Maria Antonia Munar como paradigma

Muchos de los lectores de este blog habrán conocido, a través de los medios de comunicación, la reciente condena de la Audiencia Provincial de Palma de Mallorca a cinco años y medio de prisión por el caso “Video U” a la hasta hace poco todopoderosa María Antonia Munar, la astuta política que al frente de un pequeño partido denominado “Unió Mallorquina”ha controlado los hilos de la política balear en los últimos casi veinte años. Como los detalles del “caso Munar”han sido ampliamente difundidos por los medios, quiero centrar mi post en realizar un breve examen de tres aspectos que me parecen esenciales para entender el fenómeno político-económico-social que ha supuesto la existencia de dicha señora y de su partido en las Islas Baleares.

 

El aspecto político: María Antonia Munar ha sido, indiscutiblemente, una criatura generada y alimentada por los dos grandes partidos políticos nacionales, en su versión balear, el PP y el PSOE. Ambos, tapándose la nariz ante sus conocidas trapacerías, la han necesitado alternativamente en las islas para poder alcanzar el poder, dada la enorme dificultad que suponía para ambos obtener una mayoría absoluta. Munar, que fue Consellera de Cultura hace casi dos décadas en el Gobierno autonómico del Partido Popular del Sr. Cañellas, y que salió del cargo con cajas destempladas, se convirtió en Presidenta de un minúsculo partido llamado “Unió Mallorquina” que, con escasos 30.000 votos, y dadas las peculiaridades de la Ley D’Hont, ha sido imprescindible en las Baleares para conceder el poder a uno de los dos grandes partidos, cosa que ha hecho alternativamente con el mayor de los descaros. Su estrategia no estaba exenta de habilidad. Ella dejaba gobernar la Comunidad Autónoma al gobierno de turno, con el que había alcanzado un acuerdo de legislatura, obteniendo a cambio el poder en el Consell de Mallorca, la antigua Diputación Provincial, que fue convirtiendo con la aquiescencia de los dos grandes partidos, de reducido órgano de la Administración local en un “gobierno paralelo” en la sombra, dotado de un enorme presupuesto y que iba vaciando paulatinamente de contenido al Gobierno Autonómico, creando una red clientelar asombrosa con la cual ha alimentado a su partido y a sus fidelísimos votantes durante casi tres lustros. Desde su despacho de Presidenta del Consell, de “Presidenta de Mallorca” como le gustaba repetir alimentando su enorme ego, ha repartido millones a chorro entre asociaciones, entidades, empresas e incluso medios de comunicación, convirtiéndose durante largos años en un personaje prácticamente intocable en la opinión pública balear, que la conocía en el lenguaje de la calle como “La Princesa”.

 

La ideología como negocio: Una de las habilidades de Munar, personaje que, dedicándose toda la vida a la cosa pública y viviendo teóricamente de un sueldo normalito, se ha paseado siempre por la calle con varios miles de euros encima entre ropa, joyas, pieles y complementos, ha sido la de “vestir” su pequeño partido político con una ideología nacionalista moderada, el “mallorquinismo”, que le ha permitido manejar grandes presupuestos, regar abundantemente a personas y entidades afines y, sobre todo, blindarse ante la opinión pública, barnizando un minúsculo partido concebido como una máquina de hacer grandes negocios (“Unión Monetaria”como se le conocía jocosamente en los comentarios callejeros) con una inatacable pátina de defensor de la lengua y la cultura de Mallorca. Todos ustedes conocen que en las Comunidades bilingües existe una especialidad sensibilidad con estos temas. Pues esta señora ha sabido utilizar esa sensibilidad de la gente para crear un partido nacionalista moderado, casi de “centro”, al estilo de la Convergencia catalana, que la ha colocado durante más de quince años en un lugar de privilegio no sólo en los favores políticos, sino en la más amplia estimación de la casi totalidad de la opinión pública y publicada balear.

 

La investigación del “caso Munar”: Siendo muy grave todo lo anterior, aunque por desgracia no único en el desolador panorama político español, en las peculiaridades de su investigación radica para mí el aspecto más preocupante de todo este penoso asunto. Hay que decir muy claramente que María Antonia Munar ha gozado, e incluso ha alardeado de ello en público, de una casi absoluta impunidad durante más de quince años en las Islas Baleares, dando toda la impresión de que incluía tal tratamiento VIP en sus peculiares pactos de legislatura con los dos grandes partidos con los que alternaba. El enjuiciamiento y la condena de Munar, y otras que previsiblemente vendrán detrás, no se ha debido en absoluto al celo investigador de los poderes públicos, que han hecho todo lo posible por mirar hacia otro lado consintiendo hasta la náusea todas sus siniestras actividades. Ha sido exclusivamente la perseverancia de un solo medio de comunicación, el periódico “El Mundo-El Día de Baleares”, la que ha conseguido, en unión de la labor abnegada de unos pocos y muy concretos funcionarios honrados, la primera condena de la “Princesa”. Es ampliamente conocido, y ha sido publicado, como Munar consiguió del gobierno de Rodríguez Zapatero, por petición expresa a Francesc Antich, el anterior Presidente autonómico, la sustitución del Delegado de la Agencia Tributaria en Baleares, Don Raúl Burillo, que se había empeñado en investigarla como a los demás políticos, quizá actuando como un verso suelto en el bien engrasado aparato punitivo del Estado de la etapa socialista. Y ha resultado más que llamativa la práctica inactividad de una Fiscalía Anticorrupción, que se había lanzado a degüello en los últimos años en Baleares contra todo lo que oliera al Partido Popular, organizando y retransmitiendo detenciones de múltiples personas un fin de semana sí y otro también, muchos de los cuales no han resultado al final acusados de nada, y que ha pasado estruendosamente de puntillas por los escándalos de la Sra. Munar, hasta que la presión de un solo medio de comunicación y su reflejo popular les ha obligado a intervenir, cosa que han hecho con evidente desgana y con unas formas exquisitas, que contrastan enormemente con los paseíllos organizados para otros infelices con menor blindaje político.

 

En definitiva, las personas de bien nos congraciamos de que la Ley se aplique también a los poderosos, y de que quien la hace la acabe pagando. Pero seríamos todos muy ilusos si echamos las campanas al vuelo por esta condena. No nos engañemos. Seguimos estando en España. Munar ha sido condenada por casualidad. Le ha faltado muy poquito para escaparse de rositas desde su último cargo público como Presidenta del Parlament Balear, que exigió para blindarse convenientemente hasta la prescripción de todos sus posibles delitos. Ha sido condenada exclusivamente por la perseverancia casi suicida, durante más de diez años, de unos periodistas valientes –y lógicamente marginados de la máquina repartidora de subvenciones del Consell de Mallorca-, y de unos pocos funcionarios que decidieron, casi por libre y jugándose el tipo, hacer bien su trabajo. Pero el “sistema”, ese que ha permitido que exista y crezca un personaje así, sigue siendo el mismo…..