¿Sobran funcionarios?

Constantemente vemos noticias alertando de los graves problemas que aquejan al funcionariado: que si hay demasiados, que si no trabajan, que si se les pide que trabajen 2 horas más y se quejan, que si deben ganar menos por tener el trabajo asegurado de por vida. Todo el mundo se atreve a opinar en contra del colectivo. Aunque, curiosamente, luego casi la mitad de nuestros universitarios tienen vocación de funcionarios. Curioso país donde la profesión más vilipendiada es a la vez la más deseada.

Pero como la tendencia del ser humano es la de mirarse al ombligo he querido que nos elevemos un poco y empezáramos analizando la estructura del sector público español en comparación con otros países de la OCDE. Para ello vamos a usar el estupendo informe Government at a glance 2011 publicado por dicho organismo. Entre otros muchos indicadores en el informe se analiza el  porcentaje que representan los empleados públicos sobre el total de trabajadores del país.

Y vemos que España con un 12,3% está prácticamente en el centro de los países analizados, muy lejos del 29,3% de Noruega por arriba y muy lejos también del 5,7% de Corea por abajo.

Por tanto no parece que el gran problema esté en el número de funcionarios o, al menos, no parece que sea un problema en relación con los países de nuestro entorno. Y de hecho yo creo que es así. El grave problema de nuestra función pública no es el número de empleados sino su perfil.

A la Administración Española, al igual que la del resto de países avanzados, se le está exigiendo que evolucione desde un papel eminentemente burocrático (ventanillas, papeles, formularios) hacia uno mucho más orientado a la definición y gestión de políticas públicas y a proporcionar servicios públicos eficientes y de calidad a la sociedad. Todo ello con el apoyo de las Tecnologías de la Información y Comunicaciones que ayudan en la automatización de los procedimientos. Caminos similares han seguido otros sectores como el Bancario que evolucionó desde los empleados de manguitos y ventanilla hacia un enfoque de servicios de valor añadido con una fuerte utilización de la  tecnología. Hasta el punto de que ya hay bancos exclusivamente por Internet. Pero así como sectores privados con fuerte competencia como el bancario supieron adaptar sus estructuras y su personal a las nuevas demandas de la Sociedad la Administración Pública ha sido incapaz.

¿Saben ustedes cuál es el porcentaje de titulados universitarios del Banco de Santander? Según su Memoria de Sostenibilidad 2010 es de un 70%. Efectivamente una organización moderna de servicios necesita perfiles de alta cualificación capaces de definir y ejecutar sus políticas y de proporcionar un servicio de calidad a sus clientes.

Frente a esto, ¿saben ustedes cuál es el porcentaje de funcionarios del grupo A de la Administración General del Estado? Según el Boletín Estadístico del personal al servicio de las AAPP es de un 31% si incluimos a los grupos A1 y A2 (titulados superiores y medios) y de un exiguo 13,7% si solo incluimos a los A1. En cualquiera de los 2 casos lejísimos del 70% del Banco de Santander. Sinceramente, es imposible que una organización de servicios compleja como es la Administración General del Estado se pueda gestionar con un 13,7% de titulados superiores. Es imposible. Y así estamos.

¿Qué es lo que ocurre? Pues lo que todos conocemos de la Administración. Hay unos cuantos que se matan a trabajar (posiblemente una gran parte de este 13,7%) mientras hay mucha gente ociosa que sencillamente, no tiene nada que hacer, porque su trabajo ya no existe. La Administración no necesita un 69% de gente de baja cualificación, especialmente si tenemos en cuenta que gran parte de los servicios básicos (limpieza, mantenimiento, seguridad, etc.) se han externalizado y que una gran parte de los procedimientos administrativos se están automatizando. Es posible que ese 13,7% de titulados superiores se tuviera que duplicar y que ese 69% de personas de baja cualificación se tuviera que reducir a la tercera parte. Con eso estaríamos en ratios similares a los del Banco de Santander y tendríamos una Administración “capitalizada”, más pequeña y con los perfiles adecuados.

Pero analicemos algún otro caso. Veamos el Personal de Administración y Servicios (PAS) de las Universidades, un sector que conozco bastante bien. Hace unos años, el PAS se dedicaba principalmente a atender a los alumnos (sobres de matrícula, gestiones administrativas) a atender a los docentes (también principalmente desde un punto de vista administrativo) y a gestionar las infraestructuras y servicios básicos de la Universidad. Aparte estaban la gestión de los RRHH y la gestión económica. Pero el mundo ha cambiado y lo que necesitan ahora las Universidades es muy diferente. Necesitan expertos en gestión de la investigación y la innovación y en transferencia del conocimiento. Necesitan expertos en marketing para poder “vender” sus universidades en todo el mundo. Necesitan expertos TIC para llevar las universidades a Internet. Necesitan gestores y negociadores internacionales que puedan llegar a acuerdos con universidades y empresas en todo el mundo.

Necesitan ofrecer servicios de alto valor a los docentes para facilitarles su trabajo de docencia e investigación en un mundo globalizado. Y para todo eso…las Universidades no tienen los perfiles adecuados. Según el informe de la CRUE sobre la Universidad en Cifras 2010 los puestos del PAS calificados como de titulados superiores (A1 de funcionarios y grupo I de laborales) en la Universidad Pública  Española es de un 7,9%!!!!! Es increíble. Increíble y alarmante.

En mi época de gerente en una Universidad yo viví esta realidad con toda su crudeza. Y lo peor es que la inercia de la Administración es tan grande que el altísimo número de perfiles de baja cualificación, en gran parte innecesarios, no solo no decrece sino que tiende a aumentar porque los propios colectivos presionan para ello. Y además llegué a otra triste conclusión. Que estos colectivos, al intentar proteger su trabajo burocrático de toda la vida, que deja de existir, y ante su incapacidad de cambiar y adaptarse, se dedicaban en muchos casos a obstaculizar la puesta en marcha de soluciones informáticas que permitirían hacer de un modo mucho más eficientes esas tareas burocráticas.

Ya se pueden ustedes imaginar que dada la tradicional transparencia de nuestra Administración, conseguir todos estos datos no ha sido nada fácil. Y me ha llamado la atención que he encontrado muchos datos sobre las categorías (funcionario, interino, laboral, etc.), sobre el género, sobre la edad pero muy pocos sobre el nivel profesional. Resulta sintomático. Y en medio de la búsqueda he dado con un informe de la Universidad de Jaén, Diagnóstico de la situación de hombres y mujeres de la Universidad de Jaen, que añade atodo lo dicho un dato muy interesante y que es el porcentaje real de titulados frente al porcentaje “demandado” por la supuestamente arcaica estructura de puestos de trabajo. Efectivamente el porcentaje de titulados superiores reflejado en la estructura de puestos de trabajo en el PAS es muy bajo, bajísimo, un demoledor 5,9%. Pero la realidad es muy tozuda y el número de titulados superiores que realmente hay en la estructura es muy superior, de un 28,2%, que estarán ocupando en su mayor parte puestos de más baja cualificación que la titulación que poseen.

Es lógico, ya que el % de titulados superiores en España está alrededor del 30%, muy superior a ese 5,9% que “necesita” la Universidad de Jaén. Triste conclusión. Sinceramente, una organización que se gestiona con un 5% de titulados superiores se parece mucho más a un almacén de ropa o a un pequeño comercio que a una moderna Universidad. ¿No se dan cuenta de esto nuestros gestores públicos? ¿O es que no pueden o no quieren hacer nada?

Efectivamente, por unas razones u otras, la Administración Española, al igual que la del resto de países, ha sido incapaz de adaptarse a las nuevas necesidades. El mismo informe de la OCDE advierte de esta situación y  trata de determinar el esfuerzo que los diferentes países están realizando para facilitar esos cambios. En este indicador España sale bastante peor parada, prácticamente es el único que no ha puesto en marcha ninguna medida en este sentido:

Es evidente que el sector público de España y del resto de los países necesita evolucionar y de forma rápida. No es que sobren funcionarios. Es que sobran los de un tipo de perfil y faltan los de otro. La buena noticia es que el paso del tiempo nos va a ser de gran ayuda porque una gran parte de los funcionarios se jubilarán en los próximos años. Del total de 216.787 empleados de ministerios, organismos autónomos y áreas vinculadas, el 45,2% tiene más de 50 años. Pero más allá de esa ayuda “natural” deberíamos actuar para conseguir dotar a nuestro sector público de los recursos de alta cualificación que necesita para adaptar su estructura a la de una moderna organización de servicios. Y cuanto antes mejor.

Y en ese sentido ¿qué propone sobre este asunto el PP en su programa y en particular en el apartado 4.3 sobre “Un nuevo sector público”?. En el diagnóstico de dicho apartado reconoce que “Una verdadera reforma de la administración pública sigue siendo una tarea pendiente que ya es inaplazable”.

Difícil no estar de acuerdo, pero el problema es que en gran medida lo achaca a la necesidad de encajar la AGE en el nuevo modelo competencial. Y en parte es así pero, como hemos visto, el problema va mucho más allá.  Por eso, resulta un poco descorazonador que relacionado con todo lo que hemos comentado en el post, la única medida que se propone es que “Revisaremos las estructuras de todos los organismos públicos de diversa naturaleza para acomodarlas a las necesidades reales y las funciones encomendadas”.

Demasiado exiguo para mi gusto; habrá que esperar a la ayuda “natural”.

Menudo debate

Creo que podemos concluir que el debate de ayer entre Rubalcaba y Rajoy ha sido decepcionante… como era de esperar. En primer lugar, porque el formato elegido es completamente absurdo, al menos para los ciudadanos, claro, aunque seguro que muy apropiado para los partidos que así lo han pactado. Un debate sin periodistas que hagan preguntas incómodas a uno y a otro y que planteen cuestiones concretas que exijan respuesta inmediata sobre temas relevantes no es un debate, sino una parodia, una sucesión de intervenciones desconectadas sobre temas que los propios intervinientes eligen. No es de extrañar que cuestiones clave de regeneración democrática como las que suele tratar este blog hayan quedado al margen, o que incluso problemas vitales de índole económica y social solo se hayan tratado marginalmente o como anécdota. Esta claro que a ninguno le interesaba profundizar en ellas.

Nos gustaría conocer la opinión de los lectores. Por adelantar la mía, y dentro de las limitaciones que un debate con este formato impone, creo que ha constituido un claro éxito para Rajoy. Lo ha pasado sin pena ni gloria, pero lo ha pasado. La estrategia de Rubalcaba de centrarse absolutamente en el programa del PP, como si estuviésemos en una sesión de investidura, ha sido un tanto lamentable. Es la estrategia de uno que se sabe perdedor, y eso cala en el electorado.