Recomendaciones (V): “La gran transformación”, de Karen Armstrong, por Fernando Gomá

Me encontraba en una librería en el año 2008 y comencé a hojear el libro La gran transformación, de Karen Armstrong. Una sola idea, expresada al principio, bastó para interesarme: las religiones modernas, en su origen histórico,  no eran un conjunto de creencias, de cuestiones sobre las que había que tener fe, sino que eran esencialmente una  propuesta de cambio personal a un nivel muy profundo, y  a través de la acción. Las religiones así entendidas, como compromiso de vida ético y compasivo con los demás, dice la autora, tienen un enorme poder de transformar al ser humano por dentro, de mejorarle en definitiva. Ahora que estamos en un momento de la historia en el que la violencia e intolerancia religiosa y el terrorismo por cuestiones de fe es tan frecuente, se trata sin duda de una idea muy inspiradora.

Armstrong, especialista en el estudio de las religiones, nos sumerge en un viaje apasionante por lo que el alemán Karl Jaspers denominó la era axial, un eje que podría situarse entre los siglos IX y II aC, en la que surgen todas las grandes religiones: monoteísmo en Israel y racionalismo en Grecia, hinduísmo y budismo en la India, Confucionismo y Taoísmo en China. Segmenta en varios periodos temporales toda la era axial y en cada segmento nos relata con cercanía y profundidad, y de manera muy comprensible, la evolución de cada una de ellas. Allí están retratados vívidamente las vidas y sobre todo los pensamientos de Buda, Zoroastro, Isaías, Jeremías, Solón, Homero, Hesiodo, Lao Tse, Confucio, Sócrates, Platón; se habla de Yahve, del Nirvana, del Camino,  de los Upanishads, del “apagón griego”, del conjunto de creencias anterior a la era axial, del sutilísimo sistema de rituales chino basado en un no menos delicado conjunto de creencias…

Y también se habla del nacimiento en este periodo, de diversas maneras en cada una de las religiones o pensamientos que estudia, de la denominada Regla de Oro. En un post del blog, “Civilización vs. bestialidad” sugería que el origen de la violencia del hombre puede perderse en la noche de los tiempos. Pues bien, probablemente el origen intelectual de la lucha por superar esa violencia es esta regla de oro que se formula en esa época de gigantes: no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti. En definitiva, preocúpate de los demás, ten empatía, supera tu egoísmo. Si, lo haces, te dicen –y esto es lo verdaderamente revolucionario- tú mismo tendrás grandes ventajas.

Como dice Armstrong, en la introducción de su libro, los sabios de la era axial no crearon su ética compasiva en circunstancias idílicas, eran sociedades desgarradas por la guerra y la violencia. En ellas supieron indagar en la condición humana y, separadamente, hallar respuestas válidas sobre qué nos une. Todas las grandes líneas de pensamiento coinciden en la importancia del comportamiento compasivo, y eso, recalca, es positivo, porque encontrar que nuestro propio sistema de creencias coincide con el de otros es también un medio de afirmación y una constatación de las coincidencias más que las diferencias.

 La gran transformación a la que se refiere la autora es en definitiva tanto el periodo histórico en el que se desarrollan estos avances intelectuales y morales, como el proceso de elevación espiritual y moral que cada persona está llamado a experimentar.

4 comentarios
  1. Manu Oquendo
    Manu Oquendo Dice:

    Buenas noches, Fernando.
     Tras  tu recensión del libro y el video voy a añadir algunas cosas ya que estamos en tiempo de crisis que es cuando todos tenemos más fácil acordarnos de Santa Bárbara.

    En primer lugar, la coincidencia de que la autora elija el mismo título del para muchos mítico libro de Karl Polanyi en 1944 (The great transformation) que analiza los orígenes políticos y económicos de nuestro tiempo.
    En segundo lugar que hoy sus tesis son moneda de curso legal dentro de la iglesia católica y de alguna protestante. Una postura común a muchas religiones maduras.
    Me refiero a la comprensión del hecho religioso como lo que de modo natural sucede cuando las personas se sienten parte armónica del cosmos del que nacen y al que regresan sin nunca abandonarlo. La sensación de unión íntima con todo y….las consecuencias que de esta percepción se derivan: la exigencia natural del amor como predisposición y ejemplo.
    El resto es envoltorio.
    El célebre filósofoÉtienne Gilson resume las sagradas escrituras en dos intervenciones. Sólo dos.
    La primera en el Éxodo, con aquella frase tan enigmática de “Yo soy el que soy” Soy la esencia de ser. Soy parte y soy todo. Soy y nada hay fuera de mí. Principio, motor, noúmeno.
    La segunda en el nuevo testamento resumiendo el mensaje de Jesús en “Dios es amor”. El ser es amor.
    Si estos mensajes se desvinculan de lo accesorio, de lo dogmático, de las normas higiénicas en sentido amplio creadas para un momento cultural en la historia o como instrumento de control social, etc, son perceptibles y aceptables de modo instintivo por cualquier ser humano.

    El hecho religioso es darwiniano y forma parte de nuestro ADN simplemente por un motivo que no admite gran discusión empírica: Los grupos religiosos viven mejor su plenitud humana y se acercan más eficazmente al fin natural de la humanidad.
    Si además entramos en la longevidad de sus organizaciones entonces la cosa no admite mucha discusión. Incluso en un universo regido por el materialismo ateo…terminarían sobreviviendo los entes religiosos.
    Darwin era mucho Darwin.

    La religiones, sus jerarquías e instituciones, han tenido siempre un gran peso en la política del poder. Frecuentemente en abierta contradicción con su propia doctrina dando origen a continuos conflictos dentro de la propia iglesia y con el paso del tiempo con la misma sociedad. 
    La propia Iglesia terminó abriendo la vía de la separación de poderes para limitar sus contradicciones internas recurriendo al pasaje de dar a Cesar lo que es del Cesar.
    Una frase enigmática, por cierto, porque ¿qué sucede si la moneda no pertenece al César como suele ser el caso?
    Pero, antes incluso que nuestras religiones, parece innegable que la búsqueda del Areté, de la perfección ética y vital del ser humano que fue el motor de la cultura griega (Werner Jaeger, Paideia, Fondo CE) se encuentra en el corazón de todas las religiones adultas: las nacidas no para aterrorizar y gobernar sino para ayudar a recordar nuestro destino y nuestro origen.
     
    Buenas noches

  2. Manu Oquendo
    Manu Oquendo Dice:

    Buenas noches, Fernando.
     Tras  tu recensión del libro y el video voy a añadir algunas cosas ya que estamos en tiempo de crisis que es cuando todos tenemos más fácil acordarnos de Santa Bárbara.

    En primer lugar, la coincidencia de que la autora elija el mismo título del para muchos mítico libro de Karl Polanyi en 1944 (The great transformation) que analiza los orígenes políticos y económicos de nuestro tiempo.
    En segundo lugar que hoy sus tesis son moneda de curso legal dentro de la iglesia católica y de alguna protestante. Una postura común a muchas religiones maduras.
    Me refiero a la comprensión del hecho religioso como lo que de modo natural sucede cuando las personas se sienten parte armónica del cosmos del que nacen y al que regresan sin nunca abandonarlo. La sensación de unión íntima con todo y….las consecuencias que de esta percepción se derivan: la exigencia natural del amor como predisposición y ejemplo.
    El resto es envoltorio.
    El célebre filósofoÉtienne Gilson resume las sagradas escrituras en dos intervenciones. Sólo dos.
    La primera en el Éxodo, con aquella frase tan enigmática de “Yo soy el que soy” Soy la esencia de ser. Soy parte y soy todo. Soy y nada hay fuera de mí. Principio, motor, noúmeno.
    La segunda en el nuevo testamento resumiendo el mensaje de Jesús en “Dios es amor”. El ser es amor.
    Si estos mensajes se desvinculan de lo accesorio, de lo dogmático, de las normas higiénicas en sentido amplio creadas para un momento cultural en la historia o como instrumento de control social, etc, son perceptibles y aceptables de modo instintivo por cualquier ser humano.

    El hecho religioso es darwiniano y forma parte de nuestro ADN simplemente por un motivo que no admite gran discusión empírica: Los grupos religiosos viven mejor su plenitud humana y se acercan más eficazmente al fin natural de la humanidad.
    Si además entramos en la longevidad de sus organizaciones entonces la cosa no admite mucha discusión. Incluso en un universo regido por el materialismo ateo…terminarían sobreviviendo los entes religiosos.
    Darwin era mucho Darwin.

    La religiones, sus jerarquías e instituciones, han tenido siempre un gran peso en la política del poder. Frecuentemente en abierta contradicción con su propia doctrina dando origen a continuos conflictos dentro de la propia iglesia y con el paso del tiempo con la misma sociedad. 
    La propia Iglesia terminó abriendo la vía de la separación de poderes para limitar sus contradicciones internas recurriendo al pasaje de dar a Cesar lo que es del Cesar.
    Una frase enigmática, por cierto, porque ¿qué sucede si la moneda no pertenece al César como suele ser el caso?
    Pero, antes incluso que nuestras religiones, parece innegable que la búsqueda del Areté, de la perfección ética y vital del ser humano que fue el motor de la cultura griega (Werner Jaeger, Paideia, Fondo CE) se encuentra en el corazón de todas las religiones adultas: las nacidas no para aterrorizar y gobernar sino para ayudar a recordar nuestro destino y nuestro origen.
     
    Buenas noches

  3. Jesús Casas
    Jesús Casas Dice:

    A veces tengo la impresión de que M. Oquendo y quien suscribe somos heterónimos de un Pessoa que anda por ahí. Él más listo y yo más tonto, pero no dejo de sorprenderme de las muchas coincidencias, así que me ahorro el comentario. Por si alguien ha pensado que el “post” de FG no es jurídico, ya volveremos sobre el significado de “divinarum atque humanarum rerum notitia” cuando toque Ivrusprudentia tras Ivstitia en nuestros Quae tangi non possunt…Sobre los vínculos filosóficos originarios entre Grecia y Jerusalén, Pablo de Tarso incluido, aunque ya no queda tiempo de leer libros recomendados, véase Diarmaid MacCulloch, “Historia de la Cristiandad”, que pegaba con la Semana Santa. Creo que FG había prometido un post sobre la Regla de Oro y su hilazón filosófica, así que lo espero (y el comentario de MO, claro).

  4. Jesús Casas
    Jesús Casas Dice:

    A veces tengo la impresión de que M. Oquendo y quien suscribe somos heterónimos de un Pessoa que anda por ahí. Él más listo y yo más tonto, pero no dejo de sorprenderme de las muchas coincidencias, así que me ahorro el comentario. Por si alguien ha pensado que el “post” de FG no es jurídico, ya volveremos sobre el significado de “divinarum atque humanarum rerum notitia” cuando toque Ivrusprudentia tras Ivstitia en nuestros Quae tangi non possunt…Sobre los vínculos filosóficos originarios entre Grecia y Jerusalén, Pablo de Tarso incluido, aunque ya no queda tiempo de leer libros recomendados, véase Diarmaid MacCulloch, “Historia de la Cristiandad”, que pegaba con la Semana Santa. Creo que FG había prometido un post sobre la Regla de Oro y su hilazón filosófica, así que lo espero (y el comentario de MO, claro).

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