HD Joven: ¿Erasmus u Orgasmus?

En el siguiente artículo vamos a tratar de analizar las consecuencias tanto a nivel personal, como a nivel profesional, de haber hecho un Erasmus o de no haberlo hecho. Para una mayor objetividad, este artículo ha sido escrito por dos de nuestros editores (abogados) que, como es lógico, uno de ellos sí lo hizo y el otro no.

“YO SÍ ME HE IDO” (Álvaro del Caño)

“El Erasmus fue el mejor año de mi vida”. ¿Cuántas veces habré dicho esta frase o la habré oído por ahí? Pues sí, aunque suene a tópico, el Erasmus fue la mejor experiencia que he tenido y, si pudiera, no dudaría en repetir.

En primer lugar, me gustaría hablaros un poco del país en el que estudié y de cómo vive un alumno Erasmus allí. En mi caso, mi destino fue Riga, Letonia. Yo tenía claro que esta experiencia la quería vivir cuanto más lejos y más diferente de España mejor, por aquello de que sólo serían unos meses, que me apetecía aprender una nueva cultura y que quería conocer un día a día que no tuviera nada que ver con lo que estaba acostumbrado. Cuando me enteré del destino que se me había asignado, me volví loco de alegría y no tardé en googlear todo lo posible acerca de la ciudad, buscar los grupos de FaceBook de gente que iba a hacer el Erasmus allí, la residencia, la universidad, etc.

El lugar en donde me alojé fue una residencia de estudiantes, en la que vivíamos unos 300 alumnos de todo el mundo, que estaba en pleno centro. Cada vez que salía de mi habitación, tenía la sensación de que podía pasar cualquier cosa. Un día me ponía a hablar con un indio comparando nuestras culturas, otro día un italiano me cocinaba una exquisita pasta, de pronto una turca me contaba lo maravilloso que es Estambul… Era imposible sentirse solo o aburrirse en un entorno así. Sentía que era “un ciudadano de un lugar llamado mundo”.

Las asignaturas, en su gran mayoría, guardaban relación con las que se me convalidaron en España. Como es lógico, no todos los temas coincidían a la perfección con los del programa español, pero nunca está de más haber estudiado algo diferente al resto para tratar de diferenciarnos.

La beca que recibí para poder irme, apenas era suficiente para pagar la residencia. Queda claro que, sin otras vías económicas, no podría haber subsistido ni por asomo. Asimismo, mis compañeros españoles de residencia, o incluso, otros amigos que también se fueron de Erasmus a otros países, se encontraban en la misma situación. Así pues, la beca otorgada supone una ayuda económica, pero no cubre todos los gastos.

Por otro lado, durante mi estancia en Riga viajé muchísimo. En todas las ciudades que albergan estudiantes de Erasmus, hay una agencia que organiza viajes y actividades varias, conocida como “ESN” (ERASMUS STUDENT NETWORK). Por medio de esta agencia, conseguíamos buenísimos precios en transportes y alojamiento, de tal modo que pudimos viajar a Rusia, Polonia, Estonia, Lituania, República Checa, Suecia, etc. La cultura de todos estos países era muy similar a la letona, y disfruté muchísimo pudiendo conocerlos.

Finalmente, quiero matizar cómo me ha beneficiado esta experiencia. En primer lugar, he de indicar que no pasa un solo día en el que no chatee con algunos de los amigos que hice durante ese año. Amistades y contactos por todo el mundo (que quién sabe si podrán ofrecerme una oportunidad profesional algún día), a los que he ido a ver y me han venido a visitar, cosa que, de no haberme ido, jamás hubiera sucedido. Además, el hecho de tener que “vivir en inglés”, tanto dentro de las aulas como fuera de ellas, fue algo que sin duda me hizo mejorar el idioma de cara a mi futuro. Por otro lado, la sensación de “haber espabilado”. Salvo estancias en verano, nunca había vivido más de dos meses fuera de casa. Esta experiencia me hizo madurar y crecer como persona, ya que tenía que sacarme las castañas del fuego yo solito, sin la ayuda de nadie.

Por otra parte, en cuanto al tema de las convalidaciones, queda claro que el Erasmus no es perfecto ni puede perseguirlo todo. El objetivo es estudiar ciertas asignaturas fuera, no todo un título universitario, por lo que la posible falta de conocimientos que puede generar el marcharse, no será muy extensa en comparación con toda la carrera y siempre habrá tiempo para poder aprender lo no visto. Por lo tanto, a pesar de que la formación académica obtenida fuera puede que, a veces, no sea la mejor (sobre todo por la necesidad de convalidar), en definitiva el Erasmus es una experiencia que hay que valorar en su conjunto y que, en comparación con lo largas que pueden llegar a ser nuestras vidas, tiene una duración de un breve período de tiempo.

Por último, de cara al currículum y a las entrevistas que he ido haciendo, matizar que siempre ha jugado en mi favor el hecho de haberme ido de Erasmus. Los reclutadores o entrevistadores, al descubrir que hice mi Erasmus en un país tan inusual, suelen mostrar mucho interés y me piden que les cuente cómo fue la experiencia. Una persona que ha vivido algo así, no vuelve siendo la misma. Vuelve con menos prejuicios, con la mente más abierta y con la capacidad de encajar en cualquier ambiente, y eso, de cara a entrar en una nueva empresa, es algo que el personal de RRHH tiene muy en cuenta.

“YO NO ME HE IDO” (Pablo Ojeda)

Yo, a diferencia de mi compañero, no viví la experiencia del Erasmus. Evidentemente, mi Universidad me ofreció esa oportunidad, pero yo, en ese momento de mi carrera (4º-5º curso), decidí desecharla.

Considero que, académicamente, salvo contadas excepciones, no aporta gran cosa, puesto que el Derecho es una disciplina que varía mucho de país a país, debido a los diferentes sistemas legales tradicionales (common law vs civil law), así como las leyes de cada país y los diversos modos de organizar el ordenamiento jurídico. Todo esto tiene como resultado que, en una etapa crucial para el alumno (4º-5º de carrera en la licenciatura/ 3º-4º en el grado), el estudiante se puede ver obligado a tomar la decisión de dejar de cursar asignaturas tan importantes como Derecho Mercantil, Derecho Civil o Derecho Tributario. Llegados a este punto, es preciso llamar la atención al lector acerca del tema de las convalidaciones, ya que es algo sorprendente. En algunas ocasiones, esas asignaturas tan importantes que he señalado, pueden ser convalidadas por otras que no guardan relación alguna con la materia. Uno tiende a pensar que un programa eficiente debe pretender que la correspondencia entre las asignaturas que se convalidan tenga una equivalencia sino del 100%, al menos de un 50%. Pues bien, hay ocasiones en las que asignaturas del calibre de Derecho Civil o Derecho Tributario, se pueden convalidar por Legal Writing o American Constitutional Law, siendo asignaturas obligatorias o troncales que, cuando menos, debería ser obligatorio convalidarlas por asignaturas jurídicas. Si acudimos a la convalidación de las optativas, toda similitud es pura coincidencia.

Asimismo, la cuestión de las calificaciones es igual de llamativa, puesto que suelen ser más bien altas, pudiendo llegar a ser excesivas. Evidentemente, puede haber excepciones como en los casos de estudiantes que acuden a países o Universidades más exigentes, en donde no se hace distinción alguna entre el alumno autóctono y el Erasmus, por lo que el nivel de exigencia y de esfuerzo es el mismo para todos. Sin embargo, esta situación no es la más común, ya que gran parte de los alumnos, al regresar de su experiencia Erasmus, vienen con unas calificaciones bastante elevadas, obtenidas generalmente por el “trato especial” que reciben en las Universidades de destino. Este trato, en muchos casos, ha servido para ayudarles a mejorar su expediente hasta tal punto que, en ocasiones, la propias Universidades de origen han tenido que verse obligadas  a reducir sus calificaciones.

Otro elemento a analizar es el tema del idioma. Lógicamente, el ir a un país con un idioma diferente, es claramente beneficioso para el estudiante ya que se le da la oportunidad de poder aprender otra lengua durante su estancia. Sin embargo, la realidad es diferente. Aquellos alumnos que vayan a estudiar a países con idiomas más bien poco extendidos, véase Polonia, Hungría o República Checa, rara vez aprenderán más de las 4 o 5 palabras fundamentales para saludar, dar las gracias y despedirse. Esto se debe a que, en primer lugar, las clases no son impartidas en el idioma del país, sino que suelen ser en inglés, lo que, unido al corto período de tiempo de la estancia del alumno y a la dificultad de determinados idiomas, tiene como resultado que la proporción de alumnos que saldrá hablando eslovaco, letón o finés será muy baja. Por otro lado, sí es cierto que aquellos alumnos que vayan a estudiar en destinos como Francia, Reino Unido o Portugal, saldrán claramente reforzados en los idiomas de cada uno de estos países, siempre que no coincidan con excesivos alumnos españoles que hagan que la utilización del idioma oriundo sea muy residual.

Y por último, tampoco es alentador lo relativo a las becas. La ayuda económica a los estudiantes, tiene tres tramos: el comunitario, el estatal y el autonómico. Como sabemos, (aquíoaquí), las becas del Programa Erasmus se han visto reducidas durante esta legislatura. Es realmente llamativo las diferencias entre las ayudas que recibe un estudiante en una CCAA, frente a otra[1], si bien esto es otro tema.  Generalizando un poco, la ayuda media es de unos 300 €, con los cuales es muy difícil vivir en un país extranjero, especialmente en aquellos con los precios más altos, como Reino Unido o Alemania. Por lo que, irse de Erasmus sigue siendo una experiencia que sólo pueden permitirse las personas que tengan un soporte económico detrás, puesto que está claro que con las becas no basta.

En definitiva, pese a no haberme ido de Erasmus, no me arrepiento de haber optado por esta decisión, ya que considero que en ciertos aspectos es una experiencia algo sobrevalorada, sobre todo, por parte de los departamentos de RRHH, ya que académicamente hablando, creo que sale mejor preparada una persona que ha cursado íntegramente todos los años de la licenciatura o grado en España. Por otro lado, en el ámbito personal, tampoco considero que haya salido malparado por no haber optado por esta experiencia, ya que muchos de los valores y de la personalidad que se le presume a un ex-Erasmus, también pueden ser obtenidos al irte a cursar tu carrera (o algún curso de la misma) fuera de tu ciudad (permanentemente o vía Beca Séneca), pero dentro de España, como yo tuve la suerte. Es por ello, que si actualmente volviera a tener 20-21 años y estuviera en la tesitura, de nuevo, de elegir entre irme de Erasmus, o no, seguramente volvería a ganar el no.


[1] http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/11/06/actualidad/1383769275_301619.html