HD Joven: El disputado voto del señor García

Víctor bajó la cabeza:
—Increíble, Dani. Él es como Dios, sabe hacerlo todo, así de fácil. ¿Y qué le hemos ido a ofrecer nosotros? —preguntó—. Palabras, palabras y palabras… Es… es lo único que sabemos producir.
Dani volvió a sentarse. Su mano derecha tabaleaba impaciente sobre el tablero de la mesa:
—Siempre tendrá que haber dirigentes, supongo—apuntó.”
Miguel Delibes,
El disputado voto del señor Cayo.

 

El señor Cayo, a diferencia del señor García, no necesita de políticos, puesto que su vida transcurre pacífica y solitariamente en un pueblo prácticamente deshabitado de las montañas castellanas. Sin embargo, nuestro señor García no vive de manera autosuficiente en una aldea, es un ciudadano urbanita, con una familia que mantener, una hipoteca que pagar, un empleo que, aunque considera estable, no deja de preocuparle y una clase dirigente que lo tiene la mar de contento. Él, puesto que vive en sociedad, sí necesita de la política para vivir.

Este domingo, por segunda vez en menos de un año, el señor García tiene que acudir a las urnas a elegir un parlamento que no solo ha de representarlo, sino que tiene como primera, ineludible e imprescindible tarea la de elegir un Gobierno. García está cabreado, y no poco. Quizás con razón.

Nuestro españolito de bien cree que las elecciones, muy importantes ellas, sirven, entre otras cosas, no solo para mantener fuerte y vigorosa nuestra democracia, como se afanan en repetir sus queridos amigotes políticos, sino para elegir a otros conciudadanos, con el propósito de que, sueldo mediante, se ocupen de sus preocupaciones y él pueda descansar tranquilo durante un tiempo.

¿Pero qué le preocupa a García? Las quejas de nuestro español medio son conocidas por todos, no para de repetírnoslas mes tras mes: le aterra la idea de quedarse en paro, y está disgustado porque familiares y amigos cercanos estén desempleados; la corrupción y el fraude lo tienen harto, no entiende cómo tanta podredumbre ha podido florecer en nuestro país; la economía, la personal y la del país, le traen de cabeza…; pero si algo lo tiene hostigado, esos son los políticos en general, los partidos y, por qué no, la política. A García, aunque preferiría tener Gobierno (no en funciones, se entiende), le trae un poco sin cuidado si el inquilino de la Moncloa se va o se queda, lo que nuestro amigo no quiere es volver a ir a votar, no digamos en esta ocasión, sino quizás en una tercera.

Gráfico Gandulez

El señor García está en lo cierto, una de las funciones de las elecciones es la de evitar que los ciudadanos tengan que “esforzarse” puesto que participar políticamente requiere de tiempo y ganas… lo que se conoce como “estructura de oportunidades políticas” (Tarrow) y, como todo español, sabe que lo poco gusta, pero lo mucho cansa (menos el fútbol, claro).

¿Estamos ante una segunda vuelta? Es cierto que, para el señor García, es la segunda ocasión en la que va a tener que votar con un mismo propósito. Pero debe tener en cuenta nuestro amigo que vivimos en un sistema parlamentario y proporcional. El señor García votó en diciembre, como viene haciéndolo desde hace años, con el propósito de elegir unos representantes que después respetarán su voluntad y votarán por el candidato de la lista ganadora. Hasta aquí, todo como siempre. En lo que quizás García no se haya parado a pensar es en que las pasadas elecciones no fueron unas elecciones cualquiera. Hasta el pasado diciembre, nuestro sistema podía denominarse como un bipartidismo atenuado, donde el partido ganador, entre los dos principales, buscaba el apoyo de los minoritarios para gobernar.

Sin embargo, García sabe que eso ha cambiado, cada uno de sus tres primos ha votado distinto que él. Y los resultados de esas elecciones de diciembre, de esas elecciones de cambio de ciclo (Anduiza), así lo demuestran: ya no tenemos dos partidos que destaquen mayoritariamente sobre los demás y, si atendemos a las encuestas, los resultados del próximo Congreso serán todavía más acentuados. Entonces, ¿está seguro García de que sus representantes respetarán su voluntad para elegir un Gobierno? El señor García no se fía de los políticos, como hemos visto antes. Por lo tanto, ya no sabe si la opción que elegirá ayudará a que su candidato sea el elegido en esa segunda vuelta, en que, de facto, se ha convertido la investidura en el parlamento.

Con un sistema de bipartidismo moderado, no cabía –prácticamente– duda de que el ganador, entre los dos partidos mayoritarios, iba a gobernar. Sin embargo, en el nuevo sistema multipartidista, esas dudas se vuelven oscuras para García. Él ha oído a algunos dirigentes indicar qué harán en los distintos escenarios que se plantean después de las elecciones, con los diputados elegidos. Sin embargo, no todos lo han hecho, lo que produce cierta incertidumbre en nuestro ciudadano de a pie.

García no lo tiene del todo claro. Y es normal, porque esto no había sucedido antes. No estamos ante una segunda vuelta; la segunda vuelta fue la primera y fallida investidura. Estamos ante una tercera y necesariamente cuarta vuelta (si es que algún candidato acepta el encargo del jefe del Estado, porque, en caso contrario, no empezará a correr el plazo constitucional para elegir presidente, opción ahora mismo nada descabellada). En esta tesitura, ¿qué sería lo que preocuparía más al señor García? La “falta de Gobierno” (aunque esto, en realidad, no suceda nunca) parece que, aunque le inquieta, no le roba demasiado el sueño. Lo que no tengo del todo claro es si le gustaría demasiado elegir por tercera vez a unos representantes o terminaría de hartarse, nuestro buen García.

El señor García se pregunta qué van a hacer los políticos para solucionar esta encrucijada que depara el nuevo tipo de sistema que los españoles han configurado. Sugiero aquí la relectura del artículo de Rodrigo Tena “¿Es posible una reforma para evitar la repetición de elecciones?” (aquí). En un sistema como el actual, es necesario llegar a acuerdos. Hay quien discute con nuestro ciudadano medio que él preferiría ir a una segunda vuelta para elegir al Presidente. Hay quien le dice que, mientras no se elija otro Gobierno, debería continuar el anterior y el legislativo, legislar (opinión de Tena, por ejemplo). Y hay quien cree que deberíamos tener un sistema mayoritario que favoreciese, de nuevo, el bipartidismo. Éstas son algunas opciones que nuestro ciudadano ha podido discutir en el bar. García sabe que sus representantes deben ponerse de acuerdo no solo para formar Gobierno, sino para que esta situación no vuelva a repetirse. El próximo legislador (ordinario o constituyente) deberá prever y adecuar nuestro sistema a una situación no prevista como la actual. Hasta el momento, la propuesta de Tena sea quizás la más seria de todas las que he podido ver y que no impliquen un cambio radical del sistema.

El señor García, españolito de bien, tiene claras varias cosas, casi tan importantes como el sentido de su voto: que los políticos son más un problema para él que una solución; que no quiere volver a unas terceras elecciones; que le gustaría tener claro cuál va a ser el sentido del voto de sus representantes en esa “segunda vuelta parlamentaria”; y que le gustaría que se diseñase algún sistema para que estas incidencias no previstas por el antiguo legislador se resolviesen. Mientras tanto, el señor García, a diferencia del señor Cayo, deberá preocuparse por elegir a sus representantes. Pues “siempre tendrá que haber dirigentes, supongo” (a no ser que la opción que más le convenza sea la de vivir cual ermitaño en el campo).