¡Que nombren rey, que lo nombren ya!

[NOTA: este post reproduce, en gran parte, un correo acalorado que me ha enviado un amigo catalán que expresamente me ha pedido ocultar su nombre…, por temor a represalias. No es ninguna broma. Es literal. Se trata además de un señor de lengua materna catalana y ¡ocho apellidos catalanes! A pesar de ello, me dice que está harto de que le tomen el pelo, y que no sabe qué hacer porque “allí” publicar estas cosas tiene pena de exclusión social, como mínimo. Reproduzco el correo tal cual, eliminando las partes donde acusa directamente de algún delito, y añadiendo simplemente algún dato menor o cláusula de estilo]
Resulta que el actual Jefe de la Casa Real de los Habsburgo, Carlos de Habsburgo-Lorena, fue miembro del Parlamento Europeo, en representación del Partido Popular austriaco y sigue en activo en la Unión Paneuropea austriaca. En teoría, sería este señor el descendiente directo del Archiduque Carlos, el pretendiente al trono derrotado en la Guerra de Sucesión en 1714. Parece ser que debería ser a este señor a quien deberían dirigirse los miembros de ERC y sus afines en el proceso independentista, como futuro Jefe de Estado para su sueño estatal, pues han hecho bandera de los episodios de 1714.

Por parte del sector soberanista, esta etapa histórica es reivindicada como una gesta heroica propia por la base independentista (da igual sea o se diga republicana, o de izquierdas, o lo que sea), sin entrar a cuestionarse que en realidad, no fue ni más ni menos que una cuestión dinástica de casas reales, en la que algunos Reinos de España (los integrantes de la Corona de Aragón) apostaron por el bando “equivocado” (el que perdió, simplemente, sin entrar en más valoraciones).
Pero me temo, que hoy día, al Señor Carlos de Habsburgo-Lorena, que sería Carlos II, no le ha ido a buscar nadie. Y a nadie le interesa. Los episodios del 1714 sólo tienen un carácter instrumental de movilización de las masas, creación de una épica, recreación histórica a la medida y poco más. Precisamente, y de manera paradójica, él habla de unidad, de hacer una Europa más unida y más fuerte.
Claro que aquí no acaba la cosa. Hete aquí, que un miembro de la mencionada línea sucesoria es Baltasar de Habsburgo-Lorena, persona normal y corriente, ciudadano español, que vive de su trabajo en Lérida como agricultor, y que es ¡¡el número dos de la candidatura de Ciutadans por Lleida!!!
Bueno, claro, se dirá, pero no hay necesidad de nombrar a un Habsburgo, a quien tanto se defendió en la gran batalla de las batallas. Volvamos pues a la casa dinástica autóctona: los Berenguer. Pues nada, resulta que hoy hay once berenguers sucesores de Ramón Berenguer IV, casi todos viven en Madrid, uno es Grande de España y otro concejal de UPYD. Y es que a los soberanistas les extrañe la historia no es una foto fija.

Claro todo esto sería probablemente baladí, si no fuera por todo lo que está cayendo, y porque estas veleidades históricas de construcción de gestas, le cuestan mucho al contribuyente, al menos de manera declarada, 3 millones de euros para 2014, que es lo que se ha publicado en los medios, el presupuesto del “Comissari” para la conmemoración del 1714. Aunque en el desarrollo por programas dels Pressuposts de la Generalitat, aparezcan enmascarados (página 835) estos gastos en un partida funcional con un monto de 15 millones, mezclado con otros gastos propios de la Presidencia. Son gastos de propaganda. ¿O de fomento del “asociacionismo”…? Y todos sabemos del tipo de Asociaciones estamos hablando. Resulta que quizá no sean tan espontaneas, como nos quieren hacer ver.

El “Comissari” es un señor nombrado directamente por el President Mas para sacar adelante los fastos, la épica y la gesta de lo ocurrido hace 300 años, si la hubo, y si no la hubo, crearla. El nombre Comisario, la verdad, ya inquieta mucho (en el mundo de la política, si de una galería de arte hablamos, en cambio me tranquiliza, si de lo que verdaderamente se ocupa es del arte, y no de la política). Este señor ha mutado, conforme nos acercábamos al tricentenario, su apellido “Calzada” a “Calçada” (no hay más que ver cómo firmaba una colaboración en “La Vanguardia” en la Diada de hace dos años). La verdad, es que para tener esta oportunidad hay que ir dando “carnets” de catalanidad y declarando qué localidad catalana es “refugio borbónico” o no lo es. Asombroso.
Lo que importa es la eficacia, pero no la eficacia en la racionalidad administrativa (la deuda de la Generalitat sigue aumentando) sino la eficacia en la propaganda, la eficacia en los mensajes. Es mucho más rentable invertir 15 millones en propaganda y movilización para evitarme 6.000 millones en mi justa contribución al sostenimiento común.  Y quien así lo ve de rentable, lo hace. Otra cosa es si tiene derecho hacerlo. Seguimos en la misma diatriba.

 Por último, una idea. Algunos independentistas han criticado que el Instituto Cervantes no dejara a un escritor (¿famoso?) catalán exponer en sus instalaciones una novela que defendía una mistificación más de la guerra de 1714 donde España quedaba mal parada. Algún columnista (¿reputado?) incluso ha acusado a los responsables del Instituto Cervantes de hacer una publicidad innecesaria a la novela. Perfecto. Sería interesante promover una gesta literaria y mediática, más ajustada a la realidad, del Decreto de Nueva Planta de 1715 escrita originalmente en catalán, traducida posteriormente al castellano, y solicitar a la librería “Blanquerna” (Madrid) o los centros “Ramón Llull” de la Generalitat en el exterior, su presentación pública por parte del autor, de su edición en castellano (o de su original en catalán). Sería divertido ver qué ocurre. Y de paso qué se dice de la libertad de expresión por tantos voceros de repente entusiastas de la misma.
Después de todo, tal vez los catalanes debiéramos reconocer que comparados con otros lares (y no hay que mirar mucho más arriba, por ejemplo, a Francia) no se vivía tan mal con el borbón español. Y si no, ¡que nombren otro rey, pero que lo nombren ya!