Artículo de nuestro colaborador Ignacio García de Leániz en El Mundo: “Diez negritos” y la catarsis española”

El pasado lunes 29 de diciembre nuestro colaborador y patrono de la Fundación ¿Hay Derecho?, Ignacio García de Leániz publicó el interesante artículo sobre la situación española en relación a la corrupción que, por su interés, se reproduce a continuación”:
“Hace   setenta y cinco años -el 6 de noviembre de 1939- la editorial  Collins Crime Club publicó por vez primera la más célebre de las  obras de Agatha Christie cuyo título y trama se  inspiraban en una canción infantil, muy popular en la época: “Ten little niggers”. Destaquemos en su honor que es la obra  más leída de su autora (cien millones de ejemplares) figurando entre los diez libros más vendidos en la Historia en séptimo lugar. 
Para quien no la haya leído recordemos el argumento: diez personas desconocidas entre sí reciben una tan  atractiva como afectuosa  invitación para pasar unos días en una mansión en una isla de la costa inglesa. Todos acuden encantados pero ya en la cena una misteriosa voz grabada les acusa y condena por acciones criminales que habían realizado en sus vidas y que habían quedado impunes.  Y así,  rehenes y reos  de la isla incomunicada, los invitados van siendo  asesinados uno a uno según las pautas letales de cada  estrofa de la  canción.
Es muy interesante destacar para nuestros efectos dos aspectos clave que hacen a la obra tan atractiva y sugerente: a) Los imputados  saben por qué se les castiga pero no saben quién los castiga, lo cual añade un elemento  de condena  añadida.  En este sentido,  resultan  evidentes  ciertas resonancias que la obra tiene con El proceso de Kafka. Junto a ello y también kafkianamente  se da que   b) ninguno de ellos puede ya estar tranquilo, pues tarde o temprano saben que no es posible   escapar a la Ley omnipotente que suple  ahora en la isla la impunidad de antaño. El “guardián de la ley” de Kafka y el “guardián de la polis” de Platón se dan así la mano en el misterioso e invisible  Juez  que opera como un “deus ex machina” de principio a fin en una isla que es ratonera.
Y me parece a mí que todo ello, la metáfora y el devenir de la trama, ofrece  un paralelismo bien clarificador  con la catarsis española que  ya ha empezado y que viene a dar una ratio de un imputado cada cinco horas en una dinámica catalizada por, en principio, no se sabe “quién”. Pensemos así  en los últimos casos desde la vuelta del verano: Tarjetas Black (con la caída de Rato, Spottorno y Rodríguez Ponga), Operación Púnica,  Caso Monago, diputado de Teruel, Caso Granados,  imputación  de la Infanta y   de Cotino y muchos otros por llegar, como será  la imputación de Chaves y Griñán a modo de  antesala. Además de ponerse  en evidencia que el Parlamento español no lleva control de los gastos de viaje, entre otras  opacidades.  Y de que la corrupción en España tiene  la índole de entramado criminal.  No es poco en menos de tres meses.
Lo cual  hace que la mayoría de la clase política española –al menos las primeras filas de los dos grandes partidos- estén actualmente en un puro sinvivir, como estaban los nueve invitados restantes a partir de la primera ejecución en la Isla de la novela.  Pues sea por “Gürtel” como por  los Casos ERE-Formación en Andalucía  u otros que aparecerán en Madrid y en el Congreso-Senado, cualquier político español  de los dos grandes partidos sabe que en cualquier momento cualquier juez puede imputarle.  Parece en un primera aproximación como si en España se hubiera puesto en marcha una operación “Mani pulite”  siguiendo la pauta italiana que inaugura el fiscal Di Pietro en 1992 contra una “Tangentopolis”  muy semejante a la nuestra. Recordemos para aviso de navegantes que  la operación italiana acabó con cuatrocientos políticos en la cárcel y el desmoronamiento súbito y desaparición tanto de la DC como del PSI, ciertamente impensable un año antes.  Nosotros a fecha de hoy tenemos cuatrocientos imputados por delitos de corrupción, el desmoronamiento del bipartidismo y más de un político residente en el extranjero que por si acaso no pisa suelo español.
Pero si en  Italia la catarsis se inició por parte de  unos fiscales dotados  por su Constitución de 1948  de unos  poderes que aquí no tiene nuestra fiscalía  en  un movimiento  envuelto en luz y taquígrafos , entonces  la pregunta surge al punto: ¿quién puede ser en nuestro caso el “deus ex machina” que sin rostro- como en la mansión  letal de Agatha Christie- va induciendo tantos procesos que ni las mismas victimas saben por dónde vienen y vendrán los “jaques mates” previstos?
Para responder a este enigma creo que hay que acudir a una variable que  olvidamos  a menudo y que nuestros dirigentes tienden a ocultar. A saber, que España es desde mayo de 2010 un país intervenido “de facto” por la UE, con un rescate que ronda la cifra de setecientos mil millones de euros y la modificación impuesta  de nuestra Constitución en ese mismo verano.   Y la corrupción, anomalías, irregularidades, robos y estafas que las auditorias de Berlín y la Troika detectaron en España escandalizaron profundamente al calvinismo centroeuropeo y escandinavo. Además del grave perjuicio causado a los  fondos de pensiones -especialmente noruegos- en nuestras Cajas.  No por casualidad,  Bruselas  tenía además  en su poder, por los oficios de la inteligencia alemana,   la relación de políticos y empresarios españoles que aparecían en la lista de defraudadores  que Falciani sustrae al HSBC en 2008.
Ante todo ello, el diktat de Berlín al Gobierno  Rajoy fue bien claro al comienzo de su legislatura: Iniciar la catarsis española motu proprio en los  grandes partidos causantes  de la gran corrupción por un motivo de estricta justicia y, por otro,  de cambiar las reglas del juego en pro una mayor transparencia en el mercado español para las empresas  extranjeras.
Pero los “diez negritos” de nuestro “establishment” se han negado durante tres años  a ello, cometiendo un grave error de cálculo: olvidar que habían perdido su habitual impunidad por la intervención, enrocándose  en una negación escapista de la necesidad de una profunda catarsis. No se daban cuenta de que el gobernador de la Isla Negra ya no eran  ellos y que la invitación a la mansión incluía un precio personal bien alto.
La presión centroeuropea pasó, como en la novela que nos ocupa, de las palabras a los hechos: Tras   fuertes presiones, el Rey se ve obligado a abdicar el dos de junio de este año por la corrupción imperante.  Fue el “primer negrito” de nuestro drama.   Y si se terminaba de forma tan expeditiva  con  la impunidad regía, entonces todo sería posible: desde la dimisión de Spottorno hasta la defenestración de Rodrigo Rato o el sindicalista minero Fernández Villa.  Y lo que nos queda por ver en este   fin  de la impunidad.
 El Gobierno –y también el PSOE- han intentado una jugada extrema: presentarse a última hora como  coautores de esta catarsis impuesta. Nada más lejos de la realidad. El Juez Invisible prosigue  su labor fiscalizadora en un ajuste de cuentas histórico en esta   ratonera  Y no parará hasta que las cúpulas –si no los partidos mismos- sean relevadas. Y creo que pronto oiremos un fúnebre estribillo dirigido a nuestro presidente de gobierno, la última víctima  de la obra de suspense:  
 

“Un negrito permaneció solo /.

Salió fuera y se ahorcó /

Y ya ninguno quedó”.

 

No estamos solos en ese escenario catártico tan similar al de Agatha Christie. Aprovechemos la presión  del norte de Europa para terminar con impunidades y acelerar los cambios necesarios ante los enormes desafíos del 2015. Sabiendo que la catarsis es el antídoto único ante la revolución”.