Planes de reducción del déficit autonómico ¿realidad o ciencia ficción?

El papel lo aguanta todo. Es una frase que me repetía un cliente en mi etapa de consultor y que me ha venido a la mente al leer los planes para atajar el déficit de algunas CCAA, publicados el pasado 18 de octubre por el Ministerio de Economía y Hacienda en su página web (ver informe completo).

En concreto, lo que ha publicado el Ministerio es un resumen de los planes económico financieros de reequilibrio (PEF) que están aprobados por el Consejo de Política Fiscal y Financiera (o el órgano competente en el caso de las Comunidades de régimen foral). La Comunidad de Madrid y la Rioja no tienen obligación de presentar un plan de estas características, mientras que los planes de Castilla La Mancha y Cataluña no han sido aprobados todavía. Por tanto, a lo que tenemos acceso es a un resumen de los planes de las trece CCAA restantes, con un capítulo específico de reducción de gastos/inversiones, otro de aumento de ingresos y otro sobre el nivel de endeudamiento.

Estos planes económico financieros de reequilibrio (planes de reducción del déficit en román paladino) contienen medidas específicas para asegurar la consecución del objetivo del déficit autonómico fijado para este año 2011. Sobre el papel las trece Comunidades Autónomas cumplen, ya que en 2011 observamos que el déficit se va a situar en el 1,3% del PIB regional, viniendo todas ellas de valores muy superiores en 2010. Buen trabajo, veamos cómo lo consiguen y si las medidas para reducir gasto o aumentar ingresos resultan creíbles. De ahí el título del post, estos planes ¿son realidad o ciencia ficción?, porque recordemos las bondades del papel, que todo lo aguanta.

Todas las CCAA recogen en sus planes para conseguir alcanzar el objetivo de déficit fijado para este año medidas comunes, como la reducción de gastos de personal (bajada de sueldos), recorte en gastos farmacéuticos, reducción de gastos corrientes generales, reprogramación de inversiones (vamos que disminuyen la inversión pública) y aumento del nivel de endeudamiento. Lo primero que llama la atención es que si las CCAA se endeudan más y las inversiones se reducen, significa que la deuda está encaminada a financiar gastos corrientes que no inversiones. Financiar gasto corriente con deuda implica trasladar su carga al futuro pero claro lo importante de estos planes es que las cuentas de 2011 (y 2012 y 2013) cuadren, en años venideros Dios proveerá…

Otra medida que podemos encontrar en varios planes autonómicos es la venta (o enajenación si queremos darle más caché a la medida) de inmuebles como fuente de ingresos para las maltrechas arcas autonómicas. Destacan en este apartado los planes de Andalucía (951,7 millones), Comunidad Valenciana (141,6 millones), Asturias (102 millones) y Extremadura (96,6 millones). En el contexto actual del sector inmobiliario, que tantos millones de euros de ingresos adicionales dependan de este sector suscita alguna duda/inquietud cuanto menos.

Además de estas consideraciones merece la pena una lectura en detenimiento de las medidas concretas que se recogen en los planes publicados ya que algunas (o muchas según se mire) adolecen de cierta falta de concreción y detalle. Solo tres ejemplos de medidas indefinidas, por no extenderme demasiado:

Andalucía: Dentro del capítulo de ingresos, aparece “Medidas de reactivación de la economía”, que supondrán un ingreso adicional de 10,8 millones de euros para el erario público andaluz. Tendremos que preguntar al Sr Griñán por estas intrigantes medidas de reactivación, por si se pueden aplicar a otros gobiernos autonómicos.

Extremadura: Dentro de la partida de gastos corrientes en bienes y servicios, aparece “Reducción general del 10% salvo excepciones” que supondrá un ahorro de 23,4 millones de euros. Si me permiten, a esta medida genérica le falta al final un “hágase”, ya que quizás apelando a la voluntad divina se consigue esa reducción generalizada (con permiso de las excepciones claro).

Comunidad Valenciana: Dentro de la partida de gastos corrientes en bienes y servicios, aparece “plan de austeridad” que supondrá un ahorro de 81 millones de euros. Teniendo en cuenta que en el plan valenciano están detallados aparte varios recortes (reducción de salarios, recortes en el área de sanidad y educación, etc), cabe preguntarse cuáles serán los recortes adicionales que tendrán cabida en este ambicioso plan de austeridad.

En definitiva, vemos que sobre el sufrido papel todas las CCAA cumplen el objetivo de déficit del 1,3% del PIB regional pero analizando las medidas y las cifras que se recogen en los planes nos surge cuanto menos la duda razonable sobre si finalmente lograrán cumplir con el deseado objetivo (ojala que sí lo consigan, pero yo desde luego no pongo la mano en el fuego).

No obstante, me gustaría añadir una reflexión final sobre algunas medidas que aparecen en alguna Comunidad (Castilla y León, Cantabria y poco más) y que deberían aparecer en todas. Me refiero a la reducción de partidas destinadas a cubrir gastos discrecionales (protocolo, reuniones, conferencias) y reducción de créditos destinados a campañas y actos institucionales y promocionales.

En el actual contexto económico, la reducción del déficit es una tarea de todas las administraciones, desde el gobierno central, las CCAA y los entes locales. Debido a la gravedad de la situación, esta tarea está conllevando la introducción de recortes en servicios públicos esenciales por lo que nuestra clase política debe realizar un ejercicio de responsabilidad más que nunca y recortar de todos los gastos corrientes no esenciales para la ciudadanía pero que a algunos (o muchos según se mire) de nuestros políticos les cuesta renunciar: gastos protocolarios, de representación institucional, de publicidad, propaganda, asesores personales, reformas de despachos y mobiliario de oficina… Aunque en términos monetarios con estas medidas no se consiga un gran ahorro, nuestra clase política ganará sin duda en credibilidad y confianza, que falta hace.

 

Comparativa programas electorales (I): La dación en pago

Comenzamos una nueva serie comparando los programas electorales de los distintos partidos en materia de justicia. Hemos decidido empezar por este tema de la dación en pago que tiene hoy, lamentablemente, un protagonismo especial. Así que he procedido a leer lo que dicen los diferentes programas sobre el tema (confieso que en alguno he tenido algo que ver) y los he resumido en esta columna que publica hoy El Confidencial y que les reproduzco a continuación:

El tema de la dación en pago (entrega de la vivienda hipotecada a cambio de la cancelación de la deuda) es lo suficientemente complejo desde el punto de vista técnico como para que casi todo lo que se escucha por ahí, en relación a cómo tratan este asunto los diferentes programas electorales, sea casi siempre una auténtica sarta de malentendidos. Comencemos, por tanto, por aclarar un poquito la cuestión.

La dación en pago puede ser voluntaria o forzosa para el banco. Por voluntaria se pueden entender dos cosas: que se pacte esa posibilidad en el momento de la constitución de la hipoteca, o que, sin haberse pactado, el banco la acepte. En nuestra legislación ese pacto esta admitido desde siempre por la vía de constituir una hipoteca de responsabilidad limitada, de tal forma que pese a que el valor de la finca no cubra la deuda el acreedor no pueda ejecutar otros bienes del deudor. Por otra parte, pese a que prácticamente ninguna de las hipotecas firmadas hasta hora incluye ese pacto, los bancos han venido admitiendo de manera voluntaria la dación en muchos casos. Pero, evidentemente, esta doble posibilidad depende de que las entidades financieras la acepten por considerarla conveniente, lo que es poco probable cuando, como ocurre a estas alturas, se han convertido en la primera inmobiliaria del país y ya no saben que hacer con los pisos que tienen en sus balances.

Una medida electoral, por tanto, podría ser obligar de alguna manera a los bancos a ofrecer este producto de hipoteca de responsabilidad limitada. Esta propuesta la incluyen el PSOE (“Estableceremos la obligatoriedad de que las entidades financieras ofrezcan productos hipotecarios en los que la garantía se limite al bien hipotecado, lo que se denomina dación en pago”) y UPyD (“Apoyo activo al incremento de la oferta de créditos hipotecarios con dación en pago de la vivienda para amortización del crédito”). 

La propuesta está bien y hay que hacerla, pero tiene dos inconvenientes. En primer lugar no soluciona por si sola la situación de los deudores actuales que no incluyeron ese pacto en sus hipotecas, es decir, de todos los deudores hipotecarios. En segundo lugar, es evidente que si los bancos se ven obligados a ofrecer ese producto lo harán a un tipo de interés superior, pues sus garantías disminuyen. Enfrentado a la oferta de pagar menos intereses, aún a riesgo de una ejecución universal en caso de impago, o pagar más y adquirir la responsabilidad limitada, podemos sospechar fundadamente que la mayor parte de la gente escogerá la primera posibilidad. Vemos en consecuencia que es una propuesta de impacto muy limitado.

Imponer entonces una dación obligatoria de manera directa podría ser una solución más ventajosa. No obstante, a nadie se le escapa que presenta también sus inconvenientes. Se alega sobre todo que tal cosa supondría una suerte de expropiación, al variar las condiciones de un contrato firmado entre partes en beneficio de una de ellas. A mi la verdad es que eso no me parece lo más grave, ni jurídica ni políticamente. La alteración sobrevenida de las circunstancias que ha implicado esta crisis podría fundamentar perfectamente una intervención del legislador en este sentido. Al fin y al cabo no se trata solo de salvar a los bancos porque son los únicos demasiado grandes para caer. Sin embargo, una medida como esta podría ser en muchos casos injusta, lesionando los intereses del banco sin suficiente justificación social. No tiene sentido que el deudor que tiene bienes de sobra para pagar se aproveche de la coyuntura y endose la vivienda al banco a cambio de la extinción de la deuda. Esto podría ser muy tentador para mucha gente cuya equity actual es negativa (el piso vale en el mercado menos que la deuda) dando lugar a una escalada de entrega de llaves terriblemente peligrosa para la salud de nuestro ya tocado sistema financiero.

Por eso esta dación obligatoria pura y dura no la propone nadie más que Izquierda Unida, aunque lo cierto es que lo hace de una manera tan deficiente desde el punto de vista técnico que tampoco uno puede estar seguro.

¿Cómo permitir entonces que sólo el que efectivamente no tiene más bienes para pagar que el piso hipotecado pueda aprovecharse de esta posibilidad y cancelar la deuda entregándolo al banco? Pensemos que reconocerle esta posibilidad es muy interesante desde el punto de vista social, pues, aparte de que el banco probablemente no va a cobrar la diferencia en ningún caso, se permite al deudor liberado reiniciar de forma abierta una actividad productiva sin condenarle para siempre a la economía sumergida o a actuar a través de testaferros. No parece justo que las sociedades puedan aprovecharse de la liberación total de las deudas cuando demuestran que no tienen más bienes y las personas físicas no.

Por eso la solución real a este problema de la dación en pago está en la reforma de la Ley Concursal, y no en la reforma de la Ley Hipotecaria. Tras un procedimiento concursal breve, el deudor (cualquier deudor, no sólo el hipotecario) que no tiene bienes suficientes para pagar y que no ha incurrido en fraude, se le libera de las deudas pendientes. Es un procedimiento conocido con el nombre de fresh start y existente en la mayor parte de los países de nuestro entorno (EEUU, Francia, Alemania, Italia, Reino Unido, Austria, Suecia…). Ahí es dónde hay que mirar para ver cómo afrontan esta cuestión los distintos programas electorales.

Pues bien, el PSOE dice lo siguiente: “Elaboraremos una ley de insolvencia personal que regulará el reparto equilibrado de los riesgos entre el deudor y el acreedor, sin que ello penalice el crédito futuro, encareciéndolo o restringiéndolo, y garantizando suficientemente la seguridad jurídica en el tráfico mercantil.” Poca cosa, más vago imposible.

La propuesta del PP: “Reformaremos la ley concursal para introducir en los procedimientos de insolvencia de las personas físicas, con las debidas garantías para evitar comportamientos abusivos, mecanismos de liberación de los deudores tras la ejecución del patrimonio embargable.” Más preciso, sin duda, y en la buena línea.

La propuesta de UPyD: Modificar la legislación concursal con la finalidad de introducir restricciones al principio de la responsabilidad patrimonial universal en los procedimientos de insolvencia de la persona física, siguiendo el modelo fresh start, existente en EEUU y también en algunos países europeos. En este sistema, una vez ejecutado todo el patrimonio embargable del deudor, el pasivo restante queda exonerado por decisión judicial sin consentimiento del acreedor, lo que, sin perjuicio de establecer las cautelas necesarias para evitar conductas fraudulentas, permite al deudor iniciar una nueva actividad socialmente productiva. Me parece que la mejor y la más precisa de todas.

Lo más curioso de todo es que el PSOE, un partido socialista y además en el Gobierno, con lo que supone de plus de información, no haya atinado de manera clara con la solución más conveniente y justa para ayudar a los que peor lo están pasando con esta crisis. En este punto concreto el PSOE parece el partido de los bancos.

 

 *Rodrigo Tena es notario y candidato por UPyD al Congreso