Rusia, Ucrania, España y el gas

En las últimas semanas y cada vez con mayor intensidad la escalada del conflicto entre Ucrania y Rusia que comenzó con la práctica anexión de la península de Crimea por ésta última, ha resucitado en Europa los fantasmas de los cortes de suministro de gas que en los años 2006 y 2009 sufrieron gran parte de los países miembros de la UE.

A pesar de los mensajes tranquilizadores que nos llegan de los responsables de energía de la Comisión Europea, uno no puede dejar de cuestionarse la conveniencia de que Europa tenga una dependencia energética tan importante  de un país donde las reglas internacionales se interpretan de un modo tan sui generis y de un gasoducto que atraviesa otro país en plena tensión pre-bélica (el 47% del gas ruso dirigido a Europa pasa a través de Ucrania) y que podrían “cerrar el grifo” en cualquier momento y por cualquier razón, visto lo visto hasta ahora, sin que nadie ose plantarle cara.  La situación es especialmente peligrosa para algunos de nuestros socios europeos. Algunos ejemplos: Finlandia, Lituania y Eslovaquia dependen al 100% del gas ruso; Bulgaria y Hungria, al 90%. Pero es que también por este país circula el 37% del gas consumido en Alemania, el 16% del consumido en Francia o el 29% de Italia.

España se encuentra en un lugar privilegiado como observador de esta crisis. Aquí nos llega el gas de 11 mercados diferentes, a través de dos medios distintos: el gasoducto (54% del abastecimiento de gas,  procedente de Argelia y, en menor medida, del norte de Europa vía Francia) y los buques metaneros (46% del abastecimiento) que transportan gas natural licuado hasta las seis plantas regasificadoras que están situadas en distintos puntos de la costa española.

De este modo, nuestra principal diferencia con respecto a nuestros socios europeos reside en estar dotados de unas infraestructuras que permiten importar gas por vía marítima, mientras que Europa depende en un 86% del gas que entra por vía de los distintos gasoductos que la conectan, principalmente, el ruso. Porque ¿qué pasaría en el resto de Europa si Rusia llegara a cortar el suministro desde Ucrania ? Quedan alternativas, puesto que hay otros gasoductos como el North Stream (une Alemania con Rusia por mar y al frente está el ex – Canciller alemán G. Schroeder)  o el South Stream, éste último en construcción y que traerá gas a Europa por el Mar Negro a través de Turquía en 2015, principalmente.

Por el contrario, en caso de corte de suministro  de gas ruso, España no vería  afectado su suministro y, además, estaría preparada para recibir gas prácticamente de  cualquier lugar del mundo y distribuirlo hacia el resto de Europa a través de la red de gasoductos, siempre y cuando se mejoraran/terminaran las interconexiones, principalmente entre la Península Ibérica y Francia. Porque si de verdad queremos un mercado interior de gas, España, con una cartera bien diversificada de suministradores como la que tiene, podría instituirse en un hub óptimo para conectarles con Europa y crear así cierto contrapeso a la posición actual de Rusia.

El último Consejo Europeo ya incluyó entre sus conclusiones la necesidad de poner fin a cualquier posible aislamiento de los Estados Miembros de las redes de gas y electricidad, con el objetivo puesto en 2015, definiéndolo como prioritario. Dio además una fecha a la Comisión, junio de 2014, como límite para presentar un estudio en profundidad para la reducción de la dependencia energética europea, haciendo especial hincapié en el desarrollo de intrerconexiones incluyendo las de la Península Ibérica.

Las bases están pues sentadas. Ahora, lo que hace falta es voluntad política. De la CE en primer lugar; de Francia que sería la principal afectada e históricamente ha sido un país reticente a completar las interconexiones con nuestras redes de gas y electricidad; y, como no,  Alemania siempre. No olvidemos que este último país mantiene una relación fuerte con Rusia y se ha asegurado ya su suministro de gas, sin pasar por tierra de nadie, construyendo su propio gasoducto del Norte. Por último, no olvidar tampoco, está la propia Rusia, que debería ver esto más como una oportunidad de acceder a nuevos mercados que como un peligro.

Habrá pues que esperar a que nombren al nuevo Comisario de Energía europeo y a conocer los primeros pasos de la nueva Ministra Royal. Continuará.