Carta del capitán Schettino

Recibo en las oficinas del blog una carta del capitán del Costa Concordia y me apresuro a publicarla, para solaz e instrucción de nuestros lectores:

 

“Cari amici: Pobre de mí, nadie me comprende. ¿Cómo ha podido pasar todo esto? Yo, que todas las noches salía a brindar con los pasajeros vestido con el uniforme  de blanco inmaculado y entorchados lustrosos,  saludando a diestro y siniestro a viajeros sonrientes y relajados…

 

Lo que no habré ligado con esta mirada de galán mediterráneo, tez morena, ojos azules y mechones acaracolados en la cabeza. Aunque tampoco exageremos, la moldava esa que ahora sale en las teles y que dice que estaba conmigo en el puente cuando el accidente era una simple traductora ¡y aunque no lo fuera, pues vaya, la carne es débil!

 

Y es que no estaba haciendo nada malo, total, dando una pitada larga, como siempre al pasar al lado de la isla de Giglio; a los turistas les encantaba, tiraban de flash como locos. Y además lo prevé el Reglamento de Abordajes, regla 34, para casos de visibilidad reducida, eso sí, y aunque se viera perfectamente y fuera para fardar un poco…. ¡si hasta el mismísimo Alcalde del pueblo me había felicitado! ¡Y la compañía propietaria del buque!

 

Todo mala suerte, una roquita que no está en las cartas de navegación (malditos gabachos, que mal las hacéis), y un raspón de nada, como el que te haces con una columna en el aparcamiento, pero claro el Concordia pesaba 114500 toneladas, y al fondo. Bueno no, porque encima con una hábil maniobra conseguí acercar el barco hasta 150 metros de la costa y salvar a todo el mundo, o a casi todo el mundo, y nadie me lo agradece.

 

Y luego, la mala pata, me tropiezo y me caigo al bote salvavidas al principio del todo, y sin comerlo ni beberlo te encuentras en la costa de los primeros ¡pues claro, no voy a subir otra vez por la borda!; llamo para informar a comandancia marítima y ese hijo de tal del comandante marítimo que me tiende una celada verbal, y me pilla en una contradicción sin importancia, se pone estupendo el tío, me da gritos, pero para quedar bien, que luego todo se sabe. Y yo qué voy a hacer: pues irme al hotel, claro.

 

Y por una tontería es que te cambia la vida. Porque, vamos, no me vengan con cuentos ¿ahora soy yo el malo? Me han convertido en una especie de antihéroe del tipo Ignatius o’Reilly de “La Conjura de los necios”. O, peor todavía, como el señor Chinaski de “El Cartero” de Bukovski, ese individuo inadaptado que se mete a cartero pensando que va a ser una profesión cómoda y se da cuenta de que no y decide no asumir el código ético al que están sometidos todos los empleados de la rigurosa Oficina Postal  de los Estados Unidos, que no dudan en trabajar catorce horas o arrastrarse entre le nieve para entregar la sagrada correspondencia.

 

Yo no soy un patán como esos dos, soy una persona normal en una situación anormal. Y es que, no seamos ridículos, “un héroe que huye sirve para otra guerra”, como dice ese aforismo tan sabio de mi país, Italia, donde es proverbial ese, no le llamemos cinismo, es más bien sentido práctico, porque ¿para qué me voy a quedar?  ¿es que voy a salvar a alguien? ¿Y si me matan en la guerra, qué gano yo? “Más vale honra sin barcos que barcos sin honra” dice el antiguo. ¡Vaya chorrada, digo yo¡.

 

Porque ¿aquí quién cumple nada? ¿Quién tiene pundonor profesional? ¿Alguien se suicida hoy por sentido del deber? Usted, don Ignacio, que es aficionado a las artes marciales ¿se haría el harakiri o seppuku (como prefieren los japoneses) en caso de faltar al bushidō, el código ético de los guerreros samurái, después de beberse un vaso de sake y componer, como era ritual, el último poema de despedida llamado zeppitsu o yuigon, sobre el dorso del tessen o abanico de guerra? ¡Venga hombre! ¡Si todos consideran un héroe al capitán marítimo sencillamente por cumplir su obligación y darme unas voces! ¿Y mi ex presidente, el ínclito Berlusconi? ¿Era un ejemplo de responsabilidad y sacrificio por el cargo? ¿Una especie de Guzmán el Bueno tirando el cuchillo para que maten a su hijo antes que entregar la plaza? ¡Pero si tenía de ministras a unas modelos que no sabían hacer la o con un canuto!

 

Y ahí en España, donde su blog ¿qué se cree, qué están mejor?. Mire usted: políticos que cuando el barco se hunde (o sea, cuando pierden las elecciones) se lo llevan crudo por sí o por sus amigos; consejos de ministros que indultan banqueros condenados ; directores de empleo autonómicos que subvencionan a quienes le da la gana y hasta, dicen, se gastan el dinero del empleo en drogas; jueces que desprecian su sagrada función y se ponen las leyes por montera y espían a los abogados de la defensa; un miembro de la familia real (bueno, ya no sé si lo es) que se dejaba caer por los gobiernos autonómicos y se llevaba unos milloncetes (presuntos milloncetes, o presuntos “llevaba”) a cambio de unos informes de dos folios ¿es que cumplía este su sagrada misión hasta la muerte? ¿Sigo? El Alcalde de Zaragoza contrata a una consultora para ahorrar y se gasta en ello dos millones de euros. ¿Y el Tribunal Supremo? ¡Pero si permite que haya un juez que cobra y siga de juez!

 

¿Es que ve usted a Zapatero diciendo: “Españoles, he incumplido el código del honor socialista, he mentido, he engañado, he llevado el barco España a la ruina. Yo no abandono el barco y, antes de salir por la puerta de la Moncloa, me clavaré en el estómago la Tizona que está guardada en el Museo del Ejército”. O de los otros, el señor Jaume Matas: “He incumplido mi obligación y he deshonrado a las Islas Baleares: me arrojo ahora mismo por los acantilados del Faro de Formentor”

 

En fin, ríanse, ríanse de mí, ya se les atragantará. Pero sepan que yo no he hecho nada que no haría casi todo el mundo en un accidente similar, mientras que todos esos sabían muy bien lo que hacían.

 

Buona sera”

5 comentarios
  1. Fernando Gomá Lanzón
    Fernando Gomá Lanzón Dice:

    Original en la forma y certero en el fondo, este post. Efectivamente, podemos calificar al capitán del Costa Concordia casi como queramos, porque al hecho ya en sí grave del abandono del barco se une que su forma de actuar parece reunir todos los más manidos tópicos del italiano: cobardica, charlatán, presumido, y en la conversación con el comandante, esperpéntico. Me imagino a los italianos serios, honestos, cultos, completamente abochornados con la actuación de este sujeto, que proyecta al exterior la peor imagen tópica de su páis, del mismo modo que lo estaríamos los españoles con un caso similar, máxime cuando esto no es una opereta, es una tragedia con todas las de la ley.

    Ahora bien,el capitán tiene razón en su “carta”: él no quería que esto pasara. En España tenemos actuaciones en las que el sujeto sí quería; sí quería alguien por ejemplo quedarse con los fondos públicos que las administraciones graciosamente le entregaron para una fundación de ayuda a los discapaces, y en vez de utilizarlo para ayudarles, calcula qué es lo mínimo que puede dejarles y lo máximo que puede enviar a un paraíso fiscal. 

    En estos tiempos parece que cumplir con tu deber de manera honesta es casi algo heróico,. La mujer del comandante de tierra que le echó la bronca al capitán y que es alguien muy popular ahora, ha dicho con toda lucidez: La cosa preocupante es que personas como mi marido, personas que aman simplemente hacer su propio deber cada día, se conviertan de repente en este país en ídolos, personajes, héroes. Eso no es en absoluto normal

    En todo caso, quizá no estaría de más hacer nuestra la orden del comandante al capitán y cuando nos encontremos con Schettinos en nuestra vida pública que quieran irse sin asumir su deber, les gritemos: ¡Vuelva a bordo, coño!

     

  2. Fernando Gomá Lanzón
    Fernando Gomá Lanzón Dice:

    Original en la forma y certero en el fondo, este post. Efectivamente, podemos calificar al capitán del Costa Concordia casi como queramos, porque al hecho ya en sí grave del abandono del barco se une que su forma de actuar parece reunir todos los más manidos tópicos del italiano: cobardica, charlatán, presumido, y en la conversación con el comandante, esperpéntico. Me imagino a los italianos serios, honestos, cultos, completamente abochornados con la actuación de este sujeto, que proyecta al exterior la peor imagen tópica de su páis, del mismo modo que lo estaríamos los españoles con un caso similar, máxime cuando esto no es una opereta, es una tragedia con todas las de la ley.

    Ahora bien,el capitán tiene razón en su “carta”: él no quería que esto pasara. En España tenemos actuaciones en las que el sujeto sí quería; sí quería alguien por ejemplo quedarse con los fondos públicos que las administraciones graciosamente le entregaron para una fundación de ayuda a los discapaces, y en vez de utilizarlo para ayudarles, calcula qué es lo mínimo que puede dejarles y lo máximo que puede enviar a un paraíso fiscal. 

    En estos tiempos parece que cumplir con tu deber de manera honesta es casi algo heróico,. La mujer del comandante de tierra que le echó la bronca al capitán y que es alguien muy popular ahora, ha dicho con toda lucidez: La cosa preocupante es que personas como mi marido, personas que aman simplemente hacer su propio deber cada día, se conviertan de repente en este país en ídolos, personajes, héroes. Eso no es en absoluto normal

    En todo caso, quizá no estaría de más hacer nuestra la orden del comandante al capitán y cuando nos encontremos con Schettinos en nuestra vida pública que quieran irse sin asumir su deber, les gritemos: ¡Vuelva a bordo, coño!

     

  3. Antonia Fuentes
    Antonia Fuentes Dice:

    Ya lo dice el dicho popular: “Las ratas son las primeras que abandonan el barco”.

    Hasta el momento, el número de fallecidos en el naufragio son 12 a los que hay que sumar más de 20 desaparecidos, que a estas alturas seguro que pasarán a engrosar la lista de muertos. Pero el capitán Schettino, tiene el cuajo de declarar en el interrogatorio:

    “Tendré que convivir toda la vida con esos muertos. ¿Como se hace eso?”.

    No se preocupe señor capitán las ratas no tienen remordimientos ni sentimiento de culpa…solo tienen instinto animal y huyen ante la sensación de peligro.

    !!Que pena que su comportamiento no sea objeto de estudio en un experimento de laboratorio!! 

  4. Antonia Fuentes
    Antonia Fuentes Dice:

    Ya lo dice el dicho popular: “Las ratas son las primeras que abandonan el barco”.

    Hasta el momento, el número de fallecidos en el naufragio son 12 a los que hay que sumar más de 20 desaparecidos, que a estas alturas seguro que pasarán a engrosar la lista de muertos. Pero el capitán Schettino, tiene el cuajo de declarar en el interrogatorio:

    “Tendré que convivir toda la vida con esos muertos. ¿Como se hace eso?”.

    No se preocupe señor capitán las ratas no tienen remordimientos ni sentimiento de culpa…solo tienen instinto animal y huyen ante la sensación de peligro.

    !!Que pena que su comportamiento no sea objeto de estudio en un experimento de laboratorio!! 

  5. veedor
    veedor Dice:

    “ni sí ni no, sino todo lo contrario”, se podría leer el otro día un interesante artículo http://www.vozpopuli.com/blog/juan-zamora/no-tiren-contra-el-capitan, ¿cambia la información de este post esa visión? puede que sí, no me postulo como defensor de nadie, pero cada cosa a su tiempo, investíguese, pero de verdad no solo con las apariencias, y procédase contra el cupable caso de que lo haya, no vaya a ser el desgraciado percande fruto de una lamentable concatenación de sucesos, inanes de no haber concurrido todas al tiempo.

  6. veedor
    veedor Dice:

    “ni sí ni no, sino todo lo contrario”, se podría leer el otro día un interesante artículo http://www.vozpopuli.com/blog/juan-zamora/no-tiren-contra-el-capitan, ¿cambia la información de este post esa visión? puede que sí, no me postulo como defensor de nadie, pero cada cosa a su tiempo, investíguese, pero de verdad no solo con las apariencias, y procédase contra el cupable caso de que lo haya, no vaya a ser el desgraciado percande fruto de una lamentable concatenación de sucesos, inanes de no haber concurrido todas al tiempo.

  7. Ignacio Gomá Lanzón
    Ignacio Gomá Lanzón Dice:

    Que conste, amigo Veedor, que la visión que sugieres está implícita en el post, particularmente a través del link que da a una página escrita en inglés en la que nos pregunta “¿quién dice que no lo haría”. Por otro lado, es cierto que se ridiculiza un tanto todo el suceso que, si no fuera por los muertos, es de sainete, pero se trata de resaltar que lo del capitán, aunque ciertamente no cumpliera con su obligación, fue un suceso extremo, mientras que lo que ocurre en los otros casos es consciente y doloso. Hoy Carrascal en el ABC escribe un artículo llamado “Embarrancados” con la misma idea, ni que me hubiera leído. No puedo poner el link porque solo es para los suscritos.

  8. Ignacio Gomá Lanzón
    Ignacio Gomá Lanzón Dice:

    Que conste, amigo Veedor, que la visión que sugieres está implícita en el post, particularmente a través del link que da a una página escrita en inglés en la que nos pregunta “¿quién dice que no lo haría”. Por otro lado, es cierto que se ridiculiza un tanto todo el suceso que, si no fuera por los muertos, es de sainete, pero se trata de resaltar que lo del capitán, aunque ciertamente no cumpliera con su obligación, fue un suceso extremo, mientras que lo que ocurre en los otros casos es consciente y doloso. Hoy Carrascal en el ABC escribe un artículo llamado “Embarrancados” con la misma idea, ni que me hubiera leído. No puedo poner el link porque solo es para los suscritos.

  9. elisadelanuez
    elisadelanuez Dice:

    Efectivamente, la historia del capitán Schettino parece una parábola laica de lo que nos está pasando…y coincido totalmente con la reflexión de que la cosa está muy mal cuando alguien que simplemente cumple con su deber honesta y escrupulosamente es considerado un héroe. Esto me confirma qué buena idea es el premio que queremos dar en ¿hay derecho? a un jurista de trayectoria honesta y profesional, del que tendremos que hablar…

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