Open data: el gobierno abierto como garantía de transparencia y buen gobierno.

Creemos los editores de este blog que la transparencia y el Gobierno abierto  son cuestiones fundamentales en España aquí y ahora. Efectivamente, en el momento presente a la situación de crisis económica que vivimos en España y otros países de nuestro entorno se añade una importante crisis institucional y política puesta de manifiesto por la creciente desconfianza y alejamiento de los ciudadanos hacia sus gobernantes y gestores públicos, reflejada una y otra vez en las encuestas del CIS, por ejemplo, o en Movimientos como los de 15M. Uno de los medios para recuperar la confianza y acercar de nuevo las políticas públicas y sus gestores a los ciudadanos es promover el llamado “gobierno abierto” (“open government” en inglés) aprovechando las ventajas que ofrece INTERNET y las nuevas tecnologías para facilitar, de un lado la transparencia de las políticas públicas, y de otra la participación de los ciudadanos en dichas políticas no solo mediante su valoración crítica y control sino también mediante sus aportaciones y participación activa.|

En definitiva, podemos decir que una administración es transparente cuando hace pública, o entrega a cualquier persona interesada, información sobre su funcionamiento y procedimientos internos, sobre la administración de sus recursos humanos, materiales y financieros, sobre los criterios con que toma decisiones para gastar o ahorrar, sobre la calidad de los bienes o servicios que ofrece, sobre las actividades y el desempeño de sus directivos y empleados públicos, etc. 

Con la finalidad de impulsar esta transparencia y este gobierno abierto queremos dar cabida en nuestro blog a la publicación de artículos o posts sobre este tema, tanto de colaboradores habituales como de firmas invitadas, aunque no sean estrictamente jurídicos. En este caso, además, el post tiene mayor interés porque su autor post, Jacobo Elosua, es también vicepresidente de “Probono público,” una asociación sin ánimo de lucro que promueve el open data y que gestiona el cada año más importante concurso “Desafío Abredatos”

Post de Jacobo Elosua publicado en el blog de El País.

http://blogs.elpais.com/3500-millones/2011/06/open-data-y-las-aplicaciones-por-la-transparencia.html

Cómo incentivar que los políticos trabajen para la sociedad.

Los resultados, repetidos machaconamente, por los barómetros del CIS y los diversos grupos de indignados (estén o no encuadrados en el movimiento 15 M pues no es Sol todo lo que reluce) parecen indicar algo obvio: la sociedad española no está contenta con sus políticos. Cabría sostener que esto ocurre en todos los países democráticos (donde por cierto la abstención es en ocasiones mucho mayor que la española) pero ello no puede servir de coartada ni justificación, primero porque el grado de desafectación en España parece creciente, segundo porque carecemos un diagnóstico serio de las causas, y tercero porque mal de muchos, consuelo de…|

En este post, sin embargo, vamos a concentrarnos tan solo (por razones de espacio) en plantear un posible cambio de paradigma en el que se introduzcan algunos inventivos que “fuercen” a los políticos a trabajar para la sociedad y no para sus partidos o intereses particulares/electorales. Con esto no queremos decir que todos los políticos los necesiten pues algunos tienen real vocación de servicio público, pero se trata de contrarrestar los casos (crecientes) de políticos incompetentes, corruptos o simplemente caraduras, lo que contamina la imagen de toda la clase política.

El problema de plantear incentivos para políticos y cargos públicos, ligados por ejemplo a la eficacia y transparencia de su gestión, es la dificultad de su medición y de encontrar índices objetivos para todos. Por tanto, como alternativa proponemos unir salarios (su aumento, congelación o reducción) de cargos políticos a beneficios y productividad. Pero ¿cómo medir esto en un diputado o concejal, e incluso consejero o ministro? ¿Bastarían los resultados de unas elecciones que se celebran cada cuatro años para validar o no la productividad de un cargo político? ¿Podría unirse su salario al incremento o reducción del IPC como el resto de asalariados? Tal vez, pero quizás cabe considerar que los políticos influyen de manera más directa que otros en la marcha de la economía con sus propuestas, decisiones, omisiones y medidas. Habrá quien diga que esto no es así, que la economía depende de las empresas y trabajadores y no tanto de los políticos, pero entonces ¿por qué cambiamos de gobierno?, ¿por qué sube o baja la bolsa en relación a medidas políticas?, ¿o por qué un país y su economía cambian de signo cuando cambia de gobierno? Entonces si el marco regulatorio, unas instituciones serias y de prestigio y un buen gobierno son fundamentales para que la economía de un país funciones ¿por qué no unir el salario de los cargos políticos con el crecimiento de la economía que consiguen con su labor o con el déficit público que producen (inversamente)? Esto es, si no consiguen con su labor que la economía crezca, su salario tampoco lo haría, y si el déficit se incrementa su salario podría decrecer.

Por ejemplo, si el sueldo de los cargos políticos (representantes y gobernantes) de los tres niveles quedara “congelado” (lo que implica de hecho una reducción anual y acumulativa debido a la inflación) hasta que sus respectivos territorios crezcan más del 2% (cifra a partir de la cual se crea empleo en España) conseguiríamos varias cosas:

-reforzar la motivación de todos los partidos políticos para conseguir mejorar el crecimiento de la economía.

-verdadera solidaridad entre políticos y sociedad

-no caeríamos en el populismo de otras medidas generalizadoras

-sería verdaderamente novedoso y supondría equiparar sector público con sector privado ya que, en términos políticos, los beneficios se cuantificaría con el nivel de empleo y riqueza que se consigue para la sociedad.

En definitiva, se trata de extrapolar criterios que se aplican (o al menos deberían aplicarse también en España, cosa que en algunos casos está por ver, pero esto es otra historia) en el ámbito de las grandes empresas y corporaciones. Ciertamente, todo es discutible y esta propuesta también, pero mejor un mal criterio que ninguno y en todo caso es algo que se debe estudiar dados sus efectos potencialmente revolucionarios y de cambio de paradigma. Tal vez nuestros amigos de Nada es gratis podrían aportar su opinión sin duda más rigurosa que la mía al respecto. Ahí queda el guante.

 Por cierto, ¿qué hubiera pasado si el pepino hubiera sido francés? Pues que, incluso con las mismas reglas, la doble vara de medir mostraría su vigencia.