Embajadas autonómicas: sentido y responsabilidad

Permítanme rebautizar la película de Ang Lee Sentido y Sensibilidad (1995, Emma Thompson, Kate Winslet) y llamarla Sentido y Responsabilidad para dar título a este post sobre embajadas autonómicas, donde pretendo analizar el sentido que tienen estas “embajadas” y apelar a la responsabilidad de los gobiernos autonómicos para que reflexionen sobre su necesidad. No existe ninguna duda de que las Comunidades Autónomas pueden establecer (y de hecho lo hacen) oficinas en el exterior, de la misma manera que una entidad privada. Otra cosa es la discusión sobre sus competencias y sobre su estatuto jurídico y el de su personal. Y otro asunto es la conveniencia, necesidad y función de las mismas sobre todo en el actual panorama actual de crisis económica que estamos atravesando.

Las oficinas en el exterior de las CCAA se dividen en dos tipos: delegaciones autonómicas, con funciones de representación institucional y oficinas sectoriales, con competencias de ejecución de políticas sectoriales de los gobiernos autonómicos. Estas oficinas sectoriales son principalmente oficinas comerciales que apoyan la internalización de empresas de la región y también oficinas de promoción del turismo regional.

Vemos por tanto que bajo el término “embajada” se están agrupando los diferentes tipos de oficinas en el exterior que mantienen las CCAA (delegaciones y oficinas sectoriales/comerciales) que tienen objetivos muy distintos.

Las delegaciones tienen un claro componente institucional y los límites de la proyección exterior de los gobiernos autonómicos a través de estas delegaciones se deben situar en la competencia del Estado en materia de relaciones exteriores, entendiendo que ésta no sólo se desprende del artículo 149.1.3 de la Constitución, que atribuye al Estado la competencia exclusiva sobre las «relaciones internacionales», sino también de otros títulos competenciales.

Las oficinas sectoriales o comerciales tienen como objetivo final aumentar los ingresos de las empresas de la región y por ende de la Comunidad Autónoma gracias a la actividad exterior. Desde luego, en la situación económica actual, donde lo prioritario es atajar el déficit, si además de recortar gastos se aumentan ingresos mejor que mejor.

Analizados los diferentes tipos de “embajadas”, la siguiente pregunta inmediata es ¿cuántas de estas “embajadas” autonómicas hay por el mundo? Pues cerca de 200, pero la respuesta no es obvia por la falta de transparencia que rodea al asunto en cuestión.

Si hacemos el ejercicio de buscar por las páginas web de los gobiernos autonómicos información sobre estas “embajadas” podemos acabar exhaustos y sin llegar a ninguna conclusión (eso sí, navegando por estas páginas nos vamos a sorprender de la cantidad de empresas, sociedades, fundaciones, consejos consultivos que existen en las autonomías, pero eso sería asunto de otro post).

La mejor aproximación sobre el número de “embajadas” la podemos encontrar en noticias de prensa del pasado 2010 que filtraron el contenido de la documentación recibida por el diputado del PP Eugenio Nasarre ante un requerimiento de información al Ministerio de Política Territorial y Administración Pública (ver noticia).

 

 

  

El primer dato reseñable es que todas las CCAA tienen una delegación en Bruselas. Curioso porque se ha demostrado que las CCAA pueden tener una relación directa con los representantes europeos al mayor nivel  (véase la reciente reunión del presidente Barroso con nueve presidentes autonómicos, en la que por cierto les pedía trabajar conjuntamente con el Estado para atajar el déficit, ver noticia).

Otra cuestión de interés es relacionar el número de “embajadas” (en su mayoría oficinas comerciales de promoción económica, descontando la delegación que tienen todas las CCAA en la UE) con el número de empresas existente en cada Comunidad (para lo cual tomamos como referencia las cifras del Instituto Nacional de Estadística). Las oficinas exteriores comerciales están al servicio de las empresas de cada región, así que podemos ver lo privilegiadas que son las empresas asturianas, que “tocan” a 5.823 por “embajada”. Por el contrario, las peores paradas serían las castellano-manchegas, que “tocan” por oficina comercial a 130.079 empresas (una masificación en comparación con sus colegas asturianos).

Sin embargo, cuando hablamos de “embajadas” autonómicas la primera Comunidad que se nos viene a la mente es Cataluña y no Asturias. ¿Cataluña es la única CCAA con “embajadas”? Obviamente no, pero es la que más tiene,  eso sí. ¿Es la que más ha promovido en los últimos años la apertura de delegaciones autonómicas (que no oficinas sectoriales de carácter comercial)? Probablemente sí. ¿Estas nuevas delegaciones han supuesto un importante desembolso para los contribuyentes catalanes? Pues también, porque independientemente de sus funciones, estas embajadas se han situado en edificios emblemáticos de altísimo coste (la “embajada” de Nueva York cuesta a los catalanes más de 90.000 euros anuales solo en concepto de alquiler y mantenimiento del edificio, ver noticia). Para más inri, estas “embajadas” se han establecido muchas veces en lugares donde Cataluña ya tenía representación de alguna oficina comercial o sectorial. De hecho, el fenómeno “multisede” de la acción exterior catalana se produce en diversos países: en Alemania hay cinco “embajadas” (la canciller Merkel se sentirá halagada por semejante despliegue), en Estados Unidos cuatro y tres tanto en México como en Reino Unido.

El nuevo Gobierno de CIU planea una “nueva orientación de las funciones y la gestión de las oficinas de acción exterior de la Generalitat, priorizando el máximo nivel de apoyo a las necesidades de internacionalización de la economía y la empresa catalanas” (ver noticia). Desde luego, trabajo tienen en este ámbito.

En el actual contexto, abrir o mantener una “embajada” autonómica (en el sentido estricto de delegación oficial que no oficina comercial) no se justifica por el mero hecho de potenciar la imagen institucional de un gobierno autonómico o por el hecho de llevar a cabo acciones de la denominada diplomacia cultural (promoción lingüística, etc).

Es necesario un ejercicio de responsabilidad por parte de los gobiernos autonómicos y sus responsables políticos. Si se están introduciendo drásticos recortes en el Estado del Bienestar en sus autonomías (sanidad, educación…), limitemos la acción exterior a la promoción económica y comercial aprovechando al máximo las infraestructuras existentes para evitar incurrir en costes innecesarios (alquiler de edificios, gastos corrientes, etc). No olvidemos que la acción exterior de las autonomías debe coordinarse con la del Estado y que los medios que tiene el Estado para la promoción económica y comercial en el exterior están a disposición de las autonomías. Recordemos que tenemos organismos estatales como el ICEX, con su red de oficinas comerciales por todo el mundo y TURESPAÑA, con presencia en más de 100 países. España es un país plural y moderno pero país al fin y al cabo, aprovechémoslo.