Promesas electorales y mentiras a medias.

El diseño de la Eurozona es objeto de rigurosos análisis y de sesudos debates entre economistas desde hace años. Algunas de las mentes más brillantes del pensamiento económico han dedicado un gran esfuerzo a estudiar científicamente la viabilidad de las llamadas áreas monetarias. Así, cuando me planteé a quién votar en las elecciones europeas del pasado mes de Mayo, no pude evitar valorar las distintas opciones desde esta perspectiva. “Votaré a aquel partido que mencione en su programa electoral la teoría de las Áreas Monetarias Óptimas (AMO)”, me dije.
Tras descargar todos los programas y aplicar una cuidadosa búsqueda, palabra por palabra, descubrí lo que me temía: de los cinco principales partidos (PP, PSOE, IU, UPyD y Podemos) ninguno nombraba la teoría económica fundamental que explica qué condiciones deben reunir los países que quieren compartir su moneda de manera eficiente.
¿Hay derecho a que los partidos políticos obvien el uso de documentos científicos en la elaboración de sus programas económicos? ¿No cundiría la indignación general si para diseñar un programa de salud pública se obviara toda la investigación médica desde Hipócrates?
Un programa electoral debe ser detallado, riguroso y realista. Concedo, eso sí, que aunque una teoría no esté explícitamente citada, un partido puede recoger perfectamente su espíritu entre sus propuestas. Mi siguiente movimiento fue comprobar si la teoría de las AMO estaba diluida entre promesa y promesa.
La teoría que sustenta las AMO fue formulada inicialmente por Robert Mundell[1].  Esta investigación seminal, unida a la de otros autores como McKinnon[2], actuó como hoja de ruta para los encargados de poner en marcha la Eurozona. En el momento de la entrada en vigor del Euro, sólo dos de los seis requisitos señalados como fundamentales para garantizar el éxito de la nueva moneda se cumplían. Otros dos no lo hacían y el par final se movía entre el sí y el no.
Dado que, como señala De Grauwe[3], la inexistencia de un AMO en Europa favoreció el contagio de la actual crisis económica, mi pregunta de investigación quedó perfectamente acotada: ¿contribuyen las diferentes propuestas electorales al cumplimiento de las cuatro condiciones eludidas?
Opté por dejar de lado los requisitos que el consenso económico[4] da por satisfechos: la apertura comercial y la diversificación productiva. Me centré, inicialmente, en las dos condiciones incumplidas: la movilidad de trabajadores dentro de la Eurozona y la existencia de un sistema de compensación fiscal entre estados.
Una alta movilidad de trabajadores permite un mejor ajuste económico; en tiempos de crisis los desempleados de un país pueden encontrar empleo en aquellas zonas donde la actividad económica es mayor. De los cinco programas políticos estudiados, PP y UPyD señalan la necesidad de favorecer la movilidad profesional con diferentes tipos de medidas. El PSOE se centra en garantizar el mantenimiento de los derechos de los trabajadores desplazados.  IU y Podemos son los únicos grupos que se muestran críticos con la movilidad laboral, llegando a hablar de “exilios forzados” en muchos casos.
Un sistema de compensación fiscal permite que los gobiernos de la Eurozona puedan financiarse entre ellos de manera directa y transparente. Este mecanismo estaría incluido dentro de una Unión Fiscal. PP, PSOE, IU y UPyD mencionan, directa o indirectamente, la Unión Fiscal entre sus propuestas. Se echa de menos una mayor concreción respecto de su visión: ¿se acepta la cesión de soberanía que esta medida supone, sin más? ¿Se apuesta por la creación de un ministerio de finanzas europeo?
La sensación respecto de las dos condiciones no cumplidas es que ambas aparecen recogidas de manera anecdótica, casi casual. No son ni el eje de las propuestas económicas ni están detalladas con la profundidad que sería deseable.
Los dos requisitos de cumplimiento dudoso son la “homogeneidad de preferencias” y la “visión compartida”. Ambos elementos hacen referencia al consenso que debe existir entre los países miembros respecto de la política económica a aplicar en caso de crisis y respecto al futuro de la unión en sí misma.
En este caso opté por examinar las distintas propuestas en base a la factibilidad de una hipotética posición común española. Las diferencias entre programas son abismales. El ejemplo de la crisis del sector público lo ilustra perfectamente. El PP nombra sólo tres veces la palabra déficit en su programa electoral; lo hace para mencionar la “herencia recibida”. El PSOE propone sendas flexibles y revisables del déficit público acordadas con Bruselas, que existen desde hace años. UPyD apenas trata este asunto. IU y Podemos sugieren impagos selectivos de deuda pública, difícilmente compatibles con los incrementos del gasto que ellos mismos proponen. Todos los programas incluyen medidas discordantes con el actual marco jurídico europeo o con los intereses de otros países.
Los dos requisitos de dudoso cumplimiento muestran una preocupante falta de consenso. Las propuestas de solución a la actual crisis son excesivamente vagas y conformistas, en unos casos, y preocupantemente irreales, en otros.
Mi sensación final es que, con alguna excepción, los programas electorales exhiben una importante falta de rigor. Varias de las propuestas desafían, no sólo las leyes económicas, sino las más elementales matemáticas. La acumulación de ideas, como caídas del cielo, sin un plan estudiado y coherente detrás, parece ser el común denominador de los programas.
Es necesario destacar que los elementos positivos detectados no dependen de signos políticos o de ideologías. UPyD, por ejemplo, cuida mucho los antecedentes económicos e IU utiliza el lenguaje técnico con una enorme pericia. Y todos, como no podía ser de otra manera, se muestran convencidos de la bondad de sus propuestas.
Quizá por eso los ciudadanos debamos ser especialmente cuidadosos y exigentes. Es importante saber qué estamos votando. No sea que nos pase como aquél al que, ya entrado en la treintena, su madre aún le preparaba el voto en un sobre cerrado. “¡Al menos dime a quién he votado!” se quejaba amargamente. “Hijo mío” respondía ella “el voto es secreto”.



[1] Mundell, R. A. (1961). “A Theory of Optimum Currency Areas” American Economic Review 51 (4).
[2] McKinnon, R. (1963). “Optimal Currency Areas”. American Economic Review 53.
[3] De Grauwe, P. (2013). “Design Failures in the Eurozone: Can they be fixed?” LEQS 57/2013
[4] Baldwin, R. y Wyplosz, C. (2012). The Economics of the European Integration. McGraw-Hill. 4ª ed.
7 comentarios
  1. O,Farrill
    O,Farrill Dice:

    Creo que fue el profesor Tierno Galván el que dijo aquello de que “las promesas electorales se hacían para no cumplirlas”. En el contrato social que supone delegar la soberanía de los ciudadanos en unos determinados representantes políticos, no se considera (como se debía) o falta la cláusula por la cual los ciudadanos pueden retirar esa confianza de inmediato ante el incumplimiento del contrato y pedir responsabilidades. Seguimos siendo muy exigentes y puntillosos en lo banal y muy poco en lo que más debería importarnos. En el fondo de todo ello subyace la falta de trabajo y debate interno y externo en las formaciones políticas donde es más importante la imagen de los candidatos que su rigor intelectual o político. Por otra parte es mucho suponer que la mayor parte del electorado vaya a estudiarse y a analizar unos proyectos de gestión traducidos en programas electorales, en cuyo caso, todo vale. Los que optan a gobernar dicen desconocer (y es cierto) las trampas, compromisos y apaños tendidas por el que ha gobernado debiendo hacer frente a una situación inesperada muchas veces. ¿Y las fundaciones partidistas que teóricamente debían ser los gérmenes de los programas políticos? ¿Se han convertido en unos chiringuitos más del sistema donde colocar a los nuestros? Por experiencia sé que un partido que se bunkeriza pierde el contacto con la realidad social y sus propuestas o programas dependen más de los asesores de imagen que la reinterpretan según les parece. Por eso las medias verdades, la indefinición o la falta de compromiso real que se limita a ser un catálogo de buenas intenciones .

  2. Paloma
    Paloma Dice:

    Hay muy poco debate político especializado en España. Posiblemente estos debates no convoquen gran audiencia, pero los medios de comunicación, en particular los públicos, deberían potenciarlos. De otro modo quedan constreñidos a las cadenas privadas, donde la ausencia de rigor es manifiesta, y a menudo degeneran en guirigay e intercambio de clichés (quizá porque genere más audiencia). El otro día, coincidiendo con la celebración del mundial de Brasil, estuve buscando por la noche una emisora de radio con información, y todas estaban transmitiendo un partido de fútbol (en el que ni siquiera jugaba la selección española). El único programa no deportivo era de Intereconomía, cuyos debates no son precisamente plurales y objetivos. ¿No deberían los medios públicos fomentar estos debates, con asistencia de representantes de todos los partidos, y presididos por el rigor y la especialización intelectual?
    (Gracias a los responsables del blog por seguir abiertos en agosto, cuando tantas páginas languidecen en el desierto agostil.)

    • O,Farrill
      O,Farrill Dice:

      Estimada Paloma: No es que haya poco debate político, lo que pasa es que parte está restringido al ámbito académico o político y otra parte no le interesa a los ciudadanos. Debatir, analizar, estudiar y proponer llevan consigo una cierta responsabilidad y eso no parece gustarle a la mayoría. Por ejemplo he propuesto en este blog en algunas ocasiones su ampliación a los encuentros directos que creo serían de enorme interés para incluso crear grupos de trabajo específicos en los diferentes apartados que toca. No se trata de las charlas más o menos magistrales que suelen acabar con un pequeño espacio dedicado a “preguntar” al maestro, sino de la posibilidad de trabajar con aportaciones válidas en estos tiempos de cambio inevitable en el mundo que conocemos. Claro que, para muchos, es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer. Eso se llama miedo y falta de confianza en uno mismo. La parálisis está servida en la sociedad desde hace muchos años.

  3. Fernando
    Fernando Dice:

    Hoy mismo, en una discusión sobre política en la que yo rebatía un argumento y le pedía a mi adversario un poco de decoro intelectual, éste me respondía que el intelecto no gana las elecciones, se daba media vuelta y me dejaba con la palabra en la boca.
    Es posible que tenga toda la razón, pero no puedo resignarme a que impere el balido en la discusión pública. Por eso, y ni siquiera entrando en el contenido del artículo (que me ha parecido muy interesante, y preocupante), casi se me saltan las lágrimas de ver una entrada con links a documentos científicos o divulgativos que apoyan, enriquecen y extienden la propia entrada. Gracias por no desfallecer. Al autor y a los editores del blog.

  4. Jesús Casas
    Jesús Casas Dice:

    Me pasa lo que a D. Fernando, que estaba emocionado por la seriedad en la fundamentación del post, pero creo que el autor ha sido el único español que ha votado mirando las AMOS en los programas. Sigo diciendo que no había programas comunes de los partidos europeos, sólo nacionales e incluso regionales y sobre los mismos tópicos para borregos baladores de siempre. Racionalidad y política no van mucho de la mano. El populismo imperante vende emociones baratas, como una marca de refrescos carbonatados. Mucha burbuja.

  5. Manu Oquendo
    Manu Oquendo Dice:

    Muy interesante artículo y comentarios. Me gustaría precisar algunos detalles.
    Que el Euro no iba a ser un área monetaria óptima estuvo claro para buena parte de los especialistas desde su inicio. Hay que recordar que el empujón definitivo emerge cuando Alemania solicita la Reunificación a los países con”Fuerzas de Ocupación” (Francia, USA, UK y URSS) y que dicha exigencia la plantea Mitterrand temeroso de que un Bundesbank firme al frente del DMark convirtiese una Alemania Unificada en una Potencia inalcanzable para Francia.
    Es decir, no se pensó que el Euro naciese con la prioridad irrenunciable de ser una AMO (1) sino que nace como una forma de embridar el poder económico futuro de Alemania obligándola a someterse al BCE que iba a ser dirigido por, recordemos, Trichet.
    Pero es tal la diferencia entre las élites industriales alemanas y las francesas que incluso de este diseño ajeno sale Alemania reforzada y Francia reducida a tamaño menguante. Igual que el resto de los países que entraron en el Euro sin ser capaces, política y económicamente, de mantener su fortaleza industrial
    Creo recordar –y por algún lado tengo el artículo– que ya en el 92, diez años antes del €, escribió sobre este asunto Guillermo De la Dehesa. Años más tarde De Grauwe y otros reiterarían y documentarían lo anunciado con antelación.
    Quizás por todo ello los políticos –que quizás no sean muy académicos pero son listos como el hambre para ventear los diseños del poder–, ni siquiera se plantearon lo que no estaba en el diseño.
    Me han llamado la atención los comentarios de Paloma y de O’Farrill. El concepto de Espacio Público –como reducto ciudadano de reflexión y acuerdo democrático–, un concepto de la Escuela de Frankfurt bien documentado por Habermas, no parece posible si no emerge con Poder Real desde la Ciudadanía.
    Si lo analizamos en detalle no es compatible con la Idea del Poder que manifiestan las Constituciones del Siglo XX. Sobre esto hay bastante consenso. Desde nuestro Pedro de Vega a Ferrajoli. Un poder monopolizable (que es en lo que se han convertido todas estas constituciones y ya veremos la americana tutelada por Policías Militarizadas privadas y públicas como estamos viendo en Missouri) siempre elimina el Espacio Público ciudadano invadiéndolo.
    Buenas noches y un saludo a todos
    (1) De hecho el gobierno español dispuso de repetidos informes (de Krugman entre otros) alertándole del error estratégico que para España supondría el Euro (Suecia, Dinamarca e Inglaterra hicieron caso)

    • O,Farrill
      O,Farrill Dice:

      Creo que fue el profesor Tierno Galván el que dijo aquello de que “las promesas electorales se hacían para no cumplirlas”. En el contrato social que supone delegar la soberanía de los ciudadanos en unos determinados representantes políticos, no se considera (como se debía) o falta la cláusula por la cual los ciudadanos pueden retirar esa confianza de inmediato ante el incumplimiento del contrato y pedir responsabilidades. Seguimos siendo muy exigentes y puntillosos en lo banal y muy poco en lo que más debería importarnos. En el fondo de todo ello subyace la falta de trabajo y debate interno y externo en las formaciones políticas donde es más importante la imagen de los candidatos que su rigor intelectual o político. Por otra parte es mucho suponer que la mayor parte del electorado vaya a estudiarse y a analizar unos proyectos de gestión traducidos en programas electorales, en cuyo caso, todo vale. Los que optan a gobernar dicen desconocer (y es cierto) las trampas, compromisos y apaños tendidas por el que ha gobernado debiendo hacer frente a una situación inesperada muchas veces. ¿Y las fundaciones partidistas que teóricamente debían ser los gérmenes de los programas políticos? ¿Se han convertido en unos chiringuitos más del sistema donde colocar a los nuestros? Por experiencia sé que un partido que se bunkeriza pierde el contacto con la realidad social y sus propuestas o programas dependen más de los asesores de imagen que la reinterpretan según les parece. Por eso las medias verdades, la indefinición o la falta de compromiso real que se limita a ser un catálogo de buenas intenciones .

    • Paloma
      Paloma Dice:

      Hay muy poco debate político especializado en España. Posiblemente estos debates no convoquen gran audiencia, pero los medios de comunicación, en particular los públicos, deberían potenciarlos. De otro modo quedan constreñidos a las cadenas privadas, donde la ausencia de rigor es manifiesta, y a menudo degeneran en guirigay e intercambio de clichés (quizá porque genere más audiencia). El otro día, coincidiendo con la celebración del mundial de Brasil, estuve buscando por la noche una emisora de radio con información, y todas estaban transmitiendo un partido de fútbol (en el que ni siquiera jugaba la selección española). El único programa no deportivo era de Intereconomía, cuyos debates no son precisamente plurales y objetivos. ¿No deberían los medios públicos fomentar estos debates, con asistencia de representantes de todos los partidos, y presididos por el rigor y la especialización intelectual?

      (Gracias a los responsables del blog por seguir abiertos en agosto, cuando tantas páginas languidecen en el desierto agostil.)

    • Fernando
      Fernando Dice:

      Hoy mismo, en una discusión sobre política en la que yo rebatía un argumento y le pedía a mi adversario un poco de decoro intelectual, éste me respondía que el intelecto no gana las elecciones, se daba media vuelta y me dejaba con la palabra en la boca.
      Es posible que tenga toda la razón, pero no puedo resignarme a que impere el balido en la discusión pública. Por eso, y ni siquiera entrando en el contenido del artículo (que me ha parecido muy interesante, y preocupante), casi se me saltan las lágrimas de ver una entrada con links a documentos científicos o divulgativos que apoyan, enriquecen y extienden la propia entrada. Gracias por no desfallecer. Al autor y a los editores del blog.

    • O,Farrill
      O,Farrill Dice:

      Estimada Paloma: No es que haya poco debate político, lo que pasa es que parte está restringido al ámbito académico o político y otra parte no le interesa a los ciudadanos. Debatir, analizar, estudiar y proponer llevan consigo una cierta responsabilidad y eso no parece gustarle a la mayoría. Por ejemplo he propuesto en este blog en algunas ocasiones su ampliación a los encuentros directos que creo serían de enorme interés para incluso crear grupos de trabajo específicos en los diferentes apartados que toca. No se trata de las charlas más o menos magistrales que suelen acabar con un pequeño espacio dedicado a “preguntar” al maestro, sino de la posibilidad de trabajar con aportaciones válidas en estos tiempos de cambio inevitable en el mundo que conocemos. Claro que, para muchos, es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer. Eso se llama miedo y falta de confianza en uno mismo. La parálisis está servida en la sociedad desde hace muchos años.

    • Jesús Casas
      Jesús Casas Dice:

      Me pasa lo que a D. Fernando, que estaba emocionado por la seriedad en la fundamentación del post, pero creo que el autor ha sido el único español que ha votado mirando las AMOS en los programas. Sigo diciendo que no había programas comunes de los partidos europeos, sólo nacionales e incluso regionales y sobre los mismos tópicos para borregos baladores de siempre. Racionalidad y política no van mucho de la mano. El populismo imperante vende emociones baratas, como una marca de refrescos carbonatados. Mucha burbuja.

    • Manu Oquendo
      Manu Oquendo Dice:

      Muy interesante artículo y comentarios. Me gustaría precisar algunos detalles.

      Que el Euro no iba a ser un área monetaria óptima estuvo claro para buena parte de los especialistas desde su inicio. Hay que recordar que el empujón definitivo emerge cuando Alemania solicita la Reunificación a los países con”Fuerzas de Ocupación” (Francia, USA, UK y URSS) y que dicha exigencia la plantea Mitterrand temeroso de que un Bundesbank firme al frente del DMark convirtiese una Alemania Unificada en una Potencia inalcanzable para Francia.

      Es decir, no se pensó que el Euro naciese con la prioridad irrenunciable de ser una AMO (1) sino que nace como una forma de embridar el poder económico futuro de Alemania obligándola a someterse al BCE que iba a ser dirigido por, recordemos, Trichet.

      Pero es tal la diferencia entre las élites industriales alemanas y las francesas que incluso de este diseño ajeno sale Alemania reforzada y Francia reducida a tamaño menguante. Igual que el resto de los países que entraron en el Euro sin ser capaces, política y económicamente, de mantener su fortaleza industrial

      Creo recordar –y por algún lado tengo el artículo– que ya en el 92, diez años antes del €, escribió sobre este asunto Guillermo De la Dehesa. Años más tarde De Grauwe y otros reiterarían y documentarían lo anunciado con antelación.

      Quizás por todo ello los políticos –que quizás no sean muy académicos pero son listos como el hambre para ventear los diseños del poder–, ni siquiera se plantearon lo que no estaba en el diseño.

      Me han llamado la atención los comentarios de Paloma y de O’Farrill. El concepto de Espacio Público –como reducto ciudadano de reflexión y acuerdo democrático–, un concepto de la Escuela de Frankfurt bien documentado por Habermas, no parece posible si no emerge con Poder Real desde la Ciudadanía.
      Si lo analizamos en detalle no es compatible con la Idea del Poder que manifiestan las Constituciones del Siglo XX. Sobre esto hay bastante consenso. Desde nuestro Pedro de Vega a Ferrajoli. Un poder monopolizable (que es en lo que se han convertido todas estas constituciones y ya veremos la americana tutelada por Policías Militarizadas privadas y públicas como estamos viendo en Missouri) siempre elimina el Espacio Público ciudadano invadiéndolo.

      Buenas noches y un saludo a todos

      (1) De hecho el gobierno español dispuso de repetidos informes (de Krugman entre otros) alertándole del error estratégico que para España supondría el Euro (Suecia, Dinamarca e Inglaterra hicieron caso)

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