La prensa y los juicios paralelos (y II): El caso Matas

En un post anterior traté el delicado tema de la prensa y los juicios paralelos, haciendo especial hincapié en los aspectos periodísticos del asunto. En el presente post quiero desarrollar algo más un aspecto que en su día ya apunté, y que se refiere al estudio de cómo esos juicios mediáticos paralelos no sólo producen importantes efectos en la opinión pública, sino que afectan también de forma sorprendente, y yo añadiría preocupante, a la actuación de los propios profesionales de la Administración de Justicia. Y, si me siguen leyendo, verán ustedes de qué manera. En los últimos tiempos hemos tenido en España varios ejemplos muy claros de juicios paralelos, muchos de los cuales han sido tratados en este blog: el caso Marta del Castillo, el caso Camps, el caso Urdangarín… Poco hay que añadir a lo ya comentado en relación con dichos asuntos. Yo quiero hoy comentarles el caso “Jaume Matas”, que afecta al antiguo Presidente de la Comunidad Autónoma en la que vivo, y del que, circunstancialmente, he podido conocer bastantes más cosas de las que publican con profusión los medios de comunicación.

Vaya por adelantado que conocí en su día al Sr. Matas, que tuve una esporádica relación profesional con él, y que nos tratamos ambos con la afabilidad y corrección que se supone entre personas mínimamente educadas. Conste también que no tengo ninguna simpatía especial hacia su figura política, ni hacia la forma en que ejerció el poder en las Islas Baleares durante su segundo mandato (2003-2007), y que soy ferviente partidario de la aplicación justa y estricta de la Ley, y de que cualquier persona pague los delitos que los Tribunales de Justicia consideren que haya cometido. Y conste además que el haber atendido profesionalmente a dicho señor, indirectamente, me ha ocasionado el problema más grave de mi ya dilatada experiencia notarial. En definitiva, que tengo muy poco que agradecerle.

Pero, aclarado lo anterior, muchas personas con cierta conciencia jurídica consideramos que contra Don Jaume Matas se está sustanciando desde hace tiempo una auténtica “causa general”, prohibida por el artículo 24 de nuestra Constitución, que comenzó con los presuntos desvíos presupuestarios en el velódromo “Palma Arena”, y ha acabado llevándole a su primer juicio en enero de 2012 por contratar a un periodista para elaborar sus discursos, asunto que no tiene ni por asomo relación alguna con el origen de la causa. Y todo ello, convenientemente aireado y revuelto desde hace muchos meses, le ha supuesto una condena pública anticipada gracias a la labor muy eficiente de los medios de comunicación y de sus terminales en la propia Administración de Justicia. Lo verdaderamente grave de asunto es que los profesionales de la Justicia, Jueces y Fiscales, que deberían ser capaces de soportar la presión y de mantenerse al margen del circo mediático, han acabando uniéndose a él con un entusiasmo indescriptible. Desde las famosas frases del Juez instructor que toda España pudo contemplar en Internet: “usted ha venido a mi juzgado a reirse de los simples mortales” (dirigida a Matas) o “si quiere usted trabajar de verdad, póngase de cajera en un supermercado” (dirigida a su esposa), los profesionales de la Administración de Justicia parecen actuar arrastrados por la vorágine de los medios de comunicación, interrelacionar con ellos, retroalimentarse unos a otros, y elaborar escritos en un tono más apropiado para aparecer en un programa televisivo de sobremesa que para ser leídos en la austera sala de un Tribunal.

El famoso principio del Derecho Penal “odia al delito y compadece al delincuente” está siendo objeto de continuado salto con pértiga por parte de algunos profesionales de la Administración de Justicia, quienes no sólo no son capaces de realizar su trabajo con la ecuanimidad y la severidad que sus togas exigen, sino que no se recatan lo más mínimo en manifestar abierta e incluso jocosamente su repulsa hacia el encausado. Y si no se lo creen, lean a continuación las siguientes frases extraídas del escrito de conclusiones presentado estos días pasados por los Fiscales Anticorrupción en el juicio que se está celebrando en la Audiencia Provincial de Palma de Mallorca: … “el señor Matas es un gran gestor, sí, pero no de los fondos públicos sino de su propia imagen”… , … “la indignación que este fiscal siente no es sólo por el saqueo premeditado de fondos públicos, tantas veces impune. No, la indignación proviene de ver cómo, sin escrúpulos, no se asumen las consecuencias penales derivadas de sus propios actos”… , … “quiero hacer un inciso. Confesar que me equivoqué, cometí un error imperdonable durante el interrogatorio del señor Matas, no el único, pero sí importante: no le pregunté al señor Matas si, de hecho, fue Presidente de la Comunidad durante la legislatura 2003 a 2007”… , … “Para resumir, el señor Matas cayó en una lancha que pasaba por allí (haciendo un símil con el caso del Capitán del recientemente naufragado buque Costa Concordia)”… , … “el señor A (otro de los enjuiciados) es un gran periodista, así lo avala su currículum. Rabiosamente independiente, tal como se autocalifica. Rabiosamente independiente, sí, excepto del dinero y del poder”…

Vistas las frases anteriores, y reiterando de nuevo mi escasa estima por el principal enjuiciado en este asunto, y mi inequívoca voluntad de que pague la pena que le corresponda si ha cometido algún delito, ¿creen ustedes que tales frases, y otras que podrían traerse a colación, resultan apropiadas para una actuación del Ministerio Público ante los Tribunales?, ¿no dejan traslucir una indignación, casi rayana en el odio personal, que no debería sentir ni manifestar un Fiscal ejercitando su delicada función?, ¿no parecen más dirigidas a los medios de comunicación que al Tribunal que ha de tomar la dura decisión de si envía o no a un ciudadano a prisión? , ¿no debería ser el escrito de conclusiones que un Fiscal presenta en un juicio un documento aséptico, profesional, severo en las formas, que diseccionara minuciosamente los hechos probados y los posibles delitos cometidos?, ¿son necesarias o admisibles las continuas alusiones y descalificaciones personales al enjuiciado? Juzguen ustedes mismos….

Hace unos días he leído en la prensa unas declaraciones del nuevo Fiscal General del Estado, Eduardo Torres-Dulce, pronunciadas ante la Comisión de Justicia del Congreso de los Diputados tras recibir el plácet de todos los grupos parlamentarios para desempeñar su nuevo cargo, que no podrían constituir mejor refrendo a la idea base que defiendo aquí, sobre todo viniendo de donde vienen. Dijo el nuevo Fiscal General que será “absolutamente beligerante, con tolerancia cero, en la lucha contra la corrupción, venga de donde venga, pero que el Ministerio Fiscal no puede, so pretexto de luchar contra la corrupción, abandonar la imparcialidad, que es absolutamente inexcusable”.