado artículos en algunos periódicos. Me vinieron rápidamente a la cabeza algunos post publicados en “hayderecho”‘ que recobraban actualidad. El debate puede no tener fin, pero el hecho está ahí y es de justicia ponerlo de manifiesto.

  30. Una más
    Una más Dice:

    Estos días varios estudios de CC.OO. y del Ministerio han puesto de manifiesto que la brecha salarial existente en España entre los asalariados de diferente sexo puede oscilar entre un 23 y un 32 por ciento (para el mismo trabajo y con la misma cualificación). Se ha hablado de ello (no mucho) en alguna tertulia radfiofónica y se han publicado artículos en algunos periódicos. Me vinieron rápidamente a la cabeza algunos post publicados en “hayderecho”‘ que recobraban actualidad. El debate puede no tener fin, pero el hecho está ahí y es de justicia ponerlo de manifiesto.

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