Por qué fracasan los países o aquí hay que hacer algo

Me he terminado de leer el libro político-económico de moda: “Por qué fracasan los países” de Daron Acemoglu y James A. Robinson. Es un libro francamente interesante y yo creo que de obligada lectura para los seguidores de este blog. Sé que nuestros compañeros blogueros de Nada es Gratis (ver aquí y aquí) y Politikon (ver aquí) han debatido ampliamente el tema con aplicación específica a sus ramas concretas, pero creo que faltaba que nos hiciéramos aquí eco de él, por la especificidad jurídica de nuestro blog.
Acemoglu y Robinson tratan de dar una explicación a la cuestión de por qué hay países que fracasan y no alcanzan la prosperidad y otros que sí. El libro sigue la llamada técnica del caso, estudiando los varios aspectos de la cuestión a través de diversos supuestos históricos que, a su parecer, justifican la tesis propuesta, en realidad enormemente sencilla, por lo que al final el libro se vuelve un tanto repetitivo, pues no en balde tiene casi 550 páginas.
La tesis es básicamente la siguiente: la razón de las desigualdades entre naciones es el proceso político, porque éste determina bajo qué instituciones económicas se vivirá, al influir en el comportamiento de los sujetos y sus incentivos.
La dicotomía conceptual clave de estos autores se da entre las llamadas “instituciones extractivas e inclusivas”, ya sean económicas o jurídicas. Instituciones económicas inclusivas son aquéllas que posibilitan y fomentan la participación de la mayoría de las personas en actividades en las que aprovechan mejor su talento y habilidades y permiten elegir mejor a cada uno su destino. Por ello son buenas para la actividad económica, el aumento de la productividad y la prosperidad, y garantizan la propiedad privada y oportunidades económicas para la mayoría, no sólo para la élite. Instituciones económicas extractivas son las que tienen propiedades opuestas: tienen como fin extraer rentas y riqueza de un subconjunto de la sociedad para beneficiar a un subconjunto distinto, las elites extractivas, mediante monopolios y restricciones de entrada.
Los autores ponen numerosos ejemplos: Corea del Norte y del Sur, entre las que no hay diferencias culturales o geográficas; o el pueblo de Nogales, partido por la frontera USA-Méjico, y en el que las enormes diferencias de riqueza y educación no se pueden explicar por otras causas que no sean la derivadas de las instituciones.
¿Y cuáles son las instituciones políticas extractivas e inclusivas? Si el reparto del poder es limitado, las instituciones son absolutistas; si reparten el poder y lo limitan, son pluralistas. Por tanto, las instituciones políticas inclusivas son las que garantizan la participación y el pluralismo, las restricciones al poder arbitrario de los políticos; y las extractivas lo contrario, las que permiten la existencia de “elites extractivas” que se reparten el poder entre ellas y consecuentemente la riqueza a través de las instituciones económicas extractivas que con el poder que ostentan fomentan a su favor.
Los autores añaden un elemento más, para explicar las diferencias entre las naciones: la existencia de estados poderosos y suficientemente centralizados, capaces de imponer la ley y el orden, y garantizar los derechos de propiedad (que consideran muy importante), evitando situaciones como las de Somalia. Por tanto, las instituciones políticas inclusivas son las que son pluralistas y están suficientemente centralizadas.
En conclusión, los países fracasan cuando tienen instituciones económicas extractivas apoyadas en instituciones políticas extractivas que impiden o bloquean el crecimiento económico. A las elites extractivas no les interesa lo que Shumpeter denominó “destrucción creativa”, la sustitución de lo viejo por lo nuevo. Los sectores nuevos atraen recursos que antes se destinaban a los viejos y los grupos poderosos oponen resistencia al cambio económico y tecnológico porque este es un proceso desestabilizador en el que puede haber ganadores y perdedores, y ellos tienen mucho que perder. Y tampoco les interesa cambiar las instituciones políticas para hacerlas más pluralistas, porque esto haría más difícil controlar las instituciones económicas. La única forma, pues, de cambiar las instituciones políticas es obligar a las élites a crear instituciones más plurales.
¿Les parece que tiene todo esto tiene relación con la temática de nuestro blog?
Ciertamente las tesis de estos dos autores están sujetas a críticas y han generado interesantes polémicas porque los autores rechazan las otras interpretaciones sobre el fracaso de las naciones, como la geográfica, la de la cultura o la de la ignorancia (capítulo 2), como recoge Tortellá en El País, produciendo un interesante intercambio de opiniones con Jared  Diamond (tesis geográfica) y  Fukuyama (El del “Fin de la Historia”), que se recogen en Sintetia, ver aquí.
Por supuesto, yo no sé cuán exacta sea esta teoría porque no soy especialista y porque en las Ciencias Sociales es muy difícil probar la realidad de un aserto. Y de hecho, algunos de los peros que podrían ponerse a la tesis es que es muy difícil demostrar el nexo de causalidad en los ejemplos propuestos entre causa y efecto, o al menos que no hay alguna otra causa que pudiera haber influido.  Pero como suelo decir respecto al Derecho, esto es un Arte más que una Ciencia y francamente me parece que proporciona una interpretación bastante verosímil de muchos fenómenos. César Molinas, por ejemplo, ha hecho una explicación para la transición y situación actual de la política española que ha hecho fortuna, aunque también ha sufrido críticas.
Así, creo que esta teoría arroja luz sobre muchas de las cuestiones que tratamos en este blog: el revolving door entre política y economía; la corrupción tapada por los dos grandes partidos, con pactos o sin ellos; la incorregible dependencia del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Constitucional; el indulto de gerifaltes económicos, la falta de igualdad entre todos los acusados de delitos; la protección injustificada a las instituciones financieras; la incomprensible actitud del Banco de España durante la crisis, el hecho de que se suban los impuestos pero no se reduzca el gasto público, el incumplimiento reiterado de sentencias en ciertas regiones, y  tantas cosas como ustedes quieran añadir….en definitiva, la creación de la popularmente conocida “casta” político-económica de carácter extractivo en nuestro pais apoyada en instituciones a su medida.
Pero no quiero que este post sea meramente teórico, quiero introducir también una soflama, basada eso sí en los conceptos ya comentados del libro, y cuatro más, no tan conocidos, pero que vienen al caso. Por ejemplo, los conceptos de “círculo virtuoso” y “círculo vicioso” en las instituciones, que muestran que una vez que una sociedad se organiza en una forma concreta, ésta tiende a persistir. Y esta persistencia explica por qué es tan difícil eliminar la desigualdad mundial y hacer que los países pobres sean prósperos. Así, las instituciones extractivas que impusieron los españoles en América fueron mantenidas por las elites dominantes una vez producida la independencia, y por eso estos países son más atrasados que los de América del Norte, en las que las circunstancias obligaron al nacimiento de instituciones inclusivas.
Pero ello no quiere decir que el círculo vicioso no se pueda romper, aunque ello depende de las “pequeñas diferencias” y de la existencia de “coyunturas críticas”.  La coyuntura crítica es un gran acontecimiento o confluencia de factores que trastorna el equilibrio económico o político existente para romper el círculo de instituciones extractivas o intensificar su aparición. El que vaya de un lado o de otro depende de pequeñas diferencias institucionales en tales coyunturas. Las coyunturas críticas son importantes porque existen enormes obstáculos a las mejoras graduales debido a la sinergia entre instituciones políticas y económicas extractivas. Un ejemplo de coyuntura crítica es la peste negra medieval que en Inglaterra, al faltar mano de obra, produjo la introducción de más derechos para los trabajadores mientras que en Europa Oriental acrecentó los derechos de los nobles porque estos tenían más poder mientras que las ciudades eran más débiles. Y un ejemplo de “pequeña diferencia” que produce importantes efectos: el hecho que la revolución industrial naciera en Inglaterra se debió a la previa revolución política llamada Gloriosa”, que fue a su vez propiciada por la existencia de una clase comerciante pujante. Esto no se daba en España, aunque tenía Cortes, pues el gran comercio era monopolizado por el rey.
¿Y no les parece que en este momento nos encontramos en una “coyuntura crítica”? No estoy seguro de que la interesante tesis de Molinas antes mencionada sobre la España de hoy sea exacta, pero sí estoy seguro de que en los últimos tiempos se ha producido un evidente deterioro del Estado de Derecho y de que muchas de las instituciones que inicialmente eran inclusivas paulatinamente están pasando a ser extractivas, al punto de que no hay día que no tengamos algo que denunciar en este blog. Quizá la crisis, con una reducción brutal de rentas, ha hecho que todos nos fijemos en los demás y percibamos con dolor los agravios comparativos.
Lo que es claro es que los ciudadanos no podemos perder esta oportunidad para conseguir que las instituciones políticas y, en consecuencia las económicas, evolucionen a una mayor “inclusividad”. Sin duda, escribir en un blog es un paso, pero me doy cuenta no es suficiente. Ayer daba Elisa de la Nuez daba algunas ideas de actuación, que pueden ser generadores de las “pequeñas diferencias” que alteren el equilibrio de fuerzas en una coyuntura crítica: el voto, la denuncia, dejar de comprar periódicos, etc. Creo que es fundamental es la “concienciación” en estas realidades que reflejan bien Robinson y Acemoglu y que actuemos en consecuencia en todas las ocasiones en que tengamos oportunidad, aunque cueste, si no queremos que nuestro país fracase.
O eso creo yo, salvo mejor criterio de ustedes.