A propósito de Bárcenas y el acta notarial: valor de las declaraciones “políticas” ante notario

Como es conocido hoy ha saltado la noticia de que el ex tesorero del PP Luis Bárcenas declaró otorgó un acta notarial de manifestaciones en la que indicó que durante años llevó una cuenta de donativos y pagos al partido.

 

Sin perjuicio de comentar este hecho más adelante y para centrarlo jurídicamente, puesto que se están haciendo interpretaciones de lo más dispares, recordemos este post del editor Fernando Gomá: Valor de las declaraciones “políticas” ante notario.

El discurso del Presidente sobre el estado de la nación: Un discurso impecable

Impecable, claro, si leyéndolo uno quiere tomar clara conciencia del lamentable estado de la nación en general, como consecuencia del lamentable estado de nuestra clase política en particular. Porque, efectivamente, si con la crítica situación institucional que atravesamos y después de todo lo que se ha publicado sobre la imperiosa necesidad de reformas estructurales básicas (incluso por los medios tradicionalmente más “prudentes”), lo único que es capaz de avanzar el Presidente del Gobierno en tres párrafos, es que se va a reforzar el Tribunal de Cuentas, se van a tasar las escalas de retribución de los cargos públicos, se van a endurecer las penas y se va a regular la actividad parlamentaria de los lobbies, entonces, Houston, tenemos un problema.
 
Y ese problema, señor Presidente, es que los dos lobbies más poderosos del país, su partido y el del señor Rubalcaba, están descontrolados, totalmente fuera de madre, y nadie dentro del Parlamento, empezando por usted, según acabamos de ver, tiene el más mínimo interés en ponerles límites. Ni reforma legal para impulsar la democracia interna dentro de los partidos, ni reforma electoral para acabar con la desproporción del valor del voto de los españoles, ni listas abiertas para fomentar la rendición de cuentas de los políticos con sus electores, ni reformas institucionales que garanticen la independencia de nuestras instituciones de control más importantes, ni adelgazamiento de las clientelas vía drástica reducción del sector público, ni nada de nada que perjudique la perniciosa influencia sobre el sistema de las cúpulas de los partidos mayoritarios, es decir, de su influencia, Sr. Presidente.
 
Sabemos que elevar las penas no es suficientemente disuasorio, no sólo porque muchos corruptos terminarán indultados, sino porque gran parte de la lacra de corrupción que atenaza a España no puede ni debe ser sancionada penalmente. Algo se corrompe cuando se traiciona su finalidad. No estamos ya hablando de percibir o distraer dinero de marea ilegal, tampoco de delitos o faltas de carácter penal, sino de la naturaleza de las instituciones y de la razón por la cual han sido creadas. Colocar al amigo, desvirtuar los organismos de control en beneficio del partido, aprovecharse del cohecho del cónyuge o incluso percibir sobres, son prácticas intolerables, pero que no pueden castigarse penalmente. Tampoco plagiar la tesis doctoral, Sr. Presidente.
 
No sirve de nada decir que se va a reforzar el Tribunal de Cuentas cuando no se cambian los incentivos que hagan pensar que de verdad va a hacerse. Lo mismo ocurre con la transparencia, con la reforma de la Administración, con la educación y con todo lo que usted quiera. Ese es el problema clave de la democracia española: abundancia de palabras que no van a ningún sitio porque los que deberían pilotar el proceso no están ni interesados ni incentivados para llegar a la meta anunciada. No hace falta esperar a la letra pequeña, la letra grande ya será lo suficientemente decepcionante. Y lo será porque no habrá posibilidad de SANCIÓN. Porque cuando esas propuestas se concreten en nada no existirá ninguna forma de exigir cuentas y pedir responsabilidades.
 
Las casas no se construyen por el tejado, sino que se construyen por los cimientos. Por eso, para afrontar con garantías cualquier reforma que pretenda solucionar nuestra lamentable situación institucional (y también económica, no lo olvidemos) primero es necesario reformar el régimen de incentivos de los que deben diseñarlas y ejecutarlas. Pues bien, sobre ese tema el discurso ha sido impecable, inmaculado, absolutamente virgen (ah, y sobre los desahucios lo mismo, ni una palabra). Felicitaciones por dejar las cosas tan claras, Sr. Presidente.