De nuevo, sobre las puertas giratorias y el capitalismo clientelar.

“Las puertas giratorias son una forma de corrupción legal e institucionalizada. Por los consejos de administración de los monopolios energéticos desfilan expresidentes y exministros. Acabaremos con ellas, prohibiendo que las empresas compren políticos que garantizan su impunidad.” Estas son declaraciones de Pablo Iglesias, hoy Vicepresidente del Gobierno segundo. Ya sabemos que la coherencia no es precisamente una virtud de nuestros políticos -o de los políticos en general- y que el arte de deshacerse con cierta sutileza de compromisos previos es una cualidad en política.  Aquí el problema es lo tajante de estas declaraciones (con las que no podemos estar más de acuerdo) y lo burdo de las justificaciones (y los procedimientos).

Recordemos brevemente los hechos. La Comisión de Nombramientos y retribuciones de la empresa cotizada ENAGAS, propone como consejeros independientes nada menos que a los socialistas José Montilla,  ex presidente de la Generalitat de Cataluña, a José Blanco, ex ministro de Fomento y a un asesor cercano a Podemos. Además, como no tiene sitio, amplía su Consejo de Administración hasta el máximo posible, 16 miembros. Cierto es que con tan hábil maniobra consigue equiparar la balanza con los ex Ministras del PP que están en ese consejo, como Ana Pastor o Isabel Tocino, además de Antonio Hernández-Mancha. Siguiendo esta práctica tan cara a nuestro capitalismo clientelar de poner una vela a Dios y otra al diablo (y cada lector, en función de su ideología y sus prejuicios decidirá quien es quien en este caso). Conviene no olvidar que la retribución mínima asciende a la nada despreciable cantidad de 160.000 euros. Por cierto, se recomienda que la retribución de un consejero independiente no supere el 20% de la que reciba por otras fuentes, por obvias razones.

En cuanto a las justificaciones de la empresa, quedarán para la posteridad. Al parecer la crisis del COVID-16 hace imprescindible contar con el talento y la formación y experiencia profesional de dos ex políticos amortizados y del asesor de energía de Podemos nada menos que como consejeros independientes. Ahí queda eso. Tampoco ha mejorado las cosas Pedro Sánchez al explicar que los ha propuesto la SEPI (Sociedad estatal de participaciones industriales) que tiene un 5% del accionarado de Enagás. Es decir, que el Gobierno ha propuesto como consejeros independientes a dos ex dirigentes socialistas y a un asesor de Podemos. Ni tan mal.

Brevemente, conviene recordar que es un consejero independiente, por si el lector se ha perdido un poco. Supuestamente (esto lo dice la propia empresa)  se trata de personas “de reconocido prestigio que posean los conocimientos y experiencia profesionales adecuados al ejercicio de sus funciones” y sean ajenos a los gestores y a los principales accionistas de la empresa. Salvo que el pase por la política conceda milagrosamente tanto ese reconocido prestigio, como los conocimientos y experiencia profesionales adecuados para una empresa gasística, no parece que los dos ex dirigentes del PSOE  posean ninguno de los dos requisitos. El asesor de Podemos, curiosamente, trabajaba en un Observatorio muy crítico con la política energética gasística. Y en cuanto a la independencia del principal ejecutivo, el Presidente, al parecer Montilla le ayudó en su momento a llegar al puesto, según ha aparecido en los medios. En cuanto a la independencia de los accionistas, al menos de uno de ellos, la SEPI, ya se ha encargado de explicarnos el propio Presidente del Gobierno que es inexistente.

En fin, maravillas del capitalismo clientelar. Claramente el mensaje que quiere dar Enagás a este gobierno -y a cualquier otro- es muy claro: portaos bien con nosotros y nos portaremos bien con vosotros. El problema es que lo que recibirá a cambio Enagás es una regulación más beneficiosa que, no lo duden, nos perjudicará directamente a los consumidores y usuarios.

Así que, por una vez, no podemos estar más de acuerdo con Pablo Iglesias: una corrupción institucional y legal. Aunque esto último, visto lo visto, es muy dudoso también. Cierto es que la autorregulación en materia de gobierno corporativo no funciona en absoluto, y que las empresas hacen lo que quieren, pero permitir tal abuso con la figura del Consejero independiente parece un despropósito. Quizás la CNMV debería empezar a ponerse firme con estas prácticas tan obscenas. O por lo menos imponer que se respeten mínimamente los procedimientos que con tanta precisión detalla en esta guía técnica.