El hurto del sufragio pasivo: una de las claves del éxito del nacionalismo

 
Cincuenta años después de que Martin Luther King pronunciase su famoso discurso, el muy ocurrente president de la Generalitat catalana ha recordado su sueño para proclamarse heredero de sus ideales. Para Mas, el revolucionario sueño del nacionalismo catalán (una de cuyas formulaciones más precisas es «¡Los impuestos para quien los paga!», en palabras de mi amigo Ángel de la Fuente) es perfectamente equiparable al de Luther King.
 
Esta singular comparación no ha ido más allá de provocar unas risas en algunos foros de prensa y Artur Mas ha podido salir de otro charco sin más pena que la del ridículo. Pero merece la pena sacarle punta al comentario, porque nos revela una de las claves que explican el éxito del nacionalismo en Cataluña. El caso es que Mas acierta al fijar el campo de observación, pues el daño a los derechos civiles es, en efecto, un asunto nuclear tanto en la lucha contra el racismo como en la normalización de los catalanes. Las conclusiones que cabe extraer de esta comparación, sin embargo, me temo que no son las que interesarían al muy ocurrente president.
 
Para empezar, una que salta a la vista es que si en Cataluña hay «negros», en el sentido del símil presidencial, éstos no son precisamente los catalanes con los que Mas se identifica y por ende representa. En lo que llevamos de democracia, si un colectivo en Cataluña puede lamentarse de haber visto sus derechos civiles atropellados ése no es, desde luego, el de los catalanistas. A estas alturas de la mentira, cualquier lector informado sabe que Cataluña es uno de los pocos lugares de Occidente (¿el único?) donde el grueso de las medidas de discriminación positiva (especialmente generosas en Cataluña) ha beneficiado al colectivo ya discriminado positivamente por nacimiento. La minoría catalanista gozaba a principios de le transición de una privilegiada situación económico-social, y es a favor de ella que se levantó la barrera de la identidad. De ahí que tras años de actuación gubernamental, la movilidad social se ha reducido en Cataluña.
 
Pero en este post no me interesa tanto denunciar el censurable proceso de ingeniería social llevado a cabo en Cataluña a lo largo de las últimas tres décadas, como poner el foco en una de las causas que, a mi juicio, más han contribuido a que ese mecanismo de conversión haya tenido un éxito notable. Me estoy refiriendo al grave detrimento que la gran mayoría de los catalanes sufrieron al iniciarse la transición en uno de sus derechos civiles básicos: el sufragio pasivo.
 
Ya señaló Carl Schmitt, filósofo de cabecera de Francesc Homs, que estos derechos de participación política «no son para extranjeros, porque entonces cesaría la unidad y comunidad política y desaparecería la posibilidad de distinguir entre amigos y enemigos», y es común en las Constituciones reservarlos a los ciudadanos del Estado; pero el nacionalismo ha enriquecido esta doctrina ampliando en su provecho el alcance del término «extranjero».
 
Conviene recordar que cuando se abrió el juego al debate político público, tras el tiempo de silencio de la Dictadura, el porcentaje de catalanes que hablaban con normalidad catalán no superaba el 20% de la población. Y si a ello se sumase el requisito de dominar la lengua catalana con la competencia que se le debe exigir a un representante político, el porcentaje de ciudadanos que entrarían dentro de este sufragio pasivo «censitario» sería muy inferior al apuntado.
 
Si en tiempos de la Dictadura el activismo político había aglutinado el antifranquismo y el nacionalismo (de modo que era perfectamente posible hacer política en castellano para reclamar, por ejemplo, el derecho de los catalanohablantes a recibir educación en su lengua materna), desaparecido el primer elemento, el nacionalismo pasó a ser la única argamasa. Los nacionalistas institucionalizaron la barrera social de la lengua y sus circunstancias, mientras que los catalanistas de izquierda renunciaron a eliminar esa barrera y en su lugar optaron por fomentar la ingeniería social encaminada a ayudar a saltarla a los millones de catalanes que habían quedado al otro lado del muro (sobre este proceso, sígase el debate entre Félix Ovejero y Albert Branchadell).
 
Así, de un plumazo, el catalanismo dejó fuera de juego a la competencia. Aproximadamente un 85% de los ciudadanos de Cataluña vieron cómo se les hurtaban derechos básicos en aras de la construcción nacional. La mayoría empezó a aprender a ser silenciosa en el inicio de la transición, al aceptar como algo natural que su incompetencia en catalán los convertía en ciudadanos no aptos para el liderazgo político (la tropa era otra cosa, como demostró el PSC, siempre que asumiese que la generación de ideas, discurso y estrategia política no les correspondía a ellos). Gracias a ello, la minoría nacionalista pudo disfrutar de barra libre para fijar desde un principio las líneas maestras de lo que sería la política durante los siguientes treinta años. Incluso hoy, partidos como Ciudadanos o UPyD, comprometidos en derribar estas barreras, tienen enormes dificultades para escoger como cabezas de cartel a candidatos que no sean perfectamente bilingües.
 
En fin, dejamos para otro momento nuestra reflexión acerca de si la existencia de este requisito es legítima, pertinente o éticamente sostenible. Lo que me importa señalar aquí es, en primer lugar, que esa limitación al sufragio pasivo ha existido en Cataluña, en la práctica, en la forma de un efectivo techo de cristal, y en segundo lugar que esa barrera ha determinado el mapa político catalán, y en consecuencia la realidad de Cataluña, favoreciendo que los intereses soberanistas de quienes en 1978 eran una exigua minoría de catalanes acabaran siendo aclamados por 120 de los 135 parlamentarios catalanes el 30 de septiembre de 2005.
 

31 comentarios
  1. Miguel
    Miguel Dice:

    No puedo estar menos de acuerdo. Por señalar algunos puntos.
    – que el catalán lo hablaran el 15% o el 20% (dependiendo del párrafo) al inicio de la transición me parece increíble… Eso quiere decir que los mayores (hoy) de 40 años no tendrían hoy competencias en catalán porque ya habían ido a la escuela al terminar la dictadura.
    – identificar sufragio pasivo y activo es otro argumento que tampoco me convence. Existen, pues es su derecho, muchos partidos no nacionalistas que se presentan a las elecciones. Si la gente no les vota, ejerciendo el sufragio activo, será porqué no quieren, no porque no puedan presentarse a las elecciones… no existe requisito de catalanidad. Me parece muy aventurado decir todos los que carecían de competencias en catalán veían “como algo natural que su incompetencia en catalán los convertía en ciudadanos no aptos para el liderazgo político”. ¿de verdad?¿ usted cree que alguien puede creerse que una minoría impusiera a una mayoría un sentimiento de inferioridad? Tampoco es acertado decir que catalán=catalanoparlante.
    – la lengua propia de Cataluña es catalán (art. 6 de su citado Estatuto de Autonomía). El castellano es cooficial. Todo el mundo en Cataluña, que viva aquí habla las dos, o solo el castellano. Solo una inmensa minoría, solo el catalán. Cualquiera puede expresarse en cualquiera de las dos lenguas y no es discriminado ni señalado por ello. Es más, en la calle se oye mucho más el castellano que el catalán. Dejar entrever que haber potenciado el catalán es un error me parece grave.
    – siempre me ha costado entender porqué la gente no puede asumir que aquí se habla catalán y castellano. Hay mucha gente que usa el catalán, conociendo perfectamente el castellano. En consecuencia me parece evidente que si alguien se presenta a las elecciones en Cataluña sepa catalán, como alguien que se presente en Galicia sepa gallego… El plurilingüismo es una activo de España, no un pasivo. No es un estorbo, ni un mecanismo de separación; fue prohibida y perseguida… y parece que algunos se entristecen porque no haya desaparecido y tenga valor.
    – Aún así tuvimos un presidente, el hoy diputado Montilla, que siendo cordobés de nacimiento y con unas competencias en catalán discutibles fue presidente…. y nadie se rasgó las vestiduras.
    Así que, por favor, lo pide un catalán no independentista, ya está bien de señalar a los catalanes y creer que el catalán es un problema. O empezamos a potenciar lo que nos une o nos separarán.

  2. Esaú Alarcón
    Esaú Alarcón Dice:

    Discrepo respetuosamente con alguna de las afirmaciones que vierte el autor.
    En primer lugar, en contestación al primer comentario, parte de un error que demuestra una obvia educación en una escuela catalana: el término “lengua PROPIA” no se refiere a que la lengua vernácula sea la exclusivamente catalana, sino a que es la exclusiva del territorio catalán. Es un error ontológico e histórico, pues existen escritos en castellano en territorio de lo que hoy es Cataluña del siglo XII, más o menos al tiempo que aparecieron las Homilías de Orgañá, primer texto escrito en catalán. Eso significa, ni más ni menos, que el castellano es tan catalán como el catalán. Los constituyentes cometieron una patinada muy grande utilizando la palabra “propia”, tal y como alegaron diversos expertos filólogos en la época -Seco, v.g.- a los que no hicieron ni caso.
    En segundo lugar y a pesar de mi razonamiento anterior, sí que estoy de acuerdo con el comentario anterior en el sentido de que parece que el texto considera el catalán como el mal que ha generado este problema. No es así, a día de hoy. El problema de la lengua es institucional, no se encuentra en la calle. Y existe no por culpa exclusiva de los nacionalistas catalanes, sino precisamente por el sistema electoral que obligó al señor Aznar a pagar un peaje que ha resultado muy caro para los catalanes no nacionalistas -como el que esto escribe- en el año 96, para conseguir seducir al señor Pujol. De aquellos polvos, que dieron lugar a la actual ley de política lingüística, que ha convertido a las generaciones venideras en auténticos talibanes, vienen estos lodos.
    Pero eso no significa que el problema sea que la gente desde entonces hable más catalán y menos castellano. Eso es lo de menos. La lengua no es identitaria por mucho que les pese a muchos y los catalanes nos sentimos a gusto y orgullosos de conocer ambas lenguas. El problema es la APLICACIÓN que se le ha dado a esa lengua en las escuelas.
    Esa es mi opinión, como catalán, como padre y como profesor universitario, sometida a cualesquiera otra mejor fundada.
    Cordiales saludos,
    Esaú Alarcón

    • Pedro
      Pedro Dice:

      Totalmente de acuerdo en que le problema de la lengua es institucional. No pretendía decir otra cosa. De hecho digo durante la Dictadura había dos aglutinantes políticos: el antifranquismo y el catalanismo, y la política de oposición se hizo indistintamente en catalán y en castellano. En la calle no estaba ni está el problema (bueno, ahora un poquito sí, porque los supuestos partidarios de la cohesión se la han cargado en cuanto les ha interesado más otra opción, como en su día se desdijeron de todo su arsenal dialéctico a favor de la “lengua materna”). El problema estaba en las instituciones: los políticos que organizaron la Transición en Cataluña institucionalizaron la lengua como barrera social. Antes nunca lo había sido. En la calle ambas lenguas siguieron coexistiendo pacíficamente, pero la estrategia de monocultivo identitario (la lengua y sus circunstancias) es precisamente la clave de bóveda donde se sustenta toda la ingeniería social nacionalista.

    • Miguel
      Miguel Dice:

      Agradezco el apunte. Es bueno aprender cosas. No quiero tener una venda en los ojos… Simplemente quiero reiterar el hecho de que el catalán, como bien dice no es el problema. Es un activo, y siento que el autor en realidad crea, espero que por desconocimiento, que con el castellano uno no pueda desenvolver plenamente su vida en Cataluña.

    • Deus ex Machina
      Deus ex Machina Dice:

      También Alfonso X escribía en gallego-portugués y a nadie se le ocurre decir que el gallego es tan castellano como la lengua castellana

  3. Esaú Alarcón
    Esaú Alarcón Dice:

    Perdonen, olvidé aclarar que lo que no hizo el PP en su día es llevar al Constitucional esa ley, que con los criterios que maneja hoy el TC hubiera sido declarada inconstitucional. Así pues, si alguien cometió un hurto, fue el partido del gobierno, que se vendió por un plato de lentejas, como el personaje bíblico que dio lugar a mi nombre, precisamente…

  4. Pedro
    Pedro Dice:

    Gracias por su contenida respuesta. He escogido este blog para tratar de temas delicados como éste porque en otros foros de nuestra Comunidad (la de usted y la mía), resulta difícil tratarlos racionalmente, sin crispación y con templaza. Pero algú ho havia de dir, como dice aquél.
    Para empezar, el porcentaje no depende de los párrafos; si relee verá que en la segunda cifra se descuenta el porcentaje de aquellos que, siendo competentes, no lo eran suficientemente como para hacer de la lengua una herramienta profesional de comunicación, como es para los políticos. Quienes lideraban la política a finales de los setenta, tienen hoy algo más de 40 años, si no me equivoco, y es en esas fechas donde sitúo el hurto. El símbolo de la famosa Assemblea de Catalunya, que aglutinó todas las fuerzas políticas transversalmente, era precisamente la estelada…
    Con respecto al valor del plurilingüismo, eso es objeto de otro post. Pero le adelanto una opinión: resulta aventurado aceptar sin más sus bondades, sin analizar antes de qué tipo de plurilingüismo estamos hablando. Ser bilingüe es una suerte, en efecto, en la medida en que una segunda lengua te permite abrirte a una nueva comunidad de hablantes, pero es dudoso que sea una suerte necesitar dos lenguas para desenvolverte en el seno de una misma comunidad. De ser así, y como de lo bueno, cuanto más mejor, más afortunados seríamos si para vivir en nuestra comunidad necesitásemos no dos, sino, por ejemplo, cinco lenguas que sólo sirviesen para hablar dentro de los límites de nuestra comunidad. ¿Se imagina usted el caos? El resultado no sería una sociedad más abierta, sino más ensimismada, cerrada sobre su ombligo.

  5. Usuario
    Usuario Dice:

    No estoy muy de acuerdo en las tesis expuestas en este trabajo, que me parece que tienen bastante de aventurado. La lengua en Cataluña ha sido siempre algo bastante natural hasta que los políticos la han utilizado como instrumento de combate a fin de fijar los unos, nosotros, y los otros, ellos. En vez de servir para comunicar ideas o sentimientos,ñ se maneja para comunicar, por sí misma, diferencias, grupos, límites e incluso posiciones respecto de una concreta cuestión, dependiendo qué engua utilices en un momento dado.

  6. Esaú Alarcón
    Esaú Alarcón Dice:

    Muchas gracias por sus contestaciones Pedro. En realidad, Usted y yo hablamos el mismo idioma, lo que pasa es que Usted sitúa el hurto en los 70 y yo en el año 96, concretamente. De hecho, yo soy uno de esos que nació a mediados de los 70 y no me considero “hurtado”. Fui a una escuela subvencionada y la educación fue en catalán y castellano dependiendo de la voluntad de cada profesor. Sin imposiciones. Fíjese lo liberal que era mi escuela que, aún subsistiendo gracias a la Generalitat, nos llevaron en fin de curso a Madrid y, más aún, visitamos el Valle de los Caídos. Esto, del 96 en adelante, sonaría a risa y a tardofranquista y creo que es una pequeña muestra de dónde hemos de situar el nudo gordiano del problema.
    Con esto no quiero decir que los constituyentes no tengan gran parte de la culpa -en la lengua, como en tantas otras cosas-, pero “la cosa” se agravó mucho con la normalización lingüística del 96.
    Respecto del asunto de las bondades del bilingüismo, es un tema de la lingüística apasionante. No dudo de que el multilingüismo mal llevado es negativo. En XL Semanal de hace una semana podrá encontrar una exposición de Juan Manuel de Prada a la que me adscribo totalmente. Ahora bien, en referencia a dos lenguas tan hermanadas, con idéntico origen, como la catalana y la castellana, creo que el cerebro humano de cualquier homo sapiens medio sería capaz de conseguir una educación sin imposiciones totalmente fluida en ambos idiomas y nuevamente vuelvo a mi colegio, clara muestra de ello.
    En fin, muchas gracias a los editores por dejarme participar en estos temas tan interesantes. Cordialmente. Esaú

    • Pedro
      Pedro Dice:

      También en lo del hurto hablamos el mismo idioma, Esaú. Al remontarlo a los inicios de la transición señalo el inicio del proceso, no el momento en que “se consumó el hurto”, por decirlo así. Llevas razón en que después hubo otras fechas clave. El momento que señalas se sitúa entre dos leyes de política lingüística clave, la del 1983, que si bien estipulaba que una enseñanza en para todos los niveles, reconocía todavía el derecho a escolarizarse en castellano en su la enseñanza, y la del 1998, que eliminó ya esta posibilidad al extender la inmersión e incluir sanciones por el no uso del catalán. Esto es en esencia lo que después recogerá el célebre Nou Estatut. Y ciertamente el PP no sólo no impugnó esta ley de 1998 ante el TC, sino que presionó al Defensor del Pueblo para que evitase hacer lo propio.
      Pero insisto, en 1978 el porcentaje de población capaz de hacer política en catalán era mínimo en Cataluña, y estos pocos ocuparon buena parte del terreno. Planteamientos catalanistas o soberanistas que eran absolutamente minoritarios en la población hasta hace poco eran ya mayoritarios en la clase política desde los inicios de la transición. Y este filtro es una de las claves (hay muchas otras) que posibilitaron que más tarde pudiesen tirarse adelante leyes como las descritas, tan contrarias a la realidad catalana.

  7. Pedro Gómez Carrizo
    Pedro Gómez Carrizo Dice:

    Miguel, me alegro de que no quiera tener una venda en los ojos…
    Eso, en teoría, debería de ayudarla a aceptar la evidencia de que todavía hoy, pero sobre todo en el momento en el que estoy hablando (inicios de la transición), cualquier semejanza entre la composición del Parlament y una muestra representativa de la población es pura coincidencia.
    Si desea datos consulte los estudios estadísticos del profesor José Vicente Rodríguez Mora.
    Y desconocimiento del asunto no es exactamente lo que tengo. Además de haber sido profesor (de catalán y castellano, por cierto), soy propietario de una editorial en Catalunya, tengo una hija escolarizada en la comunidad, estuve dos décadas militando en el PSC y tocando de cerca las políticas lingüísticas, mi mujer ha trabajado durante diez años en el Servei de Normalització y para acabar fui presidente de la asociación Enmienda 6.1., que en un mes reunió cerca de cien mil votos en contra de la política lingüistica de la Generalitat, y tuve oportunidad de leer los inmumerables casos de exclusión que nos contaban los votantes en sus mails.

    • Miguel
      Miguel Dice:

      Desde luego me deja usted anonadado. Mi experiencia, que ni si quiera se acerca un poquito a la suya, es totalmente distinta, lo cual me hace pensar que debemos vivir en lugares distintos… En Cataluña vive MUCHÍSIMA gente que no tiene competencia alguna en catalán… y no pasa nada. Muchos llevan décadas viviendo aquí y nadie se los ha comido ni les señala.
      He leído otras respuestas y la única conclusión que puedo sacar es que lo raro es que el fenómeno independentista no se haya producido antes. Defender que el catalán es un freno, un límite, prácticamente “una desgracia” para los catalanes carece de sentido.
      Con el castellano se puede ir a todas partes en Cataluña, con el catalán mucha gente no te entenderá. Al final da la sensación que España y muchos españoles tienen un complejo frente a quienes, además de su propia lengua, tienen otra. Un lástima

  8. Manu Oquendo
    Manu Oquendo Dice:

    La historia no debe olvidarse.
    Tarraco (la pequeña provincia romana resultado de la división provincial del siglo II DC junto a Gallaetia, Cartago Nova y Bética) fue invadida el año 409 por los godos Alanos que bajando desde Occitania Gala exterminaron a toda la población de la Tarraconensis quedándose con sus joyas –Ampurias y Tarraco– y todo lo que pudieron pillar. Sin nativos, naturalmente.
    Este hecho tiende a disimularse por los historiadores españoles –por no molestar al nacionalismo que es mafiosillo y torvo– pero consta en la obra de Oliveira Martins de amplia circulación y numerosas ediciones en España y otros países desde su aparición el siglo XIX, en 1864 concretamente.
    El origen del término “Catalanes” proviene de aquel momento (“Goth-Aulanii”) como se deduce etimológicamente sin necesidad de falsear nada ni inventarse fonemas a contrapié.
    Es decir, la reivindicación de la independencia instigada por los nacionalistas de hoy proviene de un derecho de conquista y del exterminio de los nativos.
    Fue al final del imperio romano en Hispania.
    Con estos antecedentes se entiende el recurso al mal ejemplo de Quebec donde unos conquistadores francófonos pisotean los legítimos derechos de los Nativos (los indios Cree –que acaban de darse cuenta del choriceo) y se establecen como si no hubiera pasado nada. Los ingleses, que habían hecho lo propio aceptan.
    Pero es que aquí, los indios Cree somos nosotros-nosaltres-gu-nos.
    Y afortunadamente votamos, sabemos leer, leemos, entendemos lo que leemos y tenemos memoria.
    No somos vengativos porque se cita el pecado y se perdona al pecador pero no nos gusta que nos vendan cuentas de vidrio, un arte que iniciamos nosotros mismos.
    Sobre el abuso lingüístico identitario ¿qué decir?
    Datos de La Generalitat (IDESCAT) que se harta de contar “hablantes”, y el tipo de sus fonemas dividido en los “nuestros” y “los nativos”.
    Helos aquí por lengua del hogar según el recuento del 2008 que es el que tengo. Se trata de mayores de 14 años (15 y más) los que faltan son “otros idiomas” más de 700,000 emigrantes.
    Català………………….. 1.950.000 35,64%
    Castellà……………….. 3.389.000 54,99%
    Ambdues………………… 237.000 3,84%
    Es decir, en partes de España se aplican políticas de ingeniería social totalitarias con el efecto de que Cataluña, una de las regiones educativamente punteras en el pasado está hoy en la liga de Extremadura y Andalucía. A la cola.
    Probablemente porque imponer dos lenguas muy parecidas en el mismo espacio vital conduce al deterioro en ambas y daña especialmente a los desfavorecidos que carecen de libertad de elección y no pueden ser ayudados por sus padres.
    Esto tampoco tiene un pase en el siglo XXI. Es más: hemos retrocedido desde Roma.
    Firmado: Un nativo que no quiere que le pase lo que a los indios de Canadá.

  9. @ienterria
    @ienterria Dice:

    Soy masoquista, masoquista por leer entero este lamentable artículo, masoquista por tomarme la molestia de comentarlo, pero recojo el guante del CM de @hayderecho
    Sinceramente, hiede leer cómo el autor categoriza a los ciudadanos de Catalunya en “colectivos” y se inventa “el de los catalanistas”, como si éste existiese realmente y sus inexistentes miembros tuviesen alguna particularidad para ser diferenciados del resto de ciudadanos. Pero lo más llamativo es que, según el autor, es un colectivo minoritario que, graciosamente, parece ostentar todo el poder en Catalunya. Para el autor no hay ciudadanos libres, no hay ciudadanos instruidos, los ciudadanos somos meras marionetas al servicio de aquél colectivo que, mediante un oscuro proceso de ingeniería social el cual hemos sido incapaz de intuir, nos ha convertido en un rebaño a su servicio; y así, elección tras elección, votamos equivocadamente, porque pensamos equivocadamente y, en una especie de síndrome de Estocolmo, seguimos votando (uno se pregunta ya si democrática y libremente) a favor de determinadas políticas.
    Todo este hilarante discurso se nutre de afirmaciones sin ningún tipo de justificación, con el pobre argumento, con la típica falacia discursiva, de dar por ciertas cosas que no lo son ¿Cuáles son esas medidas de discriminación positiva que, en Catalunya, benefician a un determinado colectivo por razón de nacimiento? ¿Qué datos acreditan que la movilidad social se ha reducido en Catalunya? ¿Por qué afirma que tras la dictadura solo un 20% de los catalanes hablaba con normalidad catalán, si los datos estadísticos- por ejemplo http://t.co/3h1FE4Wb3z- lo desmienten? ¿Qué norma exige “el requisito de dominar la lengua catalana” a un representante político? ¿Cómo puede afirmar que un 85% de los ciudadanos de Catalunya no tenían ninguna competencia para dominar el catalán? ¿Acaso piensa que el 85% de los catalanes eran analfabetos funcionales incapaces de dominar una lengua tan semejante al español como el catalán?
    En fin, mentira tras mentira para argüir un discurso palmariamente falso. Solo hace falta escuchar representantes de los ciudadanos, actuales y pasados, en cualquier ayuntamiento, consejo comarcal, en el parlament… para ver cómo se utiliza, por quién así lo desea, indistintamente cualquiera de las lenguas oficiales y cuál es la lengua que nuestros representantes tienen mejor dominio. Precisamente no sería el catalán la lengua que saldría favorecida de esa comparación. Para los ajenos a la política catalana, ponerles como ejemplo al ex presidente de la Generalitat Sr Montilla o a la actual presidenta del Parlament, Sra de Gispert, y su más que justo dominio oral de la lengua catalana; cualquier ciudadano de Catalunya con ir al pleno municipal de su ayuntamiento lo podrá comprobar.
    Claro que el autor no engaña, la patita de lobo se le ve y aparece casi al final cuando dice que hoy en día, en el año 2013, existen dificultades para escoger candidatos que no sean perfectamente bilingües, como si ese bilingüismo no fuese algo positivo, sino algo negativo y ajeno a la sociedad catalana. ¿En qué lugar del mundo se ha visto que un representante político deba dominar las lenguas oficiales del territorio dónde es elegido? Parece ser que solo en Catalunya.
    Finalmente, es de juzgado de guardia la falsa conclusión del artículo, pero es corolario lógico ya que se forja en la falsa premisa de la limitación del sufragio pasivo: ese límite ha afectado al sufragio activo de forma que los catalanes nos hemos visto inevitablemente empujados a votar determinadas opciones políticas al no disponer de un referente propio, como si las opciones políticas fuesen exclusivamente lingüísticas. En fin, qué se puede esperar de un pensamiento tan conservador como el del autor, que pretende que la sociedad catalana sea una única y determinada para los siglos de los siglos y no cambie jamás, como si los ciudadanos de hoy tuviésemos que seguir pensando como lo hacían nuestros padres o nuestros abuelos el año 1978.
    La verdad es que es una pena que un blog jurídico se dé pie a artículos que son mera propaganda de las ideas de un partido político determinado, el que forma parte el autor.

    • Pedro
      Pedro Dice:

      Señor Ienterría, no se enfade usted tanto conmigo (y de paso, si le ofenden como dice las falacias argumentativas, pruebe a evitar el uso de la falacia ad hominem).
      Lo puede usted vestir como desee, pero el conocimiento del catalán ha actuado como un efectivo techo de cristal a la hora de filtrar a los representantes políticos. Y me refiero a los que han creado el discurso y marcado las líneas básicas de la estrategia política durante todos estos años. Ya digo en el post que la “tropa” era otra cosa.
      Cuando Montilla empezó a ser algo en política, para el tema que nos ocupa, ya estaba todo dat i beneit. Nadie con capacidad para tener ideas ha estado fuera de la órbita del catalanismo hasta hace dos días. Montilla fue simplemente un señor que supo gestionar bien, precisamente, sus silencios.
      Sobre la inexistente política de ingeniería social que me hace imaginar su natural paranoico, le transcribo simplemente unos párrafos de la guía de catalanización redactada por CiU en 1990:
      «Solo avanzan los pueblos jóvenes. Es necesario concienciar a nuestro pueblo de la necesidad de tener más hijos para garantizar nuestra personalidad colectiva»
      «Potenciación del modelo familiar que garantice la sustitución biológica» (sic).
      «Incidir en todos los medios de comunicación a través de personas con influencia social»
      «Impulsar el sentimiento nacional de los profesores, padres y estudiantes» «Elaborar un plan de formación permanente y de reciclaje del profesorado que tenga en cuenta los intereses nacionales»
      «Reorganizar el cuerpo de inspectores de forma y modo que vigilen el correcto cumplimiento de la normativa sobre la catalanización de la enseñanza. Vigilar de cerca la elección de este personal»
      «Incidir en las asociaciones de padres, aportando gente y dirigentes que tengan criterios nacionalistas»
      «Velar por la composición de los tribunales de oposición»
      «Estimular el sentimiento nacional catalán de los estudiantes y profesores de la universidad»
      «Potenciar a personalidades de ideología nacionalista en los órganos rectores de las universidades»
      «En los medios de comunicación dependientes de la Generalitat, establecer líneas de pensamiento que contribuyan a un estado de opinión nacionalista»
      «Crear un código de comunicación. Crear una agencia de noticias catalana de espíritu nacionalista»
      «Introducir a gente nacionalista de elevada profesionalidad en todos los lugares claves de los medios de comunicación»
      Etcétera, no quiero abusar de su masoquismo, Sr. Ienterría

    • Pedro
      Pedro Dice:

      …perdón, en la respuesta anterior (que aquí aparece abajo) quería decir “mi” (no “su”) natural paranoico, no vaya a pensar el Sr. Ienterría que quiero faltarle al respeto.

  10. Jaime de Nicolás
    Jaime de Nicolás Dice:

    Tema éste de la lengua y los pueblos que siempre levanta ronchas, a veces demasiado emocionales, como puede verse en algún comentario anterior (lo cual no refuerza, sino que disminuye, su poder de convicción). Durante muchos años ha habido muchos temas que han sido tabú, y que están dejando de serlo: el rey y su comportamiento, la cuestión real de una independencia de una CA,, pero también las posibles comportamientos muy antidemocráticos de los nacionalismos. Tabúes fuera, sí, pero todos. Vamos a hablar de todo, y si la imagen que nos refleja el espejo de nosotros mismos no es muy buena pues… lo sentimos mucho, pero ya no hay líneas rojas para nadie.
    Y ello no solamente en Cataluña, la sociedad vasca – parte de ella, siempre es parte, nunca es todo el mundo- tiene mucho pero que mucho que reflexionar sobre su comportamiento durante los terribles años del terrorismo vasco. Y el conjunto de España también.

  11. Elisa de la Nuez Sánchez-Cascado
    Elisa de la Nuez Sánchez-Cascado Dice:

    Claramente, con independencia de cual sea la causa histórica y los responsables últimos está claro que la situación que comenta el post perjudica la igualdad política que predica la Constitución como fundamento del Estado democrático de Derecho, igualdad que no se limita a la condición de elector, sino también se predica del elegible. ¿Se imaginan ustedes que pidiéramos un inglés perfecto para ser parlamentario español o ya puestos, europarlamentarios? Porque desde luego en Cataluña te entienden en español, pero en Bruselas o en las cumbres internacionales no suelen hablarlo. Está claro que mucha gente no se iba a poder presentar. En fin, en este tiempo de final de régimen, cabe preguntarse como ante tantas otras cuestiones que se daban por sentado hace unos años o unos meses: Qui prodest?

  12. claudio
    claudio Dice:

    Los planteamientos de Mas son los de cualquier nacionalista de cualquier nación, por lo que a un servidor no le sorprenden como a tantos otros, que parece que acaben de descubrir el nacionalismo ahora.
    Lo que sí me chocan son los razonamientos según los cuales eso es algo propio de algunos partidos catalanes, vascos, escoceses, etc, cuando no hay duda de que también hay un nacionalismo francés o inglés (para muchos estudiosos del tema, éste fue el primero), y, de ahí, se habla o escribe con la pretensión de que hay naciones sin nacionalismo. Parece ser que España sería una de ellas. Y, además, se supone que ello sería bueno.
    Tales planteamientos ‘cosmopolitas’ parten de una interpretación según la cual, la nación sería una etapa superada de la historia de la humanidad. De esto, parecen ser conscientes únicamente algunos europeos, pero se confía en que todo llegará. Puestos a hablar de olvidos, este planteamiento olvida que fue en el espacio de la nación en el que nacieron y desarrollaron todos los valores y principios que nos rigen actualmente. Y tampoco parecen explicar muy claramente cómo se mantendrían fuera de ella. El funcionamiento de la UE tal vez debería ser suficiente luz de alarma.
    Desde ese planteamiento, la nación española se encuentra débil en el debate de ideas frente a los nacionalismos que la desafían. Resulta difícil convencer a alguien de que no abandone un club cuando se parte de la idea de que, en el fondo, pertenecer a uno es una tontería. Y flaco favor hacen los que así enfocan el debate a los que desde Cataluña intentan razonar contra el nacionalismo catalán.
    Por último, Carl Schmitt es el filósofo, consciente o inconsciente, de todo gobernante. De ahí su gran interés. Precisamente, lo que se está debatiendo ahora en Cataluña, tanto a nivel general como en casos concretos, es quién es el soberano. Por ello, se quedan en la superficie los debates, por ejemplo, sobre el catalán, que hablan de utilidad, porcentajes de población o méritos educativos. El primer objetivo del gobierno catalán, en este tema como en todos los demás, es demostrar que en Cataluña se aplica el idioma que el gobierno autonómico decida. Como bien sabía Schmitt, soberano es, finalmente, el que puede declarar el estado de excepción. Mas lo tiene muy claro. Esperemos que Rajoy, y todos los españoles no nacionalistas, también.

    • Pedro Gómez Carrizo
      Pedro Gómez Carrizo Dice:

      No tengo claro si la suya, Sr. Claudio, es una respuesta a mi post o alguna otra de las intervenciones. En cualquier caso, coincido en mucho de lo que dice, salvo en lo que dice que digo y no digo.
      Particularmente atinada me parece su observación de que “resulta difícil convencer a alguien de que no abandone un club cuando se parte de la idea de que, en el fondo, pertenecer a uno es una tontería”. Para nada considero que la nación sea una etapa superada de la humanidad. Pero existen muchos tipos de nacionalismo, y le ruego que se ponga usted en el lugar de quienes hemos tenido que sufrir políticas como las que revelan los puntos del documento de “recatalanización” de CiU citados en mi anterior respuesta, y sea comprensivo con nosotros si a veces criticamos el nacionalismo sin matizar a cada momento de qué tipo de nacionalismo estamos hablando.
      También estoy de acuerdo en que el debate que importa ahora es sobre soberanía, pero en lo que me temo que no ha reparado usted lo suficiente es en el vínculo estrechísimo que une la petición de soberanía con los asuntos que usted tilda de superficiales.
      Por el contrario, las políticas identitarias están extraordinariamente relacionadas con el meollo de la cuestión del soberanismo. Le recuerdo que Hannah Arendt describió tres pasos en el camino hacia el totalitarismo:
      1. El primer paso se da cuando se permite que la identidad colectiva del “pueblo”
      prevalezca sobre la libertad del individuo. Este paso se ha dado ya en Cataluña, donde
      las políticas de cohesión social han tenido como fin la creación de una “nación catalana” religada en torno a una lengua y una cultura únicas.
      2. El segundo paso se da cuando a un “pueblo” definido de una manera concreta se le
      reconocen unos derechos “históricos” en exclusiva sobre un territorio determinado. El
      resto de personas quedan excluidas de esa relación privilegiada con el territorio donde
      viven, pues tienen identidades o sentimientos de pertenencia “impropios”.
      3. El tercer paso se da cuando el “pueblo” religado y unido en torno a una identidad
      cerrada (primer paso) y constituido en nación con derechos en exclusiva sobre un
      territorio (segundo paso) reclama su derecho de autodeterminación, que no es otra cosa
      que la voluntad de secesión de un “pueblo” para hacer coincidir “nación” (comunidad
      identitaria de unos cuantos) y Estado (organización política de todos).
      De eso va la soberanía.

  13. Luis Villameriel
    Luis Villameriel Dice:

    Espero que se me permita un apunte literario en este blog tan jurídico. Dicen que para entender el siglo XIX español lo mejor es leer a Pérez Galdós, y que para entender la Francia de la restauración nada como leer “Rojo y Negro”. Los buenos novelistas retratan su época mucho mejor que los políticos.
    En relación con este post sobre Cataluña, los catalanes y el catalán, recomiendo vivamente leer (o releer) la estupenda novela “Últimas tardes con Teresa” de Marsé. Ahí está todo, escrito con una sabia mezcla de nostalgia y de ironía: la Barcelona de los años cincuenta, el “xarnego” que arriba a Cataluña huyendo del hambre de Andalucía, el deseo de “convertirse en catalán” del protagonista, un inmigrante nacido en Ronda y enamorado de Teresa, la hija de los propietarios del país, que saben hablar en catalán y que poseen las fábricas y las torres de veraneo en la Costa Brava.
    Una buena novela que induce (me induce) a una reflexión: el daño que nos hizo la Dictadura 1939-75, tiempo en el que se desarrolla la ficción narrativa, las décadas perdidas para la cohesión social y la convivencia entre lenguas que luego hemos tenido que recuperar con tantas dificultades.

  14. @ienterria
    @ienterria Dice:

    Continuo con el masoquismo.
    Falacias ad hominem? Sólo entiendo y cito que su militancia política explica su relato, o su relato explica su militancia política, tanto monta.
    En cualquier caso, en su respuesta sigue sin aportar datos más allá que -sin citar la fuente- copiar y pegar el programa de CIU, lo cual, en ningún modo, explica, ni justifica, su máxima: el hurto del sufragio pasivo. Que no conteste a las preguntas que le formulo ya lo entiendo, eran preguntas retóricas, no podían encontrar respuesta de quién no quiere que le sean formuladas.
    Reitero, vd considera a la sociedad catalana una sociedad sumisa, sometida a una minoría, a la que vota, aún contra sus propios intereses. Claro, para eso está vd, sus artículos y su partido, para abrirnos los ojos a la verdad que se nos esconde y que vd conoce. No realizaré ninguna mención a los resultados políticos de ese partido, para ver qué predicación tiene ese discurso en Catalunya, para no caer en una posible falacia, pero sería importante que los lectores se informasen; claro está, que un malpensado creerá, cayendo en una nueva falacia lógica, que esos resultados son fruto de aquel hurto.
    Pero es que no, de ninguna de las maneras, nadie, nunca, ha visto cercenado su derecho a votar a quién ha considerado oportuno, porque los electores o los elegibles hablan uno u/y otro idioma. Es tan increíble el argumento: coincido con el programa político de x, pero como habla catalán, no pienso votarle porque no me siento representado.
    Y es que su artículo nace de una primera falacia: solo el 20% de los ciudadanos catalanes hablaba con normalidad catalán. De ese inexacto, falso, dato, construye su falso, inexacto, discurso. Combatir falsedades es absurdo, se convierte en una exigencia de prueba diabólica, porque es quién argumenta que las cosas no se producen según el orden lógico y natural de las mismas (que los ciudadanos votan libremente en una democracia) quién tiene el deber y la exigencia de probar y acreditar, más allá de su parcial y subjetiva opinión, que esa normalidad no se produce. Claro está, que si se quiere concluir que no existe ni libertad, ni democracia en Catalunya, ya todo vale.

    • claudio
      claudio Dice:

      Los planteamientos de Mas son los de cualquier nacionalista de cualquier nación, por lo que a un servidor no le sorprenden como a tantos otros, que parece que acaben de descubrir el nacionalismo ahora.
      Lo que sí me chocan son los razonamientos según los cuales eso es algo propio de algunos partidos catalanes, vascos, escoceses, etc, cuando no hay duda de que también hay un nacionalismo francés o inglés (para muchos estudiosos del tema, éste fue el primero), y, de ahí, se habla o escribe con la pretensión de que hay naciones sin nacionalismo. Parece ser que España sería una de ellas. Y, además, se supone que ello sería bueno.
      Tales planteamientos ‘cosmopolitas’ parten de una interpretación según la cual, la nación sería una etapa superada de la historia de la humanidad. De esto, parecen ser conscientes únicamente algunos europeos, pero se confía en que todo llegará. Puestos a hablar de olvidos, este planteamiento olvida que fue en el espacio de la nación en el que nacieron y desarrollaron todos los valores y principios que nos rigen actualmente. Y tampoco parecen explicar muy claramente cómo se mantendrían fuera de ella. El funcionamiento de la UE tal vez debería ser suficiente luz de alarma.
      Desde ese planteamiento, la nación española se encuentra débil en el debate de ideas frente a los nacionalismos que la desafían. Resulta difícil convencer a alguien de que no abandone un club cuando se parte de la idea de que, en el fondo, pertenecer a uno es una tontería. Y flaco favor hacen los que así enfocan el debate a los que desde Cataluña intentan razonar contra el nacionalismo catalán.
      Por último, Carl Schmitt es el filósofo, consciente o inconsciente, de todo gobernante. De ahí su gran interés. Precisamente, lo que se está debatiendo ahora en Cataluña, tanto a nivel general como en casos concretos, es quién es el soberano. Por ello, se quedan en la superficie los debates, por ejemplo, sobre el catalán, que hablan de utilidad, porcentajes de población o méritos educativos. El primer objetivo del gobierno catalán, en este tema como en todos los demás, es demostrar que en Cataluña se aplica el idioma que el gobierno autonómico decida. Como bien sabía Schmitt, soberano es, finalmente, el que puede declarar el estado de excepción. Mas lo tiene muy claro. Esperemos que Rajoy, y todos los españoles no nacionalistas, también.

    • Miguel
      Miguel Dice:

      Desde luego me deja usted anonadado. Mi experiencia, que ni si quiera se acerca un poquito a la suya, es totalmente distinta, lo cual me hace pensar que debemos vivir en lugares distintos… En Cataluña vive MUCHÍSIMA gente que no tiene competencia alguna en catalán… y no pasa nada. Muchos llevan décadas viviendo aquí y nadie se los ha comido ni les señala.
      He leído otras respuestas y la única conclusión que puedo sacar es que lo raro es que el fenómeno independentista no se haya producido antes. Defender que el catalán es un freno, un límite, prácticamente “una desgracia” para los catalanes carece de sentido.
      Con el castellano se puede ir a todas partes en Cataluña, con el catalán mucha gente no te entenderá. Al final da la sensación que España y muchos españoles tienen un complejo frente a quienes, además de su propia lengua, tienen otra. Un lástima

    • Luis Villameriel
      Luis Villameriel Dice:

      Espero que se me permita un apunte literario en este blog tan jurídico. Dicen que para entender el siglo XIX español lo mejor es leer a Pérez Galdós, y que para entender la Francia de la restauración nada como leer “Rojo y Negro”. Los buenos novelistas retratan su época mucho mejor que los políticos.
      En relación con este post sobre Cataluña, los catalanes y el catalán, recomiendo vivamente leer (o releer) la estupenda novela “Últimas tardes con Teresa” de Marsé. Ahí está todo, escrito con una sabia mezcla de nostalgia y de ironía: la Barcelona de los años cincuenta, el “xarnego” que arriba a Cataluña huyendo del hambre de Andalucía, el deseo de “convertirse en catalán” del protagonista, un inmigrante nacido en Ronda y enamorado de Teresa, la hija de los propietarios del país, que saben hablar en catalán y que poseen las fábricas y las torres de veraneo en la Costa Brava.
      Una buena novela que induce (me induce) a una reflexión: el daño que nos hizo la Dictadura 1939-75, tiempo en el que se desarrolla la ficción narrativa, las décadas perdidas para la cohesión social y la convivencia entre lenguas que luego hemos tenido que recuperar con tantas dificultades.

    • Deus ex Machina
      Deus ex Machina Dice:

      También Alfonso X escribía en gallego-portugués y a nadie se le ocurre decir que el gallego es tan castellano como la lengua castellana

    • Pedro Gómez Carrizo
      Pedro Gómez Carrizo Dice:

      No tengo claro si la suya, Sr. Claudio, es una respuesta a mi post o alguna otra de las intervenciones. En cualquier caso, coincido en mucho de lo que dice, salvo en lo que dice que digo y no digo.
      Particularmente atinada me parece su observación de que “resulta difícil convencer a alguien de que no abandone un club cuando se parte de la idea de que, en el fondo, pertenecer a uno es una tontería”. Para nada considero que la nación sea una etapa superada de la humanidad. Pero existen muchos tipos de nacionalismo, y le ruego que se ponga usted en el lugar de quienes hemos tenido que sufrir políticas como las que revelan los puntos del documento de “recatalanización” de CiU citados en mi anterior respuesta, y sea comprensivo con nosotros si a veces criticamos el nacionalismo sin matizar a cada momento de qué tipo de nacionalismo estamos hablando.
      También estoy de acuerdo en que el debate que importa ahora es sobre soberanía, pero en lo que me temo que no ha reparado usted lo suficiente es en el vínculo estrechísimo que une la petición de soberanía con los asuntos que usted tilda de superficiales.
      Por el contrario, las políticas identitarias están extraordinariamente relacionadas con el meollo de la cuestión del soberanismo. Le recuerdo que Hannah Arendt describió tres pasos en el camino hacia el totalitarismo:
      1. El primer paso se da cuando se permite que la identidad colectiva del “pueblo”
      prevalezca sobre la libertad del individuo. Este paso se ha dado ya en Cataluña, donde
      las políticas de cohesión social han tenido como fin la creación de una “nación catalana” religada en torno a una lengua y una cultura únicas.
      2. El segundo paso se da cuando a un “pueblo” definido de una manera concreta se le
      reconocen unos derechos “históricos” en exclusiva sobre un territorio determinado. El
      resto de personas quedan excluidas de esa relación privilegiada con el territorio donde
      viven, pues tienen identidades o sentimientos de pertenencia “impropios”.
      3. El tercer paso se da cuando el “pueblo” religado y unido en torno a una identidad
      cerrada (primer paso) y constituido en nación con derechos en exclusiva sobre un
      territorio (segundo paso) reclama su derecho de autodeterminación, que no es otra cosa
      que la voluntad de secesión de un “pueblo” para hacer coincidir “nación” (comunidad
      identitaria de unos cuantos) y Estado (organización política de todos).
      De eso va la soberanía.

    • '@ienterria
      '@ienterria Dice:

      Continuo con el masoquismo.
      Falacias ad hominem? Sólo entiendo y cito que su militancia política explica su relato, o su relato explica su militancia política, tanto monta.
      En cualquier caso, en su respuesta sigue sin aportar datos más allá que -sin citar la fuente- copiar y pegar el programa de CIU, lo cual, en ningún modo, explica, ni justifica, su máxima: el hurto del sufragio pasivo. Que no conteste a las preguntas que le formulo ya lo entiendo, eran preguntas retóricas, no podían encontrar respuesta de quién no quiere que le sean formuladas.
      Reitero, vd considera a la sociedad catalana una sociedad sumisa, sometida a una minoría, a la que vota, aún contra sus propios intereses. Claro, para eso está vd, sus artículos y su partido, para abrirnos los ojos a la verdad que se nos esconde y que vd conoce. No realizaré ninguna mención a los resultados políticos de ese partido, para ver qué predicación tiene ese discurso en Catalunya, para no caer en una posible falacia, pero sería importante que los lectores se informasen; claro está, que un malpensado creerá, cayendo en una nueva falacia lógica, que esos resultados son fruto de aquel hurto.
      Pero es que no, de ninguna de las maneras, nadie, nunca, ha visto cercenado su derecho a votar a quién ha considerado oportuno, porque los electores o los elegibles hablan uno u/y otro idioma. Es tan increíble el argumento: coincido con el programa político de x, pero como habla catalán, no pienso votarle porque no me siento representado.
      Y es que su artículo nace de una primera falacia: solo el 20% de los ciudadanos catalanes hablaba con normalidad catalán. De ese inexacto, falso, dato, construye su falso, inexacto, discurso. Combatir falsedades es absurdo, se convierte en una exigencia de prueba diabólica, porque es quién argumenta que las cosas no se producen según el orden lógico y natural de las mismas (que los ciudadanos votan libremente en una democracia) quién tiene el deber y la exigencia de probar y acreditar, más allá de su parcial y subjetiva opinión, que esa normalidad no se produce. Claro está, que si se quiere concluir que no existe ni libertad, ni democracia en Catalunya, ya todo vale.

  15. Pedro Gómez Carrizo
    Pedro Gómez Carrizo Dice:

    Caramba señor Ienterría, veo que oculto tras su arroba sigue usted empecinado en la falacia ad hominem.
    Le daré satisfacción: sinceramente, no sé a qué partido se refiere usted, pues hace tres años que no milito en ninguno y con anterioridad lo hice en tres: fundamentalmente en el PSC-PSOE, donde estuve cerca de dos décadas, y luego quise conocer por dentro Ciutadans y UPyD. En el primero duré mes y medio y en el segundo creo que completé un trimestre. Así que ignoro cuál es el partido que su omnisciencia me asigna.
    Pero me cansa su animadversión, de veras. Yo no soy masoquista.
    Sobre el documento de CiU, ¿pone en duda su existencia? ¿resta importancia a esa gigantesca estrategia de manipulación social escrita negro sobre blanco? Puede consultar el extenso reportaje que le dedicó “El Periódico” el domingo 28 de octubre de 1990. Y si es de su interés, puedo ofrecerle planes de ingeniería social equivalentes de otros partidos, pues en esto de la recatalanización ha estado de acuerdo la práctica totalidad de la clase política catalana.
    Y es precisamente esa unanimidad lo que a usted le parece natural y a mí muy sospechosa. Y como una de las explicaciones, propongo humildemente el hurto del sufragio pasivo, que dicho en román paladino quiere decir que en el momento en que se establecieron las líneas maestras de la política catalanista, la lengua catalana, hablada a la sazón con solvencia por una minoría de la población, sirvió de selector social.
    El resultado fue que cualquier semejanza entre el retrato robot del político catalán y cualquier muestra representativa de la población catalana es mera coincidencia. Insisto: en el 1978 la estelada ya era el aglutinante de la Assemblea de Catalunya que aglutinaba casi al cien por cien de los políticos que luego tuvieron algo que decir en la transición.
    Repito: en 1978 los intereses soberanistas y los ideales independentistas eran escandalosamente marginales entre la población catalana y extraordinariamente mayoritarios entre los que pronto serían sus representantes políticos. Los que vinieron después se subieron a un carro ya en marcha, sin capacidad ni voluntad para variar la marcha.
    Recuerdo una respuesta de Pepe Zaragoza, político de rabiosa actualidad, cuando le pregunté por qué ningún socialista se sentía libre para hablar en su lengua, el castellano, en el Parlament, siendo la lengua de la inmensa mayoría de nuestros representados.
    Me contestó que hablaban catalán precisamente haciendo uso de su libertad de elección. A mí me pareció muy sospechoso que todos y cada uno de los diputados socialistas hubieran escogido ejercer su libertad en el mismo sentido… Yo lo atribuí en su día a un caso de libro de disonancia cognitiva. Pero debe de ser porque soy muy mal pensado, seguro que usted, señor Ienterría, opina como Zaragoza.

  16. Pedro Gómez Carrizo
    Pedro Gómez Carrizo Dice:

    Caramba señor Ienterría, veo que oculto tras su arroba sigue usted empecinado en la falacia ad hominem.
    Le daré satisfacción: sinceramente, no sé a qué partido se refiere usted, pues hace tres años que no milito en ninguno y con anterioridad lo hice en tres: fundamentalmente en el PSC-PSOE, donde estuve cerca de dos décadas, y luego quise conocer por dentro Ciutadans y UPyD. En el primero duré mes y medio y en el segundo creo que completé un trimestre. Así que ignoro cuál es el partido que su omnisciencia me asigna.
    Pero me cansa su animadversión, de veras. Yo no soy masoquista.
    Sobre el documento de CiU, ¿pone en duda su existencia? ¿resta importancia a esa gigantesca estrategia de manipulación social escrita negro sobre blanco? Puede consultar el extenso reportaje que le dedicó “El Periódico” el domingo 28 de octubre de 1990. Y si es de su interés, puedo ofrecerle planes de ingeniería social equivalentes de otros partidos, pues en esto de la recatalanización ha estado de acuerdo la práctica totalidad de la clase política catalana.
    Y es precisamente esa unanimidad lo que a usted le parece natural y a mí muy sospechosa. Y como una de las explicaciones, propongo humildemente el hurto del sufragio pasivo, que dicho en román paladino quiere decir que en el momento en que se establecieron las líneas maestras de la política catalanista, la lengua catalana, hablada a la sazón con solvencia por una minoría de la población, sirvió de selector social.
    El resultado fue que cualquier semejanza entre el retrato robot del político catalán y cualquier muestra representativa de la población catalana es mera coincidencia. Insisto: en el 1978 la estelada ya era el aglutinante de la Assemblea de Catalunya que aglutinaba casi al cien por cien de los políticos que luego tuvieron algo que decir en la transición.
    Repito: en 1978 los intereses soberanistas y los ideales independentistas eran escandalosamente marginales entre la población catalana y extraordinariamente mayoritarios entre los que pronto serían sus representantes políticos. Los que vinieron después se subieron a un carro ya en marcha, sin capacidad ni voluntad para variar la marcha.
    Recuerdo una respuesta de Pepe Zaragoza, político de rabiosa actualidad, cuando le pregunté por qué ningún socialista se sentía libre para hablar en su lengua, el castellano, en el Parlament, siendo la lengua de la inmensa mayoría de nuestros representados.
    Me contestó que hablaban catalán precisamente haciendo uso de su libertad de elección. A mí me pareció muy sospechoso que todos y cada uno de los diputados socialistas hubieran escogido ejercer su libertad en el mismo sentido… Yo lo atribuí en su día a un caso de libro de disonancia cognitiva. Pero debe de ser porque soy muy mal pensado, seguro que usted, señor Ienterría, opina como Zaragoza.

  17. Blas
    Blas Dice:

    Que poco han viajado Vds.!!! No hablaré de Suiza donde cualquier ciudadano es instruido en los diferentes idiomas de la Confederación y debe acreditar un dominio lingüístico sin exclusión ni excepción, y quienes aspiran a dedicarse a la noble tarea de representar a sus conciudadanos dominan con naturalidad la mayoría de ellos. O de Sudáfrica donde existen once idiomas oficiales aunque basta con la publicación de cualquier decreto legislativo en al menos dos de ellas para que sean de obligado cumplimiento sea en zulú, shutu o kosha asimilados al mismo rango que inglés o afrikáner o por ejemplo, en Singapur donde los idiomas oficiales son inglés, mandarín, malayo y tamil aunque éste último solo representa a menos del 7% de la población y donde conviven en todas las esferas de la vida pública con independencia de a qué grupo pertenezca el político ya que como en la mayoría de repúblicas avanzadas del mundo, lo que impera es el mestizaje. Solo en España se ignora y desdeña a las culturas e idiomas que no son el español, y con mentalidad imperial de la época de la limpieza de sangre se explica que su uso público en el Senado es un caos, como si fuera imprescindible negar la realidad de que uno de cada cuatro españoles vive en una tierra donde también se hablan otros idiomas y que el 70% de nuestro derecho se genera en Europa donde el maltés es idioma oficial aunque lo hablen solo 300.000 habitantes que son los mismos que L’hospitalet o la CCAA de la Rioja. Ahora que en barrios de Barcelona se habla en urdu, tamazigh o mandarín, es cuestión de generaciones que mal que les pese a los monolingües, el plurilingüismo se abre paso en todo el mundo.

    • Antonio
      Antonio Dice:

      Perdone usted, don Blas, pero no sé hasta qué punto el hecho de “estar viajado” le sirve para asegurar los datos que adelanta. En Suiza, cada cantón tiene una lengua oficial. Si usted se pasea por Ginebra, lo verá todo, absolutamente todo, escrito en francés. Y esa es la lengua vehicular y oficial de la administración y de la enseñanza. Y si se pasea usted por Berna, otro tanto, pero en alemán. No verá nada escrito oficialmente ni en francés ni en italiano ni en romanche. En territorio romanche, por cierto, lo tienen más difícil, dado que su lengua oficial sólo se habla allí, por lo que se usan también otras en la escuela.

  18. Blas
    Blas Dice:

    Que poco han viajado Vds.!!! No hablaré de Suiza donde cualquier ciudadano es instruido en los diferentes idiomas de la Confederación y debe acreditar un dominio lingüístico sin exclusión ni excepción, y quienes aspiran a dedicarse a la noble tarea de representar a sus conciudadanos dominan con naturalidad la mayoría de ellos. O de Sudáfrica donde existen once idiomas oficiales aunque basta con la publicación de cualquier decreto legislativo en al menos dos de ellas para que sean de obligado cumplimiento sea en zulú, shutu o kosha asimilados al mismo rango que inglés o afrikáner o por ejemplo, en Singapur donde los idiomas oficiales son inglés, mandarín, malayo y tamil aunque éste último solo representa a menos del 7% de la población y donde conviven en todas las esferas de la vida pública con independencia de a qué grupo pertenezca el político ya que como en la mayoría de repúblicas avanzadas del mundo, lo que impera es el mestizaje. Solo en España se ignora y desdeña a las culturas e idiomas que no son el español, y con mentalidad imperial de la época de la limpieza de sangre se explica que su uso público en el Senado es un caos, como si fuera imprescindible negar la realidad de que uno de cada cuatro españoles vive en una tierra donde también se hablan otros idiomas y que el 70% de nuestro derecho se genera en Europa donde el maltés es idioma oficial aunque lo hablen solo 300.000 habitantes que son los mismos que L’hospitalet o la CCAA de la Rioja. Ahora que en barrios de Barcelona se habla en urdu, tamazigh o mandarín, es cuestión de generaciones que mal que les pese a los monolingües, el plurilingüismo se abre paso en todo el mundo.

  19. Pedro Gómez Carrizo
    Pedro Gómez Carrizo Dice:

    Don Blas, su apelación al Senado Babélico me recuerda un artículo del siempre magistral Rafael Sánchez Ferlosio publicado en el ABC del 12 de marzo de 2005. Allí desautorizaba la expresión de Rodríguez Zapatero «las lenguas están hechas para entenderse» y revelaba que esta frase comporta «un uso totalmente fraudulento de la lengua castellana, particularmente con los posibles valores del plural». Las lenguas no están hechas «para entenderse una lengua con otra», es «la lengua», en singular, la que está hecha para que se entiendan entre sí los hablantes que la comparten, «y para esta función la vía práctica es servirse de una koiné, como es, en este caso, al menos por ahora, el castellano».
    En cuanto a Suiza y su plurilingüismo, me temo que usted, tan viajado, habla de ese país fundamentalmente de oídas, porque la cosa no es para nada como usted la pinta. En la Suiza alemana, francés muy poquito, e italiano, menos; y en la francesa has de subir mucho en el nivel sociocultural para encontrar un buen nivel de alemán. Por cierto, cuando fui a escolarizar a mi hija en el colegio suizo de Barcelona lo primero que nos dijeron en la charla de admisión vino a ser esto: vosotros que entráis, abandonad toda esperanza de que vuestros hijos sean trilingües: al final de la escolarización sabrán alemán y habrán aprendido un francés más o menos digno según el alumno… y eso previa renuncia a profundizar en otros idiomas como el inglés, porque las horas lectivas son las que son y los humanos damos para lo que damos.
    Por otro lado, de ser posible implementarlo si un coste excesivo para las otras materias (léase a este respecto el artículo que recomendaba Esaú), yo ya firmaba por un plurilingüismo en francés, alemán, inglés… Pero se me antoja que un plurilingüismo gallego, euskera, catalán… no es equivalente. Si quiere le explico esto último con más detalle.

  20. Pedro Gómez Carrizo
    Pedro Gómez Carrizo Dice:

    Don Blas, su apelación al Senado Babélico me recuerda un artículo del siempre magistral Rafael Sánchez Ferlosio publicado en el ABC del 12 de marzo de 2005. Allí desautorizaba la expresión de Rodríguez Zapatero «las lenguas están hechas para entenderse» y revelaba que esta frase comporta «un uso totalmente fraudulento de la lengua castellana, particularmente con los posibles valores del plural». Las lenguas no están hechas «para entenderse una lengua con otra», es «la lengua», en singular, la que está hecha para que se entiendan entre sí los hablantes que la comparten, «y para esta función la vía práctica es servirse de una koiné, como es, en este caso, al menos por ahora, el castellano».
    En cuanto a Suiza y su plurilingüismo, me temo que usted, tan viajado, habla de ese país fundamentalmente de oídas, porque la cosa no es para nada como usted la pinta. En la Suiza alemana, francés muy poquito, e italiano, menos; y en la francesa has de subir mucho en el nivel sociocultural para encontrar un buen nivel de alemán. Por cierto, cuando fui a escolarizar a mi hija en el colegio suizo de Barcelona lo primero que nos dijeron en la charla de admisión vino a ser esto: vosotros que entráis, abandonad toda esperanza de que vuestros hijos sean trilingües: al final de la escolarización sabrán alemán y habrán aprendido un francés más o menos digno según el alumno… y eso previa renuncia a profundizar en otros idiomas como el inglés, porque las horas lectivas son las que son y los humanos damos para lo que damos.
    Por otro lado, de ser posible implementarlo si un coste excesivo para las otras materias (léase a este respecto el artículo que recomendaba Esaú), yo ya firmaba por un plurilingüismo en francés, alemán, inglés… Pero se me antoja que un plurilingüismo gallego, euskera, catalán… no es equivalente. Si quiere le explico esto último con más detalle.

  21. alvaro
    alvaro Dice:

    Comparto plenamente el comentario. y se agradece que toques temas que habitualmente se pasan por alto. Hay otro aspecto que tocas tangencialmente y que yo creo que explica mucho de la situación en cataluña y es el papel que ocupa el catalán como mecanismo de cierre del mercado de trabajo catalán, que hacer que los catalanes -lo que lo tienen como lengua materna- y los que lo hayan aprendido tienen dos mercados de trabajo, el catalán -de modo exclusivo- pero también el del resto de España. Esto hace que sean justamente los que se aprovechan directamente de este privilebio quienes más defienden (enseñantes y periodistas)

  22. Pedro Gómez Carrizo
    Pedro Gómez Carrizo Dice:

    En efecto Álvaro, sin el menor género de duda, es como dices: las lenguas autóctonas cumplen esa doble misión de frontera. Además de selector social interno son una barrera de entrada que cumple perfectamente la función que en otro tiempo tuvo el proteccionismo (que fue vital, por cierto, para la prosperidad de las zonas industriales de la península).
    También en ese sentido debe entenderse mi denuncia de que no nos hallamos ante lenguas de apertura, sino de cierre.
    Tal y como está montado el sistema, los catalanes o vascos pueden opositar o trabajar como profesores o periodistas en Murcia o Badajoz, pero los murcianos y los extremeños ya no pueden hacer lo propio en Cataluña o el País Vasco.
    Para mí esto es una injusticia intolerable. Y esta injusticia no se resuelve catalanizando (o euskerizando y galleguizando) España, sino apostando de una manera decidida y sin ambages por la lengua común.
    Ni podemos admitir esa barrera en el mercado de trabajo, ni podemos dar como solución el enseñar a saltarla a los que quedan fuera del muro. Entre otras razones porque el coste de “enseñar a saltar” sería no sólo muy alto sino lo que es pero, muy improductivo. Es decir, el plurilingüismo doméstico no sólo es un objetivo que requiere mucho esfuerzo, tiempo y dinero, sino que además que se trata de un plurilinguismo con valor comunicativo cero.
    Las lenguas son puentes; por ello les otorgamos más o menos valor en función de la comunidad de hablantes (cantidad y calidad) a la que nos permiten acceder. Así, el valor de una lengua minoritaria para el resto del mundo vendrá determinado por el número de hablantes que existen con los que sólo podemos comunicarnos a través de esa lengua minoritaria.
    Bajo esta luz, el bilingüismo castellano-catalán (o gallego o euskera o panocho) revela su vacuidad: para un castellanohablante, las otras lenguas peninsulares tienen menos valor como herramienta de comunicación que la más minoritaria de las lenguas, pues las comunidades de hablantes a las que nos abren las puertas no es que sean “minoritarias”, es que son, matemáticamente, conjuntos vacíos (pues no existe ni un solo catalán, ni un solo gallego ni un solo vasco con el que no nos podamos comunicar en la lengua que compartimos).
    Sólo tendría sentido estudiar catalán (o gallego o euskera) si los catalanes (o gallegos o vascos) olvidasen el castellano… Y creo que más de un aprendiz de Mengele ya ha pensado en esto.

    • alvaro
      alvaro Dice:

      Comparto plenamente el comentario. y se agradece que toques temas que habitualmente se pasan por alto. Hay otro aspecto que tocas tangencialmente y que yo creo que explica mucho de la situación en cataluña y es el papel que ocupa el catalán como mecanismo de cierre del mercado de trabajo catalán, que hacer que los catalanes -lo que lo tienen como lengua materna- y los que lo hayan aprendido tienen dos mercados de trabajo, el catalán -de modo exclusivo- pero también el del resto de España. Esto hace que sean justamente los que se aprovechan directamente de este privilebio quienes más defienden (enseñantes y periodistas)

    • Pedro Gómez Carrizo
      Pedro Gómez Carrizo Dice:

      En efecto Álvaro, sin el menor género de duda, es como dices: las lenguas autóctonas cumplen esa doble misión de frontera. Además de selector social interno son una barrera de entrada que cumple perfectamente la función que en otro tiempo tuvo el proteccionismo (que fue vital, por cierto, para la prosperidad de las zonas industriales de la península).
      También en ese sentido debe entenderse mi denuncia de que no nos hallamos ante lenguas de apertura, sino de cierre.
      Tal y como está montado el sistema, los catalanes o vascos pueden opositar o trabajar como profesores o periodistas en Murcia o Badajoz, pero los murcianos y los extremeños ya no pueden hacer lo propio en Cataluña o el País Vasco.
      Para mí esto es una injusticia intolerable. Y esta injusticia no se resuelve catalanizando (o euskerizando y galleguizando) España, sino apostando de una manera decidida y sin ambages por la lengua común.
      Ni podemos admitir esa barrera en el mercado de trabajo, ni podemos dar como solución el enseñar a saltarla a los que quedan fuera del muro. Entre otras razones porque el coste de “enseñar a saltar” sería no sólo muy alto sino lo que es pero, muy improductivo. Es decir, el plurilingüismo doméstico no sólo es un objetivo que requiere mucho esfuerzo, tiempo y dinero, sino que además que se trata de un plurilinguismo con valor comunicativo cero.
      Las lenguas son puentes; por ello les otorgamos más o menos valor en función de la comunidad de hablantes (cantidad y calidad) a la que nos permiten acceder. Así, el valor de una lengua minoritaria para el resto del mundo vendrá determinado por el número de hablantes que existen con los que sólo podemos comunicarnos a través de esa lengua minoritaria.
      Bajo esta luz, el bilingüismo castellano-catalán (o gallego o euskera o panocho) revela su vacuidad: para un castellanohablante, las otras lenguas peninsulares tienen menos valor como herramienta de comunicación que la más minoritaria de las lenguas, pues las comunidades de hablantes a las que nos abren las puertas no es que sean “minoritarias”, es que son, matemáticamente, conjuntos vacíos (pues no existe ni un solo catalán, ni un solo gallego ni un solo vasco con el que no nos podamos comunicar en la lengua que compartimos).
      Sólo tendría sentido estudiar catalán (o gallego o euskera) si los catalanes (o gallegos o vascos) olvidasen el castellano… Y creo que más de un aprendiz de Mengele ya ha pensado en esto.

    • alvaro
      alvaro Dice:

      Pedro, ante todo gracias por la respuesta. Muy interesante todo lo que planteas. Siguiendo con este hilo yo a veces lo que planteo no es porque los nacionalistas hacen lo que hacen sino porque los demás los dejamos hacerlo. Estamos hablando de una discriminación real y para algunas profesiones -periodistas, enseñantes- directa y evidente. ¿como es que ningún colegio profesional o sindicato tiene nada que decir?. Me gustaría conocer tu opinión.

  23. Pedro Gómez Carrizo
    Pedro Gómez Carrizo Dice:

    Álvaro, muchos nos preguntamos contigo acerca de esa falta de respuesta… Como en todos los fenómenos sociales, podemos rastrear varios factores y aventurar una síntesis en este espacio es algo que me supera.
    Pero si lees algo más arriba la intervención de Jaime de Nicolás, hallarás uno que me parece fundamental: estamos ante un tabú básico de la Transición, una de esas líneas rojas de que habla Jaime de Nicolás.
    Señalar con el dedo la inutilidad comunicativa de las lenguas autóctonas de las Comunidades con “lengua propia” es como decir que el Emperador va desnudo.
    Por supuesto, esta inutilidad la conocen mejor que nadie quienes han hecho de la lengua el ADN del pueblo y el centro de la nación. Constatada la inutilidad de la lengua, por razones lingüísticas, han hecho que sea necesaria por razones políticas y sociales, convirtiéndola en el eje de la cohesión social: el catalán no es imprescindible para hacerse entender, pero sí para hacerse querer, para ser aceptado por quienes controlan la sociedad, y sin duda para tener acceso a los reservados donde se reparten las croquetas, los martinis y las almendritas.
    Es un tabú decir que la diversidad lingüística doméstica supone sólo una riqueza para los miembros de las academias de las lenguas, para los antropólogos… y para quienes sacan partido de la diferencia, pero que para el resto de la población no es una riqueza, sino un problema.
    Y ahí la respuesta a tu pregunta: me temo que levantar semejante tabú es una tarea ímproba que no compete precisamente a los colegios o a los sindicatos.
    Además, es probable que ni siquiera hayan caído en la cuenta de que esa injusticia no tiene por qué aceptarse. Sólo percibimos lo que estamos preparados para percibir. Es probable que el profesor o el periodista de Murcia no perciba la injusticia de no poder venir ya a trabajar a Cataluña en Democracia, como sí pudieron venir sus padres y abuelos en Dictadura, porque le han enseñado que las cosas son así. Que el Emperador va vestido.
    Piensa en lo arraigado del tabú: el galleguismo de Fraga, el catalán en la intimidad de Aznar, la catalanización de España de Esperanza Aguirre, la apuesta del mismísimo Guerra por el PSC catalanista (fue él quien dejó a la muy mayoritaria Federación Catalana del PSOE a los pies de los caballos, algo de lo que se arrepiente repetidas veces en sus memorias y me ha confesado en persona), nomina duriora.
    Hay que empezar a levantar el tabú revelando que herencias como la de nuestra diversidad lingüística deberíamos poder aceptarlas a beneficio de inventario.

  24. Pedro Gómez Carrizo
    Pedro Gómez Carrizo Dice:

    Álvaro, muchos nos preguntamos contigo acerca de esa falta de respuesta… Como en todos los fenómenos sociales, podemos rastrear varios factores y aventurar una síntesis en este espacio es algo que me supera.
    Pero si lees algo más arriba la intervención de Jaime de Nicolás, hallarás uno que me parece fundamental: estamos ante un tabú básico de la Transición, una de esas líneas rojas de que habla Jaime de Nicolás.
    Señalar con el dedo la inutilidad comunicativa de las lenguas autóctonas de las Comunidades con “lengua propia” es como decir que el Emperador va desnudo.
    Por supuesto, esta inutilidad la conocen mejor que nadie quienes han hecho de la lengua el ADN del pueblo y el centro de la nación. Constatada la inutilidad de la lengua, por razones lingüísticas, han hecho que sea necesaria por razones políticas y sociales, convirtiéndola en el eje de la cohesión social: el catalán no es imprescindible para hacerse entender, pero sí para hacerse querer, para ser aceptado por quienes controlan la sociedad, y sin duda para tener acceso a los reservados donde se reparten las croquetas, los martinis y las almendritas.
    Es un tabú decir que la diversidad lingüística doméstica supone sólo una riqueza para los miembros de las academias de las lenguas, para los antropólogos… y para quienes sacan partido de la diferencia, pero que para el resto de la población no es una riqueza, sino un problema.
    Y ahí la respuesta a tu pregunta: me temo que levantar semejante tabú es una tarea ímproba que no compete precisamente a los colegios o a los sindicatos.
    Además, es probable que ni siquiera hayan caído en la cuenta de que esa injusticia no tiene por qué aceptarse. Sólo percibimos lo que estamos preparados para percibir. Es probable que el profesor o el periodista de Murcia no perciba la injusticia de no poder venir ya a trabajar a Cataluña en Democracia, como sí pudieron venir sus padres y abuelos en Dictadura, porque le han enseñado que las cosas son así. Que el Emperador va vestido.
    Piensa en lo arraigado del tabú: el galleguismo de Fraga, el catalán en la intimidad de Aznar, la catalanización de España de Esperanza Aguirre, la apuesta del mismísimo Guerra por el PSC catalanista (fue él quien dejó a la muy mayoritaria Federación Catalana del PSOE a los pies de los caballos, algo de lo que se arrepiente repetidas veces en sus memorias y me ha confesado en persona), nomina duriora.
    Hay que empezar a levantar el tabú revelando que herencias como la de nuestra diversidad lingüística deberíamos poder aceptarlas a beneficio de inventario.

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