Aplausos desde el balcón

Estos días hemos oído aplausos en los balcones en señal de agradecimiento a los profesionales sanitarios. En estos momentos de tensión, donde los turnos son largos, muy ajetreados y en condiciones subóptimas por la falta de medios, no hay duda de que cualquier palmada en la espalda reconforta. Y es que los profesionales sanitarios siempre ofrecen lo mejor de sí mismos cuando se les necesita, aunque ello suponga ponerse en riesgo, o no dormir, o no comer…. o incluso poner en riesgo a sus familias.

Por eso me parece apropiado hacer un reconocimiento público a las recientes medidas aprobadas por el Gobierno en apoyo a los médicos, no en agradecimiento por el trabajo prestado, sino en reconocimiento por su labor y dedicación continua, así como por el papel fundamental que juegan en el mantenimiento del estado de bienestar. Y es que es oportuno no solo darles las GRACIAS si no ofrecerles el RECONOCIMIENTO que merecen. Nuestros médicos dedican toda una vida al estudio, echan muchas horas de trabajo en horario antisocial (noches y fines de semana), tienen en sus manos nuestras vidas y las de nuestros familiares y las cuidan con el mayor de los celos, tienen que acudir a congresos (y pagárselos), investigar y publicar, sacrifican mucho de su tiempo libre para dedicarlo a sus enfermos con enormes dificultades de conciliación familiar, y todo ello en una situación de creciente riesgo legal (por las cada vez más numerosas denuncias) y social (por las agresiones cada vez más frecuentes).

Quizá con retraso, pero siempre bienvenidas, llegan las medidas del gobierno que garantizan el incremento de la retribución salarial de los médicos (para que su nómina sea acorde a la responsabilidad que asumen) y la estabilidad laboral de la que disfrutan el resto de funcionarios.

¿Cuela? Que me perdonen los médicos que lean esto si estoy dando falsas esperanzas… La ironía siempre me ha parecido un recurso útil para señalar contrastes o situaciones increíbles. Y lo que está pasando con los médicos ahora mismo es una de esas situaciones.

El médico medio acaba su especialidad y encuentra un trabajo de 3-6 meses en algún hospital. El más afortunado consigue una suplencia por baja maternal. Acabado ese tiempo puede que le renueven el contrato en el mismo centro, pero puede que no, y que tenga que empezar a echar CV (es decir, ir físicamente y entregarlo) en los departamentos de recursos humanos o en el servicio en cuestión (dando el CV al jefe de servicio directamente o a la persona en quien éste delegue) para conseguir otro contrato de 3-6 meses o cubrir una baja maternal en el mejor de los casos. Pasado ese tiempo, si no le ofrecen quedarse en el hospital, tienen que volver a empezar la peregrinación por otros hospitales. Y así durante un tiempo que puede llegar a ser de años, hasta que le renuevan contratos encadenados en el mismo hospital. Entonces es cuando empieza la esperanza de que algún día pueda conseguir una interinidad. Durante años, la mayoría de nuestros médicos no tienen la seguridad de que dentro de un año seguirán trabajando en el mismo sitio. Lógicamente, tampoco los Bancos a los que piden financiación la tienen, lo cual, les puedo asegurar, cobra importancia cuando se plantean la osadía de comprarse una casa o tener familia.

A pesar de ser trabajadores del sistema público, y a diferencia de los funcionarios, muchos pasan más de 10 años (y más de 15) renovando periódicamente sus contratos de trabajo. Mientras en el resto de las administraciones se convocan oposiciones regularmente para acceder al correspondiente cuerpo del estado o de las CCAA, en el caso de los médicos tras acabar su especialidad (para lo que, por cierto, tienen que aprobar un examen equivalente al de una oposición), y durante una parte importante de su carrera profesional, el mayor de sus sueños es conseguir una interinidad. Lo de la plaza en propiedad… son palabras mayores.

Su lucha contra la temporalidad salta a los medios de comunicación periódicamente (aquí) lo cual significa que sus problemas le importan bastante poco a las Administraciones.
Según el informe de la OCDE publicado poco antes del estallido de la epidemia de coronavirus en China a finales de 2019, en el conjunto del SNS el 30 % de todos los empleados tenía un contrato temporal en 2017, frente al 27 % en 2012. O sea, que vamos a peor. En el caso concreto de los médicos, según la OMC, el 55.3% no tiene plaza fija, y si nos centramos en la CAM, menos del 35% tiene plaza en propiedad (aquí).

Pero no es sólo la temporalidad. Es que además de que su trabajo es inestable cobran poco, teniendo en cuenta las responsabilidades que asumen y la exigencia del puesto que desempeñan, y mucho menos de lo que cobran los médicos de otros países europeos.  Según un informe sobre salarios médicos en España publicado por Medscape en 2018, la retribución media anual de los médicos españoles es de unos 53.000 euros, frente a los 95.000 euros en Francia o los 129.000 euros en Reino Unido. Si nos referimos a los médicos menores de 45 años (que son quienes llevan la mayor parte de la carga asistencial en estos momentos de crisis) la mayoría percibe ingresos anuales inferiores a 40.000 euros.

Cierto es que estas retribuciones se pueden complementar con la realización de guardias, que son un derecho y una obligación, y por las cuales la CAM por ejemplo, paga  20 euros/hora de guardia en urgencias en día laborable y 23 euros/hora en fin de semana o festivo. El caso de los residentes da casi pudor contarlo. Los mejores del colegio, las mejores notas de selectividad (o como se llame ahora), los mejores números en el examen MIR, jornadas interminables, numerosas guardias al mes, nuestro cuidado en sus manos…. y su salario medio (sin guardias ni complementos) es de 1000-1200 euros/mes  (¿no se ha quedado por debajo del SMI?)  (aquí).

Pero la temporalidad y la baja retribución no es lo único a reseñar. La sobrecarga asistencial y el consiguiente estrés laboral no nos suena a nada nuevo y es otra de las quejas recurrentes de muchos sanitarios. La precariedad que ahora denuncian muchos médicos en redes sociales por las extenuantes jornadas de trabajo con escasez de equipos de protección individual (EPI)  no se debe sólo a lo particular de la presente crisis sanitaria por la epidemia del coronavirus. Su situación laboral era ya precaria antes.

Nos da tranquilidad que en estos momentos nuestra salud esté en manos de buenos profesionales que han mantenido la eficiencia y con ello el prestigio de nuestro sistema de salud sobre sus hombros. Está bien que estemos orgullos de ellos y que seamos agradecidos y les brindemos un aplauso diario. Pero no es suficiente. Su vocación y altruismo ha jugado siempre en su contra y quizá por eso están como están. Porque nunca han priorizado sus condiciones laborales como colectivo sobre la salud de sus pacientes. Y está jugando especialmente en su contra en estos días de crisis. Porque están trabajando al límite de su resistencia física, porque la falta de EPIS no les frena para asistir a un enfermo si creen que lo necesita y porque están en un ambiente de alto riesgo de contagio  arriesgando su salud y la de sus familiares, a quienes seguramente colocan en su lista de prioridades detrás de los nuestros. Por sorprendente que resulte, los médicos también tienen familiares vulnerables y con las condiciones en las que se ven obligados a trabajar los sanitarios sus familias están menos protegidas que las nuestras. Todo esto debería ser compensado.

El Estado ha sacado el bazuca del gasto para paliar la crisis creada por el coronavirus, nos cuentan, en unas cuantías desconocidas en toda nuestra historia. Pues bien, de todas las medidas que se han anunciado por parte de los poderes públicos en estos días no hay ninguna concreta dirigida a mejorar la calidad laboral de los médicos españoles y con ello solucionar problemas crónicos que no sólo perjudican a los profesionales de la salud, si no que afectan a la calidad del servicio que prestan y por tanto a nosotros. Más bien al contrario. De hecho, una de las medidas anunciadas ofrece la posibilidad de prolongar la formación de los médicos residentes en el último año de MIR. Esta medida significaría contratar médicos especialistas con contrato de residente. Es decir, una degradación profesional. Solo cabe preguntarse: ¿Hay Derecho? Menos mal que a los médicos se les considera imprescindibles…

Frente a esta medida en concreto, afortunadamente se ha pronunciado alguna sociedad científica como la Sociedad Española de Medicina Interna (aquí) y aún hay esperanza de que no se consume.

Nuestros médicos no van a ponerse de huelga ahora ni van a reivindicar nada, pero como ciudadanos que queremos mantener un sistema sanitario de calidad podemos hacer mucho exigiendo que se adopten medidas de apoyo a este colectivo como se merecen.  Aplausos sí, por supuesto, pero no sólo.