Necesitamos una estrategia. ¿La tiene el Gobierno?

En este momento, en España necesitamos muchas cosas: lo que inicialmente se nos viene a la cabeza son mascarillas, respiradores, camas de hospital y de UCIs…,  y, por supuesto, personal sanitario. Pero, en realidad, lo primero que necesitamos es una estrategia de a dónde vamos. Y no parece que el Gobierno la tenga, ni -lo que es peor- la esté buscando o se esté dejando ayudar. Todo es reacción a la catastrófica situación que estamos viviendo. Las medidas se toman día a día, y son, a menudo, contradictorias entre sí y por tanto contraproducentes. Los discursos del Presidente son largos, pero no permiten saber hacia dónde vamos, ni cuál es la estrategia. La conclusión, nos tememos, es que no hay ninguna. Pero sin estrategia va a ser complicado salir de esta crisis.

Quizás tenga sentido evitar los despidos durante el periodo de alarma, pero si al mismo tiempo el mensaje es que se va a endurecer la aprobación de los ERTEs, lo que se le dice a millones de empresas y pymes es que la quiebra es su inevitable destino. Hay consignas (“no dejaremos a nadie atrás”, “haremos todo lo que haga falta”), que están muy bien, pero se encuentran en abierta contradicción con las actuaciones del Gobierno. La manera más directa y rápida de dar liquidez a las empresas es suspender los pagos de impuestos y de las cuotas de Seguridad Social – aplazándolos sin interés- y no se ha hecho. Mantener o endurecer el confinamiento hasta que la curva baje puede que sea necesario y puede que no, pero en cualquier caso no es un plan racional, es una apuesta a ciegas -quizás para contentar  a ciertos socios del Gobierno- que se ve que no tienen otras ideas mejores. Lo que no quiere decir que no existan, quiere decir simplemente que a ellos no se les ocurre, que no es lo mismo.

Desde Hay Derecho creemos para poder crear un plan útil o una estrategia digna de tal nombre, y después, implementarlo, son necesarias tres cosas: información fiable, es decir: datos, estudio científico y técnico de las medidas a adoptar y unidad política para implantarlas .

La información fiable imprescindible la podrían haber dado los tests que se han hecho en otros países de Asia y las aplicaciones que han permitido monitorizar a los ciudadanos infectados. Ya no es posible para parar la pandemia, pero puede ser todavía imprescindible para la vuelta a la normalidad. En todo caso, aunque haya que reconocer que esto no es posible en el escaso tiempo que tenemos (incluso aunque los tests comprados por el Gobierno no hubieran sido un timo), obtener en un periodo de semanas los millones de tests que serían necesarios para tener una información completa del progreso del COVID19 en España, se puede buscar otros métodos. Somos de letras, pero se nos ocurre que hay métodos para conocer el ámbito real de la enfermedad. Se podría hacer tests a diversos grupos representativos de distintas ciudades para detectar las personas infectadas y las ya inmunizadas, para extrapolar esos resultados y saber a qué nos enfrentamos. Además, existen otros sistemas para hacer predicciones al margen de los tests con ayuda de la estadística de diagnósticos realizados por medios ordinarios como se explica aquí. Combinando esto con información de otros países y estudios se podrían hacer estimaciones de los posibles contagios, las necesidades médicas y el momento en que la inmunidad de grupo permitiría relajar las restricciones.

Es prioritario, por tanto, emplear medios en obtener y tratar esa información, creando al efecto un grupo de estudio específico, pero también poniéndola a disposición de las universidades y expertos para que contribuyan con sus estudios propios. La utilización del big data y de programas informáticos y aplicaciones, ayuda mucho a obtener resultados y es muchísimo más rápida que la fabricación industrial de tests o respiradores. Es lamentable que no se haya prestado más atención a esto, como señalaba nuestro patrono Rafael Rivera en este post. Ha sido un desastre sin paliativos en un país que se precia de tener una estrategia digital (que, nos tememos, consiste en redactar una agenda digital por cada Gobierno y cambiar continuamente a los responsables de ese ámbito como ya explicamos en nuestro estudio del dedómetro en relación con la entidad pública estatal Red.es que supuestamente se encarga de estas cosas).

Una vez tengamos una previsión de cómo puede evolucionar la enfermedad con los diversos grados de confinamiento, hay que diseñar la estrategia que más vidas salve a medio y largo plazo. Hay que tener en cuenta que optar por la paralización total de la economía puede tener un coste más alto en vidas a medio -o incluso a corto- plazo: primero, porque todas las actividades económicas están demasiado imbricadas como para poder mantener solo las actividades imprescindibles para la supervivencia (energía, alimentos, atención médica): no podemos parar toda la economía, salvo esas actividades, sin dañarlas seriamente al mismo tiempo. En segundo lugar, porque el coste de paralizar la economía es enorme y se traducirá en muchas vidas a largo plazo: falta de medios para mantener la sanidad pública como la conocemos, las ayudas a los más desfavorecidos y a la dependencia, etc. Elegir la duración, el grado y las personas a las que tiene que afectar el confinamiento es esencial y tiene que ser una decisión basada en criterios científicos y tomada de forma transparente.

Finalmente, para implementar la decisión hace falta unidad. Resulta inconcebible en una situación como la actual que el Presidente del Gobierno no haya creado un gabinete de crisis con participación de todos los partidos, pero especialmente con la inclusión permanente en la información y decisiones del principal partido de la oposición. La unidad es imprescindible también a nivel territorial, pues las regiones que necesitan ayuda hoy serán las que la puedan prestar a otras dentro de unas semanas. Los recursos se tienen que aplicar en cada momento dónde son más necesarios y eso solo es posible con una unidad de mando que al mismo tiempo integre a todos de manera activa, pues nadie sabe quién va a ser el más afectado mañana.

En fin, esto no se arregla con discursos llorosos y apelaciones a la unidad. Ni con una estrategia de buscar chivos expiatorios, ya sean los recortes del PP o los malvados holandeses. Ni con campañas de comunicación de Iván Redondo. En una crisis de verdad nos debemos comportar todos como adultos. La ciudadanía lo está haciendo. Ahora falta que lo haga el Gobierno, empezando por su Presidente.