Con la democracia y el Estado de Derecho

De nuevo queremos recordar a nuestros lectores ante los acontecimientos vividos en Cataluña que España es una democracia y un Estado de Derecho en el que es  perfectamente posible y legítimo criticar las decisiones judiciales y por supuesto recurrirlas ante las instancias que procedan. Hemos comentado en este blog  en varias ocasiones los autos del Juez LLarena, a veces desde una perspectiva más bien crítica como aquí    o aquí   También llevamos años denunciando los ataques a  la separación de poderes por parte de los partidos políticos cuando se han producido casos de corrupción que les afectan, ya se trate de las tramas de los ERES, la Gürtel o cualquier otra que elija el lector porque ejemplos no faltan.  Pensamos también que debe despolitizarse el Consejo General del Poder Judicial, dotar de mayor autonomía e independencia a la Fiscalía y aumentar la meritocracia y la objetividad en los nombramientos judiciales. Pero todos estos problemas -que por otro lado son fácilmente solventables con un poco de voluntad política que ni el PP ni el PSOE han demostrado hasta ahora-no justifican ni  convierten en tolerables las presiones y amenazas contra Jueces y Magistrados, ya se trate del juez Ruz, de la jueza Alaya o del Juez Llarena.

Defendemos  también que nuestras instituciones tienen que mejorar y rendir cuentas a los ciudadanos, ser más transparentes y respetar las reglas del Estado de Derecho. Todas y cada una, ya se trate de Parlamentos nacionales y autonómicos, Gobiernos,  Administraciones, Tribunal Constitucional, Tribunal de Cuentas, Fiscalía o cualquier otra.  Somos conscientes de que nos queda un amplio camino que recorrer para alcanzarlo  como demuestra la existencia de nuestra Fundación, de nuestro blog y de los premios Hay Derecho con los que desde hace tres años premiamos conductas meritorias de los ciudadanos -con gran coste personal-en defensa de sus valores, a veces con gran coste personal. Pero dicho eso, siempre es así: todas las democracias y todos los Estados de Derecho reales difieren bastante de sus modelos ideales y formales. Las personas con mucho poder tienden a pensar que las reglas que obligan a los ciudadanos  a ellos no les afectan. De nuevo podemos elegir en España el ejemplo que más nos guste, pues lamentablemente en los últimos tiempos hemos podido comprobar que muchos políticos se consideran por encima de la Ley por diversos motivos que al final se concretan en uno solo; el fin justifica los medios.

Hoy volvemos a recordar que sin Estado de Derecho no hay democracia digna de tal nombre.  Pero, claro está, también hay que reconocer que el Estado de Derecho es condición necesaria pero no suficiente para resolver conflictos políticos tan importantes como el que estamos viviendo en Cataluña.  Los jueces deben de actuar con plena independencia y libertad y atendiendo a las leyes y sin tener en cuenta otro tipo de consideraciones (y que por cierto en este caso parece claramente que no  responderían a las preferencias de un Gobierno en minoría y que necesita del PNV para aprobar los Presupuestos), pero los políticos tienen también una tarea ineludible por delante que deben de afrontar lo antes posible. Desde la sociedad civil -y también desde los medios de comunicación- debemos conservar la calma y ofrecer espacios sosegados para el debate público sobre nuestro futuro como comunidad política. Las normas y las instituciones se pueden y se deben reformar pero siempre por los cauces legalmente establecidos. Esa es la grandeza de una democracia sin adjetivos.