Flash Derecho: Presentación del estudio de la Fundación ¿Hay Derecho? sobre el funcionamiento del Tribunal de Cuentas español

2000[1]

El próximo viernes, 2 de octubre, la Fundación ¿Hay Derecho? presentará su informe Evaluación del funcionamiento del Tribunal de Cuentas español. Comparativa europea. 

El objeto del estudio es comparar el funcionamiento de nuestro Tribunal de Cuentas español con el de otras instituciones similares de la Unión Europea, como son los Tribunales de Francia, Italia y la República Federal Alemana o las Oficinas de Auditoría del Reino Unido y Finlandia. Con este estudio la Fundación ¿Hay Derecho? inicia una serie de trabajos sobre el desempeño de nuestras instituciones.

Su financiación se ha llevado a cabo por parte del Grupo Parlamentario Europeo Alianza de los Liberales y Demócratas por Europa (ALDE), en el cual se integran los eurodiputados de UPyD, Ciudadanos, Convergència Democrática de Catalunya y el PNV.

El acto estará presentado por Fernando Maura, eurodiputado por UPyD y en él intervendrán Elisa de la Nuez (Secretaria General de la Fundación ¿Hay Derecho?), Carlota Tarín (Responsable de Estudios), un representante del Tribunal de Cuentas de la Unión Europeo y representantes de los tribunales analizados.

Tendrá lugar en la Sala Europea de la Representación en España de la Comisión Europea y el Parlamento Europeo (mapa) El acto comenzará a las diez de la mañana.

Las solicitudes de inscripción pueden dirigirse a info@fundacionhayderecho.com

Si te interesa la regeneración de nuestras instituciones, no dejes de acudir.

Flash Derecho: Es Ahora

El martes 18 de febrero de 1936 el diario gráfico Ahora, dirigido por Manuel Chaves Nogales, publicó un editorial mostrando su preocupación tras las elecciones del domingo anterior. Terminaba con estas palabras: “Empezamos hoy a vivir jornadas críticas en las que gobernantes y gobernados necesitamos mucha serenidad, poca impaciencia y un gran respeto a las normas de Derecho natural y positivo. Por nosotros no quedará”.

Por Ahora no quedó (hasta su incautación, claro) y menos aún por Chaves Nogales, (pues solo su prematuro fallecimiento en el exilio pudo silenciar su opinión certera y serena). Pero, sin duda, quedó -y mucho- por parte de una gran mayoría de los protagonistas y, destacadamente, de los medios de comunicación de aquella desgraciada época. Quien quiera percibir la excitante sensación de los pelos como escarpias que tire de hemeroteca.

Hoy la coyuntura no parece tan grave, pero también empezamos a vivir jornadas críticas en las que gobernantes y gobernados necesitaremos mucha serenidad, poca impaciencia y un gran respeto a las normas de Derecho natural y positivo. Para conseguirlo no hay mayor bálsamo y ayuda que la de una prensa responsable, en el total sentido de la expresión: porque satisface la duda o dificultad que se le plantea, se obliga a dar explicación de ella asumiendo las consecuencias y pone cuidado y atención en lo que dice.

Resulta sorprendente que en un mundo tecnológicamente tan avanzado como el nuestro, esto sea cada vez más difícil. O quizás es tan difícil porque la tecnológica ha avanzado más deprisa que nuestra capacidad para integrarla en la adecuada satisfacción de nuestras necesidades. La actual difusión inmediata de la noticia por las redes sociales, más rápida que las ondas sísmicas que la producen (aquí), ha colocado a la prensa diaria (ya sea en papel o en Internet) en una complicada coyuntura: diseñada para dar noticias, tiene que dar algo más que noticias para sobrevivir a un ritmo no pensado para ello y difícil de mantener, tanto para el editor como para el lector.

Reclamar, como hacía Chaves Nogales, mucha serenidad y poca impaciencia es, por eso mismo, hoy más difícil que nunca, y, sin embargo, absolutamente imprescindible. Quizás porque el mundo es cada vez más complicado. Quizás porque somos nosotros quienes lo complicamos innecesariamente. Pero, si lo hacemos, es también porque no nos hemos parado a escuchar y a pensar, o porque no nos han dado oportunidad de hacerlo con un poco de calma y perspectiva.

Para satisfacer esa necesidad es por lo que un grupo de personas –de variado origen, pero de preocupaciones semejantes- en el que me integro a título personal, hemos decidido lanzar el periódico semanal Ahora. Semanal, porque su voluntad es practicar el slow journalism, tratando aquellos temas sobre los que hemos oído algo, quizás mucho, pero que no hemos sido capaces de armar adecuadamente en nuestra consciencia. Y hemos de reconocer que, antes de hacerlo, resulta difícil opinar cabalmente sobre ellos. Un diario no puede permitirse el lujo de contextualizar cada pieza de información que ofrece, ni tampoco es esa su función. Nosotros, por el contrario, sí vamos a hacerlo.

Pero también periódico, no por referencia al aspecto temporal que ya aclara el segundo término, sino porque no quiere ser ni río ni revista. Los ríos actuales bajo formato de páginas web parecen refutar a Heráclito: uno tiene la sensación de ya haberse bañado allí muchas veces. No fotografían la realidad que consideran digna de ser transmitida en un instante temporal determinado, tras haber realizado la selección e interpretación correspondiente, sino que abren generosamente los brazos a todo lo que discurre. La consecuencia es que el río suena siempre muy parecido. Por su parte, el término revista evoca (en el mejor de los casos, porque en el peor ni entremos en ello) esa injusta división de Baroja (al menos en opinión de nuestro Chaves Nogales) entre el periodismo de cuatro patas o periodismo de mesa y el de dos patas; es decir, entre el “intelectual” y el gacetillero iletrado que acarrea noticias, por decirlo de otra manera. No obstante, si el auténtico periodismo es algo distinto- contar, relatar, informar sobre lo que importa en un momento determinado, y hacerlo bien- la verdadera sede del periodista es un periódico. Otra cosa es que contemos con destacados especialistas en cada campo (economía, cultura, derecho, política, etc.) que nos ayuden a interpretar la realidad. Pero serán seleccionados en función de la noticia relevante, y escribirán presididos por ella.

Por eso Ahora quiere ser un periódico incómodo (al menos hasta nuestra incautación). Porque, al explicar y contextualizar, nos demostrará que el mundo es más complejo de lo que les interesa mostrar a los que se aprovechan de los prejuicios, prisas y necesidades de la gente, tanto de un lado como de otro. Y también porque tendrá tiempo y espacio para plantear aquellos temas de fondo que la prensa diaria no quiere o no puede tratar, y sin cuya comprensión es tan difícil entenderlo todo.

La elección simultánea por el papel y por el formato digital es una consecuencia de todo lo anterior. Es verdad que el producto cerrado podría ser solo digital, pero el papel sábana no solo es una manifestación expresa de intenciones, sino también una oferta de autoimposición al lector, a modo de cinturón de castidad: al igual que quién quiere de verdad ir en bici a trabajar le aprovecha vender su coche, el papel sábana no se puede leer mientras uno espera pagar en el súper, cuando realmente no está en condiciones de enterarse de nada que valga la pena, sino que necesita el espacio y el tiempo adecuado a la importante tarea que se pretende, ajena a tentaciones y distracciones.

Ahora no pretende sustituir a nadie, sino rellenar un espacio vacío, cuyo hueco lleva haciéndose sentir desde hace mucho tiempo, en un momento en el que la serenidad y la reflexión resultan imprescindibles, una vez más, para nuestro país. Por eso estoy convencido de que, si se hace bien, tendrá éxito, sin duda alguna. Pero para saber si se hace bien, querido lector, no hay más remedio que comenzar a leerlo este mismo viernes, o incluso darle un (módico) voto de confianza y suscribirse AHORA.