La memoria histérica y la enloquecida hoguera de las vanidades (a propósito de José Luis Villar Palasí)

La prensa valenciana da cuenta de que la portavoz socialista de Educación en las Corts, Ana Besalduch, ha presentado una Proposición No de Ley (PNL) en el Parlamento valenciano por la que exige el cambio de denominación de siete colegios públicos de Valencia que «en la actualidad todavía mantienen el nombre de José Luis Villar Palasí, ministro de Educación y Ciencia valenciano durante la dictadura entre 1968 y 1973». Sobre esto he escrito ya un artículo en el periódico LEVANTE, al que me remito ahora (en el post al respecto publicado en Linkedin).[1]

J.R. Chaves (que le admiraba sin haberle conocido siquiera personalmente) ha escrito en su blog un maravilloso post al respecto en el que, entre otras cosas, dice lo siguiente:[2]

Para disipar toda reserva sobre su implicación política podemos tener presente lo escrito por el profesor Manuel Arias Senoseain:

“Si la investigación y la enseñanza, consustanciales con su verdadera vocación, se centraba en la cátedra, en cambio su imprevisto cargo de Ministro no cuadraba con su forma de ser y de sentir. Villar Palasí ni “era un político”, ni tenía tras de sí  “un equipo político”, ni tenía la menor “ambición política” ni le respaldaba ninguna de las entonces llamadas corrientes “familias políticas”.

Y sobre sus dificultades para sacar adelante la Ley General de Educación, tuvo ocasión de comentar en una entrevista al Diario Levante en 2008:“Yo no era apolítico, pero no tenía un grupo detrás. Ni era del Opus ni falangista. Era un freelance. Tenía el Consejo de Ministros en contra y si hubiera tardado un año en presentar la propuesta hubiera habido sus más y sus menos”.

Y sigue diciendo:

Villar Palasí, en el plano personal, nos lo resumen las claras palabras de García de Enterría,“su sencillez, su bondad, su afabilidad, su disposición generosa, sus grandes cualidades personales”. De ahí que me sorprenda e indigne, que en Valencia (donde nació en 1922) se pretenda por algunos grupos borrar su nombre de los centros escolares. Ya puestos con el desatino, habría que suprimir los nombres de los institutos públicos como el Jovellanos de Gijón, ya que Gaspar de Jovellanos  fue ministro de Gracia y Justicia con el absolutista y traidor Rey Carlos IV. ../.. Esa actitud indiscriminada de borrar la memoria histórica y que demuestra una memoria histérica, me recuerda la enloquecida hoguera de las vanidades, con que el dominico Savonarola en 1497 ordenaba quemar en hoguera pública todo lo que parecía pagano, joyas, libros, cuadros y todo tipo de ornamento u obras de arte.

Para semejante afrenta al honor de Villar Palasí (nada hay que duela más que retirar un honor ya concedido), la Sra. Besalduch alude tanto a cuestiones de “ética” como de estricta aplicación del artículo 15 de la Ley 52/2007 de Memoria Histórica. Como ya dije, la Sra. Besalduch se equivoca en las dos cosas e intenta aplicar esta Ley con el mismo criterio revanchista y unilateral con el que actuó el mismo Franco. Como bien dice JR Chaves “una cosa es eliminar los signos externos del franquismo y la lógica retirada de placas o nombres de centros públicos referidos a personas que cuenten con el solo mérito de sus supuestas gestas militares en la guerra civil, o la de aquellas personas que cuenten con felonías a sus espaldas, o que emborronaron indignamente las páginas de la historia vividas por nuestros padres. En estos casos, nada debe objetarse pues el viejo principio el que la hace, la paga, conserva su vigencia.  Ahora bien, lo que resulta un exceso, una torpeza y una injusticia impropia de una ciudadanía madura, es ajustar cuentas con personas por el solo crimen de tocarles una coyuntura temporal gris, y que no solo son inocentes, sino que merecen el beneplácito y aplauso de generaciones, como la nuestra”.

Porque no se atenta contra ninguna clase de ética por el hecho de rendir homenaje a quien elaboró la Ley General de Educación (LGE) de 1970 -la mejor ley de Educación que ha tenido España- implantando la enseñanza gratuita y obligatoria hasta los 14 años y creando la Universidad a distancia (UNED). Esa ley fue obra de un valenciano que se trajo a España a lo más granado de la UNESCO como equipo de colaboradores y que pasó muchas noches en blanco trabajando en ella. La Sra. Besalduch, como tantos otros, habrá sido posiblemente educada con la LGE  y habrá estudiado la Educación General Básica, (EGB), por lo que debería saber bien de sus muchas virtudes (aunque parece que debió saltarse alguna clase).

Y conviene recordar que el artículo 15 de la Ley de Memoria Histórica sólo habla de la guerra civil y de la represión en la dictadura, lo que dudo que pueda ser aplicado a una persona como Villar Palasí que aportó la LGE que ponía fin al fracaso educativo del franquismo en sus primeros treinta años (abriendo las puertas a la integración social escolar, sin discriminaciones para los españoles). A menos, claro está, que se considere como represión el hecho de obligar a estudiar hasta los 14 años (lo que dice muy poco de la cultura jurídica de la Sra. Besalduch a pesar de ser licenciada en Derecho). No conviene pervertir las cosas y convertir la memoria histórica en una memoria histérica, en donde, poco menos que se condena a las personas por el mero hecho de haber vivido en la época de Franco sin haber atentado contra él.

Villar Palasí fue un gran jurista, sobre lo cual no creo que haga falta insistir mucho (menos aún en este Blog), pero  también fue un gran Ministro, bajo el régimen de Franco (en la época conocida como «tardofranquismo»), y no me atrevo a imaginar lo que podría haber hecho en un entorno democrático, porque las Cortes franquistas le denegaron la financiación que necesitaba para desarrollar bien la LGE. Eso nos lo vino repitiendo a sus hijos durante muchos años porque él había diseñado una ley para la “financiación de la reforma educativa” y le fue negada esa financiación tan necesaria (lo que ocasionó, entre otras cosas, que no pudiese desarrollarse como él quería la Formación profesional). Esa frustración le acompañó toda su vida.

Espero, por tanto, que quienes han presentado la Proposición No de ley recapaciten, sean sensatos y no caigan en los mismos errores de visión partidista de la historia del pasado. Dejar que los Colegios sigan teniendo el nombre de Villar Palasí es dar ejemplo de agradecimiento a quien, como valenciano hizo más que muchos otros en materia de enseñanza aunque parece ser que nadie es profeta en su tierra. Echar su nombre en la hoguera es condenarlo al olvido de quienes deberían estarle agradecidos (que son muchas generaciones), y por eso quienes le admiramos estamos dispuestos a luchar para que tal ignominia no pueda salir adelante. No obstante, si esto hubiese sucedido en vida de mi padre –pues de él hablamos- habría seguido las enseñanzas de Gandhi que todas las noches leía durante sus últimos años: “No me dejes caer en el orgullo  si triunfo, ni en la  desesperación si fracaso. Más bien recuérdame que el  fracaso es la experiencia que precede al triunfo.  Enséñame que perdonar  es un signo de grandeza y que la venganza  es una señal de bajeza”.

Sus hijos (y demás familia) no estamos dispuestos a claudicar sin presentar batalla en defensa de su memoria, y llamamos a todos los que guardan respeto por Villar Palasí a movilizarse para hacer llegar, también con todo respeto, a las Corts de Valencia este mensaje en defensa del honor de quien mejor supo ensalzar a la propia Valencia…

 

 

 

[1] Bajo el siguiente enlace: https://www.linkedin.com/pulse/en-el-nombre-del-padre-jose-luis-villar-ezcurra/?trackingId=ke8tDrLHVOAkIB80q4%2Fd2A%3D%3D

 

[2] El link de este artículo es https://delajusticia.com/2017/12/10/villar-palasi-no-merece-el-olvido/