Por qué las cuotas participativas de la CAM valen cero

El último día del mes de marzo los tenedores de cuotas participativas de la Caja de Ahorros del Mediterráneo han visto confirmado lo que ya hace tiempo sabían: sus cuotas participativas no valen nada.

En un hecho relevante presentado ante la CNMV nos dicen: “Atendiendo a lo previsto en las Cuentas Anuales correspondiente al ejercicio 2011, aprobadas por la Asamblea General con fecha 9 de julio de 2012 a propuesta del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) como administrador provisional nombrado por el Banco de España, las cuotas participativas están valoradas a 0 euros, sin que hasta la fecha se haya modificado dicho valor contable.”

La Caja se transforma en fundación de carácter especial y se da de baja en el registro especial de entidades de crédito del Banco de España. Para ello, formalmente se requiere la amortización de las cuotas participativas y su consecuente desaparición del tráfico jurídico. En otras palabras, que la inversión de los cuotapartícipes no vale nada.

En ‘La banca culpable’ analizo este producto financiero que jamás debería haberse podido colocar al tramo minorista: “Al ser los cuotapartícipes una especie de “propietarios” de la caja de ahorros (si bien sin poder de decisión alguno), si situación en caso de liquidación de la entidad es la peor, al ser los últimos en cobrar, al mismo nivel que la obra benéfico-social de la caja. Esta situación en cuanto a la prelación de crédito es la peor posible y, como veremos, ha provocado que los cuotapartícipes de la CAM hayan visto como su inversión se reducía a un valor nulo. Incluso han salido peor parados que los tenedores de participaciones preferentes, al quedarse los cuotapartícipes fuera de la adquisición del Banco CAM por parte del Banco Sabadell y ver como la caja acababa liquidada.”

Definamos primero qué son las cuotas participativas, solo utilizadas por la Caja transformada en fundación, para después explicar por qué ni el Banco Sabadell ni el FROB responden de las pérdidas de los clientes. Nos basaremos en la información que se depositó en la CNMV el 26 de junio de 2008, disponible en su propia web junto a un tríptico nformativo. La primera apreciación para el cliente de banco que nos lea: en la web de la CNMV están todos los folletos de emisiones de productos financieros; hay que exigirlo al banco, pero como ya sabemos como trabajan en muchas de las oficinas patrias, nunca firmemos un contrato sin disponer y haber leído los folletos informativos.

¿Qué son las cuotas participativas?

Son valores de renta variable, pero aún más complejas que las acciones de sociedades anónimas.

Su valor no depende solo de las expectativas de beneficio de la caja, sino de diferentes motivos relacionados con decisiones de la propia caja, como es la decisión discrecional de qué parte del beneficio va a Obra Social y qué parte a las cuotas participativas. En una caja cuyos balances era falsos (o como mínimo incorrectos), la propia colocación de estos títulos ya es un engaño al cliente, que tomó una decisión con información errónea de la solvencia de la entidad.

No conceden derecho a voto ni de asistencia a la Asamblea General. Un producto que nos hace asumir el riesgo de que la caja vaya bien o mal, pero sin poder participar de ninguna forma en la toma de decisiones, en otras palabras.

No tienen plazo de amortización, siendo su vencimiento perpetuo. Sin embargo, la caja puede decidir amortizarlas cuando quiera.

La retribución de las cuotas de la CAM era inicialmente del 7,5% del excedente de libre disposición (beneficio de la caja después de que la propia entidad decida la parte que lleva a reservas y a Obra Social, con lo que decide en realidad el beneficio que quiere computar). Si no hay beneficio, por tanto, no se cobra.

En cuanto a la prelación de crédito, su posición es más que mala. Si se liquida la caja (o se transforma en fundación como ha pasado con la CAM), se cobra el último, junto con la Obra Social; antes cobran los acreedores comunes, los subordinados e, incluso, los tenedores de participaciones preferentes. Como ha acabado pasando, el resultado es que no cobran ni un euro si la caja se liquida.

Resumiendo, una especie de acciones de una caja de ahorros sin derecho a voto alguno. Por tanto, más que ser propietario de la caja, como sería un accionista de un banco, el cliente que compra cuotas participativas hace un préstamo a perpetuidad a la Caja, cuya remuneración es variable en función de la marcha del negocio, que además decide el “tipo de interés” que le pagará al cliente según su propia conveniencia. Suena mal, ¿verdad?

¿Y en Banco Sabadell?

Con el mecanismo de reestructuración bancaria que se montó, que creo no acaban de entender ni los que lo diseñaron, el negocio financiero de la Caja de Ahorros del Mediterráneo se traspasó a una entidad privada, el Banco CAM.

El día 1 de junio de 2012 se vendió por un euro el 100% de esta sociedad, al Banco Sabadell. Si la compra ya parece “barata”, tengamos en cuenta que además el Fondo de Garantía de Depósitos  había aportado 2.800 millones de dinero público, más lo que acabe costando un Esquema de Protección de Activos otorgado al Banco Sabadell por el 80% de las pérdidas que pueda suponer una cartera de créditos y préstamos pactada de 24.600 millones, generadas en los próximos 10 años (hay estimaciones que consideran que esta compensación de pérdidas por parte del Estado podría suponer hasta 8.200 millones adicionales).

Lo normal habría sido instrumentar alguna solución jurídica para que los cuotapartícipes no se quedaran descolgados, ya que la Caja no fue adquirida por el Banco Sabadell. Pero en lugar de ello, se les dejó tirados. Si la CNMV hubiera hecho bien su trabajo, nada podríamos decir. Pero dar el visto a esta emisión fue, cuanto menos, un error mayúsculo. Los afectados pueden y deberían acudir a los Tribunales para intentar recuperar su inversión.

Las cuotas participativas, otro monstruo diabólico del Bestiario de nuestra crisis bancaria.  Y todo sigue igual en nuestro país, menos los ahorros de toda una vida de miles de clientes, claro.